miércoles, 24 de agosto de 2011

EL CIRCO

Circo, Foto de Carvajal  BPP 1961
La monotonía del pueblo se rompió cuando una caravana de coloridos camiones irrumpió en la calle principal del pueblo, de pié en los estribos unos, y otros sentados a horcajadas en los capacetes, venían payasos, saltimbanquis, trapecistas y hermosas mujeres sosteniendo globos de gas de hermosos colores. Cargaban en los camiones un elefante, dos leones y varios chimpancés. Era la primera vez que mis ojos veían un circo y esas especies animales fuera de las vetustas enciclopedias de la biblioteca municipal.

Todos los niños corrimos tras el desfile al compás de la música y el perifoneo que salía de un gran altavoz: - Señoras y señores, los invitamos a ver desde hoy el gran circo de los hermanos Ayala, verán lo nunca visto antes en este querido municipio, contorsionistas, equilibristas, saltimbanquis, payasos, bailarinas y nuestros exóticos animales traídos de África.

Todo el pueblo estaba eufórico y aplaudía al paso de los recién llegados artistas. Aún recuerdo la emoción que tal despliegue de novedades me produjeron en ese momento y que quedaron plasmadas entre mis retazos de vida inolvidables. Corrimos tras ellos hasta un terreno situado atrás del colegio masculino, lugar donde habían instalado una gran carpa caqui, el asunto ahora sería convencer a nuestros padres para que nos llevaran al estreno.

Esa noche la fila para comprar los boletos era inmensa, se diría que toda la población asistía a tan magno espectáculo. Allí estaban el Señor alcalde con sus malencarados escoltas, los comandantes de la policía y el ejército con sus trajes de gala tachonados con multicolores insignias, el cura párroco con su monacillo, el telegrafísta y la operadora de teléfonos, el magisterio en pleno, los comerciantes, los ganaderos los cafeteros, y nosotros, la ruidosa chinchamenta, a la que entonces yo pertenecía y disfrutaba.

Olvidaba mencionar la presencia de las muchachas de la vida alegre, las del matadero, que era el sector de tolerancia. Había unas bien bonitas que ya se robaban las miradas maliciosas de los muchachos grandes y las disimuladas de los señores que recibían los fuertes codazos de sus esposas al ser descubiertos observándolas de soslayo.

Todos iban ingresando lentamente dentro de la carpa, hundidos en la neblina de esa noche con aromas inolvidables del aserrín, palomitas de maíz y olor de animales exóticos. Fue como entrar a otra dimensión, a una dimensión desconocida. El sitio que estaba a media luz se inundó con las palabras de la concurrencia. Era casi una experiencia religiosa difícil de olvidar.

Las trompetas sonaron, los reflectores se encendieron convergiendo sus focos al centro de la pista donde un hombre vestido de negro, alto y flaco daba la bienvenida a los asistentes. Los aplausos no se hicieron esperar mientras que los artistas y los animales hacían el paseo de presentación.

Un payaso triste encabezaba la marcha arrojando grandes chorros de lágrimas mientras exhibía una mueca indescifrable entre la risa y el llanto que me conmovió sobremanera.
Ahora entiendo esa alegoría del chocarrero, el drama de la vida, equilibrada entre el éxtasis de la felicidad y el dolor de la tragedia.
Pero entonces era un niño y no podía discernir tales cosas, solo percibirlas y agregarlas a mis retazos de vida. En ese momento nuestros ojos, oídos, gusto y olfato eran solo para el circo, el mejor espectáculo del mundo.


Dos horas duró ese show que fascinó a toda la concurrencia y que nos regaló unos instantes de felicidad inolvidables.

Danubio.

2 comentarios:

el drummondvillano dijo...

De nuevo el reflector que ilumina los recuerdos de danubio regresa a su villa natal, de esa epoca salen los recuerdos mas intensos y hermosos, bello relato saludos

danubio dijo...

Ahora que lo mencionas me hiciste recordar esos reflectores en la representación del mártir del calvario. Te podrás imaginar la euforia que causaba la llegada de un circo a un un pueblo donde no pasaba nada, en el que la vida comenzaga a las seis de la mañana y terminaba a las seis de la tarde, en un mundo sin la televisión y los entretenimientos de hoy día.
Hasta luego.