viernes, 13 de agosto de 2010

VOCES

A veces los cuentos pueden ser reflejos de crueles realidades, voces que claman en el éter de las ideas para dar testimonio de increíbles hechos.





Era otro día lluvioso, como casi todos los de ese Junio, el despertador cantó su acostumbrada alarma de las cinco y media de la mañana y Mauro se revolcó en su cama antes de levantarse rumbo a la ducha para tomar su baño diario.

Margarita por su parte fue a la cocina, más por inercia que por voluntad propia para preparar el desayuno para toda la familia.

Despertar a sus hijos era la lucha de todos los días, Tomás protestaba siempre y pedía que lo dejaran dormir diez minutitos más, Maité en cambio saltaba de la cama y corría para alistar sus útiles escolares.

El baño se llenaba de vapor y Mauro ya despierto por completo se afeitaba mientras pensaba en las labores que le corresponderían en esa nueva jornada laboral y en las piernas de la nueva secretaria de personal.

En fin era un día común y corriente, o al menos eso pensaban todos.

El microbus escolar partió mientras desde la puerta Maité los despedía con una bendición, Mauro le estampó a su amada Maité un beso más largo de lo acostumbrado y estrechándola en sus brazos le dijo cuanto la amaba, luego partió hacia el paradero de autobuses con su desgastado maletín de cuero repleto de esperanzas.

Una camioneta negra de vidrios polarizados había estado estacionada cerca de su casa y se movilizó muy despacio al tiempo que Mauro salía de su hogar.

Una calle más abajo se le acercó frenando bruscamente, al tiempo que alguien abría la puerta trasera halándolo con gran fuerza hacia el interior del automotor que en el acto emprendió veloz carrera.

El teléfono repicó interrumpiendo las labores de Maité, un poco disgustada contestó de mala gana mientras batía dos huevos.

- Maité, te hablo desde la oficina de Estucol, nos extraña que Mauro no haya llegado, ya son las diez de la mañana y ni rastros de el, ¿será que aún está allí en casa?

Maité se llenó de susto y contestó que tal vez algo lo había demorado. Lo llamó enseguida a su móvil pero de respuesta solo escuchó la odiosa voz que decía: Correo de voz, se sentó confusa sin saber que pensar, su Mauro nunca había hecho esto, trató de tranquilizarse diciéndose a si misma: Pronto llamará, y siguió en sus labores de hogar.

Mauro ya se había dado por vencido y dejó de luchar luego de que el tranquilizante que le habían aplicado lo hizo sentir un profundo sopor.

Percibía casi como en sueños el movimiento de la camioneta y había perdido por completo la noción de ubicación y tiempo. El campero entró a una casa campestre y penetró raudo a un oscuro garaje.

Allí lo esperaban unos hombres vestidos de blanco que lo subieron con cuidado a una camilla y corrieron llevándolo hasta una salita muy iluminada.

- Este es el paciente doctor, le dijeron a un hombre blanco como de unos sesenta años, de mediana estatura y pelo cano que ya tenía puestos unos guantes de látex, sin perder tiempo ordenó que lo montaran a una mesa de cirugía, acto seguido le sacó una muestra de sangre y ordenó a una enfermera gorda que la llevara rápido al laboratorio. Acto seguido dio instrucciones a los enfermeros para que le quitaran la ropa al asustado paciente y le pusieran la bata apropiada para un procedimiento.

Ya anochecía cuando Margarita con los ojos llorosos terminó de llamar a todos sus amigos y parientes sin obtener ningún dato sobre el paradero de su esposo, llegaron algunos compañeros de la oficina y familiares para acompañarla en tan difícil momento. William, hermano mellizo de Mauro les contó que ninguna clínica ni hospital lo habían registrado y que la policía necesitaba que pasaran 24 horas para proceder a un informe de desaparición. 24 horas, ya habían trascurrido 13 horas y Margarita sentía que eran una eternidad. La madre de Margarita llegó a recoger los niños y alejarlos de la situación. Solo queda esperar a que amanezca para proseguir con los trámites que se requieran.

Mauro apenas podía mantenerse despierto pues ya le estaban suministrando líquidos con tranquilizante a través de un equipo de gota a gota, mantenía sus ojos cerrados para que pensaran que dormía profundamente y lograr que hablaran en su presencia para enterarse de que se trataba todo esto.

- Maldita sea, dijo el médico al ver los análisis de sangre y continuó, los datos de mi contacto en la ENPS dicen que el tipo tiene sangre compatible con nuestro cliente, además este tiene indicios de haber sufrido recientemente hepatitis, se han equivocado los malditos rastreadores, díganles que los espero en mi oficina, entonces el viejo salió furioso de la sala azotando con rabia la puerta.

Los enfermeros permanecieron en el sitio unos momentos, tiempo suficiente para que Mauro se enterara del motivo de su secuestro.

- En la que se metieron estos infelices, equivocarse justo ahora que el doctor tenía todo listo para el transplante de corazón de su paciente especial, vamos a llamarlos para que vayan rápido a ver al doctor Chapatín, salieron riendo dejando solo a Mauro. Como pudo se arrancó los catéteres y se sentó mientras todo le daba vueltas, su vida dependía de su esfuerzo para huir de ese tétrico lugar.

8 A.M., Margarita estaba en la Fiscalía informando sobre la desaparición de su esposo, ya no podía controlar el llanto y se le dificultaba contestar las preguntas que le hacía un funcionario que llenaba un formulario para iniciar la búsqueda.

- No hay pistas señora, debemos empezar de cero, dijo mientras le susurraba a una compañera: - Maldición Bety, es la tercera desaparición de la semana.

Como pudo y tambaleándose Mauro salió de la sala y se encontró de pronto en un oscuro y largo pasillo que le dejaba ver en su recodo final la luz del día, apoyándose en la pared caminó hasta una puerta que para su fortuna estaba abierta.

Recorrió el jardín sintiendo en sus pies la yerba mojada aún por el rocío de la mañana, salió al fin a una solitaria carretera y caminó como un zombie sin rumbo dispuesto a salvar su vida.

La discusión en el despacho del médico era acalorada, estaba furioso por el error, le habían traído al hombre equivocado.

- Pero doctor, mire usted la foto, es el mismo, además en nuestra carpeta estaba claro que era empleado de Estucol, desde ahí le hicimos el seguimiento.

El médico tecleaba con rabia revisando datos en su computador y gritó: Brutos, no trabaja en Estucol, trabaja en Estipol, me trajeron al mellizo del donante original, desháganse del estúpido ese, llamaré a mi cliente para suspender la operación y el alquiler del quirófano, que vayan empacando todo, tenemos que irnos de aquí sin dejar huella.

Habían pasado cuatro días cuando Margara contestó el teléfono con angustia:
- Aló, dijo Margarita…

- Señora, lamento informarle que encontraron en un pueblo vecino el cadáver de un hombre que responde a la descripción de su esposo, urge que vaya a identificarlo, personalmente espero que no sea el, me dicen que se trata de un drogadicto, pues tiene en sus brazos múltiples pinchazos y su deceso se debió a una sobredosis.
- Señora, Aló, señora….

El auricular del teléfono se balanceaba mientras se seguía escuchando:
¿Señora?, Aló. señora Margarita…..

D.Z.R.