Carito y la hermana Valvanera |
Al llegar se sorprendió con la belleza del templo y con la escultura de la Madre Laura erigida en la plazoleta y que según la placa es obra del escultor Alonso Ríos Vanegas y fechada el 26 de mayo de 1995. En esa escultura se ve a Laura en su época de juventud caminando con paso decidido hacia los lugares de sus misiones.
En la fachada estaban los pendones que celebraban la reciente canonización de Santa Laura.
En ese preciso momento estaba llegando al templo una silleta enorme que representaba el rostro de Santa Laura elaborado con flores y enmarcado con largas espigas. El texto que llevaba decía:“Santa Laura Montoya, el mundo celebra tu santidad”.
La hermana Valvanera Correa nos recibió con mucha amabilidad y nos condujo hacia la cripta donde reposan los restos de la Santa. En ese lugar hay un altar, bajo el cual reposa su sarcófago. También en un nicho hay otra bella escultura de la madre Laura apoyando su mano en el hombro de un niño indígena.
El templo es muy hermoso a pesar de su sobriedad. Carito posó con la hermana Valvanera prometiéndole que luego le llevaría una copia de la foto.
Informada la hermana sobre el parentesco que tenía el padrino de Carito con Laura Montoya, esta ofreció acceso a la sala donde guardan valiosos documentos y en la cual reposan los manuscritos genealógicos de la Madre. Lamentablemente Carito tenía que ir al colegio por lo que se concertó una futura visita.
Había que apurarse para visitar la habitación de la Santa y luego la tienda para buscar algunos recuerdos.
EL CUARTO DE LA MADRE LAURA.
En el rinconcito de un amplio cuarto, protegida por un cristal hay una pequeña cama metálica de esas que los abuelos llamaban “catres”. Atrás de la cabecera una gran cruz de madera rústica y a la derecha un pequeño secreter en el que reposa un Cristo pequeño. De la pared pende un rectángulo de madera con esta leyenda:
“Destrúyeme Señor
y sobre mis ruinas,
levanta un gran monumento.
Para tu gloria”
(Madre Laura)
En el espacio restante del cuarto y enmarcados, se ven varios retratos de sus familiares. Su padre Juan de la Cruz Montoya, su madre María Dolores Upegui y su hermana Carmelita. Con esta última Carito se impresionó al ver el enorme parecido físico que tenía con la familia del padrino.
Al frente, en la otra pared, hay un óleo de mediano formato que muestra a la madre Laura en el momento de su agonía. En el retrato vemos la gran cruz de madera burda tras la cabecera de su catre y un cuadro de María Inmaculada. En su lecho de muerte aparecen en el retrato tres indígenas que con gran tristeza la acompañan en ese duro tránsito.
Al lado de ese cuarto hay un saloncito que guarda otras obras al óleo que muestran diferentes etapas de la vida de nuestra Santa. Saliendo vemos un patio empedrado rodeado de balcones y enmarcado por los corredores de esa parte del monasterio, en el centro una fuente adorna el lugar dándole cierto aire colonial.
En uno de los corredores Carito descubre uno de los pesebres de la Madre Laura y queda fascinada, pero no tanto como cuando entró a la tienda de recuerdos. En las vitrinas veía rosarios, medallas, estampas, libros, escapularios, replicas de las esculturas y muchas otras cosas que no pudo ver bien por la afluencia de personas que querían llevar los recuerdos.
La tienda |
El reloj no perdona y se acercaba la hora de ir al colegio. Carito se despide para regresar el fin de semana para escudriñar entre los documentos genealógicos y visitar el museo etnográfico.
Silleta traída desde la Catedral Metropolitana. |
El noviciado. |
Patio y fuente |
Laura en su lecho de enferma. |
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