lunes, 17 de junio de 2013

EL TELEGRAMA

DAVID SÁNCHEZ JULIAO 

Una excelente y corta pieza del fallecido escritor costeño.


Con la persistencia que sólo los colombianos tienen, un monteriano se enfrentaba aquella tarde a una entrevista más para intentar conseguir un empleo.
Llegando a la oficina que le indicaron, frente al entrevistador, esto fue lo que sucedió:

¿Cuál fue su último salario?
- Salario mínimo - responde El monteriano.

- Pues me alegra informarle que si usted es contratado por nosotros, su salario será de US$10.000 por mes.
- ¿Jura...?

- Por supuesto!. Y dígame, ¿qué carro tiene usted?
- La verdad es que yo tengo un carrito para vendé raspao' en la calle, y una carretilla pá transportar escombros...

- Entonces, sepa que si usted viene a trabajar con nosotros, inmediatamente, le daremos un BMW convertible último modelo, y un Audi A6 para uso de su esposa, ambos cero kilómetros.
- ¿Jura...?

- Sí señor!. ¿Usted viaja con frecuencia al exterior?
- Bueno compa,... lo más lejos que yo viajé, fue a Moñito, a visitar unos parientes.
- Pues si usted trabaja aquí, viajará por lo menos 10 veces por año, con agendas entre Paris, Londres, Roma, Mónaco, New York, Moscú... entre otros países.
- ¿Jura...?

- Es como le digo, señor.... y le digo más: el empleo es casi suyo!. No puedo confirmarle 100% ahora, porque tengo que cumplir un requisito de informarle antes a mi Gerente, pero está casi garantizado!.
Si hasta mañana viernes, a las 12:00 de la noche, usted no ha recibido un telegrama de nuestra empresa cancelando todo el proceso, significa que puede venir a trabajar el lunes a las 8:00 de la mañana...!
El monteriano salió radiante de la oficina!. Ahora era sólo esperar hasta la medianoche del viernes, y rezar para que no apareciera ningún maldito telegrama.

Al día siguiente todo era optimismo... no podía haber existido un viernes más feliz que aquel. El monteriano reunió a toda la familia y les contó las buenas nuevas. Después convocó al barrio entero, y les informó que estaba comenzando un asado gigante, con música en vivo y ron pá todo el mundo, al cual estaban todos invitados.

Cuando eran las 5:00 de la tarde, ya se habían mamado varias cajas de cerveza y ron y muchos kilos de carne asada al carbón.
Conforme avanzaba el día, más personas llegaban y la alegría desbordaba.
A las 9:00 de la noche el barrio estaba extasiado y la fiesta hervía!.

La papayera tocaba sin parar en tarimas improvisadas, el pueblo bailaba y comía, mientras el ron rodaba sin cesar. A las 10:00 de la noche la mujer del monteriano empezó a preocuparse, pues le parecía que aquello ya era demasiada exageración... pero todo continuaba.
La vecina buenota, la apetecida del barrio, ya comenzaba a bailar descaradamente y a apretarse contra el monteriano, haciéndole descarados coqueteos.

La banda seguía tocando, el volumen aumentaba, la cerveza corría por litros, el ron ni se diga, el pueblo bailaba desaforado, la carne humeaba en las parrillas y era consumida en cantidades....
A las 11:00 de la noche el monteriano ya era el rey del barrio!.

Las cuentas de gastos, para divertir y para llenar la barriga del pueblo, a esas alturas ya sumaban cifras gigantes... pero todo sería por cuenta del primer salario!. La mujer del monteriano seguía medio afligida, medio preocupada, medio celosa, medio resignada, medio alegre, medio boba y medio asustada.
Once horas y cincuenta minutos... y doblando la esquina, al final de la calle, aparece un motociclista vuelto loco, entrando en la calle de la fiesta a toda velocidad y tocando insistentemente el pito de la moto.

Era el cartero...!!!
La fiesta paró en 1 segundo...
la banda se silenció al unísono...
el primo del monteriano se atragantó con un trozo de yuca...
un borracho eructó...
un perro comenzó a aullar...

Dios mio... !!!.... ¿Y ahora quien va a pagar la cuenta de esta fiesta?
'Pobrecito el corroncho...!!', era la frase que la multitud murmuraba, y se repetían unos a otros.
Tiraron unos baldes de agua encima de las parrillas de la carne, y hasta los carbones humeantes parecían llorar. Desconectaron los refrigeradores que contenía los barriles de cerveza. Los músicos se bajaron de la tarima.
La mujer del monteriano se desmayó cuando la moto del correo paró frente a su casa, y preguntó:

- ¿Señor Lawandio Barguil De la hoz?
- Si, sí... si se... si señor... soy... soy yo...  El Telegrama La multitud no resistió más. Un 'Oooohhhh' apesadumbrado se escuchó en todos los alrededores. Algunos comenzaron a recoger sus cosas para retirarse a sus casas. Mujeres lloraban abrazadas.
Los hombres se daban palmaditas de consuelo en los hombros, los unos a los otros. El mejor amigo del monteriano estrellaba repetidamente su cabeza contra la pared. La vecina buenota se componía la falda y se arreglaba el cabello.

- Telegrama para usted...!
El monteriano no lo podía creer. Agarró el telegrama con sus manos temblorosas y con los ojos llenos de lágrimas. Irguió la cabeza y miró con valentía y tristeza a toda la multitud que aguardaba expectante. Un silencio total se apoderó del barrio...

Respiró profundo y comenzó a abrir el telegrama. Sus manos temblaban y una lagrima se deslizó, cayendo sobre el pavimento.

Miró de nuevo a todos los que hacía unos minutos lo idolatraban; todo era consternación general. Logró sacar el telegrama del sobre, lo abrió y comenzó a leer. El pueblo aguardaba en silencio y se preguntaba: '¿Y ahora quien va a pagar toda esta cuenta?'

El monteriano comenzó a leer el telegrama. A medida que lo hacía, su rostro cambiaba de expresión y fue quedando muy, muy serio.

Terminó su lectura y se quedó abstraído, mirando hacia la nada.
Levantó de nuevo el papel y volvió a leerlo. Al final dejó caer los brazos, levantó lentamente la cabeza, sacó pecho y miró al pueblo que lo esperaba.

Entonces... una sonrisa comenzó a dibujarse lentamente en el rostro del monteriano!. En ese momento comenzó a saltar, a aullar de felicidad, brincando como un niño, abrazándose con los que estaban a su lado
en la mayor demostración de felicidad ya vista, mientras gritaba eufórico:
- Menos mal Hijueputa.......Se murió mi mamá.................. .!!!!! HIJUEPUTA ............ Se murioooooó! NOJODA!!!!

Todo el pueblo brincó de alegría y continuaron festejando el nuevo empleo de Lawandio Barguil De la Hoz.

David Sánchez Juliao. Q.E.P.D.


LOS RETAZOS DE SANCHEZ JULIAO

Quince días antes de su muerte el escritor le había entregado a Alfonso Carvajal, director editorial de Ediciones B Colombia, el que sería su último libro: "De viaje por el mundo con David Sánchez Juliao".
El asunto se concretó para que fuera publicado y lanzado durante la Feria del libro de Bogotá, un par de whiskys sirvieron para protocolizar el acuerdo.

Por esos días descubrí que Sánchez Juliao tenía un perfil en Facebook y no dudé solicitarle que me agregara a sus amigos, solicitud que fue inmediatamente aceptada. Pensaba por ese medio hacerle muchas preguntas sobre sus obras, en especial sobre el fantástico cuento "¿Por que me llevas al hospital en canoa papá?, del que aún conservo su casete. Con lo que no contaba era que el maestro se uniría en esos días a ese viaje mágico en canoa hacia sus mundos soñados.

Los relatos del maestro son retazos de sus recuerdos, a veces sacados de sus propias vivencias y otras de esas historias de las gentes del caribe que igual surtieron a muchas obras de García Márquez.

El telegrama es seguramente un relato originado gracias a la rica tradición oral del pueblo costeño mientras que otros muchos sin duda surgieron de sus propias experiencias, como este que pego a continuación.

Retazos de Europa

Accidente en Viena.

Alguien me contó la historia en Viena. No preciso quién, pero recuerdo el lugar. Fue un sótano oscuro y frío en el que un conjunto de músicos y bailarines del Caribe inmigrantes todos tocaban y danzaban por las noches para un público diverso: expatriados latinoamericanos y obreros austríacos que llegaban atraídos más por lo barato del lugar que por la comida y la música del Tercer mundo.

Hoy entiendo a propósito de qué me fue contada la historia. Hablábamos con varios músicos en la mesa sobre dos tipos de soledades: la de los latinoamericanos en una comunidad racista y la del europeo en una sociedad eficiente pero desprovista de todo sabor humano. Entonces recuerdo hablamos de Lucho, quien jamás había vuelto al lugar, pues ya era un rico heredero y se había casado con una rubia manicurista de Salzburgo.

Esta es la historia de Lucho. Se había venido de Colombia a trabajar como aseador en un edificio de oficinas. Un día, al atravesar el Anillo Vial, vio que un automóvil había atropellado a una anciana y emprendido la fuga. Alguien reportó el accidente y luego le dijeron que una ambulancia iba en camino. Lucho, con ingenua naturalidad, hizo lo que habría hecho en su pueblo de Risaralda en Colombia.

Ayudó a incorporarse a la anciana la que se hallaba apenas maltratada, sin fractura aparente y le regaló unas palabras de alivio: “Tranquila, abuelita. Yo la llevaré a su casa”. Así lo hizo. La anciana vivía sola en un departamento dos cuadras adelante. No tenía parientes vivos; ni hijos, pues jamás se había casado. De modo que pidió a Lucho que continuara visitándola hasta cuando lograra restablecerse.

Lucho no sólo empezó a visitarla a diario sino que se acostumbró a comprar para ella con dinero de la anciana flores para la alcoba y alimento para la cocina. Le hizo muchas veces de comer, y en varias ocasiones la sacó a dar un paseo por el parque. Un año después la anciana murió, y fue Lucho la única persona que tiró dos rosas y una palada de tierra sobre el ataúd en aquel sepelio al cual asistieron solamente el cura y él.

Al día siguiente recibió la llamada del abogado por aquello del testamento: todo quedaba a su nombre, con la claridad de que ningún centavo debería ir al Estado que jamás mandó a tiempo la ambulancia.

David Sánchez Juliao.


LA REBELIÓN DE LAS IGUANAS