sábado, 18 de julio de 2020

PABLO TOBÓN URIBE

HISTORIAS INCREÍBLES.




Este fotomontaje de la plaza de Santa Bárbara Antioquia tiene mucho que ver con Don Pablo Tobón Uribe, de quien se dice que era algo excéntrico y que nunca tuvo carro. 

Dicen que se pasaba los días leyendo, no le gustaba viajar y pensaba que la mejor manera de conocer un lugar era a través de la lectura. Lo cierto es que fue un gran filántropo que favoreció a Medellín con su generosidad.

Pablo Tobón Uribe 
*Medellín, 1882 - † Medellín, 15 de marzo de 1954

Ya les había contado que en Santa Bárbara, Antioquia, vivió un hombre que tuvo 186 hijos, 22 propios y 84 "adicionales", que fueron apareciendo de cuando en cuando llegados de las tierras que recorrió de joven por los caminos que llevaban a Ecuador.

Entre los propios que tuvo Don Alejo con su esposa Evita se destacó por su belleza Alicia, cuya hermosura despertó tal revuelo entre los muchachos del pueblo, que arriesgaban su vida subiéndose en los postes y árboles para contemplarla, así fuera por un instante, cuando salía al patio de su casa. 

En una ocasión un chico cayó de una rama y terminó en una clínica de Medellín con fractura de cráneo y en coma profundo; del que milagrosamente despertó musitando el nombre de su amor platónico... Alicia...

¿Pero que tiene que ver esta historia con Pablo Tobón Uribe?

Resulta que el joven Pablo Tobón supo de esta historia y se le metió en la cabeza que tenía que conocer a la muchacha que producía tal revuelo en Santa Bárbara. Era entonces un joven aventurero y buen mozo que se arriesgaba a hacer cualquier cosa, tentando la suerte haciendo sus proezas con tal que le dieran la oportunidad de probar que él era mucho más intrépido que el resto de los antioqueños.

Entonces salió para Santa Bárbara en su nuevo convertible, un lujoso Cadillac que hasta entonces nadie había visto en Colombia. El motivo de su insólita visita sería convencer a Alicia para que participara en el  primer concurso departamental que escogería a la mujer más bella entre centenares que llegarían de los rincones más apartados del país paisa.
(Este dato desmiente eso de que Pablo Tobón nunca había tenido carro)




Cuando Pablo llegó al pueblo, la gente quedó tan pasmada viendo aquel lujo de automóvil que le impidieron el paso. Se pararon frente al vehículo carmesí como si estuvieran hechizados, sin temor a ser pisados, por más que Pablo usara el melodioso pito para pasar entre la muchedumbre que lo rodeó.

Cuando se dio cuenta que no podría seguir al volante porque los aldeanos rechazaron moverse, sin querer herir a nadie y temiendo que le estropearan su magnífico coche, se bajó y les dijo: 
- Bueno, si no me van a dejar pasar, ayúdenme al menos a lavarlo y a lustrarlo pues se empolvó mucho durante el viaje, y no quiero aparecerme en un carro tan mugroso en la casa de la que va a ser la máxima reina de belleza de la gran Antioquia.

Apenas dijo lo que dijo, todos supieron que se refería a Alicia Mejía y entonces la noticia de la participación de la beldad en el codiciado concurso de la belleza se regó por todo el municipio.

Trajeron baldes de agua, unas bolas negras que llamaban jabón de tierra y trapos.Lavaron el automóvil por fuera y lo limpiaron por dentro con un esmero supremo; dejándolo más brillante de lo que era cuando lo desempacaron nuevecito al llegar de los Estados Unidos. 

Alicia va a representar a Santa Bárbara en el concurso de belleza de Medellín, proclamó uno de los aldeanos, al oir las palabras de Pablo. 
Finalmente le cedieron el paso, confiados en la victoria de su candidata.

Tenemos a la mujer más hermosa del mundo entero y ya la van a contratar en la capital. ¿No se los dije pues?, agregó otro, ufanándose, como si él tuviera acceso a noticias privilegiadas que nadie más en el mundo sabía.

Amor a primera vista.

Ya cuando Pablo Tobón logró por fin llegar a la casa de los Mejía en la Calle del Alto, todo el pueblo conocía su propósito y dieron por hecho que ella se ganaría el concurso, sin ápice de duda. Lo que nunca supieron, ni se hubiera atrevido a sospechar el mismo Pablo, fue que en el exacto instante de ponerle el ojo encima por primera vez, se arrepintió de haber venido con el propósito de enlistarla en el concurso, porque quedó irremediablemente enamorado de ella y no quería que la viera tanta gente, pues entonces surgirían rivales indeseados.

Pero ya había arrojado la suerte de sus dados sobre la mesa de su destino y no hubo manera de echarse para atrás, habló primero con Evita, pidiéndole que le diera su permiso para la participación de su hija en el concurso, e invitando también a sus padres a que fueran con ella a Medellín.
- La que decide es Alicia, respondió Evita.

Alicia dijo que sí al concurso de belleza y no al paseito en el lujoso 
convertible. Pero las mellizas no la dejaron tranquila hasta que llenaron el automóvil con nueve hermanas; incluída Alicia. Se encaramaron por todas partes del vehículo, y salieron a pasear descrestando a los aldeanos con sus cantares y chilladas alrededor de la Plaza de la Pila.

Cuando el clan de los Mejía llevó a Alicia al gran concurso de Medellín unos meses después, se hospedaron en la casa de un pariente. Pablo comenzó a cortejarla constantemente, haciéndole mil atenciones. 

Ya una vez que Alicia se ganó el concurso y la coronaron como primera reina de Antioquia, comenzó a sudar la gota gorda, porque los que presumían ser galanes en aquella provincia de paisas, vinieron como abejas al rosal para estar cerca de ella, para festejarla y tratarla de "su majestá", tratando de conquistarla mientras que Pablo estaba convencido de que estaban hablando con la que sería su futura esposa y madre de sus hijos.

Ella apenas lo toleró. Pero sin embargo permitió que siguiera trayendo orquídeas, bombones y chocolates extranjeros que compraba en la nueva heladería y confitería Astor, fundada por una familia de suizos, expertos en el arte de la bizcochería.

Alicia lo acompañó a fiestas con orquesta, lo dejó alquilar taxis para llevarla por toda la pequeña ciudad con su familia al Club Unión y al  Campestre, donde los atendieron como si ella fuera una verdadera reina, y como si él ya fuera el mismo rey; hasta el día que Donalejo le dijo a su hija:

- Este joven tan guapo, y de una familia tan pudiente se está quebrando el alma, por no referirme a otra porción de su anatomía, haciendo cosas por vos, y yo noto que te gusta la atención que te presta pero al mismo tiempo no te veo como muy entusiasmada por él. La cosa no me parece muy justa.

- Es que es muy creído papá. Y es muy embuchador* y hace unas paradas que no me gustan.
(*En el lenguaje paisa, "embuchar" es hastiarlo a uno con pesadeces intolerables; y "paradas" es una manera criolla de referirse al comportamiento de una persona de forma estrambótica).

- A veces mija los que tienen tanta plata pa gastar son así. comentó muy enigmáticamente Donalejo, a quien no le habían causado buena impresión las maniobras del galán.

- No sé que hacer con él, dijo ella al fin.

- Pues si no sabés mi reinita, es mejor frenarle sus bríos y no darle más alas a sus esperanzas. Ya con más tiempo sabrás que hacer con ese joven tan entusiasmado.


La última estrategia.

Pero Pablo Tobón no era de los que se daban por vencidos fácilmente. Sintió que algo no marchaba buen cuando Alicia le dijo que le diera un tiempo para decidir si quería formalizar su noviazgo. Entonces se la jugó toda y el mismo día en que Alicia regresó a Santa Bárbara alquiló una de las primeras avionetas que llegaron a Medellín y tomó lecciones de vuelo.

El primer día recibió diez lecciones en un curso intensivo, y el segundo día cinco horas de vuelo, Pablo nos sorprende ahora por su arrojo, pues entonces alzó vuelo en solitario, volando sobre la cordillera andina rumbo al pueblo de su amada. Por ser Santa Bárbara tan filudo no había forma de aterrizar allí, por lo que tuvo que conformarse con maniobrar el Marichú, nombre que había puesto al avión, y hacer círculos sobre la casa de Alicia, espantando a la gente que pensó que iba a estrellarse en el barrio de los 
blanquitos.




El hombre hacía mover las alas de la avioneta de un lado para el otro para mostrar la desesperación de un amor no correspondido. Y así desde entonces Pablo regresó todos los días arrojando ya, volantes de papel con frases de amor sobre la casa de los Mejía, volantes que viento se llevaba para caer en todos lados, menos en la casa de Alicia.

- ¡Ay que pena me da con toda la gente, sabiendo que es por mí que está haciendo esas maromas tan peligrosas!, no voy a poder salir y dejarme ver. 

Ese hombre es un loco y mientras menos le correspondo más maromas hace. Un día de estos se va estrellar o va a destruir una casa. Dios mío y la que va a chupar soy yo, sintiéndome culpable por sus pendejadas, dijo Alicia.

Un día lo vio abandonar los controles del avión cual barón rojo y ondear sus brazos con una agitación febril, con casi medio cuerpo afuera. Entonces como lo de los papelitos no funcionó, él había conseguido un pesado ramo de flores que lanzó hacia el solar de los Mejía, con tan mala suerte que golpeó un palo de mionas que había en el callejón, el mismo del que se había caído el muchacho de la 
historia. Entonces en lugar de ramo, lo que cayó en casa de Alicia fue un gajero de mionas.

- Entonces mijita, ¿que vas a hacer con él?, le preguntó la madre a Alicia.
- De lo que sí estoy bien segura es que con él no me caso ni multada. Ni en sueños me casaría con un hombre tan chocante, y tampoco me convendría tener un marido tan loco, por más buen mozo y rico que sea el aventurero ese. ¿Un hombre pavoneador y que siempre se sale con la suya?, no faltaba más, ni riesgos.

Así llegó a su fin la lucha de Pablo Tobón por el amor de Alicia, la mujer más hermosa de Antioquia y tal vez del mundo. Pablo continuó en sus labores comerciales y llegó a ser uno de los hombres más ricos del país. Se destacó por su filantropía al donar recursos para construir un hospital y un teatro. 

Igual hizo importantes aportes para la Catedral de Villanueva, Campanas, vitrales pilas bautismal y de agua bendita traídas del extranjero. Solo esto y muchos otros aportes a la ciudad derriban cierta fama que le crearon de ser avaro. Y su lucha por el amor de su vida no deja duda de que fue un ser apasionado y coherente a sus principios. Pablo murió soltero.

Alicia terminó casándose con uno de sus vecinos, amigo de la familia desde su niñez, Miguel Noreña, un joven ingeniero acabado de graduarse en la Escuela de Minas en Medellín, tan interesado en carreteras que terminó construyendo las más importantes de la Antioquia de la mitad del siglo XX. Entre la preciosa Alicia y él tuvieron un reguero de hijos que se hicieron profesionales y ocuparon importantes cargos, algunos en altos eslabones de la industria. Pero esa es otra historia.

(Versión libre extraída del libro: Don Alejo y sus 186 hijos) de Andrés Berger-Kiss +, amigo desde la niñez del nieto de Don alejo Hernán Mejía, que lo convirtió en testigo de primera mano de los hechos narrados)


Ñapa.

Don Pablo Tobón Uribe.




Hijo del matrimonio del médico Fermín Claudio Tobón y María de Jesús Uribe, siempre se distinguió por su espíritu generoso y filantrópico; por ello recibió la Cruz de Boyacá en el grado de Gran Caballero, distinción que le fue otorgada por Rojas Pinilla en 1953.

Fue uno de los hombres más ricos de la Medellín de su época: el mayor accionista de la Colombiana de Tabaco y de Cervecería Unión y dueño de varios bienes raíces en toda la ciudad. Fue cofundador y colaborador de publicaciones como la Revista Colombia, La Paira y El Sol.

Don Pablo Tobón Uribe murió soltero en 1954, donando su fortuna para la construcción de un Hospital y un Teatro que llevan su nombre y que son símbolos de la ciudad, igualmente, donó la custodia, las gigantescas lámparas de bronce y los confesionarios de mármol de Carrara que tiene la imponente Basílica
Metropolitana de Medellín (la más grande del mundo construida en ladrillo cocido).

Don Pablo Tóbon U. pasaba las mañanas encerrado en su solariega mansión revisando los diarios capitalinos (de Santafé de Bogotá) y de provincia; vestido hasta el mediodía en pijama y levantadora.

Don Pablo fue conocido como un hombre un poco excéntrico y de costumbres extrañas: no tenía carro y prefería alquilar uno de servicio público; se pasaba los días leyendo, no le gustaba viajar y pensaba que la mejor manera de conocer un lugar era a través de la lectura; sólo salió del país en 1952 cuando estuvo en Rochester, Estados Unidos, para someterse a un tratamiento médico.

En su casa no tenía teléfono ni radio y durante su convalecencia hizo suprimir el timbre eléctrico, usando en su lugar un pito para llamar a su hermana María o a las criadas.
(Medellín viejito).

Enlaces relacionados:
Don Alejo compilación.
Donalejo II
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A nadie le gusta que lo jodan