jueves, 18 de diciembre de 2014

EL VERDADERO PAPÁ NOÉL



En mis recuerdos de infancia siempre recuerdo que era el niño Dios el que nos traía los regalos en la noche de navidad. Y así siguió siendo por muchos años.

Pero como las cosas cambian, un nuevo personaje irrumpió poco a poco en nuestro país para compartir el trabajo de distribuir los regalos a los niños en ese hermoso día.

Era un simpático señor gordo, vestido de rojo y con mejillas coloradas, cabello largo y barbas canas. Para tal tarea usaba un trineo tirado por nueve renos:

“Donner (Trueno), Blitzen (Relámpago), Vixen (Bromista, Juguetona, Traviesa, Lista o bruja), Cupid (Cupido, Zalamera o Linda), Comet (Cometa, Veloz), Dasher (Alegre, Brioso, Enérgico, o Vondín), Dancer (Bailarína, o Danzarína), y Prancer (Acróbata, Saltador o Pompón); y liderados por un reno con la nariz roja llamado Rudolph (Rodolfo); siendo este el último reno en agregarse a la historia a raíz de la publicación de Robert L. May 's, Christmas story en 1939.

Con el pasar de los años el viejo Noél se ha integrado a nuestra cultura, pero más a nivel publicitario. Es que en Colombia seguimos prefiriendo al niño Dios como repartidor de los traídos de navidad.

Pero quién es papá Noél. ¿Realmente existió?

Pues sí, y no era ni remotamente anglosajón. En realidad fue un hombre que nació en la que hoy es Turquía hace 1734 años.*
*(contados hasta el año 2014)

San Nicola di Vari.

Este es su verdadero nombre, curiosamente así se llamó un famoso cantante Italiano. Igualmente papá Noél en sus comienzos era llamado por su nombre de pila “SAN NICOLÁS”. Es una historia curiosa, igual que su evolución hasta llegar a ser el personaje que ahora conocemos.

Aquí la historia
(Referencia)

Se estima que Nicolás de Bari nació cerca del año 280 en Patara, una ciudad del distrito de Licia, en la actual Turquía.

Era hijo de una familia acomodada y creció bajo los tirantes deseos de sus padres. Su padre deseaba que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático, mientras su madre pretendía que fuera sacerdote como su tío, el obispo de Mira (Turquía).
A los 19 años fue ordenado sacerdote por su tio. Más tarde, al morir su tío fue elegido para remplazarlo.

De él, se cuentan cientos de historias, especialmente narrando sus milagros y sus bondades para con la gente pobre. Tal fue la admiración que sintieron por él que se convirtió en santo patrón de Grecia, Turquía, Rusia y la Lorena (Francia).

La leyenda de Nicolás de Bari

Su relación con los niños nace en una de las historias que indica que alguien acuchilló a varios niños, entonces el santo rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Pero además, Nicolás tenía especial inclinación por los niños.

También fue nombrado Patrono de los marineros, porque, cuenta otra historia, que estando algunos de ellos en medio de una terrible tempestad en alta mar y viéndose perdidos comenzaron a rezar y a pedir a Dios con oraciones tales como: ¡Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos! En ese momento la figura de San Nicolás se hizo presente y calmó las aguas.

En oriente se le conoce como San Nicolás de Mira o Myra, pero en occidente como San Nicolás de Bari, ya que, cuando los musulmanes invadieron el territorio antes griego y que hoy es Turquía, los cristianos lograron sacar en secreto sus reliquias (1087) y las llevaron a la ciudad de Bari en Italia. En esta ciudad se obtuvieron tantos milagros al rezarle al santo que rápidamente su popularidad se extendió por toda Europa. Hay cientos de templos en todo el mundo dedicados a su figura. Ya en el año 550, en Roma se erigió uno en su honor.
Papá Noel y la Navidad

En los países europeos este personaje recibe el nombre de Papá Navidad, traducido a su lengua (Father Christmas, Père Noël, Babbo Natale), excepto en España y otros países de habla hispana, en los cuales se ha castellanizado la palabra francesa Noël como Noel: Papa Noel.

Pero ¿cómo se relaciona con los regalos de Navidad? En la antigüedad, en Roma, se realizaban fiestas – a mediados de diciembre- en honor a Saturno (Cronos para los griegos), al final de las cuales los niños recibían obsequios de todos los mayores.

En otra época posterior, cuando el mito de San Nicolás aún no se había corporizado, igualmente existían otras tradiciones, como la de los niños italianos que recibían regalos de un “hada” llamada Befana. En Cataluña y algunas zonas de Aragón es un tronco “mágico”, llamado Tió o Tió de Nadal o a veces Cagatió, aunque esta última es más bien la forma de denominarlo de los que no son naturales de la región, al no conocer bien la tradición y la cultura catalana y tener como referencia la canción con la que se hace “defecar” (expulsar) al Tió (Caga Tió, Tió de Nadal, no caguis arengades, que son salades, caga torrons, que son més bons!!!),esta canción, y otras, se entonan mientras se golpea al Tió con una vara para hacerlo “defecar”, no antes de haberlo estado alimentando durante los días previos con diferentes alimentos, como: pelas de fruta, galletas, turrones, restos de la comida, etc.

Entonces, el día 25 por la tarde, después de la comida tradicional de navidad, es cuando se le hace “defecar” de la forma anteriormente expuesta. Al golpearlo expulsa los regalos y dulces. Mientras que los pueblos de algunos valles vascos y navarros, los regalos los traía el carbonero Olentzero y en valles de Bizkaya y alrededores tambiéniratxoak (duendecillos) con gorros verdes de armiño. En ciertas zonas del centro de Galicia se oye la leyenda delApalpador, que llegaba el día de Navidad a palpar las barrigas de los niños, dejando castañas a los niños más delgados (para que engordaran) y carbón a los mejor alimentados (para que calentaran la casa). Con el tiempo y con los prodigios conocidos de San Nicolás, éste fue remplazando a algunos de estos personajes paganos.

La transformación: De “San Nicolás” a Santa Claus y Papá Noel

El viejo Papá Noel
 ilustración 1855
Se cree que esto sucedió alrededor del año 1624. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva Ámsterdam, más tarde llamada Nueva York, obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono (cuya festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).

En 1809 el escritor Washington Irving, escribió una sátira, Historia de Nueva York, en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda pronunciación angloparlante Santa Claus. Más tarde el poeta Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En ese poema se hace mención de una versión de Santa Claus, enano y delgado, como un duende; pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se transporta en un trineo tirado por nueve renos, incluyendo a Rodolfo.

Posteriormente, hacia 1863, adquirió la actual fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper’s Weekly. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su creador se basó en las vestimentas de los obispos de viejas épocas para crear este «San Nicolás», que en ese momento ya nada tenía que ver con San Nicolás de Mira.

A mediados del siglo XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia, donde se fundió conBonhomme Noël, el origen de nuestro Papá Noel, quien tenía parecido físico con Santa Claus, pero vestía de blanco con vivos dorados. Igualmente a fines del siglo XIX, a partir de un anuncio estadounidense de la Lomen Company, se crearía la tradición de que Papá Noel procedería del Polo Norte; y se popularizarían completamente los renos navideños como medio de trasporte de Santa Claus.

Luego, a comienzos del siglo XX en 1902, el libro infantil The Life and Adventures of Santa Claus de L. Frank Baum, se origina la historia de cómo Claus se ganó la inmortalidad, al igual que su título de santo.


Igualmente, ya en el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más humano y creíble. Esta versión data de 1931. En este punto, sin embargo hay que aclarar que es solo una leyenda urbana la creencia de que el color rojo y blanco de Santa Claus tenga su origen en los anuncios que la marca Coca-Cola empezó a hacer a partir de 1931, aunque sí es cierto que contribuyeron a la popularización de estos colores y del mito mismo.

Hay muchas ilustraciones y descripciones casi fidedignas anteriores al anuncio como la de Thomas Nast (1869) o St. Nicholas Magazine (1926), entre otras; eso sin considerar además las antiguas representaciones religiosas del obispo San Nicolás de Mira ó San Nicolás de Bari, en las que es común el color rojo y blanco de la vestimenta religiosa, si bien es cierto que desde mediados de 1800 hasta principios de 1900 no hubo una asignación concreta al color de Santa Claus, siendo el verde uno de los más usados. Por lo tanto, se considera que la campaña masiva de Coca-Cola fue una de las principales razones por las cuales Santa Claus terminó vestido de color rojo y blanco, pero estos publicistas no fueron los primeros en representarlo con estos colores.

lunes, 15 de diciembre de 2014

LOS PERROS TAMBIÉN VAN AL CIELO

El papa Francisco al ver a un niño llorando por su mascota se acercó a consolarlo. Luego en su discurso en la plaza de San Pedro mencionó el asunto:

"Un día vamos a ver a nuestros animales de nuevo en la eternidad de Cristo. El Paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios".

Para los que amamos los animales fueron palabras llenas de esperanza, para otros, incluyendo académicos del Vaticano esta declaración causó extrañeza y la tomaron solo como una metáfora consoladora. Lo cierto es que el Apóstol Pablo en una situación idéntica ya lo había dicho como lo menciona nuestro amigo Alberto López al final de su escrito.

Alberto López

LARA



Hacía cinco meses, que por circunstancias de mi trabajo no la veía. Yo me encontraba a muchos kilómetros en otra ciudad. Nunca habíamos estado tanto tiempo separados, bueno, solo cuando estuve en la cárcel, pero entonces ella era todavía muy pequeña y aunque se la veía nerviosa, porque en el estado de la gente que estaba en casa, su aguda sensibilidad percibía que tras mi ausencia se escondía un drama familiar, con esas edades pronto se olvida.

Pero cuando volví de aquel largo viaje, fue diferente, porque su alegría al verme no se mostró con los signos habituales a través de los que ella y los de su raza muestran su alegría. Cuando nos vimos uno frente al otro, nos miramos a los ojos como nunca antes lo habíamos hecho (ella es muy tímida y se ruboriza fácilmente) y sabiendo ambos que, uno para el otro éramos como dos mudos separados por una muralla infranqueable, pude apreciar su denodado esfuerzo para romper la barrera de su mudez a fin de conseguir hablarme en mi propio lenguaje. Pude apreciar como luchaba contra su propia faringe para intentar articular palabras como las mías. Una y otra vez emitía sonidos guturales con los que mostraba su alegría al verme de nuevo y con los que me quería decir todo el amor que sentía por mí.

Nos abrazamos cara contra cara, cuerpo contra cuerpo. Ella restregaba su lomo una y otra vez contra mí, empujándome cariñosamente, en un gesto que era muy de ella. Corrimos, saltamos y retozamos por el césped del jardín, mostrando así nuestra alegría por encontrarnos juntos de nuevo. Yo le besaba el hocico y ella que me inundaba el rostro con su lengua. En nuestros paseos, siempre tuve con ella largas conversaciones, porque era una escuchante atenta y educada. Yo le hablaba y le decía lo guapa que era mi mudita y todo lo que la quería. Ella intentaba corresponderme, pero su mudez era infranqueable. Consciente de ello se desesperaba sabiendo que el lenguaje de su cuerpo no era suficiente para hacerme sentir todo el cariño y el amor que sentía por mí.

Una y otra vez me ofrecía su mano, pero el lenguaje de las manos tampoco estaba a su alcance. Sus dedos eran demasiado cortos y apretados, y ello aumentaba su angustia. Sabia que en mi mundo estaba condenada al silencio de por vida.

Cuando me tuve que ir de nuevo por otro largo periodo, sus grandes y profundos ojos, sabiendo que estaba ante una nueva separación, me miraron con todo el peso de su silencio, cargando mi alma con el abismo que Babel abrió entre nosotros.

Tras once años de convivencia, por causa de una enfermedad incurable, tuve que sacrificarla para no alargar su sufrimiento. Han pasado dos años y sigo echándola de menos. La imagen de Lara sigue nítida en mi memoria y su recuerdo me sigue acompañando como si aún estuviera a mi lado.

Una de las acciones de las que más me arrepiento en mi vida, es haberla golpeado con el pretendido fin de domesticarla, cuando sé que en el fondo no era sino el objeto inocente de mis frustraciones.
Debo reconocer que, aquellos golpes a un animal indefenso, me envilecían.

Lara fue una hembra que nunca me traicionó, que siempre esperó mi regreso y que me perdonó con una largueza y desprendimiento como nadie lo ha hecho nunca. Llamar a esto instinto, como hacen algunos sabios etólogos de laboratorio, me parece simplemente ridículo.

En nuestra civilización urbana actual, hemos perdido la relación mágica que desde la prehistoria teníamos con los animales y ésta pérdida irreparable, ha conllevado en cierta medida, una pérdida de nuestra propia identidad y humanidad.

Me viene a la memoria, la escena del apóstol Pablo, quien en cierta ocasión ante un niño envuelto en lágrimas por la muerte de su perro le dijo: "Un día volveremos a ver a nuestros animales en la eternidad de Cristo".

Yo sé que Lara, desde su Paraíso, sigue mirándome con la esperanza de un futuro reencuentro. Yo sé que ella no me olvida.
Artículo relacionado (Mi perro y yo)

domingo, 14 de diciembre de 2014

TODO SE OLVIDA

Alberto López



Lo primero que se olvida de un muerto es la voz.
Después, como el paisaje en la niebla
la imagen se difumina
y dejamos de recordar el rostro.

Para fijarlo recurrimos al retrato
pero la imagen congelada
sólo es un recuerdo instantáneo de otro recuerdo
recreado por la imaginación y el ensueño.

La luz del pasado se apaga poco a poco
se consume…como la vida.

Nos esforzamos en recordar
pero la imagen se resiste
solo conseguimos recuperar algunos trazos
algunas iluminaciones.

A veces queda un sonido en el aire
una frase pronunciada por alguien desconocido
un gesto de un niño jugando en la arena
un color del cielo al atardecer
un olor que pasa como un relámpago en la noche.

Ni siquiera recuerdos
sino destellos de recuerdos

Y es que la memoria se cansa… y engaña… y olvida.
Un niño pregunta mirando una vieja foto :
… Madre… ¿quién es este señor?
… Tu bisabuelo…que murió hace muchos años.

Vivimos en los demás
mientras nuestro recuerdo permanece.

Cuando tras dos o tres generaciones
dejan de recordarnos
solo somos olvido.

Para amarrar el recuerdo
unos se esfuerzan en dejar
tumbas, monumentos y cenotafios.
Otros poemas, pinturas, músicas y edificios.

Pero el tiempo todo lo barre
y la tierra, incansable en su retorno
vuelve a cubrir los recuerdos
con su manto de silencio.

Al final, en el cosmos
solo somos una mota de polvo
una chispa de luz
perdida en la inmensidad del espacio y del tiempo.

Al final, en el cosmos
no somos nada.
Ni siquiera recuerdo.
Al final, todo se olvida.

LAS INOLVIDABLES VISITAS DE NAVIDAD


Cuando llegaba la época de navidad siempre visitábamos a los abuelos. Entonces su casa se llenaba de repente con hijos venidos de todos los puntos cardinales, acompañados de sus esposos, esposas e hijos. Una cantidad nada despreciable de personas, pues en aquellos tiempos, familia paisa que se respetara, no tenía menos de diez hijos.

Era el retorno a nuestras raíces que año tras año hallábamos en esa hermosa casa de campo. Allí descubríamos en las noches que el cielo estaba inundado de estrellas, tantas que hasta nos asustaba, en la ciudad no veíamos ni la cuarta parte de las que veíamos desde la casa de los abuelos.

El cielo se fundía con la tierra, cuando miles de luciérnagas encendían sus titilantes lucecitas en la oscuridad de la noche y teníamos la sensación de flotar en el espacio, hasta el punto de confundirnos y perder la noción de donde era arriba y abajo.

Nuestra fascinación se veía interrumpida por los gritos que desde la casa nos llamaban a comer. Entonces con mis hermanos y primos corríamos para encontrar en la mesa un suculento y humeante plato de frisoles con coles y otro de arroz, chicharrón, tajadas, aguacate y arepa. La sobremesa era un vaso de leche, pero de la original, de la de la propia vaca que tenía el abuelo y acompañada de un pedazo de dulce macho, (Panela).

Al amanecer nos amarrábamos una canasta de la correa y nos uníamos a los recogedores de café y a las chapoleras, que con mucha paciencia nos enseñaban a distinguir los granos de café que debíamos recolectar.

Para todos era una aventura corretear a las gallinas y buscar los huevos que ponían en sus nidos escondidos entre la maleza.

Montaña arriba había un nacimiento de agua que mi tío había canalizado a través de unas largas canoas de guadua que la conducían hasta una poceta grande de almacenamiento cerca de la casa.

Energía eléctrica no había, pero disfrutábamos en la noche de la luz de una vieja lámpara Cóleman, ideal para ambientar las historias de brujas y espantos que se acostumbraban antes de irse a dormir.

Eran navidades llenas de amor y unión familiar, nunca imaginamos estar en ningún otro sitio.

En casa de los abuelos pasamos muchas navidades felices, hasta que ellos se fueron hacia ese cielo estrellado que tanto contemplamos, tal vez a mirarnos desde allí con sus dulces ojos de ángeles.


LA NAVIDAD DEL CHAVO

Un cuento para todos los que llevamos un niño en el corazón


Ilustraciónde El Chavo.com

En la vecindad no faltan a veces los conflictos, pero cuando llega la navidad todos comprenden que son como una familia y organizan la fiesta muy unidos.

Arman un árbol con guirnaldas y adornos y cantan villancicos. El Señor Barriga (Zenón Barrica y Pesado) lleva regalos para todos y los entrega mientras hacen las posadas.


Una vez le dio al Chavo un bonito juguete que lo hizo muy feliz. Pero el Chavo salió de la sala y luego regresó sin su regalo. Cuando le preguntaron que había hecho con su aguinaldo este les contó que lo había dejado en el pesebre de un niño muy pobre, todos se conmovieron con la nobleza del Chavo y lo abrazaron con lágrimas en sus ojos mientras Cantaban:


LAS POSADAS
(Villancico tradicional de México)

En nombre del cielo
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa amada.
Aquí no es mesón
sigan adelante,
yo no puedo abrir
no sea algún tunante.

No seas inhumano,
tennos caridad,
que el Dios de los cielos
te lo premiara.

Ya se pueden ir
y no molestar
Porque si me enfado
los voy a apalear.

Mi esposa es María
es Reina del Cielo
y madre va a ser
del Divino Verbo

¿Eres tu Jose?
Tu esposa es María?
Entren, peregrinos

No los conocía.

Lo equivalente a la novena de aguinaldos que hacemos en Colombia, en México son las posadas. Los vecinos salen por la calle y cada noche tocan la puerta de un vecino para pedir posada para la sagrada familia, como lo hicieron en Belén José y María. Cuando les abren la puerta todos cantan su tradicional villancico: