Sin tapujos, descarnado, propio de su estilo. Así fue el monólogo de 40 minutos del escritor colombiano Fernando Vallejo (Medellín, 1942) en un acto de la Feria del Libro de Bogotá. Sin introducciones, sin presentaciones y también sin despedidas, su discurso fue una crítica ácida a la gestión del presidente Juan Manuel Santos. También hizo blanco en el proceso de paz con la guerrilla de las FARC, en el expresidente Álvaro Uribe, la clase política, el desempleo, las miles de víctimas de la violencia y el caos, que para él, vive Colombia.
Texto completo de las palabras del escritor en la Feria del Libro de Bogotá, este 2 de mayo de 2014.
Esta cosa que tenemos montada allá arriba parrandeándose el destino de 47 millones miren lo que declaró el 19 de enero en El País de España: “Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia: Me imagino a representantes de las FARC sentados en el Congreso. De eso se trata este proceso: que dejen las armas y que sigan con sus ideales”.
¿Ideales? ¿Matar, violar, secuestrar, extorsionar, volar torres eléctricas y oleoductos, reclutar niños, sembrar minas quiebrapatas, a eso lo llama ideales? ¿Y sentados en el Congreso? ¿En la Cueva de Ali Babá junto con los hampones que allá tenemos? Ah, eso sí me gusta, se me hace muy inteligente: para enmermelarlos a todos juntos y salir de todos de una vez.
Le comenta el entrevistador que no le queda claro si su reelección a la presidencia depende de las negociaciones de La Habana, o si las negociaciones dependen de que él gane las elecciones, o si las dos cosas al mismo tiempo o si ninguna. Y él responde: “Yo diría que ninguna. Este proceso debería, en teoría, continuar con o sin Juan Manuel Santos, porque éste es un proceso no de Juan Manuel Santos, es un proceso de los colombianos, y yo he tratado de vender esa idea”.
¡Ah, caray, un vendedor de ideas, como si las ideas se vendieran, y que habla en tercera persona como César! No dice “Este proceso debería continuar conmigo o sin mí”. Dice: “con o sin Juan Manuel Santos”. ¡Se lo copiaste a Hugo Chávez! ¡Plagiario del copy and paste! Ay, tan modestico vos, tan humildito. Aprendele al Corazón de Jesús que se señala el corazón afuera del pecho como diciendo:
“Yo. Este que está aquí”. No. Él habla como si fuera una entelequia extraterrestre, extracorpórea, extrahumana, que flota allá arriba en las nubes del Padre Eterno, el papá del Corazón de Jesús. Pues te quiero decir, Santos, que las ideas no se venden. Las ideas no son mercancías, no son frascos de mermelada: son sagradas. Estás muy agringado, muy anglizado, muy comercializado. ¿Dónde estudiaste mercadotecnia? ¿En los Estados Unidos? ¿O en Inglaterra? Que dizque hablás “un inglés exquisito que suscita envidias”, dice tu entrevistador. Pues el inglés lo hablarás exquisitamente pero tu español deja mucho que desear: es medio sucio, incorrecto, tartamudeado. No parecés del país de don Rufino José Cuervo.
¿De dónde sos? ¿Inglés? ¿Marciano?
“Ahora bien –reflexiona tu entrevistador–, si el acuerdo no se cierra antes de las elecciones, habrá que someterlo a un referéndum después”. Y te pregunta hablándote en tercera persona, dándote coba: “¿Qué haría el presidente Santos en un segundo mandato en el que los colombianos rechazaran ese acuerdo de paz?” “Pues ésa es una hipótesis que yo creo que es muy improbable –le contestás–. Los colombianos, cuando les presentemos el paquete completo, estoy absolutamente seguro de que lo van a comprar, lo van a aceptar y lo van a apoyar, bajo algún sistema de refrendación, que puede ser un referéndum o puede ser otro sistema.
Eso está por negociarse también. En la Constitución hay consulta popular, podemos inventarnos alguno con la contraparte. Es simplemente que la población colombiana tenga la oportunidad de decir lo compro o no lo compro”.
¿La contraparte? Como así que la contraparte. Si la contraparte son unos asesinos, entonces vos también sos otro porque vos sos la contraparte de la contraparte. ¡O qué! ¿Es que podés ser contraparte sin contrapartirte? ¡Qué es esa verborrea, hombre! Eso es incontinencia verbal.
Todo lo negociás, todo lo vendés, todo lo comprás, todo lo enredás, todo lo enmermelás. Lo único que tenés claro es que querés seguir montado en el caballito trotón otros cuatro años, que llegado el caso convertirás en ocho, y ocho más ocho dieciséis. Todo lo vendés en paquete, parecés paisa: “Tres frascos de mermelada por uno”. Como en el Éxito de Medellín. Vendé también a Colombia, que algo te darán por este erial moral de desempleados y desplazados y damnificados y asesinados y lisiados y tarados y pendejos. Vendeles los Llanos a los chinos. A Madrid fuiste a vendérsela en el “Encuentro 2014 Invertir en Colombia” del 22 de enero a Ferrovial, Telefónica, Gas Natural Fenosa, Indra, Pacific Rubiales... ¿Cuánto es que querés que te presten los gachupines para tu potencia emergente? ¿Tres mil millones de dólares? Ah, entonces ésta no es una potencia emergente si tiene que pedir prestado. Es una potencia indigente. ¿Y quién va a pagar los tres mil millones de dólares? ¿Vos? Vos no porque vos no producís nada: los que vengan. Hacés bien: vos gastás, y que se jodan los que vengan. Esos sí son ideales.
¿Y los cinco mil millones de dólares que te mandamos al año los colombianos que trabajamos afuera porque nos echaron de aquí, qué? ¿También van para tu ñoños? Que estás de plácemes porque el presidente español Rajoy va a hacer que nos quiten la visa a los colombianos para entrar a España y a la Unión Europea. ¡Cómo no vas a estar, si vas a exportar más colombianos para que te manden más para tus mermeladas! Lo único que exporta Colombia es colombianos. Ya ni café. Y a un paso estamos de importar coca. Como los dio por acabar con todos los cultivos de esa planta hermosa... Pues te recuerdo que Rajoy, el que te anuncia hoy que nos van a quitar la visa, el 15 de marzo de 2001, cuando el Consejo de Ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea nos la puso, él participó en la votación como ministro de Aznar y se abstuvo. Preguntale a tu exjefe Pastranita por este bellaco a ver si se acuerda. ¡Dizque España la madre patria! Nosotros no tuvimos madre, nacimos huérfanos. Curas y tinterillos nos amamantaron y miren el desastre que somos. Los encomenderos de España lo único que hicieron después de esclavizar esto fue llevarse la plata y el oro y dejarnos su roña y sus plagas.
“Hemos logrado disminuir el desempleo 40 meses seguidos sin excepción –le informás al periodista–. Ningún país del planeta creo que puede decir eso. Nos queda todavía un camino muy largo por recorrer porque todavía tenemos casi dos millones de personas desempleadas, pero para mí la parte de las reformas sociales constituyen el legado más importante”. ¿Casi dos millones de desempleados aquí? ¿No te faltó un cero a la derecha, fantasioso? ¿De dónde sacaste esa quimera? ¿Del DANE? ¿O de tu imaginación? Si España, la cuarta economía de Europa y con menos población que Colombia, tiene cinco millones de desempleados, ¿cuántos podemos tener nosotros? Date una pasaíta por el Parque de Bolívar de Medellín y le preguntás al que primero que veás: “¿Usted trabaja?” “Sí. Vendiendo minutos”. ¡Claro, Colombia es un país rico en minutos! Tiempo es lo que tenemos por delante aquí: toda la eternidad de Dios para salir de esta partida de asquerosos.
“
¿Usted no se sentiría deslegitimado por una votación en contra de los acuerdos de paz?”, te pregunta el entrevistador. “Pues sí –le contestás–, sería un golpe mortal al proceso. Y yo creo que afectaría muchísimo la legitimidad del gobierno. Pero no creo que sea responsable poner todos los huevos en la misma canasta”.
¡Qué! ¿También vendés huevos? ¿A cómo la canasta? Ah, es que no son huevos de gallina a los que se refiere el metafórico: está hablando en parábolas como Cristo. “El tema del empleo, la educación, la salud, las infraestructuras, los temas que los ciudadanos comunes y corrientes tienen ante sí”.
“¿Y la falta de transparencia en las negociaciones de La Habana?” te pregunta el periodista. Y le contestás: “Nosotros acordamos con las FARC mantener en secreto los detalles de las negociaciones hasta que no tengamos el paquete final. Nosotros queremos vender nuestro acuerdo cuando esté todo completo porque así se va a poder apreciar en su totalidad”.
Vender, paquetes, huevos, reelecciones, secretos... Y esta persecución implacable al cura Uribe. Te quiero decir, Santos, que a Uribe, tu maestro, tu mentor, tu profesor de mermelada, a mí no me lo tocás. Lo traicionaste y le robaste hasta la U: lo dejaste en “Ribe”. Anda por ahí trinando como un pájaro todo desequilibrado, de psiquiatra. ¿Ésta es la educación que te dieron en Inglaterra, la ingratitud? Por él subiste. La semana anterior a las elecciones en que te eligieron, decías a mañana, tarde y noche, por radio y por televisión, haciéndosete agua la boca cuando mencionabas a tu mentor y protector: “El presidente Uribe, el más grande presidente de la Historia de Colombia”.
Y sí. Tenías razón. ¿Y si no quién? A ver. ¿Marco Fidel Suárez? ¿El que nos trajo el impuesto sobre la renta? ¿O Gaviria, del que fuiste de ministro, el papá de Simoncito y el que le dejó a Pablo Escobar construir La Catedral y destruir a Medellín y a Bogotá con sus carros bomba y acabar hasta con el nido de la perra? ¿O Pastranita, el culicagado presentador de televisión del que también fuiste ministro y que le entregó a las FARC el Caguán? No. Ninguno de ellos es el más grande presidente de la Historia de Colombia. Es Uribe, el que dijiste.
El lunes que siguió al domingo de las elecciones y cuando amaneciste erecto (perdón, electo) lo rebajaste al “gran presidente Uribe”. El martes, le quitaste el “gran” y lo dejaste en “el presidente Uribe”. Y el miércoles no lo volviste a mencionar ni le volviste a pasar al teléfono y le robaste la U. ¿Ése es un comportamiento digno de un joven de la aristocracia bogotana, rico, educado en Londres, en la City? Reflexioná. Donde Uribe no te ponga de Ministro de Defensa, ¿qué serías hoy? Menos que un Gaviria o un Galán destetado del presupuesto.
¿Ya se te olvidó la excursión al Ecuador en que los gringos mataron a Raúl Reyes? A mí no. Te vi por televisión todo triunfalista. No se te olvide que Uribe te cedió el micrófono esa noche y te permitió salir en la pantalla chica para que te sintieras grande. Y el mérito no es tuyo, es de los gringos, que fueron los que mataron a Raúl Reyes con sus bombas inteligentes, con su tecnología de punta. Por control satelital lo mataron, mientras los aviones de las FAC, Fuerzas Aéreas de Colombia, hacían ruido para disimular y que pudieras decir después que fuiste vos.
Y mirá tu Jaque al terror. Los años horribles de las Farc, que publicaste hace cuatro años antesitos de las elecciones y que te prologó Carlos Fuentes (que en paz descanse, pues ya murió el muy lambón). Que dizque mataste a Tirofijo. Aquí lo tenés en la cubierta de tu libro, a la izquierda, de primero, tachado con una equis. ¡Novelista! Escribite otra fantasía de éstas y la mandás al Premio Alfaguara de Novela y te lo ganás. A Tirofijo no lo mataste vos. Él murió de muerte natural, impune, en la selva: de diarrea, gracias a Dios.
¿Por qué fuiste Ministro de Hacienda de Pastranita, si éste llegó a la presidencia abrazando a Tirofijo y luego le entregó el Caguán? ¿Y ahora a quién vas a abrazar? A Timochenko, en el Congreso. Allá te lo vas a encontrar sentado. Vas y le das su buen abrazo, bien enmermelado. ¡Uy, qué foto! Para la Historia. Judas abrazando a Satanás.
Para los políticos colombianos las FARC se volvieron la gallinita de los huevos de oro. Les pone huevos para la elección y huevos para la reelección. Y a los comandantes y generales de las Fuerzas Armadas también se les apareció la Virgen con la gallinita. Y así, con lo que les toca del Presupuesto Nacional (que de año en año y de subida en subida hoy va en el 18 por ciento), les han venido lloviendo del cielo los miles de millones de dólares del Plan Colombia. Felices de la vida, ¿no?, generales, con la gallinita. Los felicito.
Pero una cosa sí les digo: como ustedes no están dando la pelea en el monte por Colombia sino los muchachos pobres del campo y de las ciudades que reclutan, y como ustedes han estado cohonestando con su silencio durante año y medio, lo que llevan, las negociaciones de La Habana con las FARC (densa cortina de humo para tapar los desastres de la realidad nacional), entonces ustedes se han hecho cómplices del reelegible y han perdido toda autoridad moral para reclutar.
En cuestión de reclutamiento, generales y comandantes, en este día en que les hablo desde esta honorable Feria, ustedes valen lo mismo que el Secretariado de las FARC. No más reclutamiento ni más sueldo para ustedes. Y se van quitando los galones y los entorchados que les cuelgan porque les sobran. A cambiarse de disfraz. Como el general Naranjo, que de mercenario de oficina y asesor en paramilitarismo y narcotráfico del presidente de México, por donde andaba, regresó a Colombia de civil a ofrecérsele de vicepresidente a Santos. Vea pues... Para ser vicepresidente de éste tenés que poner millón y medio de votos. Con el tuyo y el de tu mujer no alcanza.
Vuelvo a Santos. Santos: en Antioquia hay un político al que le dicen “Buñuelo” porque gira y gira en el aceite según lo va requiriendo para freírse mejor. Ese es un buñuelito pueblerino. Vos sos nuestro Buñuelo nacional. Pero una cosa sí te digo y que te quede claro: vos podrás tener tus generales y comandantes muy conchabados y tu combo de guardaespaldas muy armados, pero el expresidente Uribe me tiene a mí. Mientras esté yo, no vas a abusar del culibajito. Y me le devolvés los votos que le robaron en las pasadas elecciones para Congreso.
Un montón. Más de cien.
¿Qué sería de vos ahora si Uribe, con desinterés y visión de patria, no hubiera sacado adelante la reelección inmediata? ¿En qué caneca de la basura histórica estarías? Vamos a hacerle al gran presidente Uribe, el más grande de la Historia de Colombia, su homenaje de desagravio en Santander. Vos hablás de primero. Horacio Serpa de segundo. De tercero yo. ¡Y a ver quién dice más lindezas del prohombre!
Entre soldados y campesinos muertos o lisiados por las minas quiebrapatas sembradas por las FARC, el portal de Internet del gobierno dedicado al tema contabiliza 10.628: 2.157 muertos y 8.471 lisiados. Los muertos no hablan. Los lisiados tampoco porque son gente humilde que no tiene voz: arrastrarán lo que les quede de vida su desgracia. En el portal del Gobierno tampoco tienen nombre. Figuran con un número y un código del DANE y unos datos estadísticos del tipo de menor o mayor de edad, militar o civil, de la vereda tal del municipio tal del departamento tal donde les explotó la mina, y el reporte médico: “Víctima número 9.455. Código del DANE 86.865.
Municipio Valle del Guamuez del Putumayo. Fecha febrero de 2012. Reporte médico: Trauma sufrido: Alterado su pulmón izquierdo por la contusión severa. Heridas contaminadas, estallido de ojo izquierdo, ojo derecho golpeado, ya sin funcionalidad. Huesos de la cara completamente destruidos, requiere injertos óseos para la recontrucción”.
Y así, por millares, los reportes médicos de las víctimas: Uno “con amputación del pie izquierdo a la altura del tobillo”. Otro “con esquirlas en el ojo derecho más pérdida del ojo izquierdo y perforación del oído izquierdo”. Otro “con quemaduras en la cara, el tímpano del oído izquierdo reventado, quemaduras en el antebrazo izquierdo y en el dorso”.
Otro “con amputación transtibial del pie derecho”. Otro “con amputación transfemoral de la pierna izquierda”. Otro “con quemaduras en los pies, los brazos y las espaldas, esquirlas en la cabeza, esquirlas en el tórax, la cara y el abdomen”. Otro “con amputación en un miembro inferior a la altura del tobillo”. Otro “con afectación del abdomen, herida abierta, intervención quirúrgica, le recortan 30 centímetros de intestino, la tibia sale de igual manera comprommetida”. Y así y así y así. Y otro y otro y otro.
Decenas, cientos, miles. Y esas minas que les explotaron y les despedazaron la vida a ellos y a sus familias, las que sembraron las FARC, ¿te explotaron acaso a ti, Santos, o a tus hijos? ¿O a los generales y comandantes del Ejército o a sus hijos? Ni tú ni ellos, ni tus hijos ni los de ellos han ido a dar la pelea por Colombia en el monte. Por los hijos del gran presidente Uribe no pregunto porque esos muchachos se la pasan todo el tiempo haciendo patria con su empresita de artesanías.
Y junto con los partes médicos y los datos estadísticos van desfilando por las columnas del gráfico los centenares de municipios de Colombia y sus veredas donde explotaron las minas. Las humildes veredas de paisajes espléndidos y nombres hermosos pero de destinos rotos: El Cielo, El Edén, El Porvenir, El Vergel, El Jardín, El Diamante, El Paraíso, La Libertad, La Esperanza, La Fortuna, Buena Vista, Bella Vista, Villa Hermosa, Vista Hermosa, La Florecita, La Negrita, La Gallinita, La Mesita, La Gurubita, Las Margaritas, Las Palmitas, Tres Playitas, El Pescadito, El Sabalito, El Corosito, El Guadualito, El Guamalito, El Cerrito, El Rinconcito, Limoncito, Naranjito, Totumito, Playoncito, Lomitas, Montañitas, Llanitos, Vallecitos... Los campesinos de Colombia atropellados por todos: por el ejército, por las guerrillas, por los paramilitares, por los mayoristas, por los minoristas. Engañados por los políticos, por los curas, por los santos: por vos. Abandonados a su suerte por esta mala patria.
Con su papeleo, su leguleyismo, sus funcionarios corruptos y sus impuestos el Estado aquí sólo existe para atropellar. Pero ha desaparecido para aquello a que está obligado y que constituye su razón de ser: impedir que unos atropellen a otros, y que los delincuentes atraquen y extorsionen y secuestren y asesinen a las personas decentes. Un ejemplo de desaparición grave del Estado: las comunas y los barrios pobres de Medellín, que constituyen la mayor parte de mi ciudad, donde las bandas imponen su ley. “En este barrio –deciden– vuelven todos a sus casas antes de las 8 de la noche o ténganse fino”. Y ay del que llegue después de la hora fijada: lo van matando para advertencia al resto. ¡Pero que digo los barrios pobres! A los edificios de
El Poblado, uno de los barrios ricos de Medellín, van llegando las bandas criminales, las BACRIM, y notifican: “Colaboración de este edificio tanto. Son diez apartamentos, le toca entonces a cada uno tanto. La semana entrante volvemos por las cuotas”. ¡Y ay del que no pague! Más fácil se le escapa el ciudadano decente al boleteo de la DIAN.
Y las familias de esas comunas constituidas por una mujer sin marido ni empleo, con dos o tres o más hijos de distintos papás, a los que los niños, hermanitos medios, usualmente ni conocen. ¿Y viviendo de qué? Y en los pueblos de Antioquia igual. Y los muchachitos de 15 años y las muchachitas de 14 ya con un hijo. ¿Por qué el Estado y su cómplice la Iglesia no regulan esta situación monstruosa?
Y para no ir más lejos de esta Feria: las imprentas piratas. ¿Cuántas décadas llevan pirateando aquí los libros de éxito? El futuro próximo de la industria editorial colombiana es desaparecer. ¿Y por qué el gobierno no cierra esas imprentas, si es tan fácil localizarlas? Basta con seguir a un vendedor callejero de libros piratas para llegar al impresor. Porque los piratas compran a los inspectores del gobierno. Lo único que nos falta ahora, en esta Feria, es que venga el prevaricador y pirómano quemador de libros Alejandro Ordóñez y nos la queme. No lo dejen entrar. Pongan afiches en las entradas con su foto: “Sujeto peligroso. Avisar a las autoridades de la Feria”. Y ojo, que puede venir disfrazado de cura de los de antes, con los fósforos y la gasolina ocultos en la sotana.
Eran dos partidos: uno azul y otro rojo. Los del azul se llamaban conservadores y los del rojo liberales. Se pasaron el siglo XIX en guerras fratricidas tratando de desbancarse los unos a los otros del poder, que oculto en los ideales que pregonaban era lo que buscaban. Y terminó el siglo XIX con otra guerra civil que duró mil días y con la que empezó el siglo XX. Fue una guerra brutal, en la que a los soldados, antes de las batallas, los emborrachaban con aguardiente con pólvora. Una de estas batallas, la de Palonegro, se prolongó por dos semanas.
Dicen que eran tantos los cadáveres, que los gallinazos no comían sino de sargento para arriba. De esa guerra salió Colombia en ruinas y se le separó Panamá. Años después, al general Uribe Uribe, uno de los más grandes instigadores de esa guerra, dos colombianos justicieros lo ajusticiaron a hachazos saliendo del Capitolio. ¿Y qué hacía en el Capitolio el Uribe doble, si fue uno de los derrotados? Ah, pues de padre de la patria, de senador, cenando, mamando. Aquí los de esta ralea nunca pierden. En el Parque Nacional de esta ciudad capital, el Uribe doble tiene su monumento, y en Medellín una estatua. ¿Y por qué un monumento y una estatua a quien cargaba en su conciencia con tantos muertos? Porque era un héroe. De su ambición.
Y sigo con la Historia. Mediando el siglo XX andabamos en la guerra de la Violencia con mayúscula, una guerra no declarada entre los conservadores y los liberales en el campo, de terror, la de los caseríos incendiados y los genocidios a machete. Cientos de masacres de cientos de campesinos descalzos decapitados, de los que las fotos nos muestran los cadáveres tendidos en el suelo con las cabezas asignadas a los cuerpos por alguna mano caritativa, a la buena de Dios, la cabeza del que fuera con el cuerpo del que fuera. Vino después un general taimado ladrón de ganado (cuyos nietos hoy andan en la cárcel por robos grandes) y medio pacificó esto.
En su exilio de España Laureano Gómez, jefe de los conservadores, firmó en Sitges y Benidorm unos acuerdos con Alberto Lleras, jefe de los liberales, para tumbar al general y repartirse entre ellos, civilizadamente, el poder durante 16 años. Así surgió el Frente Nacional, por el cual los azules y los rojos se turnarían la presidencia cada cuatro años y se repartirían por mitades los altos puestos públicos.
El primer presidente y beneficiado de ese pacto de sinvergüenzas fue el liberal que firmó los acuerdos de Sitges y Benidorm. Con una huelga general los firmantes tumbaron al dictador y el Frente Nacional duró lo previsto.
¿Y no dizque los principios conservadores o liberales eran sagrados e incompatibles e irrenunciables y por eso el siglo y medio de guerras civiles? Cincuenta años más han pasado y así hemos ajustado doscientos. Por doscientos años, desde nuestra separación de España, Colombia no ha vivido sino según un principio, uno solo: la repartición de un botín. Da igual la bandera que se enarbole: la de la libre empresa o la del socialismo, la de la guerra o la de la paz.
Lo que hay detrás de los mentirosos ideales es un botín: el de los altos puestos públicos y los contratos. Ese es el término de nuestros ideales.
Tras los 16 años del Frente Nacional, de las ruinas de los dos partidos criminales surgieron muchos, y así hoy tenemos, además de lo que quedó de aquellos, un Centro Democrático, un Polo Democrático, un Cambio Radical, un Partido de la U, una Alianza Verde, una Opción Ciudadana... El que quiera llegar aquí a la presidencia de Colombia, supremo bien del ser humano, monta un partido, lo bautiza como un producto que hay que vender al estilo Santos, se amafia con otros de su calaña, y si ganan las elecciones, se reparten entre ellos el botín. Presidencia para mí, ministerio para usted, señor ministro.
Se dicen servidores públicos, pero son aprovechadores públicos. Dicen que vienen a dar, pero vienen a recibir. Actúan como si nos mantuvieran pero son unos mantenidos. Y así de esta sociedad podrida hoy surgen los partidos por montones, como brotan los hongos venenosos de la boñiga de las vacas. Cuando es del caso, se asocian los capomafias y forjan alianzas, y así tenemos a los Santos con los Vargas Lleras y los Pardos dando ejemplo.
¡Ah! Se me olvidó en la lista de los partidos boñigueros el MIRA: Movimiento Independiente de Renovación Absoluta. O sea total: moral, social, económica, fisiológica. Y su divisa: “Buen ejemplo y coherencia ética aplicada”. ¿Con qué la aplican? ¿Con inyección intramuscular? ¿O intravenosa? Los colombianos somos geniales. Somos un acierto de Dios.
Para terminar esta perorata (en el stand de Alfaguara están vendiendo otras, muy buenas) paso a los senadores, a los padres de la patria. ¿Padres unos mantenidos? Padre es el que sostiene una casa, no al que sostienen. Y lloviendo sobre mojado nos llovieron las madres de la patria. Cuando yo era niño (in illo tempore como diría Cicerón) las mujeres públicas en Colombia eran las rameras. Hoy no. Nuestra avanzada democracia, nuestra boyante cleptocracia ha dignificado mucho a las rameras: hoy pueden aspirar a la presidencia. La política ha envilecido siempre al hombre; hoy envilece también a la mujer.
Enmermeladoras y enmermeladores, enmermeladas y enmermelados, mantenidas y mantenidos, Maduras y Maduros, rameras y rameros: ¿Hasta cuándo van a abusar de nuestra paciencia como dijo Cicerón? ¿Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Por los siglos de los siglos amén? Se nos llenó la taza, se les llegó la hora.
Copartidarios: somos los únicos limpios aquí.
Somos el Partido Colombiano del Voto en Blanco, el Pe Ce Ve Be. Somos tan decentes que ni registro tenemos ni candidatos. El domingo 25 de de este mes, día de la ira nacional, ¡voto en blanco! Sólo hay una oportunidad para nosotros: la de la primera vuelta, que tenemos que ganar con más del 50 por ciento de los votos válidos para anular estas elecciones e inhabilitar a estos asquerosos. Para nosotros no habrá segunda vuelta porque esta Constitución puta de políticos para políticos que convocó Gaviria no nos respeta. ¡Qué importa! En la primera vuelta, con nuestros votos en blanco, que en ésta sí son válidos, les vamos a dar su gran lección.
Toman esa cosa que llaman el tarjetón y que es ni más ni menos que el sagrado voto; lo marcan con una X donde dice “Voto en blanco”; lo meten en la ranura o hueco (que en última instancia es el acto esencial del hombre pues sin él no estaríamos aquí), y listo, deber cumplido. ¿Y el lunes 26, cuando amanezca Colombia radiante, toda pintada de blanco, qué? ¿El vacío de poder? ¡Cuál vacío de poder! Vacía la vida mía.
*En el marco de la Filbo 2014, el domingo 4 de mayo, Fernando Vallejo conversará a las 5:00 de la tarde en el auditorio José Asunción Silva con el editor dominical de El Espectador, Nelson Fredy Padilla, sobre su más reciente novela ‘Casablanca la bella’ (sello editorial Alfaguara).
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