UNA HISTORIA DE AMOR.
“La imagen a menudo tiene más de memoria y más de porvenir que el ser que la mira”
(George – Didi Huberman, Ante el tiempo.)
Después de escudriñar datos sobre la historia de esta magnífica construcción, situada en el barrio Prado de Medellín, no puedo pensar cosa distinta a la que esta fue producto de un gran sentimiento de amor, igual o hasta mayor del que motivó la construcción del majestuoso Taj Mahal en las cercanías de la ciudad de Agra en La India. Este último dedicado por Sha Hahan a su amada Arjumand y el que nos ocupa, mandado a construir por Fernando Estrada Estrada en honor de su esposa Soledad Estrada.
No recuerdo cuando fue la primera vez que vi el palacio egipcio, cierto si es que fue hace muchos años. Me impactó tanto verlo que al recordarlo aún me parece que fue ayer. Entonces no tenía idea de lo que fuera, me pareció que era un museo o algo por el estilo. Muchos años después me enteré de que había sido la residencia de la familia Estrada, fundadora y aún dueña de la reconocida Óptica Santa Lucía.
Desde entonces deseé saber de su historia y conocer su interior. Como imaginar es ver, se llegó el día y el universo conspiró para que se cumpliera esto. Una calurosa tarde de Junio atiné a pasar frente a esta construcción en el mismo instante en que un hombre acababa de cerrar el portón del acceso exterior. Apuré el paso para preguntarle si había posibilidad de entrar. Aún estaba a media cuadra del sitio y tuve que correr para poder llegar a tiempo. El hombre ya había llegado a la parte superior de la casa y estaba cerrando la vieja puerta principal, apenas si le podía ver su cabeza. No tuve otra idea distinta que gritarle desde la calle: PALACIO…
La puerta se volvió a abrir y este señor se asomó y por fortuna alcanzó a verme. Le hice señas para que bajara y poder hablarle. Así fue que logré obtener su teléfono para concretar una visita y tomar las fotos para acompañar la historia que planeaba escribir en el blog.
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Foto del álbum de la familia Estrada |
Hubo un tiempo en el que pasar frente al palacio Egipcio era algo comprometedor. La iglesia siguiendo la doctrina del papa León XIII le había prácticamente declarado la guerra a la masonería, acusándola de ser herramienta del diablo para corromper a la humanidad" (Encíclica “Humanum Genus, de León XIII). Desde el púlpito de la catedral de Villanueva el cura arengaba en la misa dominical a sus fieles contra los masones, que según él, invadían la ciudad: “Pasar frente al palacio egipcio dará amonestación, pasar por su acera excomunión”.
Había entonces en Medellín muchos caballeros de la alta sociedad practicantes de la francmasonería (Sociedad secreta de ámbito internacional y estructura jerárquica basada en la fraternidad entre sus miembros, los cuales se agrupan en logias y hacen uso de ritos y signos emblemáticos).
El sacerdote Fernando Gómez Mejía, quien hablaba cada domingo por radio en La Hora Católica, la emprendía contra los masones: "Encarnación antioqueña del demonio".
Fue que durante un tiempo funcionó en el palacio egipcio la logia masónica, y ser masón en ese tiempo equivalía a ser un peligro para la sociedad establecida. La gente les temía y los acusaba de ateos, como si ser ateo fuera algo descalificador, en fin, Medellín en años pasados era un pueblo grande dominado por los curas. Entre otras cosas no creo que los masones sean ateos.
Así las cosas los seguidores de este movimiento tuvieron que mantenerlo en secreto, a riesgo de ser marginados por la sociedad.
“Luis Lalinde Botero, el marido de Merceditas Ríos, masón y publicista, renunció a ser venerable maestro de su Logia, según compañeros suyos deducen, por temor a lo que pensarían en Fabricato o en Coltejer de su incompatible vida privada con sus negocios publicitarios. Así ven mal unas empresas el que algún empleado suyo sea un masón activo; restricción ausente en las cooperativas y en unos pocos colegios privados que recibían hijos de masones, como el Teodoro Hertzl o el Isolda Echavarría entre pocos”.* (El palacio egipcio, un historia sin contar, María Juliana Correa)
CONSTRUCCIÓN
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Fernando Estrada Estrada, primer optómetra que tuvo la ciudad de Medellín, tenía una gran afición por la cultura egipcia la cual alimentó con los dos viajes que realizó a Egipto.
En 1928 le compró un lote de 962 varas en el barrio Prado al Sr. Carlos E. Rodriguez, en el que al año siguiente comenzó a construir un gran palacio egipcio. En esta labor se asesoró del ingeniero Horacio Franco, el arquitecto Nel Rodríguez y el maestro Bernardo Vieco, escultor, quien le colaboró en la elaboración de las formaletas y plaquetas para los símbolos y jeroglíficos que adornan la construcción. También le ayudó el escultor Ramón Elías Betancur. Se ubica en la carrera Sucre con calle Cuba, en el barrio Prado. Una rara edificación para la Medellín de aquel 1929.
En la entrada se destaca el friso soportado por una hilera de columnas a modo de ruina egipcia. Su torre es muy similar a las columnas del orden papiriforme cerrado del patio de ceremonias de Amenofis III en el templo de Luxor. La torre tiene la misma forma de las columnas; más ancha y pesada en la base y más angosta y liviana en la parte superior y sus costados son estriados como los fustes papiriformes.
La casa tiene una admirable decoración con elementos y figuras que recuerdan jeroglíficos y la cultura egipcia en general. En esta decoración participaron los artistas plásticos Bernardo Vieco y Ramón Elias Betancur quienes realizaron las formaletas y moldes para jeroglíficos y esculturas.
Su diseño original incluía esculturas típicas de la mitología y cosmogonía egipcia y un sarcófago, pero fue saqueada cuando estuvo abandonada durante varios años.
Su torre incluye en su remate un observatorio astronómico y un mirador que domina la vista sobre el valle.
Por dentro es admirable el patio central rodeado por masivas columnas egipcias sucesivas que le dan un carácter especial.
Tampoco fue extraño que haya escogido este estilo de construcción, don Fernando era un apasionado de la antigua cultura egipcia y de sus misterios. Diseñó con el arquitecto Nel Rodríguez hasta el último rincón de la que sería su vivienda, inspirada en palacios de Egipto.
La construcción quedó lista en el año 1930, cuando comenzó a ser habitada por la familia Estrada. Desde entonces y sin falta, abrió su casa todos los miércoles a sus amigos para tener amenas tertulias
INENI
EL VERDADERO NOMBRE DEL PALACIO
El doctor Fernando le puso como nombre Ineni, que significa princesa hereditaria de noble familia. Él personalmente coló el granito rosado traído de las arenas del desierto con el que fue construida la edificación.
Vale aclarar que esto de haber traído arena desde Egipto parece ser una leyenda urbana, así lo dijo el antropólogo Víctor Ortiz en un programa de televisión.
Sus columnas representan papiros sin abrir, la casa está tapizada con pictogramas y jeroglíficos que según su nieto, Sergio Restrepo Estrada, tienen significado.
Él dice que su abuelo sabía qué decía en cada pared y en cada columna. Una frase que recuerda es: “En honor a los faraones de Egipto que con sus obras crearon dioses”.
Tiene seis cuartos con pinturas murales. Las puertas llegan hasta el techo y son de estilo egipcio. En el cuarto que originalmente estaba el comedor hoy vimos una barra de bar, pues hasta no hace mucho funcionó un restaurante bar.
Según Sergio Restrepo, la casa era un verdadero palacio, del cual, tristemente, ya no queda nada; la belleza que ostentaba en otras épocas no se ve reflejada en lo que queda de él.
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Nefertiti |
Cuentan dos de sus hijas que al regreso de uno de sus viajes a Europa, el doctor Fernando trajo una réplica del busto de la reina egipcia Nefertiti, la cual iba muy bien con su palacio y se convirtió en una de sus posesiones más preciadas.
Tras la muerte de los esposos Estrada, la Nefertiti fue asignada a una de sus hijas. La afortunada mantuvo la escultura un tiempo en el museo Zea, actual museo de Antioquia, lugar del cual la retiró para guardarla personalmente.
La familia Estrada vivió allí durante más de 40 años. Tras la muerte de Fernando Estrada, el 1 de septiembre de 1959, a sus 73 años, y posteriormente la de su esposa Soledad en 1973, la casa fue vendida.
El lugar fue utilizado para diversos negocios, entre ellos un restaurante, cuyos dueños incluyeron en la decoración pinturas en las paredes y una discoteca. Al no prosperar ningún establecimiento comercial, el palacio está abandonado; en su deterioro actual eso se ve claramente evidenciado.
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Fernando Estrada |
El doctor Fernando Estada Estrada, nacido en Aguadas (Caldas) el 28 de julio de 1886, fue el primer optómetra de la ciudad de Medellín y fundador de la óptica Santa Lucía.
Además de su profesión, en la cual se formó en Alemania y Nueva York, estudió historia egipcia en Egipto y astronomía en la Sorbona, de París.
Perteneció a la Sociedad Astronómica de Francia y fue discípulo de Camille Flammarion. Cuando volvió a Colombia se casó con su prima Soledad Estrada con quien tuvo 14 hijos: Augusto, Norma, Jaime, Vienna, Selene, Helia, Ómar, Dianna, Elsa, Hugo, Mignon, Gemma, Otto y Magda.
El 18 de julio de 2015 me llegó la hora de conocer el interior del palacio egipcio, o mejor de Ineni. En su interior hay columnas seriadas con capiteles en flor de loto, inscripciones y grabados que rememoran la majestuosidad de esa cultura antigua.
En la cúspide de la torre más alta hay un observatorio astronómico con un telescopio gigante que fue saqueado después que la casa fue abandonada. En su interior tiene un patio grande y seis cuartos pequeños adornados con murales y grabados.
Subir al observatorio es cosa de valientes, las escalas de madera tienen partes tan deterioradas que amenazan derrumbarse, igual algunas de sus barandas están sueltas. Por esto hay que caminar con mucha prudencia y bajo propio riego. La parte final del acceso es una escalera metálica casi vertical que limita con el vacío.
Al llegar al interior de la cúpula del observatorio nos encontramos en un estrecho habitáculo redondo en el que aún está su viejo telescopio Stockman, tristemente saqueado, es decir. Solo está su tubo. Fernando Estrada fue el primero en traer un telescopio de observación a Medellín. Este empresario, junto a otros amigos, trajo libros de Europa, y en su palacio funcionó el primer grupo de "gomosos" de la astronomía.
En el palacio egipcio nació la Sociedad Julio Garavito, que con apoyo de la Alcaldía logró la construcción, hace 30 años, del Planetario.
Mi amigo Juan Monsalve, el intrépido escalador, logró sacar algunas fotos del sitio.
Los Estradas, reputados optómetras, siempre cultivaron la astronomía, querían ver más y mejor, no en vano es que aún siguen en el campo de la óptica.
Lo que tomé como un osario resultó ser una palomera.
Hay allí una inmensa terraza en la que se destacan el acceso al observatorio y una pequeña construcción que por su arquitectura confundí inicialmente con un templo masónico. Al ingresar notamos que en su techo hay una pequeña entrada a la que no llegamos por no tener una escalera, pero desde el observatorio evidenciamos que allí hay una galería abandonada que pensamos que era un viejo osario, pero que ahora sabemos que no era tal cosa.
Esto nos los aclaró Nicolás Restrepo, hijo de Sergio Restrepo Estrada, ni más ni menos que nieto de don Fernando Estrada, gestor de esta bella construcción.
Este es su mensaje aclaratorio que agradezco sinceramente:
"Yo soy Nicolas Restrepo. Hijo de Sergio Restrepo Estrada. Yo soy bisnieto de Fernando Estrada. Lo que dice que fue un templo masón y unas tumbas de masones, en realidad fue un palomar. Lo que parecen arriba unas bóvedas, fueron los nidos los palomos. Él tenía palomos romanos"
Los masones de la vieja Medellín.
Ya sabiendo que no había allí, ni templo ni osario para masones, creo que es interesante conservar esta parte de la historia sobre el rechazo que sufrieron los masones en esa época en la que no se permitía enterrar a los suicidas y masones en campo santo.
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Acceso a lo que fue palomera y no osario |
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Foto: Juan Monsalve |
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Vista desde el observatorio. Foto: Juan Monsalve |
Hoy en cualquier cementerio entierran a los masones, pero antes como a los suicidas, los dejaban en los extramuros del Panteón, razón por la cual un antioqueño, Braulio Botero, llegado de La Unión, Antioquia a Calarcá, Quindío, masón, resolvió hace 60 años construir en Circasia un cementerio para librepensadores que sufrió vandalismos e intolerancias correspondientes a distintas épocas, hasta reinaugurarlo en el 82 para acoger en el último escondite a mucho perseguido, con el símbolo de cada una de sus convicciones. Cerca, en Montenegro, hay otro donde aceptan enterrar al muerto de pie si es su voluntad.
En Medellín parece que el sitio para estos casos era donde ahora está el Cementerio Universal, eso lo trataré de corroborar.
“El palacio egipcio es un bien inmueble declarado de interés cultural por el municipio de Medellín, mediante la Resolución 123 de 1991, es por ello que esta edificación, no se puede demoler”.
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Don Jaime |
Ahora el sitio es habitado por don Jaime, un hombre tolimense que lleva mucho tiempo viviendo en Medellín. Él atendió nuestra visita y nos contó algunas cosas para reforzar esta historia. Paso mis días entre faraones, “Les digo a mis amigos que vivo en el Palacio Egipcio y no me creen, me dicen que estoy loco”, afirma. El palacio está en venta por una millonaria suma, es una rareza egipcia en pleno centro de Medellín. Esperamos que el municipio u otra entidad lo adquieran y pueda restaurarlo.
Esta es una presentación GIF donde podemos ver a la familia Estrada cuando habitaba el palacio. Las fotos cambian cada 10 segundos.
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Fotos del álbum de la familia Estrada
Estas son algunas fotos que tomé el 18 de julio de 2015
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