Esta palabra como que tiene muchos usos en el idioma español y en los modismos de los países hispanohablantes, pero, al menos en Colombia, tiene un significado poco grato.
Es que una pela en estos lares es fuera de dolorosa, humillante. Y solo me referiré a las pelas domésticas, no a las públicas ya que esas son asunto de agresión física y lesiones personales.
Es que en tiempos pasados una pela era un castigo físico que se usaba para corregir las pilatunas o desobediencias de los hijos. Se usaba la *correa para azotarlos generalmente en la nalga, pero en el forcejeo no era raro que recibieran los golpes en cualquier otra pate del cuerpo.
*"En Antioquia se la dice a la correa “Martin Moreno, que quita lo malo y pone lo bueno”.
Estos castigos variaban de intensidad de acuerdo a la falta, entre leve, grave o gravísima. Esa calificación era hecha por los padres generalmente sin mucho criterio. Igualmente se usaban muchas otras cosas para aplicar los castigos: Chanclas, palos, cables eléctricos etc.
Había padres pegaban pelas muy suaves, solo como para que constara que no aceptaban el mal comportamiento en la casa o fuera de ella. Por suerte yo tuve esa opción.
En cambio otros aplicaban el castigo con tal violencia, que ya habría que considerarlo abiertamente como agresión física, algunas veces grave. Se conocen casos de madres que han quemado las manitas de sus hijos por haber tomado sin permiso unas monedas para comprar dulces.
Tuve en la escuela un compañero de clase que me contaba que su padre para castigarlo lo desnudaba para luego colgarlo, atado de sus pies, a una viga alta de la casa, entonces lo azotaba con un cable eléctrico hasta que se cansaba. En ese tiempo parece que las leyes poco protegían a los niños de esos abusos.
Ahora este asunto es muy diferente y los padres o adultos que maltraten a un niño de esa forma pueden terminar en la cárcel.
En la mayoría de nuestras casas esto de las pelas era algo más bien folclórico, tanto que al recordarlo hasta nos provoca risa. Recordar al papá o a la mamá, correa en mano, correteando por la casa tras un muchacho travieso, que más bien parecía un mico, que hasta se subía a los escaparates para evadir su castigo es casi una comedia.
En la escuela me tocó cuando aún se aplicaba eso de. “La letra con sangre entra”. En verdad la cosa no llegaba a tanto, pues la maestra se limitaba a pegarnos un reglazo en la palma de la mano para castigarnos cuando no hacíamos la tarea. En el tiempo de upa si parece que el castigo era cosa seria.
Aunque ahora no estoy de acuerdo con las pelas, reconozco que no he visto a nadie que se haya traumatizado por haberlas recibido cuando eran niños. Me refiero a las pelas que llamo “folclóricas”, la de mi amigo al que colgaban del techo es otra cosa.
Pela psicológica |
EL MALTRATO Y EL CASTIGO
Hay una gran diferencia entre el maltrato y el castigo, aunque me sigue sonando mal lo de castigo, más cuando debe aplicarse a niños. Retomemos:
EL MALTRATO Y EL CORRECTIVO.
¿Ven?, suena mejor y más coherente. Olvidémonos del castigo, tanto del físico como del psicológico. Aún más, olvidémonos del folclórico. Ese funcionó bien para nosotros, pero ya prescribió. Los niños ahora son otra cosa. Una generación de pequeños sabios.
Acaso quién no se ha sorprendido con sus respuestas y sus conversaciones tan fluidas. Es hora de pensar en otras maneras de corregir, quitándoles un día de televisión o de internet. Un día sin móvil o tableta. Les aseguro que eso funcionará mejor que las pelas. Si la falta es mayorcita, una prohibición de salir a jugar con sus amigo/as es muy efectiva.
Una pela a tiempo y bien dada (La folclórica), tenía sin duda un simbolismo que muchas veces los padres desconocían. A través de esa vivencia, el niño iba construyendo una representación de la organización social y de las actividades sociales, pronto interiorizaba una serie de normas sobre lo que debe y no debe hacerse, sobre lo que es deseable o indeseable en su comportamiento. Esto permite construir explicaciones del por qué es necesario y deseable hacer o dejar de hacer ciertas cosas, en el contexto en que se desenvuelve.
Los niños no necesitan padres golpeadores, urgen padres y maestros que los guíen y respondan sus preguntas.
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