Al mirarte contemplo el universo, el todo. Tus ojos negros fulgurantes como estrellas furtivas me miran de frente, como solo lo hacen los seres honestos y sinceros y escrutan el entorno con la curiosidad natural de sus años dorados.
Llegaste para regalarme tu ternura de primera, en estos años míos de tercera. Con solo verte, con oír tu voz, mi cuerpo vibra igual que la primera vez que mis nacientes hormonas hicieron su ancestral trabajo.
Eres el fresco guarapo con limón que sacia mi sed en los tórridos días y el rico chocolate caliente de mis noches frías.
Ahora en la penumbra y frente a la chimenea de la cabaña, te miro mientras atizas los leños que al renovar su fuego iluminan tu rostro con juguetones visos de luces amarillas, rojas y naranjas. Gracias por acompañarme en este tramo de mi vida y permitirme saborear el delicioso vino tinto de tu vida.
D.Z.R.
2 comentarios:
Por ahi si me atrevi a imaginar por esa de la relacion de hechos que pasaron en esos dias, con la aparición de un querido personaje de vieja data, a quien le pertencen estas sentidas lineas. Ojala ella lo lea algun dia, saludos.
Jajaja, hola Daniel, nada de eso, en verdad el escrito solo pertenece al mundo de la imaginación. Hacía días que no escribía nada y me senté a escribir algo para retomar el ritmo, solo eso. Hasta pronto.
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