viernes, 27 de agosto de 2010

BAJO TIERRA

Este cuento irá saliendo sobre la marcha a medida que vaya uniendo sus retazos, que igual que los hechos de la vida real surgirán poco a poco, algunos de acuerdo a ciertas expectativas y otros, como en este caso, de forma inesperada. Si quieren saber a donde irá a parar esta historia deberán visitarla de cuando en cuando para conocer su inesperado desarrollo, al igual que ver los sutiles cambios que obligue la trama.




Por este motivo ni el mismo autor sabe a donde nos llevará este fantasioso relato que no por extraordinario deja de ser verosímil.

I

Solo quedamos siete de los treinta atrapados en la mina, No quiero ni recordar el día en que quedamos sepultados, ese en que la tierra abrió sus negras fauces y nos engulló dejándonos en sus entrañas. Entonces solo nos dominaba el pánico y la desesperación.

Casi no podíamos respirar y tuvimos que ponernos las máscaras para no respirar ese polvillo que suelta el carbón al triturarse y que flotó en el ambiente durante no se cuanto tiempo, el techo de la mina cuando cayó estrepitosamente sepultó para siempre al resto del grupo, Henry y Luis quedaron horriblemente mutilados y pese a los exiguos auxilios que les dimos fallecieron desangrados a las pocas horas.

Ahora éramos solo cinco almas perdidas en este profundo infierno a más de setecientos metros bajo tierra. Sobrevivimos por haber logrado llegar a una bóveda reforzada de seguridad que habíamos hecho para casos de derrumbes, iluminados solo por los focos de nuestros cascos, en silencio y mirándonos sin saber que hacer.

Después de haber sepultado o mejor dicho resepultado bajo un montón de escombros a nuestros compañeros y ya un poco más reposados, apagamos las lámparas de nuestros yelmos para ahorrar batería y nos sentamos alrededor de una pequeña lámpara portátil antiexplosión a la que le quedaban pocas horas de carga.

Desde ese momento, y por mérito propio, Bayron tomó el liderato del maltrecho grupo.

Por recomendación suya hicimos un inventario de las cosas que se habían salvado en 13 mochilas, encontramos provisiones que racionadas nos servirían para un par de semanas, igual en el domo de seguridad había tres botellones de agua y cinco lámparas recargables por inducción magnética y una brújula que le había regalado su hijo a nuestro compañero Pedrín de cumpleaños, para que nunca se perdiera, le había dicho el pequeño al dársela..

Fuimos seleccionando la comida y empacándola en bolsitas con cierre.

Habían también allí algunas herramientas como picos, barras y palas y nuestras navajas personales, hasta unos cartuchos de An-Fos pudimos rescatar.

Según el reloj de Bayron eran las 11 de la noche de ese miércoles 10 de diciembre del año 1980 cuando terminamos de organizar nuestro improvisado almacén de abastos y nos dispusimos a dormir para recuperar fuerzas para el duro reto que nos esperaba.


II

Estábamos a setecientos metros bajo tierra y no podíamos esperar mucha ayuda desde el exterior, entonces nuestro líder nos motivó para que comenzáramos sin pérdida de tiempo a excavar en busca de una galería paralela a nuestro domo.

Arriba en la boca de la mina Santa Anita se arremolinaban los familiares de los mineros atrapados entre el ulular de las sirenas y el titileo de las luces de los autos de socorro.

En una carpa, sentados frente a una mesa llena de planos estaban reunidos ingenieros y médicos discutiendo sobre la operación de rescate. No había muchas esperanzas de sacarlos vivos, pues según ellos, de haber supervivientes, solo tendrían aire para tres o cuatro día, siendo muy optimistas.

Tendrían que traer una perforadora neumática de 30 toneladas desarmada desde un sitio distante, solo hacer esto y armarla tardaría más de una semana a lo que habría que agregar de tres a cuatro meses para llegar al sitio. No descartaban tampoco que este trabajo pudiese causar nuevos desprendimientos en el interior de la mina.


III

Ya a las 5:30 de la mañana despertaron los mineros y al abrir sus ojos comprobaron a su pesar que el desastre no había sido una pesadilla. Bayron nos animó a comenzar la excavación hacia el túnel paralelo. Se acordó que mientras tres excavaban la pared del refugio, los otros dos apartarían con las palas los residuos y que dos veces al día uno de estos comenzaría a preparar los racionados alimentos.

Cada jornada nos dejaba extenuados, pero no perdíamos aún las esperanzas de lograrlo, era imperativo hacerlo, para al menos ganar el aire valioso que debía estar al otro lado, si no es que también se hubiese desplomado…

Antes de dormir, garabateo en mi desvencijada libreta de notas esta bitácora, con la mínima esperanza de dejar testimonio de nuestra lucha en tan difícil trance.
Encontramos en un buen momento que el terreno del túnel era más maleable y entonces comenzamos a ganar más metros en mucho menos tiempo, el túnel era estrecho, no podíamos darnos el lujo de ampliarlo mucho.

Arriba ya la perforadora estaba montada correctamente y comenzaba a taladrar en una empresa que calculaban llevaría meses para lograr su objetivo. Los técnicos aún discutían si se justificaba tal operación de tan alto costo, así que suspendieron el trabajo de la máquina a las tres horas de su inicio, hasta resolver que era lo más conveniente. Todo indicaba que ni llegados a la mitad de la excavación, ya los hombres habrían muerto de asfixia. Luego de sopesar todos los argumentos se decidió suspender la operación rescate.

Esto enardeció a todos los allegados de las víctimas quienes se amotinaron protestando por la indolencia de los responsables del rescate, la policía intervino y desalojaron a todos del lugar.

El sudor cubría nuestros rostros y jadeantes nos turnábamos para ingresar al hueco y seguir cavando, ya llevábamos más de un mes, y esto gracias a una grieta que surgió días después de iniciar el pequeño socavón y dejó pasar una vivificante corriente de aire que nos mantenía vivos.

Dos veces al día tomábamos nuestra ración de alimentos, al desayuno media barra de chocolate, una o dos galletas y un vaso de agua, la cena en cambio la variábamos, un vaso de agua, luego las galletas y finalmente el chocolate, las laticas de salchichas solo las destapábamos los viernes en la noche, digo noche basado en los informes del reloj de Bayron, porque físicamente allí era una noche constante, olvidaba decirles que nuestras luces de cascos y la lamparita antiexplosión ya habían cumplido su vida útil y podíamos ver lo que hacíamos gracias a las linternas de carga electro mágnetica.

Estábamos famélicos y con nuestras ropas en hilachas, y para las necesidades fisiológicas usábamos a modo de letrina un hoyo que había quedado frente a nuestra burbuja salvadora. Olíamos a diablo rodado y nuestra piel estaba completamente negra y arrugada a causa del maldito polvillo de carbón. Manteníamos cubierta la nariz para evitar daños respiratorios.

Era yo quien llevaba la cuenta de las horas y días en mi vieja libreta, donde ahora mismo continúo con esta bitácora.


IV

Llevábamos treinta y seis días ese jueves 15 de enero de 1981 cuando Caregurre clavó la barra en el fondo del socavón y descubrió un gran espacio al otro lado, gritó con las fuerzas que aún le quedaban. “LLEGAMOS, LLEGAMOS”.
No podíamos creerlo, habíamos hallado una salida que nos devolvía una esperanza casi perdida.

No tardamos en agrandar esta boca y uno a uno pasamos para descubrir que no era el túnel paralelo que había mencionado Bayron, era un conducto que a todas luces no había sido hecho por los mineros, las paredes estaban intactas, era un conducto natural, una caverna.

Estábamos sorprendidos y desorientados, sin saber que hacer. A que lado deberíamos ir, era una decisión importante que ninguno quería tomar pues en ello nos iba la vida, más ahora que casi no teníamos que comer y de los botellones solo quedaban unos pocos vasos de agua.

El túnel tenía un poco más de un metro de altura y unos sesenta centímetros de ancho, el piso se inclinaba en un ángulo aproximado de cuarenta y cinco grados, subir o bajar por el era el dilema que teníamos que resolver.

Todos miramos a Bayron quien frotaba su ya barbado rostro analizando la situación. Listo, nos dijo, bajaremos, nos ordenó empacar nuestro pequeño menaje y emprendimos nuestro viaje hacia lo desconocido.

Entonces agachados comenzamos el descenso lentamente para no golpearnos la cabeza ni resbalar en el piso húmedo y rocoso, el hambre y la sed nos acosaban.

A veces el túnel se estrechaba y debíamos arrastrarnos durante largos trayectos hasta encontrar nuevamente un espacio más alto, hallamos también desniveles que salvábamos con gran dificultad.

Llegamos a un recinto amplio donde una brisa fresca nos reanimó un poco. Henry decidió que pasáramos ahí la noche pues casi eran las siete de la noche.

Caregurre se retiró para buscar donde hacer sus necesidades, mientras los otros nos dispusimos a comer los restos de alimento y agua que nos quedaban.

- Lucharemos hasta el fin, nos dijo Henry, y continuó, - Aquí la brisa es más fresca y es posible que algo hallemos para sobrevivir. No bien habíamos empezado a comernos el último pedazo de chocolate cuando Caregurre nos gritó desde un recodo: - Vengan, vengan…

Corrimos y pudimos ver sobre la pared gran cantidad de extraños bichos. Henry comenzó a meterlos en las bolsas y nos ordenó que hiciéramos lo mismo. Esta será nuestra comida de ahora en adelante, donde hay bichos habrá agua.

Esa noche me conformé con mi barra de chocolate y mi poco de agua, no me animé a tragarme un animalejo de esos. Más bien me dispuse a escribir estas notas que seguramente nadie leería, pero que igual me entretenía mucho y quien sabe sin con ellas podría escribir el libro que siempre había soñado mientras escuchaba la clase de español en la escuela nocturna.



Olvidaba escribir que quien anota esto día a día, o sea yo, José Luis Méndez, cumplí 17 años el día del accidente cuando llevaba solo un mes al servicio de la mina, mi padre también es minero y mi abuelo y tatarabuelo igual lo fueron, ellos murieron afectados por respirar este maldito polvillo que flota en las minas de carbón, dicen los veteranos que los mineros no viviremos más de cuarenta años pues más temprano que tarde seremos atacados por males respiratorios.

En el grupo de sobrevivientes Bayron como ya anoté es el líder nato, siempre ha gozado del respeto de sus compañeros, además es el más experto de todos pues se inició en la extracción del carbón desde los 10 años y ahora tiene 38, es el mayor de los cinco.

Pedrín es el loco que siempre está contando chistes y habla hasta por los codos, pero ahora no, solo piensa en Lina su esposa y en su hijo Esteban. De Caregurre nadie conocía su nombre, es un mulato de baja estatura y grandes músculos, habla poco y no se le arruga a ningún trabajo.

Jóse es Caremuerto, algo malgeniado, aparenta unos veintiocho años, delgado y de mediana estatura, blanco y pálido como un cadáver, es aficionado a la electrónica por lo que ha sido de gran ayuda para mantener funcionando las linternas.

Guardé mi libreta y el lápiz en la bolsita y me dispuse a dormir, mañana será otro día.


V

Una extraña sensación de optimismo sentimos al despertar esa mañana, nos apuramos a organizar el equipaje y emprendimos la jornada, pronto el túnel se hizo más alto y no tuvimos que agacharnos, así que nos movilizamos con comodidad y solo en algunos tramos se estrechaba el túnel pero sin impedirnos continuar.

Era raro pero ya el ambiente no era tan cálido y después de cinco horas nos detuvimos para comer luego de quitarles las patas, unos manojos de insectos, eran de sabor acre y algo picante pero según Henry debían contener buenas proteínas y algo de agua, fuchi.

Sentados mientras tratábamos de tragar, Caremuerto nos pidió silencio y dijo: - Escuchen…, efectivamente oímos a lo lejos el inconfundible sonido de agua golpeando sobre rocas. Nos apuramos entonces y desesperados bajamos en busca del anhelado líquido.

Efectivamente después de unos treinta minutos vimos como por una grieta chorreaba el agua, nos dispusimos a llenar un botellón que conservábamos y luego nos aseamos para quitarnos la gruesa capa de carbón que nos cubría.
Encontramos una buena cantidad de setas y como no sabíamos si eran comestibles Caregurre se ofreció de conejillo de laboratorio e ingirió dos o tres para esperar un posible mal efecto, lo cual por suerte no ocurrió.

Llenamos una mochila con ellas y comimos como si se tratara de caviar, la verdad me supieron a gloria, el agua tenía un ligero sabor al agua de Zeltzer, como esa que brota en los termales de Santa Rosa y que había bebido una vez que mi tío Jorge me llevó allí.

Reanudamos nuestra obligada expedición algunas veces ascendiendo y otras más cuesta abajo hasta que llegó la hora de terminar la jornada, Henry nos indicó que ya eran las seis de la tarde, apunte pues en mi libreta: día 51 de nuestra travesía, exactamente 30 de enero de 1981.

Nos servimos una buena ración de insectos con hongos y nos echamos a dormir.

Al amanecer nos despertó un ensordecedor ruido y un sacudimiento violento de la tierra, estaba ocurriendo un terremoto espantoso y temimos quedar ahora si sepultados, duró como treinta segundos que nos parecieron una hora, varias replicas tuvimos que soportar ese día.

Caremuerto nos hizo caer en la cuenta horas después de una divertida sensación, como de sentirnos más livianos, todo parecía pesar menos en esas profundidades, alcé una roca suelta de buen tamaño y me sorprendí de la facilidad con la que la levanté, debía luego apuntar en la bitácora el raro fenómeno.


VI

Mientras tanto durante este tiempo otro drama vivían las familias de estos hombres, la compañía incumplía las indemnizaciones que habían prometido ante los medios de comunicación y ya pasaban hambre, por ser los hombres los que sostenían sus hogares. Lina, esposa de Pedrín salía todos los días a vender empanadas y arepas de chócolo con queso para poder medio sobrellevar las cargas de la casa, Su hijo Esteban era un buen chico de doce años que cumplía con su parte para terminar el primer año de secundaria y no perdía la esperanza de ver algún día a su padre de nuevo, ya que la brújula que le había regalado de niño, le mostraría el camino a casa.

De vuelta bajo tierra la bitácora continúa: De nuevo reanudamos nuestro viaje del día sesenta, como a un kilómetro llegamos a una bifurcación, después de explorar por ambas bocas Henry concluyó que deberíamos seguir la que conservaba en sus paredes un aspecto más similar al que habíamos visto por todo el trayecto, la otra era algo más estrecha y baja y el color de sus muros difería mucho.

Hallamos luego muchas otras ranuras pero ya estaba decidido por cual sendero continuar. Y fue la decisión más acertada, pues antes de llegar la noche luego de pasar un estrechísimo recodo nos hallamos ante una inmensa caverna, con estalactitas y estalagmitas incluidas, su techo era altísimo y de una viva fosforescencia que iluminaba uniformemente el lugar, era una vista fascinante que nos dejó boquiabiertos, pero esto era solo un aperitivo para lo que nos esperaba.


VII

Descubrimos un gran hueco redondo y pulido como de unos sesenta centímetros de diámetro y de profundidad desconocida, desde el cual salía una ráfaga constante de aire y sin lugar a dudas escuchábamos el ruido lejano de un motor, era bien extraño todo esto.

Bayron nos pidió inspeccionar bien la gruta para encontrar alguna pista que pudiera explicar todo, nos distribuimos por la gruta usando las linternas que por suerte aún funcionaban, me llamó la atención algo que vi junto a un promontorio rocoso, dirigí la luz y me quedé estupefacto, era el empaque vacío de unos dulces, lo recogí y corrí a enseñárselo a mis compañeros que igual se quedaron impresionados.

Esto no puede significar otra cosa distinta a que aquí han venido otras personas, el agujero ese tiene que ser el desfogue de algún tipo de sistema de ventilación, busquemos que de seguro habrá otras cosas en este sitio, nos comentó Bayron.

Y tenía razón, hallamos otros empaques y una cuerda muy larga y gruesa cuidadosamente doblada. – Debemos andar con cuidado, no sabemos a que clase de gente podríamos enfrentarnos, nos advirtió frunciendo el ceño nuestro guía.

Sentados nos comimos algunos hongos secos e insectos que pasamos con unos chorros de agua, discutimos sobre las acciones más convenientes que debíamos emprender y por consenso decidimos que debíamos bajar al hoyo para saber a donde conducía.

Me ofrecí de voluntario, me ataron a la cuerda y me engancharon al cinto una lámpara para comenzar a descolgarme con mucho cuidado, no más me habían bajado unos ocho metros cuando el nudo de la cuerda se desató y caí al vacío dando un gran grito, afortunadamente el conducto se curvaba y me deslicé sobre su superficie pulida, viajaba por un tobogán en medio de la más completa oscuridad y sin saber a donde iba a caer.

Detuvo mi caída una reja metálica que por suerte protegía un inmenso ventilador, que de no haber estado ahí me hubiera rebanado en mil partes.

Desde arriba mis compañeros me gritaban queriendo saber como estaba, - Asustado pero bien, les respondí.

Me izaron luego de lanzarme la cuerda y pude darles todos los detalles, resolvimos que me ataran de los pies, ya con más seguridad y que llevara una barra para levantar la reja y luego trabar las aspas del rotor para tratar de acceder al misterioso sitio subterráneo. Ya era muy tarde y estábamos fatigados, decidimos pues dormir y dejar la misión para el día siguiente.

Después de escribir los detalles de la jornada en la bitácora y comer el menú de insectos y murciélagos, cuya sangre nos proporcionaban agua y proteína, nos quedamos dormidos.


VIII

Otro día más en esta oscuridad aterradora, solo quedan dos lamparitas cuya luz mortecina aún nos ayuda a mantener nuestra propia lucecita de esperanza, ayer Caremuerto se nos estaba como enloqueciendo, pasó toda la noche desvariando y diciendo bobadas, hoy amaneció mejor, debió de haber tenido fiebre, antes es que no nos hemos enloquecido, todos estamos al borde de chiflarnos, pero nos hacíamos los locos para no dejar decaer nuestro empeño de salir de este hueco, y menos ahora que hemos hallado un buen camino para lograrlo.

Iniciamos la tarea planeada, Bajamos a Caregurre por el agujero por ser el más delgado y bajo de todos, llevaba una lámpara asegurada al cinturón y una barra para trabar las aspas del ventilador.

Dicho y hecho, bloqueadas las aspas quedaba suficiente espacio entre ellas para bajar hasta el piso que se veía a unos dos metros bajo ellas, no más fue más que nos gritara, diciendo que todo estaba listo, para darle cuerda hasta que pisó el fondo.

Aseguramos la cuerda a una estalagmita que había cerca y uno a uno bajamos, ahora estábamos en un estrecho y largo conducto por el cual nos arrasramos temerosos hasta hallar el acceso a un gran salón lleno de pantallas y controles, una sala de operaciones muy extraño, inicialmente pensamos que no había nadie allí, hasta que distinguimos en una de las mesas a un hombre uniformado de negro con una vistosa insignia en su espalda.

Entramos y sin hacer ruido nos escabullimos tras las mesas buscando acceder a un salón contiguo. Observamos como dos hombres cargaban unas canecas plásticas a un montacargas rojo, habían algunas canecas vacías fuera de la vista de ellos y corrimos a meternos en ellas bajando sus tapas una vez estábamos encaletados.

En efecto pronto estuvimos sobre un cargador y al rato sentimos el inconfundible sonido del motor de un elevador que ascendía tal vez hacia nuestra la salvación o hacia nuestro fin.

Escuchamos conversaciones en un idioma extranjero y no comprendimos nunca lo que hablaban, subieron las canecas a lo que sonó como un camión en el que recorrimos un largo trayecto, mi único equipaje obviamente era el viejo cuaderno donde tenía mi bitácora en el que debía consignar nuestro día 62 y un lápiz, del que solo quedaba un pequeño cabo.

No escuchaba ningún ruido anormal y parecía que nadie acompañaba el cargamento, me atreví al fin temblando de miedo a levantar lentamente la tapa de mi caneca oteando con cuidado. No vi nada, estábamos solos en la parte trasera de un camión de estacas. Salí del sofocante refugio y en voz baja llamé a mis amigos que fueron surgiendo de sus respectivas canecas plásticas abriendo sus ojos como platos. Estábamos en una situación lamentable, casi desnudos pues nuestras ropas estaban sucias y deshilachadas, nuestros rostros y enjutos y barbados, nos parecíamos al conde de Montecristo, al de la película que había visto alguna vez en la televisión.

Era una sensación de pánico y euforia, estábamos a punto de lograr nuestro plan de escape y no podíamos confiar en esas extrañas personas que ahora nos transportaban sin saberlo. Bayron retomó su liderazgo y nos instruyó para saltar en cuando el camión tomara una curva cerrada, no iba rápido el vehículo y de seguro solo sufriríamos solo raspones menores, estábamos listos entonces para tal maniobra.


IX

Era una estrecha carretera en una zona muy agreste y la oportunidad llegó. Saltamos a la señal de Bayron y caímos justo cuando el automotor tomó una curva muy cerrada, rodamos como muñecos de trapo y quedamos casi instantáneamente fuera del alcance de la visión del espejo retrovisor. No fue nada suave nuestro aterrizaje pero valían la pena las laceraciones y hematomas que sufrimos, en cuanto se detuvo nuestro natural movimiento de inercia corrimos hacia la vera de la carretera y nos ocultamos en la foresta.

Nos quedamos camuflados entre los espesos matorrales largo rato observando el movimiento de ese desolado camino, pasaron horas y nada ni nadie transitó por allí, le pregunté a Bayron sobre lo que haríamos ahora y el estaba más confundido que nosotros y solo se encogió de hombros.

Entonces Caregurre se quitó su raída mochila y abriéndola lentamente nos invitó a mirar dentro de ella.

- ¿Acaso esto nos servirá para salir de aquí?, nos dijo con su característico acento campesino. Todos abrimos los ojos como platos y luego miramos admirados a Caregurre.

Ahora que escribo estos últimos apuntes de mi bitácora, disfruto una deliciosa y burbujeante champaña francesa, recostado en una cómoda silla y al lado de la hermosa piscina de nuestra nueva casa.

El clima de Niza es estupendo y más tarde nos iremos a dar una vueltecita en nuestro flamante yate.

Pedrín chapucea en la piscina con su esposa y su hijo Esteban. Caregurre y Bayron andan con el abogado que nos está tramitando nuestra nueva ciudadanía Española. Definitivamente la mochilada de diamantes que Caregurre sacó subrepticiamente de una de las canecas del camión, si nos había sacado textualmente de bajo tierra.

D.Z.R.
BAJO TIERRA EL VIDEO

viernes, 13 de agosto de 2010

VOCES

A veces los cuentos pueden ser reflejos de crueles realidades, voces que claman en el éter de las ideas para dar testimonio de increíbles hechos.





Era otro día lluvioso, como casi todos los de ese Junio, el despertador cantó su acostumbrada alarma de las cinco y media de la mañana y Mauro se revolcó en su cama antes de levantarse rumbo a la ducha para tomar su baño diario.

Margarita por su parte fue a la cocina, más por inercia que por voluntad propia para preparar el desayuno para toda la familia.

Despertar a sus hijos era la lucha de todos los días, Tomás protestaba siempre y pedía que lo dejaran dormir diez minutitos más, Maité en cambio saltaba de la cama y corría para alistar sus útiles escolares.

El baño se llenaba de vapor y Mauro ya despierto por completo se afeitaba mientras pensaba en las labores que le corresponderían en esa nueva jornada laboral y en las piernas de la nueva secretaria de personal.

En fin era un día común y corriente, o al menos eso pensaban todos.

El microbus escolar partió mientras desde la puerta Maité los despedía con una bendición, Mauro le estampó a su amada Maité un beso más largo de lo acostumbrado y estrechándola en sus brazos le dijo cuanto la amaba, luego partió hacia el paradero de autobuses con su desgastado maletín de cuero repleto de esperanzas.

Una camioneta negra de vidrios polarizados había estado estacionada cerca de su casa y se movilizó muy despacio al tiempo que Mauro salía de su hogar.

Una calle más abajo se le acercó frenando bruscamente, al tiempo que alguien abría la puerta trasera halándolo con gran fuerza hacia el interior del automotor que en el acto emprendió veloz carrera.

El teléfono repicó interrumpiendo las labores de Maité, un poco disgustada contestó de mala gana mientras batía dos huevos.

- Maité, te hablo desde la oficina de Estucol, nos extraña que Mauro no haya llegado, ya son las diez de la mañana y ni rastros de el, ¿será que aún está allí en casa?

Maité se llenó de susto y contestó que tal vez algo lo había demorado. Lo llamó enseguida a su móvil pero de respuesta solo escuchó la odiosa voz que decía: Correo de voz, se sentó confusa sin saber que pensar, su Mauro nunca había hecho esto, trató de tranquilizarse diciéndose a si misma: Pronto llamará, y siguió en sus labores de hogar.

Mauro ya se había dado por vencido y dejó de luchar luego de que el tranquilizante que le habían aplicado lo hizo sentir un profundo sopor.

Percibía casi como en sueños el movimiento de la camioneta y había perdido por completo la noción de ubicación y tiempo. El campero entró a una casa campestre y penetró raudo a un oscuro garaje.

Allí lo esperaban unos hombres vestidos de blanco que lo subieron con cuidado a una camilla y corrieron llevándolo hasta una salita muy iluminada.

- Este es el paciente doctor, le dijeron a un hombre blanco como de unos sesenta años, de mediana estatura y pelo cano que ya tenía puestos unos guantes de látex, sin perder tiempo ordenó que lo montaran a una mesa de cirugía, acto seguido le sacó una muestra de sangre y ordenó a una enfermera gorda que la llevara rápido al laboratorio. Acto seguido dio instrucciones a los enfermeros para que le quitaran la ropa al asustado paciente y le pusieran la bata apropiada para un procedimiento.

Ya anochecía cuando Margarita con los ojos llorosos terminó de llamar a todos sus amigos y parientes sin obtener ningún dato sobre el paradero de su esposo, llegaron algunos compañeros de la oficina y familiares para acompañarla en tan difícil momento. William, hermano mellizo de Mauro les contó que ninguna clínica ni hospital lo habían registrado y que la policía necesitaba que pasaran 24 horas para proceder a un informe de desaparición. 24 horas, ya habían trascurrido 13 horas y Margarita sentía que eran una eternidad. La madre de Margarita llegó a recoger los niños y alejarlos de la situación. Solo queda esperar a que amanezca para proseguir con los trámites que se requieran.

Mauro apenas podía mantenerse despierto pues ya le estaban suministrando líquidos con tranquilizante a través de un equipo de gota a gota, mantenía sus ojos cerrados para que pensaran que dormía profundamente y lograr que hablaran en su presencia para enterarse de que se trataba todo esto.

- Maldita sea, dijo el médico al ver los análisis de sangre y continuó, los datos de mi contacto en la ENPS dicen que el tipo tiene sangre compatible con nuestro cliente, además este tiene indicios de haber sufrido recientemente hepatitis, se han equivocado los malditos rastreadores, díganles que los espero en mi oficina, entonces el viejo salió furioso de la sala azotando con rabia la puerta.

Los enfermeros permanecieron en el sitio unos momentos, tiempo suficiente para que Mauro se enterara del motivo de su secuestro.

- En la que se metieron estos infelices, equivocarse justo ahora que el doctor tenía todo listo para el transplante de corazón de su paciente especial, vamos a llamarlos para que vayan rápido a ver al doctor Chapatín, salieron riendo dejando solo a Mauro. Como pudo se arrancó los catéteres y se sentó mientras todo le daba vueltas, su vida dependía de su esfuerzo para huir de ese tétrico lugar.

8 A.M., Margarita estaba en la Fiscalía informando sobre la desaparición de su esposo, ya no podía controlar el llanto y se le dificultaba contestar las preguntas que le hacía un funcionario que llenaba un formulario para iniciar la búsqueda.

- No hay pistas señora, debemos empezar de cero, dijo mientras le susurraba a una compañera: - Maldición Bety, es la tercera desaparición de la semana.

Como pudo y tambaleándose Mauro salió de la sala y se encontró de pronto en un oscuro y largo pasillo que le dejaba ver en su recodo final la luz del día, apoyándose en la pared caminó hasta una puerta que para su fortuna estaba abierta.

Recorrió el jardín sintiendo en sus pies la yerba mojada aún por el rocío de la mañana, salió al fin a una solitaria carretera y caminó como un zombie sin rumbo dispuesto a salvar su vida.

La discusión en el despacho del médico era acalorada, estaba furioso por el error, le habían traído al hombre equivocado.

- Pero doctor, mire usted la foto, es el mismo, además en nuestra carpeta estaba claro que era empleado de Estucol, desde ahí le hicimos el seguimiento.

El médico tecleaba con rabia revisando datos en su computador y gritó: Brutos, no trabaja en Estucol, trabaja en Estipol, me trajeron al mellizo del donante original, desháganse del estúpido ese, llamaré a mi cliente para suspender la operación y el alquiler del quirófano, que vayan empacando todo, tenemos que irnos de aquí sin dejar huella.

Habían pasado cuatro días cuando Margara contestó el teléfono con angustia:
- Aló, dijo Margarita…

- Señora, lamento informarle que encontraron en un pueblo vecino el cadáver de un hombre que responde a la descripción de su esposo, urge que vaya a identificarlo, personalmente espero que no sea el, me dicen que se trata de un drogadicto, pues tiene en sus brazos múltiples pinchazos y su deceso se debió a una sobredosis.
- Señora, Aló, señora….

El auricular del teléfono se balanceaba mientras se seguía escuchando:
¿Señora?, Aló. señora Margarita…..

D.Z.R.

martes, 3 de agosto de 2010

20.000 VISITAS


A las 10:38 A.M. del 3 de agosto de 2010 nuestro blog ha llegado a sus 20.000 visitas, Inicialmente uno escribe para si mismo, pero luego se siente un urgente deseo de compartir esas ideas y recuerdos , todas esas historias propias o ajenas, de seguir cosiendo esos pedazos de memorias con los hilos del recuerdo, gracias por todas sus visitas y comentarios.

Me sorprendió saber que tantas personas han estado leyendo mi blog, desde lugares tan distantes como Shizuoka Japón, Antwerp Bélgica, Jerusalem, Hong Kong, Taiwan, Taipei, Budapest, Casi toda España y Suramérica y muchísimas ciudades de U.S.A., la lista es inmensa, 70 paises y más de 300 ciudades leyendo estas cosas que salen de la cabeza de un paisa que siempre soñó con publicar su libro y que por casualidades de la vida encontró sin querer queriendo un medio fantástico de compartirlo, la web.

Hallé nombres de ciudades tan hermosos como: Amadora en Portugal, San Antonio de los Ranchos en México., Arezzo, son tantas y tantas que solo hasta ahora comienzo a descubrirlas.

Reciban mis más sinceros agradecimientos y aplausos por estar aquí, por ayudar a que se comience a forjar la unidad de nuestro planeta, a sentir que todos somos uno.

lunes, 2 de agosto de 2010

LA TIERRA DEL OLVIDO

UN POEMA QUE SE HACE CANCIÓN



Colombia es un pais con una multiplicidad de culturas y etnias. Entre esos aportes el Africa nos dejó su alegría y su cadencioso ritmo, heredado más tarde por la cumbia, el currulao, el porro, el mapalé y otros aires del Caribe y el Pacífico, luego en algún momento surgió el vallenato, ritmo que en este momento goza de gran aceptación en el pais y aún fuera de el.

A veces me avergüenza un poco no compartir esa preferencia musical con muchos de mis amigos, pero que se va a hacer, por algún motivo psicológico o genético no soporto ese tipo de música.

Mucho tiempo después sucedió que como todo en esta vida todo cambia, la música vallenata evolucionó fusionándose incluso con el rock, eso lo logró magistralmente Carlos Vives Restrepo, que nos dejó para la posteridad una de las más bellas y sentidas canciones, La tierra del olvido.


He creído pertinente compartir con los lectores del blog esta preciosa obra musical, interpretada en este curioso video por 80 músicos, cantando y tocando sus instrumentos desde diferentes locaciones de Colombia y sin nunca antes haberse visto, las maravillas de la tecnología.

D.Z.R.


Como la luna que alumbra
por la noche los caminos
como las hojas al viento
como el sol espanta al frío
como la tierra a la lluvia
como el mar espera al río
asi espero tu regreso
a la tierra del olvido

Como naufragan mis miedos
si navego tu mirada
como alertas mis sentidos
con tu voz enamorada
con tu sonrisa de niña
como me mueves el alma
como me quitas el sueño
como me robas la calma

Tu tienes la llave de mi corazon
yo te quiero
mas que mi vida porque sin tu amor
yo me muero (bis)

Como la luna alumbra
por la noche los caminos
como las hojas al viento
como el sol que espanta el frio
como la tierra a la lluvia
como el mar que espera al rio
asi espero tu regreso
a la tierra del olvido

Tu tienes la llave de mi corazon
yo te quiero
mas que a mi vida porque sin tu amor
yo me muero (bis)
Yo me muero (4 bis)

CARLOS VIVES

Créditos del video: http://www.aritmodecambio.com/

Cantantes y músicos: http://www.aritmodecambio.com/musicos.php

lunes, 26 de julio de 2010

BRUMAS


La página literaria DESCRITOS convocó a un concurso de escritos que emitirá sus resultados el próximo 29 de julio, se han presentado a esta convocatoria más de 100 trabajos de diferentes países. La mecánica del concurso es bien original, a cada participante le fue enviada una imagen
a partir de la cual se debía elaborar el texto, a mi me correspondió esta:



Extraña ilustración que fue seleccionada entre las tres ganadoras del anterior concurso de ilustradores también convocada por DESCRITOS http://www.facebook.com/home.php?#!/Descritos

Como ven tanto por el color dominante y la temática de esta, solo podría escribirse algo con tinte melancólico. Rara ilustración en la que se ve lo que parece ser un artefacto volador semejante a los diseñados el la edad media por Da Vinci atorado entre las ramas de un árbol que parece flotar en una espesa bruma, el 30 de julio publicaré mi escrito, pues por reglamento debe estar inédito hasta entonces, cuando ya se conocerán los tres ganadores.

Ya se conocieron los ganadores del concurso:

GANADORES DEL CONCURSO DE CUENTOS DESCRITOS

1. Daz Medrano de Venezuela

2. Grim Reeper de Honduras

3. Dream D

BRUMAS.

Viajaba solo por el misterioso fluido temporal, mi nave corporal a veces tomaba rutas seguras y amistosas y de pronto entraba en brumas impenetrables de mundos desconocidos y escabrosos, escasamente tenía algún dominio sobre mi maltrecha nave hecha de carne, huesos y sangre y animada por un misterioso e invisible hálito vital.


Sobre las rutas que debía transitar ninguna autonomía tenía, ellas solo estaban ahí, esperando que yo decidiera por cuales caminar volar o nadar, curiosamente cualquiera de las opciones que eligiera para realizar mi viaje siempre me conducirán al mismo destino, la muerte.

A veces, transitando por caminos estrechos tropezaba con otros viajeros, algunos de estos encuentros me alegraban, otros me enfadaban o entristecían, y algunos otros , por cierto pocos, fueron inolvidables y me emocionaron hasta el límite del éxtasis, entonces ya no estuve solo y viajaba con esa recién adquirida compañía que aligeraba mi pesado equipaje en este duro trasegar por los caminos de la vida, un pequeño paréntesis de risas, alegría y placer.


Más pronto que tarde comprendí que nada es para siempre, que nada es eterno, que todo cambia, y vuelvo a estar solo, buceando en una profunda tristeza, tratando de superar la pérdida para proseguir el duro camino.

Viajar y viajar, sin encontrar el amor anhelado y un puerto donde poder anclar para siempre. Cuantas veces he naufragado en esta empresa eterna de buscar mis sueños. Tantas teniendo que flotar y nadar en esta sustancia de la existencia, luchando para que no se ahoguen mis ilusiones.


Un día, al pasar frente a una roca de diamante pulido enclavada en una ladera de la séptima montaña, descubrí horrorizado que mi cuerpo estaba flácido y enjuto, entonces me miré en el espejo del oráculo y vi a un viejo con rostro ajado y triste que me miraba compasivo, no lo pude evitar y en medio de la infinita niebla se escuchó un grito de dolor y de amargura, mi propio grito.

D.Z.R.


domingo, 25 de julio de 2010

COMO PASAN LOS AÑOS

Es increíble como cambian nuestras apreciaciones con el tiempo, cuando era niño y correteaba con mis amigos por la calle, veía pasar a los muchachos rumbo a la escuelo o el colegio, al ver su estatura comparada con la de nuestros tres o cuatro años, me parecían casi viejos.

Si oíamos que alguien había cumplido cuarenta años me sorprendía que se pudiera llegar a tal edad, y si era el arribo a los cincuenta lo veía como una proeza. Éramos niños eso estaba lejos de nuestra comprensión y seguíamos jugando.

Luego al ir a la escuela por primera vez comprendí que esos chicos que veía camino a la escuela en realidad no eran viejos como pensaba antes, los viejos sin duda eran los que asistían a la escuela secundaria, de hecho algunos hasta bigote tenían.

Y así pasó el tiempo y se llegó el día de comenzar la secundaria, increíble, ahora veía que los chicos de bachillerato no eran viejos, solo muchachos grandes, aunque tuvieran ese raquítico bigote propio de la edad, los viejos ya sin discusión eran los que estaban en la universidad y de ahí para arriba.

Pero lo que están pensando es así, ingresado a la universidad tuve que reconocer mi grave error de secundaria, los universitarios tampoco eran viejos, solo más altos y fuertes, pero viejos no.

Entonces los viejos debían ser los obreros, los licenciados, los abogados, los curas, bien ustedes comprenden, los verdaderos viejos, porque de ahí para arriba ya estaban los ancianos venerables.

Pasó el tiempo de la U y sentí la flor de la juventud, los universitarios viejos, jamás, pero de pronto me vi como licenciado y salí de ahí con el diploma en la mano y la incertidumbre de mi futuro laboral como viejo.

Ingresé por suerte a una gran compañía de software y mirando a mí alrededor en la oficina descubrí que los licenciados tampoco eran viejos, los viejos eran los que antes veía como ancianos, los que pasaban de los cuarenta, porque de ahí para arriba sin duda estaban los decrépitos venerables.

La vida transcurrió inexorable y de pronto me vi en un nuevo hogar, rodeado de dos hermosas pecosas y una encantadora esposa. Comprendí entonces que mis padres cuando yo tenía cinco años no eran viejos, solo jóvenes grandes.

Bueno sin duda y corroborado por mis muchas lecturas, los viejos eran los abuelos y los jubilados, esos que se reúnen a rumiar su pasado en las cafeterías del centro de la ciudad al calor de unos aguardientes.

De golpe, casi sin darme cuenta mi niña mayor se casó y en un santiamén ya me había convertido en abuelo, abuelo yo a mis 46 años, increíble

¿Los abuelos viejos?, que va, solo hombres mayores, pero viejos lo que se dice viejos jamás, y ya lo digo por sentir propio.

Un día en el metro un jovencito me cedió su asiento, al tiempo que me decía: Siéntese abuelo, que golpe tan duro fue esto, amable el muchacho pero irreverente sin duda, ¿Viejo yo?, jamás de los jamases, el recorrido del tren se me hizo interminable, en mi mente retumbaban esas palabras: Siéntese abuelo, siéntese abuelo.

Me bajé en mi estación y caminé lo más rápido que pude hacia mi casa, y la verdad fue que por primera vez caí en la cuenta de que mis pasos no eran los del atlético joven que solía ser, con horror descubrí que mis pasos no eran pasos, solo el lento arrastrar de los pies de un viejo, de un anciano, de un decrépito venerable.

Como pude, asfixiado por el esfuerzo y con mi corazón a mil revoluciones llegué a la casa, abrí la puerta con la dificultad propia de mi mano temblorosa, y por un instante imaginé el caluroso beso con el que mi amada solía recibirme todos los días, pero no, bajando la cabeza tuve que resignarme como todos los días de estos últimos años, a que ya no estaba, que se ha ido para siempre, que estaba solo.

Mis traviesas pecosas tampoco están conmigo, están lejos, tan lejos mis pecositas amadas, en lejanos países con sus esposos y mis nietos.

Cuanto daría por tenerlas aquí, pero el tiempo pasa y lo que nos da nos quita. Ahora ya se cuando se es viejo, anciano, decrépito venerable, cuando se está solo y todo se ha perdido.

Siéntate abuelo, siéntate abuelo...


El tiempo - Mercedes Sosa y Pablo Milanés

D.Z.R

martes, 20 de julio de 2010

EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE

Llegan montones de correos, muchos de ellos con cadenas de oraciónes que prometen que si los reenviamos mínimo a 16, 24 o 32 personas recibiremos por ello fabulosos favores de Dios, los Ángeles o de algún gurú de la India, y que si por el contrario no lo hacemos, seremos castigados con horribles cosas que comenzarán a sucedernos en cualquier momento.

Otros correos nos dicen que enviémos dinero para salvar la vida de alguien, generalmente un niño, del que adjuntan una foto para conmover al destinatario y hacerlo sentir culpable y avaro por no enviar nunca nada a la cuenta bancaria que supuestamente pagará la cirujía salvadora.

Pero hay correos que al leerlos nos conmueven hasta el fondo del alma, que nos exprimen el corazón hasta hacenos derramar unas lágrimas de emoción o tristeza.

Este es el caso del texto de la escritora Silvia Castillejos Peral, nacida en Texcoco, estado de México en 1957, ella se inició como escritora con narraciones cortas y como guionista de radio y televisión. Estudió letras en la Universidad Autónoma Metropolitana de la Ciudad de México.

Actualmente alterna su escritura con su trabajo como profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Chapingo, México. Entre sus publicaciones se cuentan: La Internacional sonora Santanera (1987), Debe ser una broma (1989), El diario de Sili (1996), El día que me volví invisible (2002), y Malos amores (2002). Sin más introducciones les comparto su texto:


EL DÍA QUE ME VOLVÍ INVISIBLE


En esta casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos están hechos una maraña. Me acuerdo de aquellos calendarios grandes, unos primores ilustrados con las imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador, ya no hay nada de eso, todas las cosas han ido desapareciendo, y yo también me fui borrando sin que nadie se diera cuenta.

Primero me cambiaron de alcoba, pues la familia creció, después me pasaron a otra más pequeña aún, acompañada de una de mis bisnietas. Ahora ocupo el cuarto de los trebejos, el que está en el patio de atrás.

Prometieron cambiarle el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó, y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que aumenta mis dolores reumáticos.

Desde hace mucho tiempo tenía intenciones de escribir, pero me he pasado semanas buscando un lápiz, y cuando al fin lo encontraba, se me olvidaba dónde lo había puesto. A mis años las cosas se pierden fácilmente.

La otra tarde me di cuenta que mi voz también había desaparecido, porque cuando le hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan, todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos escuchando atenta lo que dicen. A veces he intervenido en la conversación, segura de que lo que voy a decirles no se le ha ocurrido a ninguno y les va a servir de mucho mis consejos.

Pero no me oyen, ni me miran, y tampoco me responden; entonces llena de tristeza, me retiro a mi cuarto antes de terminar de tomar la taza de café.

Lo hago así para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido, y vengan a buscarme y me pidan perdón, pero nadie viene a verme.

El otro día les dije que cuando me muriera entonces sí me iban a extrañar, y el nieto más pequeño me dijo: ¿Abuela es que estás viva? Les causó tanta gracia que no paraban de reír. Estuve tres días llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas y ni los buenos días me dio.

Fue entonces cuando me convencí de que soy una persona invisible: me paro en medio de la sala para ver si aunque sea estorbo, pero mi hija me mira y sigue barriendo sin tocarme, y los nietos pasan corriendo de un lado a otro sin tropezar conmigo.

Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil; le llevé un té especial que yo misma preparé; se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara, sólo que estaba viendo televisión y ni un parpadeo me indicó que se daba cuenta de mi presencia; el té se fue enfriando poco a poco, mi corazón también.

Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos de día de campo, me puse muy contenta, ¡hacía tanto tiempo que no salía, y menos al campo! El sábado fui la primera en levantarme, quise arreglar las cosas con calma, los viejos nos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para no retrasarlos. Al rato entraban y salían de la casa corriendo y echaban bolsas y juguetes al carro.

Yo ya estaba lista y muy alegre me paré en el zaguán a esperarlos. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en el bullicio, comprendí que yo no estaba invitada; tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.

Sentí cómo mi corazón se encogió, la barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta las ganas de llorar. Vivo con mi familia y cada día me hago más vieja, pero cosa curiosa, ya no cumplo años, nadie me lo recuerda, todos están tan ocupados... yo los entiendo, ellos si hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan, y se besan.

Yo ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos entre mis brazos como si fueran míos, sentía su piel tiernita y su respiración dulzona muy cerca de mí, la vida nueva se me metía como un soplo y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar; pero un día mi nieta Laura que acababa de tener un bebé, me dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños por cuestión de salud; entonces ya no me les acerqué más, por temor a que les pasara algo a causa de mis imprudencias. ¡Ahora siento mucho miedo de contagiarlos!

Sin embargo, aunque los quiero mucho, voy a causarles un último contratiempo; mañana que es domingo, y no están tan atareados, se encontrarán con una sorpresa: ya tengo en mis manos el frasco de pastillas que me voy a tomar y no lo voy a soltar, con eso de que todo se me pierde, lo haré en la sala para que me encuentren pronto.

¡Dios Mío... que tengan dinero para mi ataúd y que no me guarden un mal recuerdo! Yo los bendigo a todos y los perdono, porque ¿qué culpa tienen los pobres de que yo me haya vuelto invisible?

Les dejaré éste papel para que tomen sus precauciones. Con tantas cosas que se inventan hoy, estoy segura que habrá algo que puedan comprar para que siempre sean vistos y escuchados; para que el día de mañana no tengan que morirse estando muertos desde antes... como yo.



Silvia Castillejos Peral.

lunes, 19 de julio de 2010

Transmitiendo en justin tv

COMO TENER TU PROPIO CANAL DE TV
Y NO MORIR EN EL INTENTO



El 9 de marzo de 2010 cumplí dos años de estar unido a justin.tv. Con un total desconocimiento técnico del manejo de un canal de televisión me aventuré a esta experiencia que se nos presentaba como un reto a superar.

Consultas en google fueron develando paso a paso detalles del funcionamiento del sistema, ensayos frustrados se repitieron muchas veces, al principio salía una imagen de video de pésima calidad y carente de audio, luego logramos emitir ambos pero con el audio desfasado, estaba a punto de tirar la tohalla cuando obtuve la primera emisión medio decente con video y audio sincronizados, pero aún faltaba calidad.

Estaba entonces trasmitiendo con el servicio que ofrece la misma página de Justin TV, pero luego descubrí que da mejores resultados el programa Adobe Flash media Encoder.

La verdad no tomé notas de este proceso, por lo que exactamente no se la fecha cuando pude emitir mis primeros programas con muy buena calidad de audio y video.

En el momento de escribir esta nota (la cual hago para no olvidarme de estos detalles al tiempo que compartirlos con quienes lean el blog) registramos 303 seguidores y 87.359 visitantes.

Esto me produce gran satisfacción, pues el fin primordial del canal es compartir ideas y programas seleccionados por este servidor con gentes de todos los rincones del mundo.

Estoy usando para emitir Adobe Flash Media Encoder 2.5 y haciendo enlace con StudioPro que sirve para agregar los videos que se van a emitir.



La configuración de adobe flash media encoder que mejor resultado me dió es:
De acuerdo a la capacidad de mi banda ancha

Preset medium Bandwidth 300 Kbs - VP6

VIDEO
Device: StudioPro
Format VP6
Bit rate 200 Kps
Size 320 x 240
fps 15.00

Las otras opciones de video las dejé sin activar

AUDIO
Device StudioPro audio 1
Format MP3 Mono
Sample Rate 22.050 Hz
Bit rate 48
Volume Mitad de recorrido o un poco más.
Preview Activadas todas
Panel options Output
Stream for flah media server: Activado
Save to file: Desactivado
Los otros parámetros de este sector se autoconfiguran




Ahora para que esto funcione hay que enlazarlo a Justin tv
Se debe inscribir como usuario y llenar el formulario, como si estuviera abriendo una cuenta de correo. Justin nos da un codec que debes abrir, copiar y luego pegar cuando abras el Flash media encoder en File-Open profile-pegas tu codec en la pantalla que sale y darle a la opción ABRIR, finalmente volver a File - Save profile. Estamos ya listos para emitir nuestra propia programación de televisión, yo paso videos de mi archivo, pero StudioPro también puede pasar directamente desde una cámara en tiempo real o desde captura de escritorio.


ESTE TUTOTIAL ESTÁ MUY BIEN VISÍTENLO
http://autorneto.com/tecnologia/internet/tutorial-como-transmitir-en-justintv/

Aclaro que esta configuración es la que mejor se ajustó a mi caso particular, dados la velocidad de banda ancha, procesador y memoria, pero creo que pueden funcionar en forma general en muchos casos.

Otra cosa que me demoré en descubrir es que no todos los videos de mi archivo tenían la misma cantidad de cuadros por minuto ni configuracón de audio, tuve que conseguir un programa que los convirtiera a todos iguales, ese programa es

Free Video Converter V2.0.0.0
Lo configuré asi:

VIDEO
Formato de salida AVI
Codec MS-Mpeg4-V2
Pixeles 220 x 240
Aspecto 4:3
FPS 15
Bibrate 200 Kbps

AUDIO
Incluir pista de audio: Activado
Codec MP3
Frecuencia 22050
Canal Mono
Bibrate 48

Luego en parámetros escoger el sitio donde guardar estos archivos ya convertidos
Ahora comience a agregar los videos que desea, admite AVI, WMP, MP4, es cuestión de experimentar. Los videos ya convertidos se podrán montar en StudioPro y saldrán muy bien y con audio sincronizado

Espero que les sea de utilidad.

Este es el resultado actual de horizontestv y su enlace, trasmito desde las 18:45 hasta las 24:00 hora Colombiana, 23 a 5 UTC http://es.justin.tv/horizontestv



Promo del canal elaborado con Movie Maker

QUE ES JUSTIN TV

Justin.tv es un interesante servicio web, desarrollado por los fundadores del site, kiko.com. Este website comenzó mostrando en tiempo real todo lo que veía uno de los fundadores de este proyecto, Justin Kan.


Kan utilizaba una cámara de vídeo incorporada sobre su gorra de baseball, para transmitir el vídeo y el audio de todo lo que sucedía a su alrededor 24 / 7.
La primera retransmisión de este interesante proyecto, fue realizada el 29 de marzo de 2007.

El proyecto fue comparado por los medios, con películas como; “EDtv”, “Como ser John Malkovich” o “El show de Truman”, y es que Kan trataba de retransmitir todo lo que sucedía en su vida diaria.


El contenido desarrollado por Justin Kan, popularizo el término lifecasting.
Justin.tv 24/7, hizo conocido a Justin Kan, quien fue entrevistado por Ann Curry en el Today Show, Tom Merritt en el primer episodio de CNET Live, Nightline o World News Tonight.
Este proyecto comenzó utilizando un ordenador basado en Linux, cuatro adaptadores de red USB EVDO que permitían la transmisión de vídeo a través de la red móvil, un codificador mpeg-4 y una batería de litio de 8 horas de autonomía. Más tarde se actualizaría el hardware y utilizaría una tarjeta EVDO, y un notebook Sony Vaio TX. Este sistema era capaz de transmitir 10 imágenes por segundo.

Ese mismo año, en 2007, el canal Justin.tv 24 / 7 de Kan dejó de transmitir, y daría comienzo la plataforma de vídeo vía streaming.
Actualmente Justin.tv es una plataforma de televisión vía streaming, que suele tener emitiendo en directo cerca de 1800 canales de TV. Esta plataforma es capaz de dar soporte a una gran cantidad de usuarios simultaneamente, ofreciendo el contenido de los canales en tiempo real.
Cada cuenta de usuario es una “cadena o canal”, y cada usuario está invitado a transmitir contenido generado por el mismo en directo desde su cámaras web. Justin.tv permite a cualquier usuario que disponga de cámara web, ordenador e Internet, poder tener su propio canal con solo registrarse en el sistema.

Otro servicio interesante de Justin.tv es el TVp2p. Mediante este sistema, usuarios de todo el mundo pueden retransmitir a través de canales del servicio, contenido como por ejemplo partidos de fútbol que en en sus países se emiten en abierto. Esto permite que este contenido sea accesible en directo desde cualquier país.
Justin.tv es capaz de ofrecer simultaneamente más de 177 Gbps de vídeo.
Aunque la primera emisión de Justin.tv fue en 2007, la compañía fue fundada en octubre de 2006.

A continuación algunas imágenes de la nueva oficina de Justin.tv en San Francisco:


Justin tv

36 Clyde Street
San Francisco, CA 94107
United States

Originalmente, el hardware de transmisión móvil consistía en un computador basado en Linux, cuatro adaptadores de red USB EVDO - cuyo estándar permite transmitir la data del video a través de la red de telefonía celular-, un codificador de video análogo a mpeg-4 producido comercialmente y una gran batería de Ion-Litio de ocho horas de duración.
Actualmente, la configuración utiliza una tarjeta de red EVDO y un computador portátil pequeño, Sony Vaio TX, transportado en una mochila. El video se transmite con una frecuencia de diez imágenes por segundo, utilizando el software comercial de on2,5 además de los servicios de telecomunicación de Sprint Nextel.


El computador es responsable de tomar los datos del video codificados desde la cámara y de enviarlos al principal sitio web. El sistema fue desarrollado por Kyle Vogt, otro de los fundadores de Justin TV. En un comienzo el computador presente en el sistema cargado en la mochila se recalentaba, resultando en la detención de la transmisión del video. Esto ha sido mitigado cambiando a un laptop de hardware estándar, con Windows XP como sistema operativo y el codificador de Adobe Media.
Entre las cámaras utilizadas se encuentran la Viosport y la cámara web Logitech Fusion.

Aunque Justin.tv indica que la transmisión es 24 horas al día por 7 días a la semana, el video deja de transmitir algunas veces en el día, principalmente por dificultades técnicas. Durante la noche Justin deja de usar la cámara y cambia a una cámara grabadora fija sobre un trípode.
Actualmente de Justin.tv ofrece varias cámaras en vivo, móviles y fijas, con diferentes personas, actividades.

Finalmente solo me resta agradecer a Justin Kan por proporcionarnos este medio tan interesante para difundir nuestra propia programación y acercar a tantas personas alrededor del mundo.

Igualmente agradezco a los 306 seguidores de mi canal por estar siempre pendientes de nuestra programación y tenernos entre sus canales favoritos, al igual que a los más de 89.000 televidentes que nos han apreciado con su sintonía.

lunes, 28 de junio de 2010

AUSENCIA

Sus ojos se pusieron vidriosos y su mano ya no apretaba la mía, se estaba yendo para siempre y no podía evitarlo.

Porque será que la gente tiene que irse, a veces en la mejor parte de la vida, cuando queremos disfrutar más de su compañía y regarle más de nuestro tiempo.

Antes de partir, hablaba con visitas invisibles, sonreía dulcemente, cosía con sus manos en el aire ropitas etéreas para sus amados sobrinos.


Yo solo podía contemplarla y asentir que aunque nada oía o veía, sus actos tenían mucho sentido, estaba deshaciendo sus pasos, estaba viajando, como solo saben hacerlo los moribundos, hacia sus lugares más queridos, hacia su jardín secreto, donde tenía plantadas muchas orquídeas de inenarrables fragancias, violetas y jazmines.


En algunos momentos yo sabía que estaba allí, volando como hada de los bosques, con ese raro poder de ubicuidad que solo los que se están yendo adquieren.


Sabía que se iba y no podía evitarlo. ¿Por que se va la gente en el mejor momento de la vida?, cuando apenas vamos a comenzar a decirle que la amamos, cuando más requerimos abrazarlos.


Su mano perdió su calor y ahora en el lecho solo estaba ese empaque que la contenía, vacío y frío, cual crisálida que abandona la mariposa que vuela libre hacia una nueva vida, ya se había ido y yo nada pude hacer para evitarlo.

D.Z.R.

domingo, 20 de junio de 2010

EL ÚLTIMO DÍA

Cuento de cuna para cuando el sol se apague.


Y ese fue el último día de los días, la última vez que los mortales vieron la luz del sol, que pudieron observar los colores de las cosas, cosas que a pesar de no ser visibles seguirían.

No presentían ni un poquito lo que les esperaba después de esa noche, en la que todos los que eran buscaron los refugios, las aves sus nidos, las fieras sus guaridas, y los hombres sus lechos. Era una noche como todas las noches anteriores, llena de cantos de ranas y de grillos, sin señales en el cielo ni hechos premonitorios. Es más, era igual esa noche a todas las anteriores noches desde que las noches existieron, noches en las que igualmente nadie sabía lo que vendría después de ellas, solo que esa vez sería muy distinto, porque esa sería la noche del último día de los días.

Esa noche las criaturas quedaron sumidas en ese sopor o trance llamado sueño, y soñaron muchas cosas, soñaron con días y con noches, que creyeron ciertas pero que solo eran ilusiones oníricas, idénticas a la realidad, por que esta, también es otra ilusión creada por la matrix o la maya.

El tiempo transcurrió sin que los durmientes lo notaran, como siempre hasta entonces había sido, porque el tiempo solo se percibe en estado de vigilia, cuando fluye siempre hacia delante, hacia el futuro. Solo que el tiempo en este mundo, después de ese último día, cambiaría su curso y fluiría por cauces escabrosos, que lo deformarían de forma inimaginable.

Bien, ya trascurrido el tiempo de la noche, hombres y animales fueron despertando poco a poco, y notaron que el sol del nuevo día no salía, era que aún no se enteraban de que el tiempo de los días se agotaba, y que el anterior había sido el último día de los días.

sábado, 19 de junio de 2010

EVANGELIO DE SIMÓN EL PAISA

LAS BODAS DE CANÁ

Apócrifo de Simón el Paisa.


Fue en la demolición de una antiquísima casa del sector de Belén, cuando un humilde trabajador penetró en un profundo subterráneo que no aparecía en el plano que le habían dado, en el fondo del oscuro túnel el haz de su linterna alumbró una carcomida urna de madera, sorprendido y pensando que se trataba de algún tesoro la abrió temblando de emoción, para descubrir que dentro de ella solo había un vetusto cuaderno lleno de garabatos, es que el pobre no sabía leer. De todas formas guardó el cuaderno entre su camisa y salió jadeante del húmedo lugar.

Ya en el terreno de la construcción me contó sobre su hallazgo y sonriente me entregó el mugriento cuaderno. Estuve a punto de botarlo, pero me detuve al ver un misterioso símbolo en su carátula, por lo que opté guardarlo en mi mochila.

Pasaron varios días cuando recordé el asunto y me apuré a sacar el intrigante objeto de la mochila, estaba medio desbaratado, pero sus notas aún eran legibles y aunque tenía hojas rotas pude pegarlas con cinta adhesiva.

Lo llevé con mucho cuidado y lo puse bajo las luces de mi mesa de dibujo, con unas pinzas pasaba sus hojas de una en una, no sin antes fotografiarlas.

Comencé pues a transcribir las notas a mi portátil con mucho esmero, descubriendo que se trataba de un incunable evangelio apócrifo, el evangelio de Simón el Paisa.

Al leer este evangelio, hallé una historia muy curiosa que robó de inmediato mi atención, y estoy seguro que ahora también la vuestra, era el verdadero relato de las bodas de Caná, que publico a continuación.

Caná de Galilea era un pueblito de hermosos amaneceres, seguramente cerca de Nazaret donde vivía Jesús con sus padres.

Sin duda eran unos parientes de María los que celebraban ese matrimonio, pues ellos fueron especialmente invitados. Imagino los apuros de la madre de Jesús para conseguir el regalo de bodas. Al mercado de San Alejo de Nazaret tuvo que ir la Virgen María a comprar el presente, allí ofrecían lámparas de aceite de Roma, cobertores de lana de Grecia, vajillas de cerámica de Turquía, papel papiro traído de Egipto con un Kit. de tinta y plumas fuentes de la India, era el epicentro del naciente negocio del contrabando. También vendían ropas finas de lino y sandalias de cuero de Italia, collares con piedras de colores de África y finos perfumes de la Galia.

Así se pasó pues la Divina Madre, loliando y recatiando precios toda la tarde en el bullicioso mercado. Finalmente compró las túnicas y las sandalias para ella y Jesús, pues la ocasión ameritaba estren, para los novios compró dos finísimas lámparas de cerámica Romana con su respectivo frasco de aceite combustible, una loción finísima que le había recomendado María Magdalena y un tazón sopero de barro cocido.

Feliz llegó a la casa y les mostró sus compras a José y a Jesús, su hijo se mostró satisfecho con su ajuar, el cual se midió inmediatamente para asegurarse que era de su talla y tener tiempo de ir a la sección de devoluciones de no servirle. José disimuladamente le preguntó en voz baja: - ¿María, cuanto te valió todo eso?, le dijo cuanto ella y el por poco le da un patatús, es que desde entonces las mujeres eran gastoncitas.

El día de la boda se llegó, y partieron hacia Caná María y Jesús, que a la sazón tenía como 28 años. José tuvo que quedarse cuidando a los niños al tiempo que tenía que cumplir un contrato para colocar unas ventanas en la casa de un ricachón del pueblo.

Las fiestas de bodas en aquel tiempo, eran como animaditas, algunas duraban entre tres y ocho días, esta era una de estas últimas, de semana completa, con músicos, comilona, vino y baile.

Llegados allí, fueron acogidos con gran alborozo, pues eran para los de Caná sus familiares más queridos, María y las otras mujeres se encerraron en una pieza a chismosiar y a ayudar a la novia que se estaba poniendo el traje de boda, Jesús y los otros hombres presentes se quedaron en el jardín con el novio para iniciar el asado de cabrito al calorcito de unos buenos vinos, hablaron de las últimas noticias del Reino de Judá y de los conflictos con el Imperio Romano, de la depresión económica y el desempleo reinante. Juan Bautista, el primo hermano de Jesús comento con gran conocimiento que la vida estaba muy cara y los impuestos del Cesar los tenían hasta el cuello, entonces todos asintieron e hicieron un brindis chocando sus griales de madera.

Se llegó la hora y los novios se encontraron bajo un pequeño toldo rodeado de bellas flores, los músicos interpretaron el Haba Nagila. Un viejo rabino inició la ceremonia ante la aburrición de los señores y las lágrimas de todas las emocionadas damas.





Los novios ya casados y cansados se sentaron en sendos taburetes de madera y cuero y ahí fue cuando entre varios los levantaron, con taburete y todo paseándolos tambaleantes en procesión por todo el sitio, la cosa más miedosa, más aún cuando había entre los cargadores varios muy chapolos, pero afortunadamente nos los dejaron caer.

En síntesis la boda fue muy lucida y los regalos abundantes y bonitos, bueno, todos, menos el que les llevó José de Arimatea, que por entonces era muy avaro, ocurrírsele darles un cucharoncito barato de madera.

La rumba se inició y la música llenó el hermoso jardín de alegría, quién iba a imaginar que los judíos eran tan fiesteros, el padre de la novia se paseaba entre todos los invitados y les decía: - Que no se vea la miseria y azuzaba a los meseros para que sirvieran vino copiosamente.

Que así pasaron uno, dos, tres, cuatro días, la comida y el vino rumbaban, pero ocurrió lo inevitable, que el licor se acabó, las tinas de piedra quedaron inesperadamente vacías.

La familiar de María la llamó con disimulo y le contó: - María, mija, que voy a hacer, el vino se acabó en lo mejor de la fiesta, el estanquillo del pueblo está cerrado a esta hora y la gente se nos va a pasmar, se nos dañó la fiesta querida, que pena con los invitados.

María luego de pensar un poco tuvo una sin igual idea: - Mirá, mi hijo hace unas magias muy grandes, de seguro el nos saca del apuro, desde ahí las mamás siempre ofrecieron inconsultamente a sus hijos para hacerles favores a sus amigas, recuerdo que a mi, me ofrecía la mía para hacerle mandados a las vecinas, y uno para no hacerlas quedar mal pues aguantaba y los hacía. Comprendo por ello muy bien lo que sintió Jesús, cuando su madre le pidió tamaña encomienda. Inicialmente el se rehusó: - Mamá, yo solo tengo veintiocho años y no se me ha autorizado para hacer milagros públicos hasta después de los treinta.

Tanto insistió María, recalcándole que ya se había comprometido con su familiar y que no quería quedar como un zapato, corrijo, como una sandalia. Ante tal presión materna Jesús asintió con la condición de que no se enteraran más que los meseros.

Fue entonces Jesús con su madre a la cocina y esta les dijo a los sirvientes que hicieran todo lo que su hijo les pidiera, les dijo Jesús a los sirvientes que llevaran las seis tinas al pozo y las rebozaran de agua, (Cada tina era como de 100 litros), estos lo hicieron sin reparo y las pusieron ante Jesús, el hizo sobre ellas unos pases mágicos y recitó como unas palabras mágicas, pidió entonces le llevaran al mayordomo un vaso, y este sin saber de donde provenía aseguró que era el mejor vino que jamás había probado.

Se repartió el vino de nuevo a los asistentes y todos quedaron felices con el delicioso licor, más tarde el anfitrión llevó a su mayordomo hasta un rincón del saloncito principal y le dijo que era el era el mejor catador del reino y que jamás había probado tal ambrosía, dejaste el buen vino para el final pillo, te lucites.

La fiesta se animó otra vez y tomó un segundo aire, fueron ocho días de buena música, comida, baile y sobre todo muy buen vino.

Nota del traductor: No explica mucho el evangelio de Simón el Paisa si Jesús bailó y tomó vino, pero yo no lo pondría en duda, era entonces un hombre joven y practicante de las costumbres de su pueblo, que vivan las bodas de Caná. Se me antoja ahora un buen vinillo, que raro.

D.Z.R.

viernes, 18 de junio de 2010

SARAMAGO

José Saramago escritor, dramaturgo y periodista Portugués, nació en Azinhaga, Santarém, Portugal el 16 de noviembre de 1922, murió hoy 18 de junio de 2010 en Tías, Lanzarote, IslasCanarias, España, a los 87 años.
José Sousa da Piedade hubiese sido su nombre correcto, si no fuera por que el funcionario que asentó su acta de registro hubiese cometido un error de pluma, no se sabe si voluntario o no, su apellido Saramago viene del apodo de su familia: Saramago, en español Jaramago, que era una yerba crucífera.

Sus padres eran campesinos, cosa que marcó sus tendencias político teóricas. Vivió con sus padres un tiempo en Argentina y luego regresaron a Lisboa. A sus 12 años descubrió las obras clásicas en los textos escolares gratuitos de su época. Abandonó sus estudios, ante la imposibilidad que tuvieron sus padres para pagárselos, entonces trabajó en una herrería industrial y en sus ratos libres se leyó toda la biblioteca del barrio.

Como no es mi intención publicar toda la biografía de este fenomenal escritor les pego un link para los que deseen consultar una. http://es.wikipedia.org/wiki/José_Saramago

Lo que si quiero compartir con mis lectores es este cuento inédito que encontré en la pagina mundo latino. http://www.mundolatino.org/cultura/saramago/saramag5.htm


LA ISLA DESCONOCIDA
Cuento inédito de José saramago.

Un hombre llamó a la puerta del rey y le dijo, Dame un barco. La casa del rey tenía muchas más puertas, pero aquélla era la de las peticiones. Como el rey se pasaba todo el tiempo sentado ante la puerta de los obsequios (entiéndase: los obsequios que le ofrecían a él), cada vez que oía que alguien llamaba a la puerta de las peticiones se hacía el desentendido, y sólo cuando el continuo repiquetear de la aldaba de bronce subía a un tono, más que notorio, escandaloso, impidiendo el sosiego de los vecinos (las personas comenzaban a murmurar, Qué rey tenemos, que no atiende), daba orden al primer secretario para que fuera a ver lo que quería el impetrante, que no había manera de que se callara. Entonces, el primer secretario llamaba al segundo secretario, éste llamaba al tercero, que mandaba al primer ayudante, que a su vez mandaba al segundo, y así hasta llegar a la mujer de la limpieza, que, no teniendo en quien mandar, entreabría la puerta de las peticiones y preguntaba por el resquicio. Y tú, qué quieres.

El suplicante decía a lo que venía, o sea, pedía lo que tenía que pedir, después se instalaba en un canto de la puerta, a la espera de que el requerimiento hiciese, de uno en uno, el camino contrario, hasta llegar al rey. Ocupado como siempre estaba con los obsequios, el rey demoraba
la respuesta, y ya no era chica señal de atención al bienestar y felicidad del pueblo cuando pedía
un informe fundamentado por escrito al primer secretario, que, excusado será decirlo, pasaba el encargo al segundo secretario, éste al tercero, sucesivamente, hasta llegar otra vez a la mujer de la limpieza, que opinaba sí o no de acuerdo con el humor con que se hubiera levantado.

Sin embargo, en el caso del hombre que quería un barco, las cosas no ocurrieron así. Cuando la mujer de la limpieza le preguntó por el resquicio de la puerta, Y tú qué quieres, el hombre, en vez de pedir, como era la costumbre de todos, un título, una condecoración,
o simplemente dinero, respondió, Quiero hablar con el rey, Ya sabes que el rey no puede venir, está en la puerta de los obsequios, respondió la mujer, Pues entonces ve y dile que no me iré de aquí hasta que él venga personalmente para saber lo que quiero, remató el hombre, y se tumbó todo lo largo que era en el rellano, tapándose con una manta porque hacía frío.

Entrar y salir sólo pasándole por encima. Ahora bien, esto suponía un enorme problema, si tenemos en consideración que, de acuerdo con la pragmática de las puertas, sólo se puede atender a un suplicante de cada vez, de donde
resulta que mientras haya alguien esperando una respuesta, ninguna otra persona podrá aproximarse para exponer sus necesidades o sus ambiciones. A primera vista, quien ganaba con este artículo del reglamento era el rey, puesto que al ser menos numerosa la gente que venía a incomodarlo con lamentos, más tiempo tenía, y más sosiego, para recibir, contemplar y guardar los obsequios. A segunda vista, sin embargo, el rey perdía, y mucho, porque las protestas públicas, al notarse que la respuesta tardaba más de lo que era justo, aumentaban gravemente el descontento social, lo que, a su vez, tenía inmediatas y negativas consecuencias en el flujo de obsequios.

En el caso que estamos narrando, el resultado de la ponderación entre
los beneficios y los perjuicios fue que el rey, al cabo de tres días, y en real persona, se acercó a la puerta de las peticiones. Abre la puerta, dijo el rey a la mujer de la limpieza, y ella preguntó, Toda o sólo un poco.

El rey dudó durante un instante, verdaderamente no le gustaba mucho exponerse a los aires de la calle, pero después reflexionó que parecía mal, aparte de ser indigno de su majestad, hablar con un súbdito a través de una rendija, como si le tuviese miedo, sobre todo asistiendo al coloquio la mujer de la limpieza, que luego iría por ahí diciendo Dios sabe qué, De par en par, ordenó. El hombre que quería un barco se levantó del suelo cuando comenzó a oír los ruidos de los cerrojos,
enrolló la manta y se puso a esperar. Estas señales de que finalmente alguien atendería y que por tanto el lugar pronto quedaría desocupado, hicieron aproximarse a la puerta a unos cuantos aspirantes a la liberalidad del trono que andaban por allí, prontos para asaltar el puesto apenas quedase vacío. La inopinada aparición del rey (nunca una tal cosa había sucedido desde que usaba corona en la cabeza) causó una sorpresa desmedida, no sólo a los dichos candidatos, sino también entre la vecindad que, atraída por el alborozo repentino, se asomó a las ventanas de las casas, en el otro lado de la calle.

La única persona que no se sorprendió fue el hombre que vino a pedir un barco. Calculaba él, y acertó en la previsión, que el rey, aunque tardase tres días, acabaría sintiendo la curiosidad de ver la cara de quien, nada más y nada menos, con notable atrevimiento, lo había mandado llamar. Dividido entre la curiosidad irreprimible y el desagrado de ver tantas personas juntas, el rey, con el peor de los modos, hizo tres preguntas seguidas, Tú qué quieres, Por qué no dijiste lo que querías, Te crees que no tengo más nada que hacer; pero el hombre sólo respondió a la primera pregunta, Dame un barco, dijo. El asombro dejó al Rey hasta tal punto desconcertado, que la mujer de la limpieza se vio obligada a acercarle una silla de enea, la misma en que ella se sentaba.

Mal sentado, porque la silla de enea era mucho más baja que el trono, el rey buscaba la mejor manera de acomodar las piernas. Y tú para qué quieres un barco, si puede saberse, fue lo que el rey preguntó: Para buscar la isla desconocida, respondió el hombre, Qué isla desconocida, preguntó el rey, disimulando la risa, como si tuviese enfrente a un loco de atar, de los que tienen manías de navegaciones, a quien no sería bueno contrariar así de entrada, La isla desconocida, repitió el hombre, Hombre, ya no hay islas desconocidas, Quién te ha dicho, rey, que ya no hay islas desconocidas, Están todas en los mapas, en los mapas, están sólo las islas conocidas, Y qué isla desconocida es esa que tú buscas. Si te lo pudiese decir, entonces no sería desconocida. A quién has oído hablar de ella, preguntó el rey, ahora más serio, a nadie, en ese caso, por qué te empeñas en decir que ella existe, simplemente porque es imposible que no exista una isla desconocida, Y has venido aquí para pedirme un barco, sí, vine aquí para pedirte un barco, Y tú quién eres para que yo te lo dé, Y tú quién eres para no dármelo, soy el rey de este reino y los barcos del reino me pertenecen todos.

Más les pertenecerás tú a ellos que ellos a ti, Qué quieres decir, preguntó el rey inquieto, Que tú sin ellos eres nada, y que ellos, sin ti, pueden navegar siempre, Bajo mis órdenes, con mis pilotos y mis marineros, No te pido marineros ni piloto, sólo te pido un barco, Y esa isla desconocida, si la encuentras, será para mí, A ti, rey, sólo te interesan las islas conocidas, También me interesan las desconocidas, cuando dejan de serlo, Tal vez ésta no se deje conocer, Entonces no te doy el barco, Darás.Al oír esta palabra, pronunciada con tranquila firmeza, los aspirantes a la puerta de las peticiones, en quienes, minuto tras minuto, desde el principio de la conversación iba creciendo la impaciencia, más por librarse de él que por simpatía solidaria, resolvieron intervenir en favor del hombre que quería el barco, comenzando a gritar, Dale el barco, dale el barco.

El rey abrió la boca para decirle a la mujer de la limpieza que llamara a la guardia de palacio para que estableciera inmediatamente el orden público e impusiera disciplina, pero, en ese momento, las vecinas que asistían a la escena desde las ventanas se unieron al coro con entusiasmo, gritando como los otros, Dale el barco, dale el barco. Ante tan ineludible manifestación de voluntad popular y preocupado con lo que, mientras tanto, habría perdido en la puerta de los obsequios, el rey levantó la mano derecha imponiendo silencio y dijo, Voy a darte un barco, pero la tripulación tendrás que conseguirla tú, mis marineros me son precisos para las islas conocidas. Los gritos de aplauso del público no dejaron que se percibiese el agradecimiento del hombre que vino a pedir un barco. Vas al muelle, preguntas por el capitán del puerto, le dices que te mando yo, y él que te dé el barco, llevas mi tarjeta. El hombre que iba a recibir un barco leyó la tarjeta de visita, donde decía Rey debajo del nombre del rey, y eran estas las palabras que él había escrito sobre el hombre de la mujer de la limpieza, Entrega al portador un barco, no es necesario que sea grande, pero que navegue bien y sea seguro.

Cuando el hombre levantó la cabeza, se supone que esta vez iría a agradecer la dádiva, el rey ya se había retirado, sólo estaba la mujer de la limpieza mirándolo con cara de circunstancias. El hombre bajó del peldaño de la puerta, señal de que los otros candidatos podían avanzar por fin, superfluo será explicar que la confusión fue indescriptible, todos queriendo llegar al sitio en primer lugar, pero con tan mala suerte que la puerta ya estaba cerrada otra vez.

La aldaba de bronce volvió a llamar a la mujer de la limpieza, pero la mujer de la limpieza no está, dio la vuelta y salió con el cubo y la escoba por otra puerta, la de las decisiones, que apenas es usada, pero cuando lo es, es. Ahora sí, ahora se comprende el porqué de la cara de circunstancias con que la mujer de la limpieza había estado mirando, ya que, en ese preciso momento, tomó la decisión de seguir al hombre así que él se dirigiera al puerto para hacerse cargo del barco. Pensó que ya bastaba de una vida de limpiar y lavar palacios, que había llegado la hora de mudar de oficio, que lavar y limpiar barcos era su vocación verdadera, al menos en el mar el agua no le faltaría (...) Andando, andando, el hombre llegó al puerto, fue al muelle, preguntó por el capitán, y mientras venía, se puso a adivinar cuál sería, de entre los barcos que allí estaban, el que iría a ser suyo, grande ya sabía que no, la tarjeta de visita del rey era muy clara en este punto (...) Un poco apartada de allí, escondida detrás de unos bidones, la mujer de la limpieza pasó los ojos por los barcos atracados. Para mi gusto, aquél, pensó, aunque su opinión no contaba, ni siquiera había sido contratada, vamos a oír antes lo que dirá el capitán del puerto.

El capitán vino, leyó la tarjeta, miró al hombre de arriba abajo, y le hizo la pregunta que al rey no se le había ocurrido, Sabes navegar, tienes carné de navegación, a lo que el hombre respondió, Aprenderé en el mar. El capitán dijo, No te lo aconsejaría, capitán soy yo, y no me atrevo con cualquier barco, Dame entonces uno con el que pueda atreverme, no, uno de ésos no, dame un barco que yo respete y que pueda respetarme a mí, ese lenguaje es de marinero, pero tú no eres marinero, Si tengo el lenguaje, es como si lo fuese.

El capitán volvió a leer la tarjeta del rey, después preguntó, Puedes decirme para qué quieres el barco, Para ir en busca de la isla desconocida, Ya no hay islas desconocidas, Lo mismo me dijo el rey, Lo que él sabe de islas, lo aprendió conmigo, Es extraño que tú, siendo hombre de mar, me digas eso, que ya no hay islas desconocidas, hombre de tierra soy yo, y no ignoro que todas las islas, incluso las conocidas, son desconocidas mientras no desembarcamos en ellas, Pero tú, si bien entendí, vas a la búsqueda de una donde nadie haya desembarcado nunca, Lo sabré cuando llegue, Si llegas. Sí, a veces se naufraga en el camino, pero si tal me ocurre, deberás escribir en los anales del puerto que el punto a donde llegué fue ese, Quieres decir que llegar, se llega siempre, No serías quien eres si no lo supieses ya. El capitán del puerto dijo. Voy a a darte la embarcación que te conviene, Cuál, Es un barco con mucha experiencia, todavía del tiempo en que toda la gente andaba buscando islas desconocidas, Cuál, Creo que incluso encontró algunas, Cuál, Aquél. Así que la mujer de la limpieza percibió para donde apuntaba el capitán, salió corriendo de detrás de los bidones y gritó: Es mi barco, es mi barco, hay que perdonarle la insólita reivindicación de propiedad, a todo título abusiva, el barco era aquel que le había gustado, simplemente.

Parece una carabela, después pasó por arreglos y adaptaciones que la modificaron un poco, Pero continúa siendo una carabela. Sí, en el conjunto conserva el antiguo aire, Y tiene mástiles y velas, Cuando se va en busca de islas desconocidas, es lo más recomendable. La mujer de la limpieza no se contuvo, Para mí no quiero otro, Quién eres tú, preguntó el hombre, No te acuerdas de mí, No tengo idea, Soy la mujer de la limpieza, qué limpieza, La del palacio del rey, La que abría la puerta de las peticiones, No había otra, Y por qué no estás en el palacio del rey, limpiando y abriendo puertas, Porque las puertas que yo quería ya fueron abiertas y porque de hoy en adelante sólo limpiaré barcos.

Entonces estás decidida a ir conmigo en busca de la isla desconocida, Salí del palacio por la puerta de las decisiones, Siendo así, ve para la carabela mira cómo está aquello después del tiempo pasado debe precisar de un buen lavado, y ten cuidado con las gaviotas, que no son de fiar, No quieres venir conmigo a conocer tu barco por dentro, Dijiste que era tuyo, Disculpa, fue sólo porque me gustó.

Gustar es probablemente la mejor manera de tener, tener debe ser la peor manera de gustar. El capitán del puerto interrumpió la conversación, Tengo que entregar las llaves al dueño del barco, a uno o a otro, resuélvanse, a mí tanto me da, Los barcos tienen llave, preguntó el hombre, Para entrar, no, pero allí están las bodegas y los pañoles, y el camarote del comandante con el diario de a bordo, Ella que se encargue de todo, yo voy a reclutar la tripulación, dijo el hombre, y se apartó.

La mujer de la limpieza fue a la oficina del capitán para recoger las llaves, después entró en el barco, dos cosas le valieron, la escoba del palacio y el aviso contra las gaviotas, todavía no había acabado de atravesar la pasarela que unía la amurada al atracadero y ya las malvadas se precitaban sobre ella gritando, furiosas, con las fauces abiertas, como si la fueran a devorar allí mismo. No sabían con quién se enfrentaban.

La mujer de la limpieza posó el cubo, se guardó las llaves en el seno, plantó bien los pies en la pasarela, y, remolineando la escoba como si fuese un espadón de los buenos tiempos, consiguió poner en desbandada a la cuadrilla asesina. Sólo cuando entró en el barco comprendió la ira de las gaviotas, había nidos por todas partes, muchos de ellos abandonados, otros todavía con huevos, y unos pocos con gaviotillas de pico abierto, a la espera de comida. Tiró al agua los nidos vacíos, los otros los dejó, luego veremos. Después se remangó las mangas y se puso a lavar la cubierta. Cuando acabó la dura tarea, abrió el pañol de las velas y procedió a un examen minucioso del estado de las costuras, ha pasado tanto tiempo sin ir al mar y sin haber soportado los estirones saludables del viento. Las velas son los músculos del barco, basta ver cómo se hinchan cuando se esfuerzan, pero, y eso mismo les sucede a los músculos, si no se les da uso regularmente, se aflojan, se ablandan, pierden nervio, Y las costuras son los nervios de las velas, pensó la mujer de la limpieza. Encontró deshilachadas algunas bastillas, pero se conformó con señalarlas.

En cuanto a los otros pañoles, enseguida vio que estaban vacíos. Ya le enfadó, y mucho, la falta absoluta de municiones de boca en el pañol respectivo, no por ella, que estaba de sobra acostumbrada al mal rancho del palacio, sino por el hombre al que dieron este barco: no falta mucho para que el sol se ponga, y él aparecerá por ahí clamando que tiene hambre.

No merecía la pena preocuparse tanto. El sol acababa de sumirse en el océano cuando el hombre que tenía un barco surgió en el extremo del muelle. Traía un bulto en la mano, pero venía solo y cabizbajo. La mujer de la limpieza fue a esperarlo a la pasarela, pero antes de que abriera la boca para enterarse de cómo había transcurrido el resto del día, él dijo, Estate tranquila, traigo comida para los dos, Y los marineros, preguntó ella, Como puedes ver, no vino ninguno, Pero los dejaste apalabrados, al menos, volvió a preguntar ella, Me dijeron que ya no hay islas desconocidas, y que, incluso habiéndolas, no iban a dejar el sosiego de sus lares y la buena vida de los barcos de línea para meterse en aventuras oceánicas a la búsqueda de un imposible, como si todavía estuviéramos en el tiempo del mar tenebroso. Y tú qué les respondiste, Que el mar es siempre tenebroso, Y no les hablaste de la isla desconocida, Cómo podría hablarles de una isla desconocida, si no la conozco, Pero tienes la certeza de que existe, Tanta como de que el mar es tenebroso, En este momento, visto desde aquí, con las aguas color de jade y el cielo como un incendio, de tenebroso no le encuentro nada.

Es una ilusión tuya, también las islas a veces parece que fluctúan sobre las aguas y no es verdad, Qué piensas hacer, si te falta una tripulación, Todavía no lo sé, Podríamos quedarnos a vivir aquí, yo me ofrecería para lavar los barcos que vienen al muelle, y tú, Y yo, Tendrás un oficio, una profesión, como ahora se dice, Tengo, tuve, tendré si fuera preciso, pero quiero encontrar la isla desconocida, quiero saber quién soy yo cuando esté en ella, No lo sabes, Si no sales de ti, no llegas a saber quién eres, El filósofo del rey, cuando no tenía nada que hacer, se sentaba junto a mí, para verme zurcir las medias de los pajes, y a veces le daba por filosofar, decía que todo hombre es una isla, yo, como aquello no iba conmigo, visto que soy mujer, no le daba importancia, tú qué crees, Que es necesario salir de la isla para ver la isla, que no nos vemos si no nos salimos de nosotros, Si no salimos de nosotros mismos, quieres decir, No es igual, dijo el hombre, Dejemos las filosofías para el filósofo del rey, que para eso le pagan, ahora vamos a comer, pero la mujer no estuvo de acuerdo. Primero tienes que ver tu barco, sólo lo conoces por fuera, qué tal lo encontraste, Hay algunas costuras de las velas que necesitan refuerzo.

Bajaste a la bodega, encontraste agua abierta, En el fondo hay alguna, mezclada con el lastre, pero eso me parece que es lo apropiado, le hace bien al barco, Cómo aprendiste esas cosas, Así, Así cómo, Como tú, cuando dijiste al capitán del puerto que aprenderías a navegar en la mar, Todavía no estamos en el mar, Pero ya estamos en el agua, Siempre tuve la idea de que para la navegación sólo hay dos maestros verdaderos, uno es el mar, el otro es el barco. Y el cielo, te olvidas del cielo, Sí, claro, el cielo, Los vientos, Las nubes, El cielo, Sí, el cielo.


En menos de un cuarto de hora habían acabado la vuelta por el barco: una carabela, incluso transformada, no da para grandes paseos. Es bonita, dijo el hombre, pero si no consigo tripulantes suficientes para la maniobra, tendré que ir a decirle al rey que ya no la quiero. Te desanimas a la primera contrariedad, La primera contrariedad fue esperar al rey tres días, y no desití. Si no encuentras marineros que quieran venir, ya nos las arreglaremos los dos, Estás loca, dos personas solas no serían capaces de gobernar un barco de éstos, yo tendría que estar siempre al timón, y tú, ni vale la pena explicarlo, es un disparate, Después veremos, ahora vamos a cenar (...) Es realmente bonita nuestra carabela, dijo la mujer, y enmendó enseguida. La tuya, tu carabela, Supongo que no será mía por mucho tiempo, Navegues o no navegues con ella, la carabela es tuya, te la dio el rey, Se la pedí para buscar una isla desconocida.

Pero estas cosas no se hacen de un momento para otro, necesitan su tiempo, ya mi abuelo decía que quien va al mar se avía en tierra, y eso que él no era marinero, Sin marineros no podremos navegar, Eso ya lo has dicho, Y hay que abastecer el barco de las mil cosas necesarias para un viaje como éste que no se sabe dónde nos llevará, Evidentemente, y después tendremos que esperar a que sea la estación propia, y salir con marea buena, y que venga gente al puerto a desearnos buen viaje, Te estás riendo de mí, Nunca me reiría de quien me hizo salir por la puerta de las decisiones, Discúlpame, Y no volveré a pasar por ella, suceda lo que suceda. La luz de la luna inluminaba la cara de la mujer de la limpieza, Es bonita, realmente es bonita, pensó el hombre, y esta vez no se refería a la carabela. La mujer, ésa, no pensó nada, debía haberlo pensado todo durante aquellos tres días, cuando entreabría de vez en cuando la puerta para ver si aquél aún continuaba fuera, a la espera.

La sirena de un paquebote que salía para el mar soltó un ronquido potente, como debieron ser los del leviatán, y la mujer dijo, Cuando sea nuestra vez, haremos menos ruido. A pesar de que estaban en el interior del muelle, el agua se onduló un poco al paso del paquebote, y el hombre me dijo, Pero nos balancearemos mucho más. Se rieron los dos, después se callaron, pasado un rato uno de ellos opinó que lo mejor sería irse a dormir, No es que yo tenga mucho sueño, y el otro concordó, Ni yo, después se callaron otra vez, la luna subió y continuó subiendo, a cierta altura la mujer dijo, Hay literas abajo, y el hombre dijo, Sí, y entonces fue cuando se levantaron y descendieron a la cubierta, ahí la mujer dijo, Hasta mañana, yo voy para este lado, y el hombre resondió, Y yo para éste, hasta mañana, no dijeron babor o estribor, probablemente porque todavía están practicando en las artes.

La mujer volvió atrás, Me había olvidado, se sacó del bolsillo dos cabos de velas, Los encontré cuando limpiaba, pero no tengo cerillas, Yo tengo, dijo el hombre. Ella mantuvo las velas, una en cada mano, él encendió un fósforo, después, abrigando la llama bajo la cúpula de los dedos curvados, la llevó con todo el cuidado a los viejos pábilos, la luz prendió, creció lentamente como la de la luna, bañó la cara de la mujer de la limpieza, no sería necesario decir que él pensó, Es bonita, pero lo que ella pensó, sí, Se ve que sólo tiene ojos para la isla desconocida, he aquí como se equivocan las personas interpretando miradas, sobre todo al principio.

Ella le entregó una vela, dijo, Hasta mañana, duerme bien, él quiso decir lo mismo de otra manera, Que tengas sueños felices, fue la frase que le salió dentro de nada, cuando esté abajo, acostado en su litera, se le ocurrirán otras frases, más espiritosas, sobre todo más insinuantes, como se espera que sean las de un hombre cuando está a solas con una mujer. Se preguntaba si ella dormiría, si habría tardado en entrar en el sueño, después imaginó que andaba buscándola y no la encontraba en ningún sitio, que estaban perdidos los dos en un barco enorme, el sueño es un prestidigitador hábil, muda las proporciones de las cosas y sus distancias, separa a las personas que están juntas, las reúne, y casi no se ven una a otra, la mujer duerme a pocos metros y él no sabe cómo alcanzarla, con lo fácil que es ir de babor a estribor.

Le había deseado buenos sueños, pero fue él quien se pasó toda la noche soñando. Soñó que su carabela nevegaba por alta mar, con las tres velas triangulares gloriosamente hinchadas, abriendo camino sobre las olas, mientras él manejaba la rueda del timón y la tripulación descansaba a la sombra. No entendía cómo estaban allí los marineros que en el puerto y en la ciudad se habían negado a embarcar con él para buscar la isla desconocida, probablemente se arrepintieron de la grosera ironía con que lo trataron. Veía animales esparcidos por la cubierta, patos, conejos, gallinas, lo habitual de la crianza doméstica, el viento dio una cabriola, la vela mayor se movió y ondeó, detrás estaba lo que antes no se veía, un grupo de mujeres que incluso sin contarlas se adivinaba que eran tantas cuantos los marineros, se ocupan de sus cosas de mujeres, todavía no ha llegado el tiempo de ocuparse de otras, está claro que esto sólo puede ser un sueño, en la vida real nunca se ha viajado así.

El hombre del timón buscó con los ojos a la mujer de la limpieza y no la vio, Tal vez esté en la litera de estribor, descansando de la limpieza de la cubierta, pensó, pero fue un pensar fingido, porque bien sabe, aunque tampoco sepa cómo la sabe, que ella a última hora no quiso venir, que saltó para embarcadero, diciendo desde allí, Adiós, adiós, ya que sólo tienes ojos para la isla desconocida, me voy, y no era verdad, ahora mismo andan los ojos de él pretendiéndola y no la encuentran. En este momento se cubrió el cielo y comenzó a llover, y, habiendo llovido, comenzaron a brotar innumerables plantas de las filas de sacos de tierra alineados a lo largo de la amurada, no están allí porque se sospeche que no haya tierra bastante en la isla desconocida, sino porque así se ganará tiempo, el día que lleguemos sólo tendremos que transplantar los árboles frutales, sembrar los granos de las pequeñas cosechas que van madurando aquí, adornar los jardines con las flores que abrirán de estos capullos.

El hombre del timón pregunta a los marineros que descansan en cubierta si avistan alguna isla desconocida, y ellos responden que no ven ni de unas ni de otras, pero que están pensando desembarcar en la primera tierra habitada que aparezca, siempre que haya un puerto donde fondear, una taberna donde beber y una cama donde folgar, que aquí no se puede, con toda esta gente junta. Y la isla desconocida, preguntó el hombre del timón, La isla desconocida es cosa inexistnte, no pasa de una idea de tu cabeza, los geógrafos del rey fuero a ver en los mapas y declararon que islas por conocer es algo que se acabó hace mucho tiempo, Debíais haberos quedado en la ciudad, en lugar de venir a entorpecerme la navegación, Andábamos buscando un lugar mejor para vivir y decidimos aprovechar tu viaje, No sois marineros, Nunca lo fuimos, Solo, no seré capaz de gobernar el barco.

Haber pensado en eso antes de pedírselo al rey, el mar no enseña a navegar. Entonces el hombre del timón vio tierra a lo lejos y quiso pasar adelante, hacer cuenta que ella era el reflejo de una otra tierra, una imagen que hubiese venido del otro lado del mundo por el espacio, pero los hombres que nunca habían sido marineros protestaron, dijeron que era allí mismo donde querían desembarcar, Ésta es una isla del mapa, gritaron, te mataremos si no nos llevas. Entonces, por sí misma, la carabela viró la proa en dirección a tierra, entró en el puerto y se encostó a la muralla del embarcadero, Podeis iros, dijo el hombre del timón, acto seguido salieron en orden, primero las mujeres, después los hombres, pero no se fueron solos, se llevaron con ellos los patos, los conejos y la gallinas.

El hombre del timón contempló la desbandada en silencio, no hizo nada para retener a quienes lo abandonaban, al menos le habían dejado los árboles, los trigos y las flores, con las trepadoras que se enrollaban a los mástiles y pendían de la amurada como festones. Debido al atropello de la salida se habían roto y derramado los sacos de tierra, de modo que la cubierta era como un campo labrado y sembrado, sólo falta que venga un poco más de lluvia para que sea un buen año agrícola. Desde que el viaje a la isla desconocida comenzó, no se ve al hombre del timón comer, debe ser porque está soñando, apenas soñando, y si en el sueño le apeteciese un trozo de pan o una manzana, sería un puro invento, nada más.

Las raíces de los árboles están penetrando en el armazón del barco, no tardará mucho en que estas velas hinchadas dejen de ser necesarias, bastará que el viento sople en las copas y vaya encaminando la carabela a su destino.

Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, debían de estar escondidos por ahí y de repente decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y sea la hora de la siega. Entonces el hombre fijó la rueda del timón y bajó al campo con la hoz en la mano, y, cuando había segado las primeras espigas, vio una sombra al lado de su sombra. Se despertó abrazado a la mujer de la limpieza, y ella a él, confundidos los cuerpos, confundidas las literas, que no se sabe si ésta es la de babor o la de estribor. Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma.