lunes, 26 de diciembre de 2016

EL SANCOCHO DE NOCHEBUENA


Aunque no asistí  a ninguno si pude “patiarme” varios sancochos navideños, esos que hacen en las calles organizados por familias y vecinos.

Casi todos son iguales, arman un fogón de leña al lado de la acera, le prenden candela y acomodan una olla grande, generalmente con el tizne del año anterior.

Ya llena de agua la olla le agregan la sal, plátanos, papas, yucas y el triguizar. Añaden luego el calambombo y los trozos del cerdo previamente sacrificado en un sitio cerrado, pues hay una norma que prohíbe hacerlo en lugares públicos, en este caso, la calle.

La música arranca desde temprano acompañada de licores, cuya calidad y precio varía según el poder económico de la reunión. Así que habrá algunas marranadas acompañadas de whisky, y otras más humildes donde se sirve Chirrinchi y Chamberlain.

Aunque estamos ya entraditos en el siglo veintiuno la música sigue siendo esa de los mediados del siglo pasado, con temas de Buitrago por ejemplo. Los temas de los años 70s y 80s tampoco faltan y es así que a todo volumen se escucha a Los graduados, Los Black Stars, Los Claves y Los Éxitos. Gustavo Quintero (Q.E.P.D.) sigue siendo el rey de las parrandas. Tampoco podemos olvidar la vigencia los 14 Cañonazos bailables, de La Billos Caracas Boys, de Alfredo Gutiérrez, Rodolfo Aicardi, Pastor López, Nelson Henríquez, Los Corraleros de Majagual, Los Melódicos y Edmundo Arias.

Este año la pólvora se escuchó mucho menos que el año pasado, no sé si será por la restricción legal de su uso o por un verdadero cambio cultural; me inclino por la segunda opción.

El sancocho comienza a hervir y varios voluntarios, sudorosos y sin camisa se turnan para revolver ese caldo que comienza a espesarse, ya huele a sancocho.

Cuando la noche abraza al barrio comienza el baile, y los efectos etílicos comienzan a hacer  su efecto. Los muchachos bailan con sus tías solteronas  y los yernos con las suegras. De de la casa sacan las primeras bandejas con chicharrones y arepas y eventualmente algún vecino aparece con una caja de cervezas.

Se observa cierta ilusión de prosperidad en los barrios marginales, que importa que mañana no tengan desayuno y el mercado amanezca más costoso, todos están felices.


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