miércoles, 16 de junio de 2010

DEL PREGON AL RUIDO

Recuerdos también de tiempos idos son los pregoneros, que con sus cantos anunciaban sus servicios y productos. Afiiiiilo las tijeras, los cuchiiillos; la mazamoooorra del pueblo; Colombiano, Correo, Tiempo, Espectadorrrr…, los periódicos de moda.

Pasaba el carbonero dos veces por semana con su cara ennegrecida por el polvillo de la carga que llevaba en su carreta, también el carro del petróleo pasaba, era que entonces en Medellín había cortes continuos de energía eléctrica y no había casa que no tuviera fogones de carbón y de petróleo.

Cuando la luz se iba en la noche, los niños hacíamos fiesta y salíamos a la calle a jugar con linternas que hacíamos con tarros de saltinas
con una vela adentro.

Pasaba el pregonero de las panelitas de leche, la vendedora de flores de Santa Elena con sus cachetes rosados, la vendedora de parva con su canasto lleno de panes y pande quesos sobre su cabeza, la señora de las arepas recitaba su oferta, el que pregonaba laaas jaletinas, jaletina blanca y jaletina negra, los vendedores de frutas, de esas frutas en vía de extinción como los mamoncillos, el chachafruto, las guamas, los tamarindos, los corozos, las algarrobas, los zapotes y tantos otros que sería largo enumerar.

Todas las mañanas se escuchaba el tintineo del carrito de madera tirado por un caballo que vendía la leche embasada en botellas de litro con tapa de cartón.

La negra tocaba las puertas ofreciendo las verduras frescas, pasaban también los pregoneros de hierbabuena, limoncillo y otras deliciosas yerbas aromáticas, en ese entonces no se vendían las tisanas elegantemente empacadas en los súper mercados, pero que digo, tampoco había supermercados ni grandes superficies, solo la tiendas de la esquina, la tienda de Rosales de Don José, El Chaquiro de no me acuerdo quién, el granero de Don Tulio, el de Cachi Bajo, en fin, en cada calle había una tienda donde atendían con amabilidad y le fiaban a las viudas y a los menos pudientes, el tendero era un amigo del pueblo, por que el mismo era del pueblo.

Los pregoneros creaban sus canciones para anunciarse, amaban su trabajo y siempre se veían alegres, tilín, tilín, pasaba el carrito de helados, su vendedor uniformado siempre de traje y gorra blanca, otros vendedores preferidos por los niños eran los de globos de gas que llevaban como de paseo sus flotantes productos atados con piolas, flotaban sobre el cielo azul, translúcidos y vaporosos, con sus vivos colores, rojos, verdes y amarillos, juro que nunca he vuelto a ver los tonos de los globos de mi infancia.

Perseguíamos también con gran algarabía a los pregoneros del algodón de azúcar, al de las velitas (Dulces de panela) y al de los churros, Benditos tiempos de sonidos olores y sabores tan incomparables, sin juegos electrónicos ni televisión, cuando la vida se vivía en el mundo real.

Marchaban por esas calles de entonces, los vendedores de velas, de emplastos, de menjurjes para el reuma, los que arreglaban las máquinas de moler y la olla “Atómica” (De presión).

Pregones que alegraban el alma, voces que reflejaban a gente buena y trabajadora, cantos del alma Paisa aún montañera y heredera de los pregoneros de la época colonial. No olvido tampoco a los vendedores de paños de agujas, los vendedores de tapetes persas y de cortes de telas.

Era un concierto de cantos, cuando aún el ruido era ajeno a la ciudad, tiempos en los que no había discotecas, ni licoreras. Cuando se enseñaba la urbanidad de Carreño, se rezaba el rosario en familia y se escuchaban radio novelas y musicales por la radio.

El éter ahora está lleno de ese enloquecedor y estruendoso pun pun taladrador que sale de los estrambóticos equipos de sonido de los autos de estos días.

La gente parece haber perdido el sentido de la belleza, el ruido y el mal gusto impera y parece no importarle a nadie. Los vendedores modernos distan años luz de los bien recordados pregoneros del ayer. Ahora estos mercaderes se apertrechan con estridentes cornetas eléctricas que amplifican sus desagradables gritos, ya no se oyen esas bellas voces de gente buena, En cambio nos agreden con gritos ensordecedores y repetitivos, ya no hay armonía ni cadencia, solo un frío perifoneo, sin alma y sin respeto, el pregón ha muerto y los jinetes del Apocalipsis nos invaden con sus trompetas.

Interrumpen nuestras tertulias, nuestro rato de descanso del medio día, nuestro derecho de escuchar buena música en nuestro hogar, nos invaden, no hay respeto, el caos de la sin razón impera, ya no hay autoridad, la ley existe pero no se hace cumplir.

Quiero rematar agregando que el descontrol llega a nuestro entorno en la forma de indeseables vecinos, que sin reparo interrumpen el sagrado derecho al sueño y a la tranquilidad, que escuchan sin recato su dizque música a unos decibeles explosivos que hacen vibrar los cristales de las ventanas casi hasta romperlos, Pun Pun, si eso es música entonces los jalapeños serán deliciosos melocotones.

D.Z.R.

4 comentarios:

el drummondvillano dijo...

Medellín antes de convertirse en esa gran urbe de hoy en día, la Medellín casi pueblerina que recibía el desfile de esos maravillosos personajes que describes, provenientes de la periferia o de sus veredas. Ahora Medellín es una gran ciudad, la que asila a las victimas de la guerra, en la que ya no cabe ni la gente ni los carros, contaminando mas ese valle donde el humo queda atrapado. Bello relato y bellas épocas aquellas que no volverán.

danubio dijo...

Saludos, que bueno es recordar esa Medellín que solo va quedando en nuestros recuerdos, es por eso que quise hacer este relato con ese toque de nostalgia.

mario rodas dijo...

Me parece un gran diccionario....vamos acumulando nuevas palabras.
COMO BOLLO O COMA ÑOLA: SIGNIFICA:coma M.....
TUNTUNIENTO:Apocado,bobo,lento..

danubio dijo...

Gracias Mario por su amable mensaje, ya estoy agregando sus aportes.