DESCUBRIENDO VERDADES.
Siempre sospeché que había mucho conocimiento escondido por ahí y que lo necesitaba con urgencia, estaba en esa época ávido de ese saber, cuando conocí casualmente a un amigo con el que pronto traté temas esotéricos y espirituales; el me invitó a una reunión de los gnósticos, un grupo del que yo acaso solo había oído mencionar. Con mucho pesimismo lo acompañé al salón de conferencias y realmente me decepcionó mucho aquella reunión. Mi amigo Carlos estuvo de acuerdo conmigo y me dijo que esa conferencia en especial había sido muy mala pero que me diera una oportunidad y asistiera a la del viernes siguiente.
Así lo hice y no me arrepiento, pues estuvo extraordinaria, comencé a encontrar ese conocimiento que tanto ansiaba.
Conferencia tras conferencia me fuí zambullendo en ese maravilloso mundo del espíritu; los viajes astrales, el desarrollo de la imaginación y de la intuición y sobre todo en el logro del mejoramiento y crecimiento del yo interno, ese maravilloso logro de la muerte del viejo yo,anquilosado y ciego y el nacimiento de un hombre con un espíritu renovado, sano y luminoso, odres nuevos para vino nuevo.
Paso a paso los instructores nos fueron dando técnicas para lograr tal revolución psicológica que nos encaminaría a la identificación de nuestros defectos y a su final destrucción;automáticamente al morir un defecto nace una cualidad.
Confieso que al comienzo tuve muchas dudas y temores, no quería caer en una secta fanática que me avara el cerebro, por eso desconfié y estuve muy prevenido al comienzo.
Debo admitir que encontré a uno que otro compañero de mente fanática, pero que lo eran por opción personal, producto de algún desorden psíquico. Seguí adelante ya sin preocupaciones y sentí como a medida que avanzaba, se me iba quitando una venda de los ojos, pero no sé como explicarlo mejor, de los ojos de mi ser interno.
Comprendí tantas cosas, descubrí tantas otras, no puedo más que recordar con gratitud a mi amigo Carlos por haberme invitado a aquella reunión.
Otra vez, casualmente, conocí a varios seres de maravillosa condición espiritual. Uno de ellos, que recuerdo con especial respeto, fue Gerardo, abogado de unos cuarenta años llenos de sabiduría, él tenía una filosofía de vida bien interesante pues se daba la ventaja de la duda ante los temas teológicos, llegó a la interesantísima opción de no condicionar sus actos ni su forma de interrelacionarse con los demás a la espera de un premio o un castigo, aún iba mas allá, se liberaba de la obligación de creer en la existencia de Dios, sin negarla tampoco, en resumidas cuentas había descubierto que lo que más le producía una inmensa calma y bienestar tanto físico como mental, era el hacer las cosas de la mejor forma posible y ser solidario y servicial con los demás, así simplemente, solo por el placer personal de hacerlo, sin esperar nada a cambio.
Si de repente el cielo existía como recompensa extra, entonces bienvenido el cielo, si no, igual estaría satisfecho y aceptaría la nada después de la muerte sin decepción alguna. Siempre me pareció esta, una posición honesta y objetiva, con la cual siempre sería un ganador. Gerardo me enseñó muchas cosas sobre el manejo de las energías latentes que todos poseemos, algunas de ellas de poderoso poder curativo, así es como más adelante el mismo se beneficiaría de este fenómeno, al lograrse la desaparición de un tumor cerebral maligno que no le dejaba mas de tres meses de vida, gracias a una cadena de sanación que hicimos para pedir por su cura, fue algo maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario