¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Escena XIX. Monólogo de Segismundo.
Pedro Calderón de La Barca.
Soy un soñador empedernido, que le vamos a hacer. Ayer hablando con alguien caí en la cuenta de que así es la cosa, que a pesar de todas las decepciones que nos da la vida sigo siendo un optimista irredento. Dicen
que al perro no lo capan dos veces, pero en mi caso esto no funciona así, pues el perro que vive en mí, ni es tan perro y si lo han capado, y caparán muchas veces más, es que tengo la manía de creer en la gente, de darle un valor muy elevado a las palabras. Es por esto que no concibo que alguien prometa algo y luego haga otra cosa totalmente distinta, como lo hacen tantos políticos.
No tengo remedio, por más que me hago el propósito de no volver a creer en todo lo que me digan, perezco en el intento:
“Que préstame por favor veinte mil pesos hasta mañana”, tenga y lleve. “Que cuídame el perrito mientras voy de viaje”, ¿Hágale!, ya ha hecho muchos viajes y nunca regresó por su perro. “Que facilítame el taladro para hacer un trabajo en casa este fin de semana”, ya perdí la cuenta de cuantos fines de semana han transcurrido, en verdad no puntualizamos bien eso.
En otro aspecto sé que hay situaciones que se han salido del curso ideal y que han desbordado las normas sociales, cosas que debemos enfrentar en el día a día, que nos apabullan, angustian, enojan. La delincuencia hace de las suyas en medio de una absoluta impunidad, el ruido y la contaminación en la ciudad, la incultura social es la regla en la que cada quien se cree la última gaseosa en el desierto. Todas estas cosas y muchas más que la mayoría han terminado aceptando como “Normales”: “Es que son consecuencias lógicas inherentes al crecimiento desmesurado de nuestras ciudades”.
“No le prestes atención al ruido, eso es lo que te estresa”, eso equivale a decir “No le prestes atención a la lluvia, eso es lo que te moja”. Y hasta alguien me dijo que mi molestia ante todas estas cosas negativas que nos acechan es debida a mi edad: “A medida que vas llegando la vejez van llegando las chocheras”.
¡Mamola!, no faltaba más, así que ahora no comulgar con el descontrol social es una chochera, que preocuparse, quejarse y tratar de buscar soluciones para acabar con la injusticia, la inseguridad, la contaminación y el ruido ¿me hace intolerante?
Pues no, y mil veces no, yo no me rindo ni me conformo a vivir encerrado en el confort de una torre de marfil mientras el mundo se desmorona a mí alrededor, nadie me cortará las alas, nadie me quitará mis sueños. Puede que no logre nada con mis manifestaciones de descontento, pero quién sabe, puede que sí. Lo único seguro es que al fin me quedará la satisfacción de que lo intenté, que no fui un pusilánime.
"La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante".
(Paulo Coelho)
Es que soy un soñador incurable, un optimista crónico, y eso nadie me lo quita. Es que creo que si se puede lograr un mundo mejor que será la heredad de nuestros niños. Prefiero morir en la batalla que dormirme en la trinchera mientras todo se acaba.
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