sábado, 6 de diciembre de 2014

UN REGALO DE NAVIDAD

"Tú nunca me dejarás, ni nada podrá separarnos. Tú eres mi gato y yo soy tu humano. Ahora y siempre, en la plenitud de la paz."
- Hillaire Belloc


Una calurosa tarde estaba frente a mi computador tratando de escribir un cuento para el blog. El café se enfriaba en la mesa mientras chuzografiaba* el teclado. Estaba bastante cansado, era el último día de noviembre y me molestaba la idea de tener que soportar el ruido que provocaría esa noche una mala costumbre recién inventada en la ciudad para recibir el mes de la navidad, la mal llamada Alborada, en la que al llegar la primera hora de diciembre se revientan toneladas de pólvora explosiva convirtiendo la ciudad en un maremágnum de ruido y humo.

Ese hermoso nombre de alborada, contrario a la belleza que evoca la belleza de los amaneceres, cuando el cielo pasa del profundo lapislázuli a los arrebatados arreboles de vivos naranjas y rojos que le dan la bienvenida al sol de un nuevo día, aquí es un desenfreno de jolgorio y quema de pólvora detonante que limita con la locura, comienza a las cero horas del primero de diciembre, y se extiende hasta las cinco o seis de la mañana.

Esa noche casi nadie puede conciliar el sueño, es que es imposible hacerlo. A las terribles explosiones se unen las estridencias de los equipos de sonido que con altos decibeles dejan oír el ruido sincopado del Reggaetón. Los profundos bajos parecen latidos del corazón de un monstruo gigantesco que hace vibrar los cristales de las ventanas, es una verdadera pesadilla.

El maullido de la Negra, nombre de la gatica de la casa, me sacó del ensimismamiento que me producía mi total falta de ideas para hilvanar una buena historia.

Apagué el computador y me dispuse a atender a la extraña visitante para saber a qué se debía su inesperada presencia en mi cuarto. Cuál no sería mi sorpresa al verla, mirándome fijamente y en silencio, mientras en el piso había un pequeño pajarito que había cazado para mí.

Había sido clara la gatica y me hacía ver que ese era un verdadero acto de aprecio y amor, un regalo de navidad por la historia que compartíamos.

"El hombre es civilizado en la medida en que comprende a un gato". 

(George Bernard Shaw).

Ese día en el que mi gata entró al cuarto para dejarme ese hermoso regalo, supe que algo bueno estaría haciendo para ser merecedor de tan conmovedor obsequio.

* Chuzografiar (Colombianismo) Escribir en el teclado usando solo los dos dedos índices.


Aunque he recibido regalos en todas las navidades debo reconocer que no han sido muchos. Y no lo digo para reflejar descontento por ello, pues no considero que esos detalles  sean tan importantes como para sopesar el valor de las amistades, creo que hay muchas formas más valiosas para expresar nuestro afecto. Pero lo que si me quedó claro aquella noche, fue que ese pajarito ha sido el mejor regalo que me han hecho.


Algo más relacionado con esta historia.


El tema lo menciono para resaltar un acontecimiento que considero poco común y muy sorprendente por cierto:

Hace algunos años llegó a la casa un pequeña y escuálida gatita, no ahondo en detalles de este caso pues ya lo conté en otra entrada del blog (La extraña visitante).

Esa entrada tuvo un sorprendente número de lectores, tantos, que recibí tres solicitudes para publicarla en una emisora de Valencia, España, que tenía un programa sobre los animales (¿Quién me quiere a mí? Animales- Protectora de fauna y flora) Y otra, para publicarla, tal cual, en una revista sobre protección de los animales, también en España. Además la historia fue también incluida en la página de un importante blog español (Un animal, una vida) Ver esa publicación AQUÏ, que también tuvo la cortesía de publicar mi artículo “Perro viejo” que ahora está entre sus entradas populares.


De hecho escuché en ese entonces vía internet el programa radial que pasó Radio Benimaclet, de Pedro Castedo,  y que fue presentado por la escritora Anita Añó.

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