viernes, 5 de junio de 2015

SER COHERENTE


Tómate un momento para pensar en aquellas personas que conoces y que son congruentes. ¿Qué características les son propias? ¿Cómo sabes que son congruentes? ¿Qué significa ser congruente para ti?

Piensa en aquellas personas que conoces que son incongruentes. ¿Qué las caracteriza? ¿Cómo identificas la incongruencia? ¿Qué significa ser incongruente para ti?


Entiendo a la persona congruente como aquella que vive según sus valores. Lo contrario para mi es aquella persona que contradice con su acción su pensamiento.

Un ejemplo de congruencia me lo dan aquellas personas que entienden que la salud es su bien más preciado, que de nada les sirven el dinero y las propiedades si no se encuentran lo suficientemente sanos como para disfrutarlos, y luego hacen lo necesario para permanecer sanas. Esto puede pasar por identificar las claves de una vida sana y luego ajustar los propios hábitos para que encajen con el ideal: cuidar lo que comen, hacer ejercicio con regularidad, mejorar sus relaciones, buscar un trabajo que les satisfaga emocionalmente.

Otro ejemplo me lo dan las personas que entienden que van a pasar como mínimo ocho horas diarias dedicadas a su trabajo y consideran que merece la pena que esa dedicación les compense más allá del dinero. Tal vez piensen en buen ambiente, lazos de amistad, sentido de contribución, posibilidad de expresarse creativamente. Si a las veinticuatro horas del día les quitamos ocho horas de sueño, las ocho horas de trabajo ascienden a la mitad de la jornada (esto sin atender a los desplazamientos ni al tiempo que estamos fuera del trabajo pero pensando en él). Entonces algunas de las personas que son conscientes del tiempo que van a dedicar al trabajo son congruentes con esto y hacen lo posible para establecer un estilo de vida que les lleve a satisfacer sus principios.

En el otro extremo están las personas incongruentes: piensan que la salud es importante pero fuman y comen alimentos tóxicos; piensan que les deben la vida a sus padres, pero no les cuidan lo más mínimo; consideran que lo importante en la educación de sus hijos no son solamente las palabras sino el ejemplo que les pueden dar, y sin embargo discuten frente a ellos de forma airada, se enfadan y les hieren.

Cuando una persona es congruente de pensamiento y acción, esto es, cuando lo que hace va en la dirección de lo que piensa, comienza a andar el camino que le lleva a conseguir aquello que quiere.

Cuando una persona contradice de hecho aquello que piensa, se aleja de lo que desea y compra todos los números para sentirse frustrado.

Ser coherente no es una alternativa de fin de semana

No se trata de ser congruente de vez en cuando, ser congruente es un estilo de vida. Ser congruente significa estar las veinticuatro horas del día, siete días a la semana, haciendo aquello que es más susceptible de llevarte donde quieres ir.

La congruencia no es una actitud de cara a la galería, se trata más bien de un compromiso con uno mismo.

Para conseguir pasar de la situación en la que uno se encuentra, a la situación en la que a uno le gustaría encontrarse, es necesario emprender la acción.

Es la acción y no el conocimiento lo que te permitirá conseguir aquello que deseas y que es importante para ti. No basta con almacenar libros y coleccionar seminarios, para conseguir algo distinto de lo que estás consiguiendo tienes que hacer algo diferente.

Pero no se trata de hacer cualquier cosa… sino más bien de emprender aquel conjunto de acciones que más probablemente van a llevarte hacia delante. Tampoco se trata de hacerlas una vez y olvidarse para siempre… sino más bien de hacerlas de forma regular y sistemática. Se trata de emprender la acción de forma masiva y sostenida y de no cesar hasta haber alcanzado el objetivo.

Pero emprender la acción por si misma no garantiza el éxito. Podrías estar haciendo durante toda la vida la acción equivocada y no conseguir llegar donde quieres llegar. Por ello es importante que evalúes periódicamente si te estás acercando o no a tus objetivos. Si es así sigue en el empeño, y si no te acercas busca una fórmula alternativa.

Te propongo un ejercicio:

Piensa en un área de tu vida en el que no estés siendo congruente. Quizás no haces el deporte que sabes que tan bien te iría, quizás sigues aguantando a ese jefe tan pesado o tal vez dedicas muchas horas a la telebasura y pocas a tu crecimiento como persona, puede que te atiborres de comida tóxica o que mantengas relaciones personales que te desgasten. Una vez la tengas identificada tómate unos minutos para pensar en todo el precio que estás pagando a causa de ello, lo que te cuesta a nivel emocional, lo que te cuesta a nivel de salud, lo que te cuesta a nivel económico. Piensa también en el precio que están pagando otras personas de tu alrededor. Luego lleva tu mente hacia el futuro y considera las consecuencias de seguir como estás durante los próximos años.

¿Cuál será el precio si no cambias? ¿Qué te va a costar esta incongruencia si sigues aferrada a ella? ¿Qué precio le vas a hacer pagar a los tuyos?.

Piensa también en todo aquello que te estás perdiendo a causa de esta incongruencia ¿Qué podrías tener que no tienes? ¿Cómo de distinto podría ser todo? ¿A qué estás renunciando por seguir aferrado a esa incongruencia? Ahora dime, ¿has notado las veces que has parpadeado durante los dos últimos minutos?

Si tomas la decisión de cambiar y emprendes la acción, ¿qué ganarás? Te invito a que hagas una relación de cómo sería todo si fueses congruente. ¿Qué sentirías? ¿Qué pensarían los demás de ti? ¿A quien servirías de modelo? ¿Qué otras cosas podrías conseguir? ¿Cómo impactarías en tu entorno? Si tan solo tomases esa decisión y la siguieses de la acción ¿cuál sería el mayor beneficio a corto plazo? ¿y a largo plazo? ¿Cómo cambiaría tu futuro?.

Hazte el favor de cambiar


Castellano Vicens. (2003, diciembre 20). Qué significa ser congruente y qué ganas en tu vida al serlo.

jueves, 4 de junio de 2015

CRONICAS BOLIVIANAS – 2

DISQUISICIONES SOBRE "LA CONQUISTA"
Alberto López

Emperador Atahualpa durante la Batalla de Cajamarca

La rapidez con que un pequeño grupo de ciento sesenta y ocho aventureros castellanos (que no españoles, pues España todavía no existía y el reino de Aragón asociado a Castilla en el territorio ibérico, no participó en la aventura american, estando fundamentalmente volcado en el comercio y las guerras del mediterráneo) liderados por Francisco Pizarro, un capitán de más de cincuenta años y analfabeto, a base de intrepidez, valentía y echarle cojones, había invadido y conquistado el mayor imperio de sud-américa (llamarle invasión resulta ridículo dado lo reducido de la fuerza expedicionaria castellana y llamarle conquista, como se verá, no menos falsario) siempre me ha admirado, sorprendido y llenado de dudas sobre la historia oficial vendida especialmente por el franquismo y que el actual régimen “democrático” sigue todavía sin revisar.

Cuando de niño los frailes en la escuela nos contaban esta gloriosa historia del Imperio, nunca me convenció. Me resultaba un poco caricaturesca. El papel de aquellos castellanos barbudos que, debían oler a mil diablos dentro de sus armaduras, me resultaba excesivamente exaltada, en la misma medida en que quedaba rebajada la de los indios. Además, desde las películas de vaqueros que devore en inacabables sesiones continuas en el cine de mi barrio, siempre estuve con los perdedores, algo que se ha convertido en mí, en casi genético. Pero volvamos al asunto.

Que aquella reducida mesnada de castellanos (es verdad que venían acompañados con un buen número de indios originarios de Nicaragua, aunque más como auxiliares que como guerreros) aun aceptando la fuerza destructora del acero, los caballos de guerra y las armas de fuego, derrotara a un ejército como el de Atahualpa que, se presume, estaba muy preparado y disciplinado y tenía estacionado en su real cerca de Cajamarca, nada menos de cuarenta mil soldados, no parece muy verosímil.

La historia oficial de los cronistas castellanos cuenta que, el Inca, penetro en la plaza de la ciudad, con una avanzada de seis mil guerreros y cortesanos, que fue destrozada por las armas castellanas provocando una carnicería y la huida de las huestes quechuas aterradas ante el ruido ensordecedor de los cañones y arcabuces, el relincho de los caballos y las largas espadas de acero de los hombres barbudos cubiertos de acero que, segaban cabezas como si fueran trigo dorado.

Mi madre cuando de niños veníamos a casa contando cosas exageradas solía exclamar: ¡ya será menos, tío Paco! (se debía referir a las exageraciones y logros de los que presumía Franco) y es que este tipo de descripciones, siempre me sonaron a película en blanco y negro, de los años cumbres del cine historicista franquista, donde los católicos Isabel y Fernando (tanto monta, monta tanto) eran además de los forjadores de la unidad de España poco menos que unos santos.

Porque cualquiera, pienso yo, con un mínimo de sentido común, habría razonado que, seis mil indios armados solamente con una piedra por cabeza, hubieran lapidado y enterrado en un santiamén, bajo una montaña de pedruscos a los castellanos con sus cañones y sus caballos, como lo hicieron sus homónimos del norte, los sioux y sus tribus aliadas, cuando mil ochocientos guerreros montados sobre sus ponis bajo la dirección de los jefes Caballo Loco y Toro Sentado, pasaron como si tal cosa barriendo al Séptimo de Caballería del gilipollas de Custer, dejándolos disueltos con sus modernas armas de fuego en el polvo de la pradera, en la gloriosa batalla de Litttle Big Horn, donde los pieles rojas, al menos por esta vez, se sacaron la espina .

¿Porqué los incas, según relatan las crónicas, no lo hicieron y se dejaron matar como reses para el sacrificio, sin apenas oponer resistencia?...Algunos dirán que los sioux eran mucho más bravos que los incas; que estos al lado de aquellos en vez de sangre en las venas tenían agua; que estaban demasiado civilizados y degenerados burocráticamente; que los salvajes en este caso no eran los incas si no los castellanos; que sus ejércitos eran muy grandes pero que estaban formados por soldados a sueldo y por pueblos esclavizados muy poco motivados como para dejar la piel por sus esclavizadores y otras sandeces por el estilo.

En Cajamarca, según la versión oficial (la escrita por los vencedores) en noviembre de 1532, Atahualpa fue tomado prisionero por la mesnada de Francisco Pizarro, a quienes habría pagado un cuantioso rescate en piezas de oro y plata, para recuperar su libertad, a pesar de lo cual fue asesinado.

Sin embargo, las minuciosas investigaciones históricas del historiador quiteño Dr. Luis Andrade Reimers revelan que en Cajamarca Atahualpa hizo amistad con los españoles para cuyo emperador, reunió un rico presente de oro y plata, con el fin de lograr provechosas relaciones y mejoras técnicas para su imperio. Andrade Reimers asegura que ni fue hecho prisionero ni entregó rescate alguno para su liberación, pues la relación numérica de efectivos de desventaja para los castellanos hacía imposible semejante situación.

Atahualpa planificaba la reconstrucción del Tahuantinsuyo, después de los agotadores años de guerra civil contra su hermanastro Huáscar, por lo que intentó establecer relaciones de mutuo beneficio con los barbudos, a cambio de beneficios técnicos y administrativos para su tierra.

Ese tesoro desbordó la codicia de los castellanos, quienes decidieron asesinarlo, para no entregar la totalidad del regalo al rey, sino tan solo la quinta parte, a pretexto de presentarlo como producto de una acción de armas de la conquista.

Pizarro negociando las mejores condiciones de traspaso del oro con los peruanos

Así pues, el famoso "rescate en oro" que supuestamente habría pagado Atahualpa para su liberación, no fue tal, sino el precio en valores metálicos que se pagaba por lograr un intercambio mutuamente beneficioso para los dos imperios, el Inca y el español.

Entre la derrota de Cajamarca y la toma de Cuzco paso un año largo de batallas: ¿cómo continuó la conquista?... ¿cómo fueron las batallas?... ¿quiénes formaban el ejército de castellanos?
Pedro Pizarro señala en su crónica que, hasta el día de Cajamarca, los castellanos no habían combatido a los naturales fuera de unas cuantas escaramuzas en Tumbes y La Puná.

En ningún momento del recorrido desde la costa hasta el real de Atahualpa habían hallado el menor estorbo, muy al contrario, en todo momento les fueron ofrecidos guías y víveres de los depósitos estatales.

Atahualpa no cayó ante una guerra abierta. Lo que aconteció fue, una atrevida y audaz emboscada. Más que conquistar el imperio tras una guerra, lo que en realidad hicieron, manejando una terminología actual, fue dar en Cajamarca un golpe de mano o quizás mejor de estado, a modo de comandos actuales, bien entrenados y armados con la última tecnología militar.

Por otra parte, la conquista del Perú es la derrota del gran Imperio Inca, un imperio en apariencia fuerte y estructurado política y territorialmente, pero bajo el que vivían multitud de pueblos y etnias diferentes, con multitud de contradicciones internas, entre ellas, las disputas sucesorias y las guerras internas entre los hermanos Atahualpa y Huáscar que finalizara con la derrota y muerte de este último, coincidiendo en el tiempo con la llegada de los castellanos.

La llamada Conquista fue pues la caída y hundimiento de aquel imperio motivada en primer lugar por sus propias contradicciones y donde la llegada de aquellos actuó como catalizador. La noticia de la muerte del Inca originó una gran anarquía. Muchas etnias dominadas por Atahualpa se sublevaron al ver descabezado el poder e intentaron recuperar su independencia, sumándose a los castellanos. Al mismo tiempo, los partidarios de Huáscar (como Manco Inca) se unieron a los españoles para derrotar a Chalicuchima, Quisquis y los partidarios supervivientes de Atahualpa.

Sin cabeza, aquel imperio piramidal y jerárquico caería desmoronado. Por eso, la actuación tan cruel de Pizarro y sus capitanes en la muerte del Inca, no hay que verla tanto como un acto de crueldad en sí, sino como un asesinato político para desordenar y crear el caos en el imperio. Pizarro no sabía escribir, pero en política sabía lo que hacía. Como aventajados alumnos renacentistas de Maquiavelo, los castellanos se hicieron amigos del inca, disfrutando de su hospitalidad, para después dar el golpe de mano tomándolo preso y asesinándolo.

La historia de la conquista del imperio inca se cuenta como una guerra de conquista con batallas paulatinas entre ejércitos, en un proceso de avances y retrocesos, pero nada más lejos de la realidad, ya que los castellanos, a diferencia de los incas, no eran un ejército, sino una mesnada de aventureros, eso sí, cuajados en las guerras europeas. La realidad de la llamada conquista fue más cosa de política coyuntural, de estratagemas, de uniones de unos contra otros y de alianzas de oportunidad, en medio de un caos total. La virtud de los castellanos fue saber aprovechar en su beneficio esta coyuntura.

Hablando en términos de conquista territorial, no fueron los castellanos sino los incas los que hicieron las guerras de conquista incorporando al imperio nuevos territorios tras derrotar a un pueblo tras otro, expandiéndose desde el Cuzco por todo el altiplano. Los incas estructuraran territorialmente todo su inmenso territorio, vertebrándolo carretilmente e imponiendo una organización policial y fiscal, pero sin llegar a imponer la unificación de las costumbres. Incluso el quechua, el idioma de los dominadores, conviviría con el aimara y otros idiomas menores.

Cada pueblo cumplía con el Inca y este les protegía de los belicosos de más allá de las fronteras y les proporcionaba a través de los almacenes, sitos en los tambos, de los víveres necesarios en los años de escasez.

Cuando los castellanos toman el poder se convierten en los nuevos incas. Los pueblos sojuzgados y la organización burocrática incaica aceptan sin más este poder, manteniéndose el sistema de respeto que heredan del incaico. Incluso la mita se mantendrá con la filosofía original, aunque más adelante, cuando los castellanos asienten su pode, esta cambiara profundamente, comenzando la explotación del territorio y de sus poblaciones en la actividad minera. La mita se transforma y se convertirá en algo cercano a la esclavitud.

El imperio inca les cae en cierta manera a los castellanos en las manos, sin necesidad apenas de librar batallas. No hay pues heroicidad ni grandes gestas guerreras en ello, sino más bien política y coyuntura de alianzas y maquiavelismo político. Incluso para asentar su poder, Pizarro y sus capitanes a fin de cerrar alianzas, tomaran por esposas a jóvenes de la aristocracia y de la familia real incaica, sometiéndose a los ritos incaicos.

Los quechuas eran los dominadores, pero no dejaban de ser una minoría entre conjunto de pueblos andinos. Los castellanos sabrán maniobrar con estos pueblos en contra de los quechuas aprovechando el dolor acumulado y la frustración tras siglos de cruenta dominación. El imperio inca es un imperio de equilibrios muy ajustados que se hunde desde su interior en luchas intestinas entre las familias y castas del poder.

La verdadera conquista del Bajo y Alto Perú y del territorio chileno, vendrá para los castellanos, en los años posteriores a la toma del poder. Sera una conquista, no del poder, sino desde el poder, para reprimir la resistencia de algunos pueblos (como los irredentos mapuches de Chile) y los reiterados levantamientos indígenas, cuando el sistema de dominio castellano presente su verdadera cara explotadora. Esta guerra de conquista de después de la Conquista, llegara hasta Túpac Catari ya en el siglo XVIII.

La facilidad con que los españoles se harán con el territorio del altiplano se convertirá después en otra guerra sin fin, cuando penetran en los llanos y en las tierras bajas y se enfrentan a las feroces e irreductibles tribus chiriguanas y guaraníes, a las que la colonia nunca llego a dominar, guerra que no acaba con el fin de la colonia si no que continua en el periodo republicano posterior a la independencia, adentrándose casi hasta el siglo XX.

Durante muchos años el territorio de los chiriguanos será territorio fronterizo de manera similar a como lo fue para los romanos el territorio al otro lado del Rhin, el de los barbaros del norte. Es un territorio, al que los castellanos penetran puntualmente intentado reprimir y parar las correrías chiriguanas que, de tiempo en tiempo, asolan las poblaciones diseminadas de colonos y amenazan las fundaciones de frontera, como San Bernardo de Tarija o Santa Cruz de la Sierra, fundadas como plazas fuertes adelantadas para parar esas incursiones.


Allí donde se acababa en los llanos el imperio inca (incapaz de dominar a los barbaros del este) allí acabara también el imperio colonizador hasta que los chiriguanos y guaraníes no sean ganados (ya muy tardíamente) por el cristianismo o reducidos a la selva.

Ni los españoles, ni los bolivianos republicanos, ni los quechuas del frio clima altiplánico anteriormente, pudieron con los chiriguanos (el nombre en idioma quechua derivaría de chiri = frío y wañu = excremento, explica el desprecio que ocultaba la frustración de no poder con ellos) de las tierras bajas, donde el calor, la humedad, la vegetación , los insectos y los animales salvajes eran el mayor enemigo de los ejércitos convencionales.

De alguna manera, la guerra del Chaco (1932 – 1935) entre bolivianos y paraguayos, reproduce el desastre de aquellas guerras de conquista colonial. Los soldados bolivianos, campesinos aimaras y quechuas, llevados como carne de cañón desde el altiplano a aquella carnicería, morían como chinches victimas de enfermedades tropicales en aquel desconocido y extraño país.

Una guerra sin sentido, absurda como todas las guerras, sin honor ni gloria para los pobres soldados que, en general, no sabían ni porque combatían, ni porque morían. La gloria era cosa de los militares enfangados en dar sentido a su absurda profesión, llenándose la boca de frases patrióticas.

Hoy todavía me enrojece oír hablar a las autoridades políticas y militares de aquel desastre, y a la humilde gente del pueblo, conmemorar las efemérides de aquella guerra vergonzosa, como si hubiera sido un orgullo participar en ella. Resulta sorprendente como, el discurso patriótico todavía hoy, puede mantenerse a lo largo del tiempo a pesar de su vacuidad.

No hay pues en la conquista o colonización del Bajo y Alto Perú, gloria ni honor algunos. Lo que hay es explotación del territorio, de sus hombres y sus riquezas, aprovechándose de las costumbres heredadas por los dominadores quechuas. Y ese dominio y explotación no acabo con la colonia, sino que continuó tras la independencia en el periodo republicano con las oligarquías y los gobiernos criollos que dominaron la política, el ejército, las minas y las grandes fincas agrícolas.

Con la independencia, la aplastante mayoría indígena no llegará al parlamento. Seguirán siendo mineros o campesinos que, aportarán su tributo al estado, pero se quedarán políticamente en el nivel de los curacas, intermediarios estos, como en la colonia, entre los indígenas campesinos y el poder.

Esta estructura social, presidida por una clase en general ociosa de propietarios criollos que, se dedicaban a la política o a conspirar con el ejército en una incesante continuidad de golpes de estado y una gran masa campesina que proporciona una gran oferta de mano de obra barata, apoyada en su incultura y en su inercia a través de los años, será la causa del estado de subdesarrollo y postración de la economía y de la mayor parte del pueblo boliviano que, a inicios del siglo XXI, sigue desconociendo la revolución industrial, cultivando campos con el arado romano y construyendo edificios con las tecnologías de la Roma clásica.

El modo de producción impuesto por el imperio incaico, reelaborado por la colonia y mantenido por los gobiernos republicanos bajo el canto glorioso de la independencia y la libertad, sigue así presente hoy por hoy en Bolivia.

miércoles, 3 de junio de 2015

INFORME EXTRATERRESTRE

A SUS JEFES.(Tras visitar la Tierra...)



- ¿Amigo XZTRSLI. Qué averiguó sobre los seres de la Tierra?
- Si jefe...Aquí tiene usted el informe:

Tiran sus deshechos a los ríos y los lagos, Y luego tratan de purificarlos nuevamente para tener agua cristalina como la que ya tenían.

Siembran para alimentar a sus hermanos menores (los animales), los cuales necesitan muchísimos kilos de vegetales, para luego comerlos, pero si todos comieran los frutos de su planeta, tendrían alimentos de sobra para todos.

Incendian sus bosques, los talan utilizando su madera y no plantan sus semillas para reponerlos, o los destruyen sin importarles las funestas consecuencias de sus actos.

Envían a sus hijos fuertes y sanos al campo de batalla sembrada de minas, para luego inventar aparatos ortopédicos para que puedan movilizarse.
 Ensucian el aire que necesitan para respirar.

Usan fertilizantes que han prohibido ellos mismos luego de constatar su peligroso veneno para sus plantas comestibles.

Denominan fumigar, a contaminar el aire y producir la muerte de las aves que transportan las semillas de un lado a otro, y que además se alimentan de aquellos insectos que perjudican su siembra.

Usan conservantes químicos en sus alimentos que perjudican la salud. Con todo esto se enferman y luego crean medicamentos para curarse.

Utilizan la energía atómica con la que inventan sofisticados aparatos para matarse entre ellos, que a la vez, les deja deshechos nucleares que entierran en lugares que se convierten en zonas cancerígenas y productoras de deformaciones en sus cuerpos físicos cuando están en estado fetal.

Interfieren el recorrido de los ríos poniendo centrales costosas para generar electricidad, en vez de aprovechar el sol, que da su energía sin costo y sin consecuencias.

Pierden 6.000 especies vegetales por día.

Las naciones del Norte (que se llaman a si mismas Desarrolladas) prueban bombas nucleares en su planeta, como si no fuera parte del lugar que habitan todos.

Destruyen con éstas explosiones, la capa de ozono que cubre el planeta dándoles protección.

Inventan virus, para luego lucrarse con la venta de las vacunas. Igual desarrollan bacterias para usarlas en la guerra.

Arrojan semillas al mar para conservar sus altos costos, mientras en algunos lugres los niños se mueren de hambre, porque no tienen con qué alimentarlos.

Les venden drogas a sus jóvenes para dominarlos, y luego tratar de curarlos.

Los educan desde niños con películas y dibujos llenos de violencia, y luego los marginan por violentos.

Escuchan vibraciones fuertes que sobrepasan los decibeles de tolerancia de sus órganos auditivos, las denominan música, y luego inventan audífonos para los sordos.

Se alimentan con desechos de cadáveres de animales, llenos de bacterias y grasas, y luego inventan aparatos y dietas, para quitarse los residuos adiposos y las enfermedades que en consecuencia, se produce en sus cuerpos físicos.

Cazan a los animales con los que deben compartir el hábitat de evolución, minando las especies, por el sólo hecho de poner la cabeza del cadáver de adorno en las jaulas o contenedores en que viven.

Usan el poder del dinero para subordinarse los unos a los otros, creyéndose importantes los que lo acumulan, como si se lo llevaran al retirarse del planeta.

Acumulan cosas materiales que no usan, haciendo incómodo y sucio el lugar en el que viven.

Utilizan la sangre del planeta, a la que denominan petróleo, para movilizar sus vehículos, los que a su vez y como consecuencia, contaminan el aire que respiran, a pesar de tener los conocimientos para hacer vehículos que funcionan con agua, los cuales generarían oxígeno que a su vez, lo purificarían.

Ensucian los océanos, agreden la vida en cualquier forma que ésta se manifieste.

Guardan los cadáveres de los que abandonaron sus cuerpos en lugares que llaman cementerios, contaminando el planeta con las bacterias y enfermedades que hayan tenido, en vez de purificarlos con el fuego. Y estos lugares que aparentan hermosos jardines, son en sí, centros de angustias y depresión para las ciudades en donde se hallan; con lo cual pareciera que homenajean y honran más a la muerte que a la Vida.

Suponen que las líneas divisorias entre naciones, que no dejan de ser un invento para tener más orden y hacerlos diferentes los unos a los otros, y se pelean por la posesión de diferentes lugares del planeta como si realmente alguien pudiese poseer algo. A algunos los denominan “terratenientes” y a otros “los sin tierra”, no ven que todos pertenecen a la misma evolución de ése planeta.

Invaden territorios que pertenecen a los animales diezmando especies sin consideración. Utilizan las pieles de los cadáveres de éstos, igual que en la Edad de Piedra, y quienes las usan se creen importantes y sobresalientes.

Crían animales con cuidados y atención, y a veces hasta les demuestran cariño, para luego alimentarse con los restos mortales de ellos.

En nombre de la Paz, inventan armas cada vez más sofisticadas.

En nombre de la salud inventan medicamentos para curar las enfermedades que también inventan.

En nombre del Amor crean las imágenes de horror más espeluznantes y justifican el desamor.

En nombre de la Libertad construyen sus propias cárceles de dolor y sufrimiento.

No respetan a los niños, ni entre ellos, se matan unos a otros, se roban unos a otros, se menosprecian unos a otros, como si todos no fueran parte de la misma Vida.

Finalmente Hablan de Amor, de Paz, de Libertad, de Dios… pero de esto...no entienden nada.

(Me llegó al correo y desconozco su autor)

domingo, 31 de mayo de 2015

COMO OLVIDARTE

Alberto López



Una lengua bífida me susurró al oído
palabras de traición
que nunca imaginé
y que me tomaron desprevenido.

No me dolió que te fueras con otro mas jóven
para compartir la complicidad del amor.
Mi piel endurecida por los años
pudo soportar el vacío de otra soledad
en esta ocasión, de la última de mis soledades.

Lo que me dolió profundamente
más que la deslealtad y el engaño
fue tu silencio… tu largo e insoportable silencio.
Por eso quise olvidarte, pero no supe cómo olvidarte.

Siento que el mundo se acaba para mí
mis cansadas alas ya no pueden elevarme al cielo
con el plomo de tu ausencia.
Soy un viejo cansado y gruñón, de lágrima fácil
al que apenas le quedan por dar
unos pocos pasos para completar su descenso de la colina.

Cuando miro hacia atrás
veo en la lejanía a mis dos pequeñas de la mano
alejándose hacia el sol del atardecer
y siento que son lo único limpio y bueno
que dejo en una vida malgastada
en trabajos y aventuras sin sentido.

Mi último pensamiento sigue siendo para ti.
Aun deseo olvidarte y no sé cómo olvidarte.