lunes, 27 de abril de 2009

EL PRINCIPIO DEL FIN

OPERACIÓN MAYA 21




Cinco militares de alto rango ingresaron al edificio en medio del más completo sigilo, sobre sus elegantes chaquetas relucían vistosos escudos y condecoraciones que no dejaban ninguna duda de su posición en la milicia.

Eran custodiados por un selecto grupo de soldados élite de riguroso camuflado y dotados con armas extrañas.

Tomando un ascensor se dispusieron a subir al piso 80 alfa; debo explicar que aquel rascacielos de más de 100 pisos, tenía entre los niveles 80 y 81 un sector oculto al que solo podía acceder personal del proyecto militar “Maya 21”, a pesar de ser un elevador igual a los otros 50 de la súper torre, tenían un sistema que solo usaban los autorizados al piso 80 alfa y que consistía en digitar en la botonera un código numérico secreto, que ordenaba al sistema abrir una puerta lateral del habitáculo, accesando de esta forma al piso oculto a los demás mortales.

Para evitar sospechas entre los usuarios del ascensor, ellos solo entraban cuando el edificio estaba cerrado al público o de ser necesario en horas de oficina lo cerraban “por razones de mantenimiento”.

Era el 80 alfa un centro de gran actividad, y más aquella noche en la que por fin quedaría concluida la fase experimental del megaproyecto Maya 21.
Un calendario pendía en el muro de la oficina del teniente Tom Anderson dejando ver la fecha resaltada en amarillo: septiembre 11 de 2001 y el reloj sobre el escritorio marcaba las 12:30 A.M.

Tom arrellanándose cómodamente en su sillón recibe a los cinco militares que recién ingresaban al complejo científico. Sus adustos ceños contrastaban con la jovial expresión de Anderson.
- Sírvanse un trago caballeros, les dijo Tom, al tiempo que señalaba una fina botella de licor y varias copas que reposaban sobre un archivador gris.
- Señores, prosiguió Tom, todo está concluido, mañana a esta hora el mundo entero estará a nuestros pies, Maya 21 ha superado con excelencia todas las pruebas y la fase final de propagación de ondas quedó lista a las 20 horas y con cobertura global a través del nuevo satélite Cine M, (este por supuesto era un nombre estratégico).

Todos rieron al unísono y alzaron sus copas, el general Miller abrió una carpeta que acababa de sacar de su maletín y leyó un documento:
- En Israel las diferencias con Palestina se vuelven irreconciliables, cada día aumentan los loquitos dispuestos a inmolarse como su ancestro Sansón, que pesar…
Todos sueltan estridentes carcajadas.
-Que pesar, que pesar, que pena. Miller continúa con su informe, no sin antes tomarse un buen sorbo de licor y limpiar las lágrimas que la risa logró hacer rodar por su abotagado rostro: - En Venezuela aumenta el descontento y la oposición en breve iniciará una violenta reacción popular, claro está, orquestada por la izquierda anémica Bolivariana, Argentina verá pronto caer su aparentemente fuerte economía y los ciudadanos se sublevarán contra el sistema.

- En Colombia los terroristas harán festín de nuevo con sus coches bomba, lo digo por la gran cantidad de armas y explosivos que nos han estado comprando, se ve que tienen bastantes dólares esos indios desgraciados, pero negocio es negocio. Nuevamente se escuchan las risas celebrando la anotación de Miller.

- Otro brindis caballeros, propone ahora el Mayor Curtis, y prosigue de nuevo Miller acomodándose sus lentes.
- Como verán, solo en los ensayos previos las ondas del artefacto maya 21, han comenzado a afectar el comportamiento humano, por lo que debemos ser muy cuidadosos en la dirección en que el satélite apunte su transmisión, tristemente por algunos errores, parte de esa energía afectó a varias personas que enloquecidas abrieron fuego indiscriminado en algunas de nuestras ciudades, esto no puede repetirse. Igualmente para evitar riesgos, deberemos garantizar el suministro del inhibidor a través de nuestros acueductos y de las bebidas sodas que consumen nuestros nacionales, también la radiación Maya 21 ha provocado raras mutaciones virales como las vistas en China, debemos pues esperar nuevas y extrañas enfermedades, este será un punto extra a favor de nuestro plan, ahora los aplausos resonaron en el recinto. Solo Anderson había perdido poco a poco su alegría y su rostro era de mucha preocupación, Miller estaba yendo demasiado lejos.

- También, en varias experiencias pudimos comprobar que irradiando masivamente una gran cantidad de energía hacia la ionosfera, logramos crear una gran onda de choque, que al rebotar a tierra ha causado grandes terremotos o iniciar super huracanes en los sitios que nos ha venido en gana, los Chinos y otros han conocido nuestro poder y los tenemos controlados. Más vítores para Miller.

Anderson, aprovechando el calor del momento, se escabulló de la oficina y avergonzado por lo que había escuchado en ese informe, se decidió a tomar cartas en el asunto, luego tal vez deduciremos cual fué su papel en el desenlace inesperado de este cuento, ¿cuento?.

Curtis, que era otro de los oficiales alzando su copa propuso un nuevo brindis y dijo:
- El mundo será nuestro compañeros, la cuenta regresiva de nuestro generador comenzará a irradiar a las 7 horas exactas de hoy 11 de septiembre, este día pasará a la historia, más o menos a las 12 horas la radiación comenzará a surtir su efecto total, las mentes de tantos seres repugnantes e inferiores serán dominadas por sus más bajos instintos, se destruirán entre ellos gracias a su ineptitud y pobre desarrollo mental, al tiempo que nos legarán sus riquezas a cambio de las mortíferas armas que nos compran para exterminarse entre ellos.

Llegará luego de todo esto, el día del juicio final, en el que entraremos por tierra, mar y aire a sus desoladas tierras, a reclamar lo que nos pertenece, por derecho natural, el mundo debe ser de los poderosos, y esos somos nosotros.

Aclamaciones, aplausos, abrazos y claro, más copas. Mientras esto ocurría, Miller estaba en el salón del generador teniendo una misteriosa conversación desde su celular, al tiempo que tecleaba velozmente extraños códigos en un ordenador oteando continuamente a lado y lado temiendo ser descubierto.

Miller, Curtis y sus secuaces, salieron de la oficina rumbo a la sala del generador central, faltaban pocos minutos para la hora cero, sus acompasados pasos creaban un tétrico eco en el pasillo que llevaba hacia el letal recinto.

Miller marchaba al frente del grupo y dijo con tono autoritario:
- Propongo a Anderson para que active el generador, es el más joven de todos los oficiales y no deja de ser un buen símbolo para el nuevo estado, todos asintieron, pero al buscarlo no lo hallaron.

- ¿Donde está Tom?, bramó Curtis, no es momento de separarse del grupo, se ha salido del protocolo de seguridad, soldados búsquenlo y me lo tren al salón del generador.

En ese momento llegaron al sitio, la gruesa puerta se abrió automáticamente dejando ver el gran salón vacío, entraron presurosos varios expertos de bata blanca que de inmediato tomaron puesto en sus respectivos sitios, un inmenso tablero mostraba datos y puntos de antenas de emisión terrestres y satelitales, Tom mientras tanto se había metido por el ducto de ventilación y ahora gateaba en busca de la rejilla de su oficina, mientras la guardia de seguridad escudriñaba todo el piso en su busca.

Los oficiales y todo el personal bebieron un líquido ámbar directamente de unas ampolletas de vidrio que les habían suministrado. Todos miraban la cuenta regresiva en el temporizador del gran tablero digital, 9, 8, Tom ya había ganado la salida a su oficina y saliendo por una ventana se descolgó usando un grueso cable coaxial que antes había atado al pesado archivador, balanceándose logró penetrar a la oficina que estaba un piso abajo, 7, 6, corrió lo más que pudo hacia un elevador que acababa de abrirse y pulsó el botón hacia abajo. 5, 4, 3, 2, 1, Ya.

El extraño trasmisor comenzó a zumbar y a enviar su señal a través de la gran antena que coronaba el edificio, la potencia era tal que las luces parpadeaban y se oía un ruido sordo y sincopado: PUM, PUM, PUM…, el principio del fin había comenzado.
Los perros de toda la ciudad comenzaron a ladrar y a aullar asustados, las aves chocaban contra las fachadas y sus plumas llovían sobre los transeúntes de Wall Street. Los cinco demonios saltaban de gozo en el gran salón circular celebrando el comienzo de su diabólico plan.

Muchos aviones perdieron su rumbo, y en las torres de control había alarma por la rara interferencia, los radares mostraban señales erráticas; en los cielos de China se vieron increíbles luces en el cielo, como de auroras boreales que anunciaban un violento terremoto que luego sacudió la zona.

Tom corrió hacia la calle mientras hablaba por su móvil con su misterioso interlocutor, los cinco hombres se trasladaron entonces al salón de comunicaciones para estar al tanto del desarrollo de la hecatombe que estaban creando, su plan marchaba perfectamente, el único escollo que habían tenido en su desarrollo había sido un año antes, descubrieron entonces un intento de infiltración dirigido por un acaudalado y loco líder oriental que quería apoderarse del proyecto y había ofrecido muchos petrodólares a un ingeniero involucrado en el ensamble de la máquina, y que llevado más por su imaginación que por conocimiento, había abierto su boca en un burdel Libanés de Nueva Jersey, pobre hombre, sucede que una vez que el infeliz transitaba a pié por Times Square, sector comercial y del espectáculo de Nueva York, unos obreros dejaron caer una losa que estaban colocando en la fachada de un edificio en remodelación.

Imágenes de satélite empezaban a mostrar enfrentamientos religiosos en Calcuta, bombardeos en Palestina, carros bomba en Colombia y Madrid, de francotiradores en Río y Holanda, levantamientos populares en Ecuador, escándalos impensables en el Vaticano, el mundo había empezado a enloquecer.

Los cinco demonios chillaban y aplaudían de placer, viendo que las bolsas de valores caían en picada.

- ¿Que hora tienes Stuart? Preguntó Miller, Stuart miró su reloj, pero como el cuarto estaba en penumbras, se levantó y abrió la gruesa cortina para ver mejor descubriendo una gran ventana panorámica, en el mismo instante en que un gran avión penetraba por ella haciéndolos añicos.

Como el perverso plan era desconocido hasta por el mismo presidente de aquella nación, al igual que el misterioso piso 80 alfa, siempre la opinión pública fue informada sobre el atentado como un ataque al sistema político imperante. Nunca se sabrá la verdad del asunto.

De Tom Anderson no se ha vuelto a tener noticia, algunos aseguran haberlo visto en Irán, quién sabe.

No sé si será sugestión, pero cuando escribo esto, ocho años después de la tragedia en las torres, he comenzado a escuchar de nuevo en medio del silencio de la noche, un acompasado y casi imperceptible sonido: PUM, PUM, PUM…

D.Z.R.