domingo, 23 de diciembre de 2012

DORIAN GRAY A LO PAISA


Por allá en el tiempo del ruido vivió en la vereda de Londonada un muchacho de lo más pintoso. Andando de pueblo en pueblo conoció a un fotógrafo de cajón que impresionado por su pinta le tomó un poncherazo que días después le obsequió ya ampliado y enmarcado.

Llegó el fotógrafo con la foto como regalo a la casa de Dorian de Jesús acompañado de su amigo Henry, que era hombre muy preparado y que igual se había sorprendido con la estampa de ese mucharejo.

Desde entonces las visitas de Don Henry se volvieron costumbre y Dorian disfrutaba oyendo sus  entretenidas  historias. Tanto le habló Don Henry sobre la importancia de la belleza y los placeres del mundo que Dorian de Jesús se tragó el cuento y se fue volviendo de lo más chicanero y parrandero.

Una noche asistió a una velada que daban en el teatro del colegio de las monjas y conoció a una sardina muy pispa llamada Silvia, sin pensarlo mucho se cuadraron y no tardó en proponerle matrimonio,  ella ni corta ni perezosa aceptó y regresó feliz a su casa a contar que ya había encontrado a su príncipe encantado.

Ya en su casa Dorian se quedó esa noche contemplando su retrato y deseó ardientemente no envejecer nunca y quedarse igualitico a como estaba en esa vista del poncherazo.
A la semana siguiente Silvia tenía que representar a Julieta en la obra de Shakespeare, pero estaba tan embodada pensando en su príncipe encantado que su actuación le salió muy mal y hasta se le enguaralaron los diálogos, todo un fracaso.

Dorian ya estaba tan creído que a la salida del teatro terminó con Silvia diciéndole que su única gracia era el arte y que ya no lo tenía por ninguna parte, entonces ella corrió hasta su casa berriando como una Magdalena.

Al volver a su casa Dorian se cabrió mucho cuando vio que su hermoso retrato mostraba una horrible mueca de desprecio, su deseo de no envejecer se había cumplido y era el retrato el que envejecía y mostraba la maldad de su alma. Decidió entonces esconder el cuadro en la pieza de rebujo cubriéndolo con una sábana para que nadie descubriera ese raro fenómeno.

Al día siguiente su amigo fotógrafo lo visitó para recriminarle su comportamiento y Dorian se embejucó tanto que terminó matándolo de un cuchillazo. Sin inmutarse salió Dorian y convenció a un conocido que trabajaba en la fábrica de curtimbres para que deshiciera el cuerpo con ácido, entonces a su foto se añadió una expresión malvada.

Días después se encontró con Don Henry quien le dio una vaciada por su vida desordenada. Entonces Dorian le prometió que iba a dejar sus calaveradas, pero este como que no se tragó mucho el cuento y se retiró medio berraco.

Esa noche Dorian no pudo dormir viendo que su retrato se estaba convirtiendo en algo monstruoso pues todos sus pecados se reflejaban en él . Tomó entonces la decisión de regresar con Silvia pero al otro día cuando se dirigía a la casa de ella le contaron que se había envenenado con matarratas Guayaquil y que  Jaime, el hermano de Silvia, lo andaba buscando para matarlo.

Se perdió Dorian en el vicio y la pernicia y muchos años después estando en un lupanar que frecuentaba llegó Jaime y lo vio con una fufurufa que lo llamaba mi príncipe encantado. Jaime se disponía a ejecutar su venganza pero al verle su rostro tan fresco y joven lo dejó ir creyendo que no era Dorian de Jesús, el tipo que buscaba.

La fufurufa se enojó con Jaime por haberle perdonado la vida y haberse dejado engañar por la apariencia de ese degenerado que hacía más de 18 años no envejecía, seguramente por tener un pacto con el patas .

Jaime entonces comienza a acecharlo de nuevo para darle materile a la primera oportunidad, eso hace de la vida de Dorian un infierno que dura hasta que tiempo después Jaime muere durante una cacería de conejos a causa de un mal disparo.

Ya hacía tiempo que Dorian tenía el cuadro encaletado en la pieza de reblujo para que nadie lo atisbara, pues estaba totalmente desfigurado.

Una noche se tomó unos guarilaques con Don Henry que todavía andaba embejucado, y Dorian le aseguró de nuevo que ya había dejado su mala vida, y que estaba de lo más de juicioso, cosa por lo demás cierta. Pero ni aún así el retrato recobraba su apariencia original y al contrario se ponía cada día más miedoso mientras él conservaba su donosura.

Comprendía que solo una confesión sincera de todas sus barrabasadas y crímenes lograrían restaurar la foto, pero él no estaba dispuesto a afrontar las consecuencias.

Henry le dijo que iba un momento al baño y subió al segundo piso, pero en verdad lo que quería era ver el retrato de Dorian de Jesús sospechando que algún misterio encerraba. Entonces este se escabulló y entró a la pieza de reblujo y vió el cuadro tapado con una sábana vieja. Se acercó lentamente para destaparlo en el mismo momento en que Dorian lo descubriera y le pegara un grito espantoso. Dorian se le abalanzó con un zurriago en la mano, pero Don Henry esquivando el golpe logró quitar el trapo que tapaba el cuadro. Quedó paralizado al ver que en el retrato mostraba a Dorian totalmente envejecido y con una expresión de maldad inenarrable.

Don Henry aprovechando que Dorian se había quedado medio embobado tomó un pedazo de vidrio que había en el piso y rompió el retrato haciéndolo trizas, Dorian emitió un grito aterrador que más pareció un bramido de satanás y atacó a su amigo de nuevo jurando que lo mataría al tiempo que su rostro se transformaba en la del anciano de la foto. Fuiste tú quien asesinó a nuestro amigo el fotógrafo, y solo Dios sabe cuantos crímenes más habrás cometido, eres un monstruo, le gritó Henry, mientras corría por el cuarto esquivando los golpes. La muchacha del servicio al escuchar los aterradores gritos salió empitada pal comando de la policía.

El cuarto de reblujo era un caos, y en medio de la viaraza Dorian tumbó una veladora prendida que comenzó a hacer arder las gruesas cortinas de una ventana provocando un gran incendio. Don Henry logró salir y trancó la puerta por fuera, Dorian de Jesús profería amenazas y groserías mientras lo consumía el fuego.

Los bomberos y la policía llegaron cuando ya no se escuchaba nada, solo un espeso humo y un olor de carne asada  llenaba la vieja casa. Tuvieron que derribar la puerta para poder entrar a la pieza de reblujo.

Lo que encontraron los horrorizó, el cuadro estaba en el piso completamente destruido, y al lado estaba el cuerpo medio calcinado de un horroroso anciano al que no lograron identificar. Solo después supieron que se trataba de Dorian de Jesús por los anillos que tenía en los huesudos dedos.

Sépase que esto ocurrió durante la alcaldía de Doña Reina Victoria y muchos aseguran que así fue la cosa.

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