lunes, 5 de junio de 2017

SER PAISA



No he sido columnista de ningún periódico o revista, ni tampoco soy profesor universitario; pero el haber vivido tanto tiempo en esta tierra bendecida por Dios y sobre todo el haber tenido la suerte de ser un buen observador me han convertido en testigo de parte de nuestra historia.

Los paisas seguramente seremos muy exagerados al pensar que somos una raza muy especial y distinguida, que somos descendientes directos de los judíos que llegaron en el tiempo de la conquista y que por eso es natural que seamos hábiles en los negocios, sobre todo en eso del comercio.

A la luz de la razón no somos una raza, somos básicamente una mezcla de razas: La nativa, la blanca y la negra; que finalmente configuran una mayoría mestiza. Eso queda claro luego de las investigaciones de los etnólogos y los antropólogos.

También se sabe que en algunas regiones del territorio antioqueño se formaron unos curiosos aislados genéticos que durante mucho tiempo no se mezclaron con pueblos foráneos y que solo se casaban con miembros de su propia familia, o sea entre primos, tíos y sobrinos.

Estudios genéticos hechos en la Universidad de Antioquia comprobaron que en algunos pueblos del oriente de Antioquia aún se conserva intacta la raza blanca; basta con visitar a  Marinilla  o a El Santuario para encontrar muchas personas con aspecto europeo.
Pero esta es la excepción; los antioqueños no somos una raza, pero si un pueblo muy homogéneo en cultura y costumbres.

A fines del soglo XlX y principios del XX llegaron algunos suecos, ingleses, belgas, franceses y alemanes a trabajar en las minas de oro, que abundaban entonces. Otros vinieron a diseñar y a construir hermosas casas, edificios, puentes y palacetes. Como decimos acá, se amañaron y formaron sus familias, de ahí esos apellidos que ya nos parecen comunes: Duperly, Greiff, Nicholls, Cock, Johnson, Bedout, White, Wills, Eusse, Greifenstein, Bonnett, Blair, Siegert y muchos otros.

Generalizando, el paisa indudablemente tiene una fisonomía muy cercana a la de los españoles. No olvido la experiencia que me contó el compositor Sergio Giraldo sobre su primera visita a España: “Andando por las calles de Madrid toda la gente me parecía familiar, a veces creía ver a mi tia, y en  otras ocasiones a algunos de mis amigos, no me sentía en tierra extranjera”.

Lo de buen negociante, en el paisa es norma. Su buen humor y creatividad es pan de cada día. Igual el paisa es cumplidor con el trabajo y con la familia. Claro que el paisa de ahora no es el mismo de hace cien años, ni siquiera del de hace cincuenta. Con el florecer de la economía llegaron personas de otros departamentos y de otros países que se quedaron viviendo en Medellín, que ya es una ciudad cosmopolita, pero en muchos pueblos aún encontramos el auténtico ser paisa.

Pero sobre todo, más allá del regionalismo; el paisa se quiere y ama su historia y su terruño.

Familia antioqueña. 1932

No hay comentarios: