lunes, 16 de abril de 2018

La forma del agua, una copia con Oscar

REPETICION
SEGUNDA PARTE
HABLANDO DE CINE


Alberto López

Me senté ante la pantalla de video para ver el film oscarizado de Guillermo del Toro, La Forma del Agua, que por cierto lleva el mismo título que uno de mis poemas, aunque sin conexión alguna entre ambos. Me senté sin saber lo que iba a ver, ya que no había leído ninguna crítica y no suelo seguir la parafernalia de los óscar. Y me volvió a suceder. 

Lo que estaba viendo, aunque con otro envoltorio, en otro escenario, otra época y con un final más hollywoodense, era una película de 1954 que había visto de niño cuando tenía siete años y que me impresiono, quedando grabada en mi memoria para siempre. Se trataba de La Mujer y El Monstruo, aunque el titulo original era, El Monstruo de la Laguna Negra. 

En el cine de mi barrio causó un enorme impacto entre mis convecinos que fueron en masa a verla. La película de Jack Arnold un realizador menor que había dirigido varias películas de ciencia-ficción de bajo presupuesto, tenía como protagonistas a Julie Adams y Richard Carlson, duraba 79 minutos, había costado medio millón de dólares (fue rodada en 3-D lo que le dio una sensación de más realidad a las escenas en que aparecía el monstruo) y recaudado 2 millones. Fue un éxito tan inesperado como indiscutible para ser un film de serie B. 

La historia se desarrollaba como una película de aventuras, en una Amazonia todavía poco explorada en aquellos años, desconocida, misteriosa y llena de secretos. Guillermo del Toro dijo que, se había inspirado en ella y que le impresiono, como me sucedió antes a mí, cuando la vio de niño. El director mexicano tiene 17 años menos que yo o sea que la debió ver hace unos 30 años. 

La película sin duda estaba olvidada y hasta hoy resultaba una desconocida para gran parte del público actual (no, así como se ha visto para los estudios y los realizadores), así que La Forma del Agua, se ha podido presentar sin tener que dar muchas explicaciones sobre este antecedente. 

Por otra parte, han transcurrido 64 años, quedando apenas 6 años para pasar, a efectos de derechos de autor, al dominio público (imagino que Del Toro ha esprintado contra el tiempo, a fin de realizarla antes de que se cumpliera el plazo, y algún otro realizador se le adelantara). Es de suponer que sus productores tendrán estos seis años debidamente amarrados con los de la otra película para no tener problemas, porque hablar de inspiración como hace su director, resulta más que forzado, para este remake (en castellano remedo) a pesar de desarrollarse como un cuento de hadas con final feliz, a diferencia de la anterior, por decirlo de alguna manera, más negro.

La duración se ha incrementado ostensiblemente, con relación a la anterior, pasando a 123 minutos, así como su costo que anda por los 19.5 millones (la mitad probablemente destinados a su promoción como es común en las grandes realizaciones americanas) y claro está, también su recaudación, que se ha disparado a 121.2 millones. 

Su éxito ha sido total: entre los usuarios de Google al 81 % les ha gustado. Obviamente nadie puede discutir que esta exquisitamente realizada, como todo lo que hacen los yanquis cuando hay dinero, pero en su éxito ha sido fundamental contar con la desmemoria del público. La película se ha rodado, a casi 70 años de la anterior, plazo más que sobrado, para que ya casi nadie se acordaba de la primera. Yo, por mi edad, soy de los pocos que todavía tiene presente aquella película de la Laguna Negra. 

Digo esto, porque de esta nueva versión, directores, productores, critica, y claro está, los millones de la promoción y el marketing se han ocupado de negar con esfuerzo que se trate de un remake de aquella película aparentemente olvidada. La película no se ha hecho en cualquier caso para espectadores o gentes de edad avanzada como yo, que cada vez quedamos menos, y que todavía recordamos aquel film de Arnold, sino para las masas de jóvenes que la ven como un descubrimiento y no como una repetición, como es mi caso.

Lo que la película del director mexicano pone de relieve es que también el cine, como otras artes, hace en la actualidad sus obras sobre otras obras, películas sobre películas, con corta aquí y pega allá, cambiando algunos personajes, paisajes, época y situaciones, retocando la historia y rematándola con un final feliz, como en todas las pelis americanas. Es decir, copiando, plagiando, pirateando y entrando a saco en las filmotecas (en las escuelas de cine, como en las de otras artes, se estudia para hacer eso) y, en consecuencia, repitiendo, que es a lo que esta hoy por hoy abocada toda la producción artística. 

Unos lo harán con mayor o menor descaro, otros con mayor o menor sensibilidad y elegancia, todos presentando sus obras como originales, ante las masas de consumidores carentes de toda información y juicio contrastados.

No se trata de una adaptación de una obra literaria o teatral como puede ser RAN de Akira Kurosawa, quien hace una recreación del Rey Lear de Shakespeare en el Japón del siglo XVI. Lo que hace Del Toro es tomar el núcleo central de la historia de la película de Arnold y cambiar algunas cosas, añadiendo un poco de todo lo que las películas actuales han de tener para ser un éxito: amor, suspense, una persecución clásica contra el tiempo, fantasía, efectos especiales en el agua, un espacio retro-futurista de gusto steam-punk años 60 que ahora está de moda, y todo ello en el ambiente social de la América de la guerra fría y con un final, que como no podía ser de otra manera, acaba bien. 

Todo muy bonito, como en un cuento de hadas. Más o menos lo mismo que hacen los escritores, cuando escriben una novela para presentarla al Premio Planeta.

La pregunta inquietante es: ¿porque el cine actual tiene que recurrir a una idea rodada anteriormente maquillándola en lugar de filmar guiones originales?... ¿Sera que ya no saben escribir historias o que no saben contarlas o porque los productores, en aras de reducir el riesgo, confían más la inversión de su dinero en lo conocido, si tuvo algún éxito, que en lo nuevo por conocer?... ¿O quizás porque lo que la gente ante este mundo desquiciado lo que pide son cuentos de hadas y eso lo saben muy bien los que lo han desquiciado, que son los mismos que nos ofrecen estas películas? La Forma del Agua, es pues una película de evasión, de entretenimiento tan vacía como bella y tan vieja como el cine que, una y otra vez se repite, porque dentro del actual sistema de producción de la industria cinematográfica, el cine que en otra época conocimos, el de los Ford, Huston, Hitchcock, Capra, Lang, Buñuel Wilder, Welles, Kubrick, Fellini, Kurosawa, Bergman, Lynch, Rosellini, Visconti, Saura, Sica, Clair, etc. ha muerto … y ya solo cabe la repetición.

La tercera y ultima parte de REPETICION, la dedicare a la literatura, tomando como referencia al escritor Alvaro Vargas Llosa

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