jueves, 21 de enero de 2010

ALEJANDRO EL GRANDE

LOS TRES ÚLTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO EL GRANDE



Recibí un correo de mi amigo Alejandro Botero que me pareció de gran contenido, en el se manifiesta la importancia del tiempo en nuestras vidas y su valor infinitamente más grande que cualquier logro económico o hazaña que podamos obtener en este corto camino de nuestra existencia.

Alejandro Magno lo percibió en su inmensa sabiduría, comprendió que ningún tesoro o hazaña por grande que fuera superaría esas fracciones de tiempo que dedicamos a nuestros seres queridos, amigos o a la misma humanidad en el sentido más amplio de filantropía.

Como el lo dijo cuando expresó sus últimos deseos, los bienes materiales quedan en la tierra, que llegamos a esta vida con las manos vacías e igual nos vamos sin llevar en ellas nada.

Que con nuestro oro podemos comprar médicos y remedios pero nunca la salud. Reflexiones válidas en estos momentos de torpeza moral, en este mundo obsesionado más en el tener que en el ser.

Los tres últimos deseos de Alejandro El Grande

Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:


1 - Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.

2 - Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y...

3 - Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro le explicó:

1 - Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.

2 - Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.

3 - Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.



Al morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones son una especie de cheques de viajero.

"EL TIEMPO" es el tesoro más valioso que tenemos porque ES limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida. EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es tu tiempo y SIEMPRE se le regala a la familia o a un buen amigo.



Biografia de Alejandro Magno


Como no soy historiador me traje este trabajo de esta página:

http://www.abcpedia.com/biografia/alejandro-magno.htm

Alejandro III, el Magno, o simplemente Alejandro Magno (el Grande), nació en agosto de 356 aC. en la ciudad de Pella, capital de Macedonia, actual Grecia. Hijo del Rey Filipo II y de la princesa Olimpia, descendiente de la familia real Epirota, con quien mantendrá una relación de amor y odio, rayana en la enfermedad. Adoraba los poemas épicos que le leía su institutriz y allí comienza su admiración por Aquiles, a quien intentó imitar el resto de su vida.

Alejandro fue enviado a Mieza donde obtuvo su formación militar; física en manos de Leónidas I, y, teniendo como tutor a Aristóteles, en filosofía, geografía, zoología, literatura, poesía, retórica, ciencia y medicina. A los 16 años lucha contra lo Tríbalos e Ilirios, además de ejercer interinamente el gobierno mientras su padre sitiaba Bizancio.



Vida de Alejandro Magno

A los 18, al frente de la caballería triunfa contra los Medas en la batalla de Queronea. Las relaciones tempestuosas entre sus padres hace que Filipo destierre a Olimpia a Epiro, quien partió de la mano de su hijo. Asesinado su padre a instancias de Paussanias en el año 336 aC., y a sus 20, accede, tras el magnicidio al que muchos vincularon junto con su madre, al trono macedonio. En realidad, la sucesión correspondía a su hermanastro Arrideo, hijo de Filipo y una bailarina, pero que padecía alguna deficiencia mental que lo relegó de la lucha por el poder. La muerte del rey fue la oportunidad de los griegos de soltarse del yugo cruel al que los sometía Filipo, sublevándose, algunas ciudades, a la autoridad real. (Luego de la guerra del Peloponeso, Filipo utilizó la Grecia dividida por los conflictos entre Esparta y Atenas para, con su ejército, reunificar la región bajo sus designios).

Tebas fue la cabeza del levantamiento (a la que se plegaron Grecia, Ambracia, etc) haciendo correr el rumor de la muerte de Alejandro, y la primera que pisó cuando detuvo a los rebeldes. Ésta es la primera oportunidad, también, en que manifestó una crueldad poco común, pasando por la armas y vendiendo como esclavos a los habitantes de las ciudades sublevadas. Puesta en peligro la frontera norte por un enemigo muy superior, Alejandro el Magno se dirige hacia allí y procede al fortalecimiento de la misma demostrando una notable capacidad estratégica y una tremenda valentía. En el año 334, a los 22 años, inicia la campaña contra Persia, quien fuera el enemigo histórico de Grecia, unida por primera vez. A las orillas del río Granicus, en el Asia Menor, gana la batalla homónima contra las fuerzas persas del rey Darío III, su primer gran victoria, en la que 31.000 macedonios derrotaron a casi 80.000 asiáticos, más la guardia personal de Darío (los “10.000 inmortales”).


Expansion del Imperio de Alejandro Magno

Contrariamente a lo que él creía, su aventura expansionista no recibe el acogimiento de las ciudades griegas sometidas por los persas, como Halicarnaso, dado que bajo el gobierno de éstos poseían una economía floreciente, entre otros factores. La batalla de Issus, Siria, es la victoria definitiva sobre Darío III, quien huye abandonando a su familia (madre, esposa e hijos). Estos reciben un trato excelente de parte de Alejandro.
Llega a otras regiones de Asia donde es recibido como héroe. Luego de pasar por Fenicia y Palestina parte rumbo a Egipto, que le abre sus brazos como a un verdadero libertador. Gobernará este país por un largo periodo, fundando importantes ciudades como Alejandría. Inteligentemente respeta la religión egipcia que había sido vapuleada por Darío, autoproclamándose Faraón.

Luego de un periodo breve de tranquilidad parte hacia el centro del poder persa para terminar su conquista. Cruza el Tigris y el Eufrates y se enfrenta nuevamente al rey persa en la batalla de Gagamela, una de las más impresionantes de la historia, donde 40000 soldados griegos y la dirección de un estratega militar grandioso, derrotan a fuerzas cercanas al millón de almas. Después cae Babilonia y Sussa aunque su ambición lo lleva a la mismísima capital persa (Persépolis) a quien somete sin dificultad. Desde Issus a Punjab, Alejandro parecía no tener limites. Respetuoso de la cultura asiática busca fusionar ambas culturas tomando para sí, incluso, ritos orientales. De hecho, se casa con Barsine, oriental con quien tiene un hijo: Heracles.

De todas formas el único amor de Alejandro fue su amigo Hefestión, a quien conoció en la Academia de Mieza, de pequeño. La campaña se extiende durante 11 años hasta el asesinato de Darío a manos de sus propios súbditos, e inflinge en los hombres griegos un deterioro físico y moral difícil de sostener. Alejandro hace caso omiso a las debilidades de su ejército y a través del desierto afgano y con escasas provisiones, pasa por Ecbatana, Bactriana y Sugdiana, ciudades donde residían los sátrapas mayores de Persia y asesinos de su antiguo rey (Darío). En la travesía conoce a Roxana, princesa irania, y se casa por cuestiones políticas, Otro hijo a quien llamara Alejandro será el fruto de esa unión.

Alejandro Magno: Expedición a la India
Decide partir hacia la India, emulando a su admirado dios Baco, ante el descontento de sus generales que tan sólo anhelaban el retorno a sus hogares. A sus filas se unen efectivos persas e indios. A orillas del Hispades derrota al rey Poro; llega a Patala y organiza el regreso a su tierra de todo el ejército. En el camino se casa con otra Barsine, ésta, hija de Darío III, asesinada luego por Roxana antes de dar a luz a Alejandro IV. Se casa, también, con Parysatis, hija de Oco. Los años finales se caracterizaron por las constantes purgas que realizaba entre sus filas fruto de la paranoia que lo afectaba.

El final de Alejandro Magno


La crueldad fue parte de él y sus excesos poco a poco prepararían la pócima que habría de acabar con su vida. Una noche, tras una discusión insignificante, Clieto, su mejor amigo y hermano de Lenice, su institutriz, fue asesinado por Alejandro al ser cuestionado sobre sus métodos. Los dos días en que supuestamente lloró encerrado por el hecho, seguramente no hayan lavado la sangre de sus manos. A su regreso a Sussa, “contrae fiebre” y muere a los 32 años de edad. En realidad los pormenores de su muerte son motivo de divergencias históricas. Para algunos murió de paludismo o malaria; para otros de leucemia; y para muchos, envenenado por el mismísimo Aristóteles. Lo cierto es que toda Grecia lo veía como un tirano nefasto.

El imperio que él creo fue el más grande que el mundo había conocido. Fundó más de 60 ciudades.

Con la misma espada con que cortó el legendario “nudo gordiano”, doblegó a casi toda Asia. Alejandro Magno, intentó domar al mundo como lo hizo con su caballo Bucéfalo, poniéndolo de cara al sol para que no se asustara de su propia sombra; lamentablemente el mundo vio una peor: la de él.

Al igual que su muerte también es un misterio el lugar donde se encuentran sus restos, aunque la opinión mayoritaria coincide que se trata de Alejandría, donde han concurrido, incluso, personajes como Julio César y Calígula para rendirle honores póstumos.