miércoles, 28 de diciembre de 2016

ADICTOS AL CELULAR.

Esto ya está pasándonos, no solo son cuentos chinos.


En los días de Nochebuena y navidad no pude dejar de sorprenderme cuando vi que en la reunión familiar casi todos miraban sus teléfonos celulares y digitaban textos en el chat. La sala estuvo  llena esas noches, pero nadie entablaba conversación alguna, solo se veían dedos pulgares oprimiendo los teclados virtuales de los móviles.

En la Nochebuena se acostumbra repartir natilla y buñuelos entre los visitantes, pero para la próxima navidad habrá que tener tarjeticas navideñas que incluyan la contraseña de nuestro WI-FI; es que es lo primero que nos piden cuando le abrimos la puerta a los invitados.

Ya con la contraseña activada se sientan y van entrando en trance. No se miran, no se hablan, ¿o sí?, a lo mejor hay varios que entablan animadas charlas por el chat, a pesar de estar en el mismo lugar. 

Si la evolución funciona seguramente los seres humanos perderemos las cuerdas bucales dentro de algunos cientos de años.

Se me ocurre también una gran idea para la próxima navidad, que tal rezar la novena de aguinaldos vía web, con las cancioncitas de ven a nuestras almas y el villancico tutaina integrados en la aplicación, sería un éxito seguro de ventas en la tienda Play Store.

La verdad lo digo solo en broma, porque la cosa ya me preocupa. Los 25 de diciembre en la mañana las calles del barrio bullían de niños que estrenaban y presumían los traídos del niño dios en medio de gran jolgorio; este año las calles estaban desiertas pues los regalos fueron artículos de tecnología, como tabletas, televisores led, celulares, juegos en pantalla, audífonos bluetooth y otros cachivaches por ese estilo.

Estamos aislándonos aceleradamente, por lo pronto tengo el chat de Facebook desactivado y nunca he querido instalar el whatsapp. Prefiero hablarle a la gente mientras les miro los ojos y caminar por los senderos escuchando el trino de los pájaros en el día y el canto del los grillos en las noches campestres.

No digo que la tecnología sea mala, solo que la estamos usando mal.


Ahora hay una nueva fobia asociada al teléfono celular, y no es la celulitis.

NOMOFOBIA
(Por Miguel Reyes en SEMANA)

El avance de las nuevas tecnologías trajo una nueva enfermedad: el miedo irracional a estar sin su teléfono móvil
Si usted es de los que no sale a ningún lugar sin su celular, si duerme con él al lado y lo primero que hace al despertar es revisarlo, si lo mira inconsciente y automáticamente, si siente ansiedad o estrés cuando no puede contestar y no sabe quién lo llama, si lo revisa al hacer ejercicio o va al baño y a cualquier otra parte de su casa con él, es probable que padezca o esté cerca de padecer nomofobia, el miedo irracional a estar sin su teléfono celular.

lunes, 26 de diciembre de 2016

EL SANCOCHO DE NOCHEBUENA


Aunque no asistí  a ninguno si pude “patiarme” varios sancochos navideños, esos que hacen en las calles organizados por familias y vecinos.

Casi todos son iguales, arman un fogón de leña al lado de la acera, le prenden candela y acomodan una olla grande, generalmente con el tizne del año anterior.

Ya llena de agua la olla le agregan la sal, plátanos, papas, yucas y el triguizar. Añaden luego el calambombo y los trozos del cerdo previamente sacrificado en un sitio cerrado, pues hay una norma que prohíbe hacerlo en lugares públicos, en este caso, la calle.

La música arranca desde temprano acompañada de licores, cuya calidad y precio varía según el poder económico de la reunión. Así que habrá algunas marranadas acompañadas de whisky, y otras más humildes donde se sirve Chirrinchi y Chamberlain.

Aunque estamos ya entraditos en el siglo veintiuno la música sigue siendo esa de los mediados del siglo pasado, con temas de Buitrago por ejemplo. Los temas de los años 70s y 80s tampoco faltan y es así que a todo volumen se escucha a Los graduados, Los Black Stars, Los Claves y Los Éxitos. Gustavo Quintero (Q.E.P.D.) sigue siendo el rey de las parrandas. Tampoco podemos olvidar la vigencia los 14 Cañonazos bailables, de La Billos Caracas Boys, de Alfredo Gutiérrez, Rodolfo Aicardi, Pastor López, Nelson Henríquez, Los Corraleros de Majagual, Los Melódicos y Edmundo Arias.

Este año la pólvora se escuchó mucho menos que el año pasado, no sé si será por la restricción legal de su uso o por un verdadero cambio cultural; me inclino por la segunda opción.

El sancocho comienza a hervir y varios voluntarios, sudorosos y sin camisa se turnan para revolver ese caldo que comienza a espesarse, ya huele a sancocho.

Cuando la noche abraza al barrio comienza el baile, y los efectos etílicos comienzan a hacer  su efecto. Los muchachos bailan con sus tías solteronas  y los yernos con las suegras. De de la casa sacan las primeras bandejas con chicharrones y arepas y eventualmente algún vecino aparece con una caja de cervezas.

Se observa cierta ilusión de prosperidad en los barrios marginales, que importa que mañana no tengan desayuno y el mercado amanezca más costoso, todos están felices.