miércoles, 16 de septiembre de 2009

VIAJE FANTÁSTICO


Recuerdo un agosto de hace muchos años, cuando las golondrinas aún venían a pasear Medellín y las melenas se aferraban a los árboles y hasta a los alambres de la energía. Entonces éramos niños y hacíamos nuestro trabajo: Jugar y jugar. Voy a contarles la historia de lo que le pasó entonces a un amigo de infancia al que apodábamos “Minuto”, por ser muy delgado y pequeño.

Minuto era muy inquieto y soñaba conocer el mundo. Era hiperactivo y jocoso, siempre estaba riendo y corriendo por el vecindario.

Un día, como de costumbre salió a jugar con sus amigos sin imaginar lo que le esperaba. Don Carlos, cometero profesional y padre de nuestro amigo Alonso construyó su gran obra, una cometa “media mesa” de descomunal embergadura, lo acompañamos jubilosos hasta el barranco para ver como la volaba. A Minuto se le iluminaron los ojos al ver la imponente estructura y la templada lona caqui que ya vibraba con el viento..

Ya Don Carlos la estaba elevando al borde del barranco, y la impresionante fuerza de la “pequeña cometa” sorprendía a toda la gente que se arremolinaba para ver el inusual espectáculo, como planeaba el enorme papalote elevándose cada vez mas y más en ese cielo azul de mi ciudad. Don Carlos se zarandeaba y difícilmente se tenía en pié.

Como era de esperarse, Minuto quería sostenerla y sentir la brutal fuerza de empuje en sus propias manos, Préstemela, préstemela Don Carlos, gritaba sin parar nuestro pequeño amigo. Don Carlos, hombre serio y responsable, le negaba lógicamente a Minuto tal petición ya que sabía que no podría aguantarla. El insoportable berrinche del chico logró su objetivo y Don Carlos supervisándolo le entregó a Minuto el carretel del gigantesco ingenio.

A duras penas y ante la fuerza del viento Don Carlos le ayudaba a Minuto a sostener la cometa, de repente una fortísima ráfaga de aire le hizo perder el control al improvisado instructor de vuelo y Minuto tuvo que enfrentar solo el impresionante empuje de la cometa que lo arrebató del barranco llevándoselo por los aires como si fuera parte de la piola. Todos vieron como Minuto se iba perdiendo en el horizonte rumbo al sur. Se hacía cada vez más y más pequeño hasta perderse por completo.

La angustia de sus amigos que inútilmente corrían tras él, contrastaba con la felicidad de Minuto que aferrado con todas sus fuerzas al carrete emprendía la gran aventura de su vida, conocer el mundo.

Minuto nunca regresó, pero todos estábamos felices porque sabíamos que se había cumplido el gran sueño de nuestro querido amigo Minuto: Conocer el mundo...

Cuando escribo esto ya han pasado muchos años y a veces pienso que estos recuerdos son solo sueños o fantasías de una feliz infancia, pero no, esculcando en los viejos cajones encontré un pedazo de hoja de cuaderno con un dibujo que hice de Minuto emprendiendo su vuelo hacia el infinito y fechado en agosto 10 de 1963...

D.Z.R.

2 comentarios:

el drummondvillano dijo...

Excelente Dario, la mezcla de recuerdos, de construcciones literarias de hoy siempre ligadas a esa primera etapa de nuestras vidas que tiene elementos fuertemente aferrados. Juego de mente, imaginacion, de nuevo recreados en un hermoso cuento, felicitaciones.

danubio dijo...

Hola cumpleañero, gracias por tu comentario. Encontré en tu escrito sobre tu época Bolivariana esos mismos elementos, Es muy bueno redescubrir esos retazos del pasado que reposan en el cajón de nuestros recuerdos.