martes, 18 de septiembre de 2012

EL ÁRBOL DE LA VIDA

Monumento al dolor y a la esperanza


Fue por casualidad que pasé un día por el sector de Boston de Medellín, cuando me topé con una extraordinaria escultura metálica que se alzaba en una zona en remodelación llamada parque Bicentenario.

Me impresionó mucho esta obra y al detallarla vi que eso que desde lejos  parecía un gran árbol seco. Al acercarme descubrí que estaba formado por 82 cuerpos en diferentes posiciones, un nudo de hombres y mujeres abrazados en medio de la gran tragedia de la violencia que vivimos en esta ciudad que se debatía entre la gloria y el dolor.

Este árbol tiene aproximadamente 6.5 metros de alto, 4.5 metros de ancho y pesa cerca de 2 toneladas.

Al mirar la placa de la obra leí esto: Árbol de la vida”, escultura del maestro Leobardo Pérez Jiménez, construida con 27.398 armas blancas recogidas en procesos de desarme en los barrios de Medellín.  

Develada el 18 de julio de 2012, en la administración de Aníbal Gaviria Correa, alcalde de Medellín. Termina esta placa con la frase del gran escritor Checo Milán Kundera: "La vida es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir".


No pude dejar de pensar cuánto dolor y cuanta muerte  pudieron causar estas armas ahora soldadas en esa escultura que parece clamar justicia al cielo. Quise guardar la imagen de ese grito desgarrador plasmado en esta masa de cuchillos, machetes y puñales convertidos en agónicas imágenes de personas caídas en la locura de la violencia. La vida no vale nada.

Cumple pues su cometido esta obra del maestro Leobardo Pérez que logró conmoverme hasta la médula, debemos perdonar, pero olvidar nunca. La justicia siempre debe ser uno de los grandes pilares de nuestra sociedad.






Pero parece que la idea de “El árbol de la vida” es muy universal. Encontré que en Madrid se levantó otra escultura con el mismo nombre, esta vez la obra del escultor Carlos Lizariturry representa el carácter universal del humanismo y se hizo para recordar la jornada mundial de la juventud con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI.
El escultor dijo que quiso representar el origen y la unión entre el hombre y todas las culturas, el nacimiento desde la tierra y su aspiración de unirse al cosmos a través de sus ramas.

Esta obra mide 2.70 metros de alta y pesa 3 toneladas y se puede ver en el parque de El Retiro de Madrid.


En el vestíbulo del puente Bagratión de Moscú encontré este otro árbol de la vida, el escultor quiso representar el triunfo de la vida y el espíritu humano, este árbol está coronado por un corazón y bajo sus ramas se ven centenares de personalidades que van desde las  Adán y Eva y Buda, hasta el cosmonauta Yuri Gagarin. Este árbol mide 7 metros y en su copa y tronco hay muchos símbolos místicos y religiosos de las creencias del planeta. Comparado con el de Medellín no me parece tan alto, salvo que incluyan su base en la medida total.

Mozambique tiene su árbol de la vida, este tiene un origen similar a nuestro árbol en Medellín, la cruenta y larga guerra civil que sufrió este país africano entre 1976 y 1992 los llenó de dolor y muerte y entraron montones de armas. Al  terminar el conflicto esas armas quedaron enterradas o escondidas y para solucionar esto en 1995 surgió la idea de transformar armas en herramientas (Transforming arms inti tools), programa liderado por la comunidad cristiana de ese país para que los habitantes canjearan armas por herramientas de labranza, bicicletas o materiales de construcción.


Así se hizo y fue entonces cuando cuatro artistas locales (Cristovao Canhavato (Kester), Hilario Nhatugueja, Fiel dos Santos y Adelino Serafim Maté) dieron una particular visión para recordar esa aciaga etapa de sus vidas pero sobre todo una lección de esperanza.

Así surgió ese impresionante monumento, el árbol de la vida de Maputo, de tres metros de altura que ahora reposa no sé por qué en el museo Británico.



En Budapest tienen un árbol de la vida para recordar a las víctimas de los mártires del  holocausto, es un sauce llorón de tamaño natural que tiene en cada una de sus hojas el nombre de una persona muerta en el holocausto judío. Está localizado atrás de la Sinagoga.

Fue descubierto en 1991 y como dato curioso el mayor contribuyente para hacerlo fue Tony Curtis, cuyo padre era judío de Budapest.

Aquí muestro otras imágenes de este árbol que ojala todos visitemos en Medellín para tomar conciencia del dolor de esta absurda violencia y ayudar a superar esta etapa para poder vivir en paz.





domingo, 16 de septiembre de 2012

CARITO VA A LA BIBLIOTECA


Era un caluroso día sábado en la ciudad cuando salí con Carito hacia el parque infantil, en el camino encontramos la remodelada biblioteca de La Floresta y entonces la invité para que entráramos y de paso conocerla. Desde luego ella lo que quería era ir al parque para jugar en los columpios y en los toboganes y de pronto hasta montar en caballo. A regañadientes y como para no contrariarme aceptó un poco disgustada e ingresamos al recinto.

Nos sorprendimos con la belleza del edificio y de sus salas, entramos al salón infantil y juvenil repleto de obras y videos para este segmento de lectores. Obras clásicas y modernas reposaban ordenadas en los estantes invitando a ser leídas. Los cuentos inmortales de los hermanos Grimm estaban exhibidos y recordé mi propia infancia al ver los ejemplares de Hansel y Gretel y el sastrecito valiente.

Carito tomó una de las obras de Hans Christian Handersen: El traje nuevo del emperador y se sentó a leerlo muy interesada. Se olvidó por completo de los toboganes y ahora viajaba fascinada por ese mundo de la fantasía que nos ofrecen los libros, fue muy grato para mí verla recorriendo y disfrutando el salón.


Nos invitaron a pasar al salón de conferencias para escuchar la exposición sobre el escenario del comic independiente en Francia, los panelistas invitados eran Florent Rupert y Jerome Mulot (Fr). Este acto hacía parte de la fiesta del libro y la cultura que se está desarrollando en Medellín. Nos dieron el dispositivo para escuchar la traducción simultánea y al tiempo ver la presentación en una pantalla.

Obviamente Carito se cansó pronto pues el lenguaje era más bien dirigido a una audiencia adulta, así que prudentemente nos retiramos para ir al teatro a ver la obra infantil “Alicia se cuida sola”. En esta obra los actores describen una situación en que la protagonista, Alicia, se ve en riesgo de abuso por parte del siniestro señor Camaleón, que le hace extrañas invitaciones y regalos para tratar de convencerla para que lo acompañe a su casa.
Los niños entendieron muy bien el mensaje y le gritaban a Alicia para que no aceptara tan sospechosa invitación. Otro personaje encarnado era un conejo amigo de Alicia quien le aconsejaba que hacer ante esta situación: Grita para que el abusador se asuste y la gente venga en tu ayuda, o corre y cuéntale a tus padres. Carito y los demás niños vivían la obra y la seguían sin perder detalle, al final el señor Camaleón fue derrotado por Alicia y sus amigos. Una buena forma de enseñar a los niños a cuidarse de estos riesgos. Todos aplaudimos al concluir la presentación y ver que los recursos del municipio se están invirtiendo bien.


Sala de lectura

Feria del libro y la cultura

EL RETORNO DE LA NEGRA

La gatita que salió en busca de aventuras

Como narré en una entrada anterior nuestra gata consentida La Negra escapó de la casa el 2 de septiembre, como su partida fue voluntaria tuvimos que aceptar que saliera en busca de aventuras, era su decisión aunque nos causara tristeza su ausencia. Una tarde siete días después la vimos caminando y maullando en el muro del patio, parecía estar reportándose como para que supiéramos que estaba bien y solo nos dio tiempo para subirle con una vara su recipiente con agua y comida mientras nos ingeniábamos la forma de subir por ella.

Pero La Negra tenía otros planes y luego de beber y comer rápidamente emprendió de nuevo su camino, la verdad la dimos por perdida, aunque en el fondo nos quedaba una pequeña esperanza de tenerla de nuevo con nosotros. Pasaron los días y procurábamos mantener agua fresca y comida sobre el alto muro sin que ella retornara. Hubo noches de lluvia en las que me la imaginaba guareciéndose bajo algún auto o cualquier otra cosa que se prestara para tal fin, los gatos son muy recursivos e independientes y seguro se las ingeniaría.

Su alimentación tampoco sería un grave problema, ella era una experta cazadora de pájaros, aunque de seguro extrañaría su alimento gatuno, el cual disfrutaba bastante.

De lo que si estaba seguro era que echaría de menos el calor de hogar, los mimos y las palabras cariñosas que recibía día a día, el sentirse querida, protegida y sobre todo aceptada. Es que ella había sido un felino callejero que por casualidades del destino había venido a parar en nuestra casa.

La noche del 15 de septiembre, 13 días después de su desaparición Carito estaba en el patio pintando con vinilos un paisaje cuando escucho unos maullidos, y al mirar hacia arriba vio a la la minina parada en el muro, entonces me llamó feliz y vimos como se pasó al árbol de mango de un patio vecino. Sin pensarlo dos veces corrimos y llamamos a la puerta de la vecina explicandole la situación y fue así que entramos y la vimos trepada en una alta rama del árbol, maullando medio disfónica y temblando asustada.

Para nuestra fortuna había allí una escalera que usé para acceder hasta el sitio en que estaba el aterrorizado animal al que logré agarrar justo antes de que tratara de ganar de nuevo el muro. Carito estaba feliz con el improvisado rescate que por suerte resultó exitoso, regresamos alegres los tres a casa, es decir Carito, la gata y yo, es que la gatita había decidido regresar a su hogar donde luego de beber agua y comer se arrellanó en su sillón favorito en el que exhausta se quedó dormida.

Esa noche recordé una vieja canción de los Trovadores de Cuyo a propósito de la pérdida de La Negra y se la canté a Carito quien la disfrutó mientras mimaba a la gatita.

 Donde andará.