sábado, 16 de mayo de 2015

EN VOZ ALTA

LA PAZ NO ES NEGOCIABLE

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La paz, como la vida son dos cosas que no admiten negociación. Son derechos inalienables del ser humano, hacer  trueques o pedir beneficios a cambio de ella es un acto extorsivo.

Es que nadie es dueño de la paz y por eso ofrecerla a cambio de prebendas no deja de ser un timo, una estafa, como cuando se vende una cosa ajena. Cuando la paz es alterada por alguien esto es considerado como una infracción, que dependiendo de la gravedad de la alteración es sancionada por la ley, es que no estamos viviendo en la edad de las cavernas sino en una sociedad que tiene claras normas de comportamiento. Una cosa es firmar el fin de un conflicto armado y otra decir que se firma un acuerdo de paz. Es que la paz es otra cosa y solo se logra con la justicia social y la educación principalmente. El fin del conflicto armado es muy importante, pero lo que viene después es el verdadero compromiso que hará que tengamos un país ideal.

Sembrar los campos de explosivos es otra acción incomprensible e intolerable. Dejar estas trampas regadas por doquier ha producido muchas muertes y mutilaciones de hombres, mujeres y niños. Los que han ordenado esta maléfica práctica no tienen excusa ni deben ser tolerados. Pero como el mundo está al revés, han sido premiados por sus malas acciones y andan como Pedro por su casa pidiendo beneficios a cambio de cesar sus “Travesuras”.

Allá están apurándose un buen mojito cubano y fumándose un buen habano, esos que tanto daño le han hecho al país y que han sembrado tanto dolor y muerte en los campos de nuestra patria, premiados con unas idílicas vacaciones costeadas con los impuestos de los Colombianos, sus víctimas.

La paz no es de nadie y es de todos. No se cambia, no se presta, no se vende, no se entrega en usufructo. La paz debe ser el estado natural en la vida del hombre.

YO TENGO MEMORIA

Y seguimos viendo cosas raras, recordemos como en Carmen de Bolívar la vacunación contra el papiloma humano que se les aplicó a las niñas les produjo a muchas graves problemas de salud. La respuesta del ministro de salud Alejandro Gaviria, más que displicente, fue grosera y carente de toda humanidad, se atrevió a decir que los malestares que presentaban eran causados por histeria. Y luego soltó la perla de que en ningún lugar del mundo se habían reportado cuadros de efectos adversos ante esa vacuna. Para ajustar el exabrupto, el mismo presidente Santos avaló en varias ocasiones esas descabelladas afirmaciones.

Se le olvidó al señor ministro y al señor presidente que existe la internet y que no pueden hacerse afirmaciones tan ligeras ante un mar de reportes de daños colaterales causados por dicha vacuna. Pero es que estos dirigentes mienten por naturaleza, son mitómanos que se creen sus propias mentiras.

EL GLIFOSATO


Durante mucho tiempo se ha discutido sobre lo dañinas que son las aspersiones con el  glifosato, malas para la salud y malas para los cultivos, pues parece que no solo destruyen las matas de coca sino cuanta plantación de verduras que encuentren en su camino.

Yo tengo memoria, bueno, no tanta como quisiera, pues no recuerdo el nombre de un ministro o importante funcionario público que hace muchos años se hizo fumigar con glifosato ante las cámaras y los micrófonos de la prensa, acto digno del peor de los circos que hayamos podido ver. El fin de tan deplorable presentación era demostrar la inocuidad de ese producto.

Con este “temerario” acto se le dio vía libre a las fumigaciones y desde entonces se han desestimado todas las acciones populares, solicitudes y ruegos para que cese el envenenamiento del aire, la tierra y las aguas.

El gobierno siempre firme nunca se dignó prestar atención a tales solicitudes, el acto del heroico personaje era suficiente argumento para  dar vía libre a las fumigaciones. Pasaron los años y este voluntario conejillo de laboratorio seguía sano y rozagante.  Y como no habría de ser así, yo nunca me tragué ese cuento pues de seguro ese cilindro cargado con el supuesto glifosato solo contenía agua normalita (H2O).

Este cuento lleva a lo que voy a decir ahora. En la radio escuché la sorpresiva noticia sobre la recomendación, del ministro de las vacunas, de suspender las fumigaciones con glifosato, por ser altamente tóxico y dañino para la salud. Qué curioso que como iluminado por el divino niño o visitado por el mismísimo arcángel San Gabriel había llegado a tan categórica decisión, que naturalmente fue apoyada de inmediato por el señor presidente.

No nos crean tan ingenuos, aunque de seguro el glifosato si es dañino para la salud, debe ser más dañino para los cultivadores de coca. Me sorprendió ese repentino acto humanitario del ministro Alejandro Gaviria hasta que recordé que el asunto de las niñas “histéricas” de Carmen de Bolívar sigue sin resolverse. Todo esto entonces me olió a mojito y a habano.

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