martes, 8 de septiembre de 2015

UN CANAL INTEROCEÁNICO POR UN CENTAVO


Fuente: Revista Mecánica Popular - Volumen 37 - Marzo 1984 - Número 3

Muchas de las facilidades de las cuales hoy disfrutamos han estado ahí a nuestro servicio desde el primer instante en que abrimos los ojos, por lo que nos parece muy natural su existencia, no reparamos en su importancia y quizás nunca nos hayamos detenido a pensar qué tan grande fue la tarea realizada para convertir muchos sueños en algo material, en realidad.

El Canal de Panamá es una de esas grandes empresas; un sueño convertido en realidad gracias al esfuerzo del hombre. Y no pocas fueron las vicisitudes pasadas durante años por el ingeniero Ferdinand de Lesseps, famoso constructor del Canal de Suez, al tratar de construir el Canal de Panamá. Esas vicisitudes le llevaron a la ruina, a la quiebra de su Compañía Interoceánica del Canal y a la clausura de todas las obras.

Pero para uno de sus colaboradores, el joven ingeniero Phillippe Bunau-Varilla, la construcción del Canal de Panamá más que un trabajo era una obsesión y recurre al gobierno de los Estados Unidos; aunque ya sabía que los norteamericanos proyectaban la construcción de un canal en Nicaragua. Al comprender que eran muchos los que se oponían a la compra por parte de los Estados Unidos del proyectado Canal de Panamá, Bunau-Varilla viaja a los Estados Unidos a platicar con el presidente MacKinley y ganar adeptos en la Cámara y el Congreso.

El 9 de enero de 1902, la Cámara de Representantes votó casi por unanimidad a favor de la construcción del canal a través de Nicaragua. Pocos días más tarde, el diario "New York Herald" declaró que el sentimiento nacional de los Estados Unidos estaba unánimemente a favor de Nicaragua. El 6 de junio se efectuaría la votación en el Senado, pero el 6 de mayo ocurrió una catástrofe natural, que el astuto francés supo utilizar a su favor. Ese día, el Monte Pelado hizo erupción en la isla Martinica y destruyó la ciudad de San Pedro, noticia que inmediatamente apareció en los periódicos norteamericanos. Nicaragua forma parte de la plataforma volcánica de las Antillas Menores, y Bunau-Varilla utilizó este argumento en contra de la construcción del canal por Nicaragua.

La alarma suscitada por esta noticia no duró mucho. El presidente de Nicaragua telegrafió a Washington diciendo: "Noticias sobre recientes erupciones de volcanes en Nicaragua enteramente falsas". Y el senador John T. Morgan afirmó categóricamente a sus colegas: "No existe ningún volcán activo en Nicaragua".

Una vez más parecían perdidas las esperanzas para Bunau-Varilla, pero tuvo una última y desesperada idea. Recordó que había visto en una carta un sello de Nicaragua en el que se veía un volcán: un hermoso volcán vomitando fuego en una magnífica erupción.

Poco antes de que el Senado discutiera la cuestión del canal, Bunau-Varilla envió a cada senador una hojita de papel con un ejemplar de aquel sello. Encima del sello estaba escrito lo siguiente: "Sello de Correo de la República de Nicaragua". Y debajo se leía el siguiente mensaje: "Una confesión oficial de que en Nicaragua existe actividad volcánica".

Por estrecho margen el Senado aprobó la construcción del Canal de Panamá, y una semana más tarde la Cámara echó abajo su acuerdo previo y aprobó el proyecto del Canal de Panamá.



En los 20 años que siguieron, Estados Unidos gastó más de quinientos millones de dólares para terminar el Canal de Panamá. Y todo lo había logrado el joven ingeniero Bunau-Varilla con un sello de un centavo, que muestra el volcán Momotombo vomitando fuego en una magnífica erupción.

En la actualidad, el Canal de Panamá es una ruta obligada para la economía mundial; pero esta importante vía de comunicación entre los dos grandes océanos pudo haberse construido en Nicaragua.



Inicios de la construcción del Canal de Panamá


Junta de Diputados, conformada después de la separación de Colombia que desencadenó la proclamación de la República de Panamá

domingo, 6 de septiembre de 2015

SOLO

Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso, ¡qué soledad errante hasta tu compañía!
Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.



Fui el primero en llegar a tu casa. Quería felicitarte, hacerte saber que recordaba tu cumpleaños y que aún vivías en mis recuerdos. Que te deseaba las mejores cosas en tu vida. Quería agradecerte los buenos y los malos momentos que vivimos.

Te llevé un regalo, que si no costoso si era significativo. Lo empaqué yo mismo y en verdad no lo hice muy bien, pero pensaba que eso era lo de menos. Tantos años sin verte, sin oír tu voz. No podía evitar sentir una gran ansiedad. 

Aún no había llegado nadie, la noche era joven. Vi la luz de tu ventana encendida y me decidí a tocar el timbre. Mientras bajabas a abrir la puerta traté de enderezar el arrugado moño del regalo. 

Cuando te vi mi corazón amenazaba taquicardia, pero tu rostro al verme ahí parado fue como de piedra. Solo entreabriste la puerta, levantaste una ceja y me dijiste: Hola.

Recibiste mi presente sin ninguna emoción y después de explicarme que no harías ninguna celebración cerraste la puerta, sin ni siquiera dar las gracias. Comenzaba a lloviznar y la calle se convirtió en un espejo que reflejaba las pálidas luces del alumbrado público. 

Baje las escalas del pórtico y me senté en el primer escalón, justo cuando llegaba un alborotado grupo de personas que reían y hablaban a todo pulmón. La puerta se abrió para ellos en medio de abrazos efusivos. Y así llegaron más en medio de gran jolgorio.

Yo estaba allí, solo, invisible; escuchando la música y el tintineo de las copas de vino. Siluetas chinescas en las ventanas, risas y alegría en el aire. 

Y yo allí, solo, invisible, cubierto el rostro por las gotas de la lluvia que bajaban como hilos plateados por mi rostro confundidas con mis lágrimas.