sábado, 17 de marzo de 2012

EL XII MANDAMIENTO

NO PROCASTINAR



Puedes ser un procastinador y no saberlo.
Alerta a estos síntomas.

- Apagas la alarma del reloj para dormir otros diez minuticos más.

- Dejas siempre el cumplimiento de tus compromisos para el último momento.

- Dices con frecuencia cosas como: Mañana lo hago, lo digo, lo envío, le pago, lo traigo, lo limpio, lo arreglo, comienzo la dieta, dejo de fumar, corto el césped... e infinidad de acciones más que siempre aplazas para un mañana que tarda demasiado en llegar o que desgraciadamente nunca llega.

- Entregas la tarea el último día.

Todas esas cosas postergadas finalmente se convierten en fardos llenos de propósitos y compromisos incumplidos que llevan indefectiblemente a frustaciones y fracasos.

Entonces dirás: Si yo hubiera hecho esto o aquello, habría logrado ser o conseguir lo que realmente quería; pero el tiempo sepulta todos los sueños de los procastinadores, esa es la triste consecuencia de dejar siempre para mañana lo que puedes hacer hoy.

Desde que escuché esa rara palabreja me propuse escribir algo sobre ella en el blog, pero fuí aplazando el asunto y me decía, este fín de semana lo hago, y llegado el día lo olvidaba o lo postergaba nuevamente.

Aparentemente esto de dejar todo para luego da comodidad y tranquilidad, pues casi siempre reemplazamos las obligaciones y compromisos por otras cosas “más agradables”. Pero resulta que al fin lo que conseguimos es todo lo contrario, angustia, estrés, sentimiento de culpa. La procastinación es solo una evasión temporal pues finalmente tenemos que resolver las cosas en el límite del tiempo, y con el riesgo de no lograrlo.

El mundo está lleno de gente haciendo trabajos que no disfrutan, todo por no haber tomado a tiempo la oportunidad de prepararse para ejercer las labores de su agrado o inclinaciones naturales.

Pero veamos de donde salió esta palabrita:

PROCASTINAR: Del latín – Pro: Adelante – Crástinus: Referente al futuro o posposición. / Hábito de posponer actividades o situaciones que deben hacerse, sustituyéndolas por otras más atractivas y placenteras.

Cuando se procastina con mucha frecuencia habría que hablar de un trastorno de comportamiento que ya comienza a afectar la vida del procastinador y de todo su círculo familiar.

Las razones de aplazar las cosas pueden ser motivadas también por temor a no conseguir lo que se propone, por asociar las situaciones a resolver con dolor e incomodidad. Entonces ese compromiso se visualiza como peligroso, abrumador, tedioso, por lo que finalmente es evitado lo más posible, hasta el último momento. Ahí están las inmensas filas en las oficinas el día de vencimiento de las facturas de pago, inscripciones, etc.

No creo que haya en el mundo alguien que no haya postergado algo algunas veces, es más, puede que sea sano. Otra cosa es enfrentarse a los que no cumplen ni años, que ni rajan ni prestan el hacha.

Por mi parte, finalmente al escribir sobre este tema que me había propuesto, me da la tranquilidad y la satisfacción del deber cumplido.

No pueden faltar los refranes:


No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy
Los Anglosajones dicen: “La procastinación es el ladrón del tiempo
Hasta el Chapulín colorado nos lo recuerda cuando dice: “Si lo hago...”


Bueno, aunque es tarde voy a entrar al blog para no caer de nuevo en el mañana lo hago.