Como ciudadano común y corriente uno no puede menos que mirar con beneplácito que la gente se manifieste contra la injusticia social o leyes sacadas bajo la manga de dirigentes que se preocupan más por su propio beneficio que por las reivindicaciones del pueblo que dicen representar.
Los adelantos de las comunicaciones brindan opciones que recien nos llegan, como las redes sociales y otros espacios que hacen posible exponer ideas y opiniones para que sean vistas y leidas libremente. Esto a propiciado la movilización de los inconformes con manifestaciones y marchas que visibilizan el sentir de los pueblos.
Multitudinarias marchas alrededor del mundo han logrado la caída de gobiernos hegemónicos y corruptos, la fuerza unida de los pueblos es avasalladora y termina imponiéndose. Ejemplo palpable de esto fue la caida de la reforma a la ley 30 que soterradamente quería privatizar la educación pública en Colombia.
Cuando estas movilizaciones parten del sincero sentir de un pueblo que asiste para exigir sus derechos y defenderlos marchando con la frente en alto, hay dignidad, coherencia y sentido común, eso se entiende y respeta.
Otra cosa es que personajes que se mueven en las sombras o que se muestran como lobos con piel de oveja, promuevan movilizaciones disfrazadas con nobles objetivos engañando a incautos que son conducidos rumbo a masivas manifestaciones halagados con falsas promesas y pequeños regalos con tamal incluído.
Y no es que esto sea por desgracia una nueva práctica de algunos dirigentes, en alguna ocasión alguien me invitó a asistir a una concentración organizada para apoyar a un candidato a la alcaldía de un municipio, “Si vamos”, me decía quien me hacía la invitación, “Nos darán un par de zapatos y un almuerzo”. Afortunadamente tuve el criterio de rechazar la oferta y de no ser parte del circo que esa tarde colmó la plaza principal de aquella ciudad blandiendo pancartas y vociferando las arengas que les habían enseñado.
Pero la necesidad y el hambre a veces son tan grandes que vencen a la dignidad, y necesidad y hambre es la que hay en nuestra querida patria señor presidente.
No acostumbro pegar en el blog opiniones de estas, pero lo que vi el 23 de abril indigna, ver a miles de personas marchando como zombies sin discernir lo que hacían es deprimente, campesinos, indígenas, desplazados y gente que sin más opciones para tener un par de zapatos nuevos o el almuerzo del día fueron conducidos para simular un apoteósico apoyo popular a un nuevo movimiento político, que de nuevo nada tiene, pues lo que buscan es que metamos al lobo cubierto con piel de oveja a nuestro gallinero.
Puedo estar equivocado, pero lo más seguro es que no. Es que ya estamos hastiados de tantas mentiras y engaños, de tantas verdades a medias que nos llegan tanto de la izquierda como de la derecha. Urgimos dirigentes comprometidos con el país para que consoliden una patria equitativa y justa.
Bienvenidas sea las marchas, las protestas, la diversidad de opiniones, siempre y cuando sepamos que la oveja es oveja y el lobo lobo.
Audio de la entrevista