Recién contrajeron nupcias, Carlos y Rosa alquilaron un apartamento nuevo en el sector de Buenos Aires, el cual ocuparon con la emoción propia de una pareja que comienza a recorrer junta los caminos de la vida.
Como ambos trabajaban, salían prácticamente todo el día, dejando el apartamento solo. Fué pasando el tiempo, pero debido a sus ocupaciones no habían entablado amistad con ninguno de sus vecinos, solo conocían de vista y saludo a algunos de ellos, en especial a una señora del bloque del frente que los saludaba con especial amabilidad. Entre esto y aquello esa señora se acercó un día a ellos muy simpática y les dijo:Hola vecinos, espero que estén contentos en el barrio, aquí somos muy unidos, quiero que sepan que para cualquier cosa que necesiten estamos a sus órdenes. Le agradecieron ellos a doña Luisa su atención y se disponían a marcharse al trabajo pero los detuvo nuevamente Doña Rosa, cuando quieran pueden dejar a su niño conmigo, es que nos da mucha lástima verlo todo el día sentadito en el balcón tan solito. Carlos y Rosa se miraron sorprendidos y le dijeron que aún no tenían hijos, aclarado el asunto se despidieron de la señora convencidos de su confusión.
Peropasando el tiempo fueron conociendo a sus vecinos, y sin excepción todos les hicieron comentarios muy semejantes sobre un niño de unos seis años que se sentaba todo el día en el balcón causándoles mucho pesar al verlo tan solito.
Se empezó a preocupar mucho mi pareja de amigos al no encontrar explicación a estos comentarios, explicación que muy pronto ellos hallarían de una manera sorprendente. Una noche de sábado, invitaron a su cómodo apartamento a varios amigos, sentándose todos en la sala principal situada frente al balcón, la conversación y el ambiente era cálido y agradable, sonaba una canción de Julio Jaramillo cuando sintieron que una ola de frío penetró por la puerta del mirador, Carlos se levantó presuroso a cerrarla, cuando desde allí entró hacia el salón un niño de unos seis años, que silencioso y sin mirar a nadie pasó entre los presentes dirigiéndose a uno de los cuartos del apartamento.
Carlos y Rosa corrieron tras él, pero al entrar a la habitación no hallaron a nadie, buscaron por todos lados y no vieron allí a ningún niño. Regresaron a la sala y le explicaron a todos la rara situación. Todos se sorprendieron mucho pues habían pensado que el niño era sobrino de ellos. Rápidamente se despidieron asustados y lo propio hicieron mis buenos amigos que al día siguiente se fueron de ese sitio.
EL PODER DEL ESPÍRITU
Este, aunque parezca increíble, fue un hecho totalmente cierto que salió en todos los medios informativos y merece ser recordado.
Foto de www.proclamadelcauca |
"Noviembre 12 de 2001, Puracé, Coconuco (Cauca), decenas de habitantes entre campesinos e indígenas enfrentaron a 300 guerrilleros de las Farc e impidieron que se llevaran a 5 de los 23 policías que completaban 12 horas defendiendo su cuartel".
Ver la noticia: Revista Semana
Puracé es un caserío situado en el departamento de Cauca, habitado por gentes pacíficas y trabajadoras . Allí el tiempo parece no transcurrir, pues la tranquilidad de ese lugar bucólico lo asemejan más a un pueblo fantástico estilo Macondo.
Pero el diablo persiste en entrar al paraíso, por tercera vez un frente guerrillero movido por algún interés en la región irrumpió agresivamente al sitio blandiendo sus diabólicas armas y tomando posiciones estratégicas, dispuestos esta vez a arrasar el poblado si fuera necesario. Estaban entrenados para combatir cualquier reacción de defensa que encontraran y de verdad que lo habían demostrado en otros lugares con cruel saña. Pero aquellas gentes aparentemente inofensivas les tenían preparada una sorpresa inigualable, el poder del espíritu.
Marcharon por las calles llevando velas encendidas entonando villancicos y canciones de paz, todos en interminable procesión como un solo cuerpo ante la mirada atónita de los guerrilleros, que por primera vez veían entre aquella gente a sus hermanos, a sus madres, a sus amigos, seguramente se miraron entre ellos con una comunión de pensamientos, avergonzados y con el alma desgarrada.
Salieron en silencio hacia el monte con la alegría íntima de haber sido derrotados por tan digno rival: El poder del espíritu.
"Nosotros pensamos que lo que sonaba era pólvora navideña. Pero cuando nos dimos cuenta que los guerrillos se nos habían metido, empezamos a tocar bien duro bambucos y cumbias y decidimos rodear a esos manes", recuerda Ricardo Cerón, integrante de la chirimía.
La rebelión pacífica de los campesinos e indígenas de Coconuco surgió espontáneamente, aunque sus pobladores aceptan que están siguiendo el ejemplo de los otros municipios caucanos.
Cuando anoche decidimos enfrentar a la guerrilla, nos dividimos en grupos, unos rodearon a los subversivos y otros nos fuimos a proteger a los policías para decirles que no les iba a pasar nada, porque estamos con ellos", dijo Dolly Valencia, una campesina que en medio del fuego cruzado, les llevó a los uniformados aguapanela caliente con pan, como gesto de solidaridad.
El agente Jesús Ortíz, comandante de la estación de Coconuco, quedó asombrado con la manera como el pueblo unido los rodeó y protegió, por primera vez en muchos años.
EL EXORSISTA.
Andrés González es un sacerdote español Franciscano que en la época de los noventa estuvo en Medellín encargado de la parroquia de la planta en el barrio Caycedo, hombre jóven y jovial de unos dos metros de estatura y más de 100 kilogramos de peso, en sus tiempos de estudiante en Madrid participó en torneos profesionales de rugby, pero luego por casualidades del destino dedicó su vida al servicio del prójimo a través de la comunidad franciscana, vestía en forma casual y mostraba una tupida barba, nadie al verlo podía percibir su rango religioso. En el seminario de la capital ibérica fue instruído con un pequeño grupo de compañeros en la dura labor del exorsismo, a la vez que terminaba sus estudios en la facultad de parapsicología. Fueron llamados por primera vez para resolver un extraño fenómeno que se presentaba en un edificio de apartamentos allí en Madrid .
Los habitantes del bloque contaban que en un apartamento que no duraba en arriendo, se escuchaba de cuando en cuando un terrible ruido como de explosión y que ya constructores e ingenieros habían revisado la estructura de arriba abajo sin encontrar explicación alguna. Fué entonces cuando entraron en acción estos curiosos caza fantasmas.
El edificio era muy nuevo y el apartamento en mención casi no había sido habitado, pues el problema existía desde la entrega de la obra, la única explicación posible era que allí se había cometido algún crimen espeluznante durante la construcción y una energía remanente del infeliz que había sufrido allí, había quedado atrapada manifestándose con estrépito.
Hicieron un sencillo ritual de limpieza que liberó a aquel infeliz espíritu.
Pero volviendo a nuestra historia inicial mi amigo Hugo Escobar, reconocido comerciante y radioaficionado de la ciudad le comentó al padre Andrés sobre lo que ocurría en la casa de un amigo suyo situada en el sector de Simón Bolívar.
La casa había tenido que ser cerrada pues todo el que allí había vivido sufrió fenómenos tan extraños como el que las puertas de alcobas y armarios se abrieran y cerraran inexplicáblemen- te, los cajones salían de su sitio y los vidrios de las ventanas vibraban. El Franciscano aceptó colaborar para remediar este mal y mas tarde poniéndose de acuerdo con ellos les encomendó que le consiguieran una mesa,un mantel blanco, tres velones y un crucifijo, acordaron reunirse en esa casa a las 11 de la noche.
Así lo hicieron, el franciscano llegó acompañado de un sacerdote y de un hermano cristiano que concelebrarían el rito, Hugo y su amigo ayudaron a colocar la mesa en el centro del un gran salón cubriéndola con el mantel, Andrés llevó un copón con hostias consagradas, un frasco de agua bendita, un voluminoso libro y otros elementos sagrados, se vistió con el hábito franciscano y se anudó un grueso cinturón de hilo en su cintura, prendieron los cirios cuando estaban a punto de ser las 11:30 de la noche y apagaron los bombillos, Andrés pidió a sus amigos salir de la casa. A puerta cerrada y casi en tinieblas quedaron los tres religiosos para enfrentar lo desconocido, Hugo y su amigo, el propietario de la casa, subieron a la camioneta chevrolet, que como buen radioaficionado tenía Hugo equipada con lo mejor en equipos de radio transmisión, pero los nervios que sentían solo los hizo pensar en destapar una botella de aguardiente que sin cruzar palabra fueron vaciando poco a poco.
Estando parqueados frente a esa casa solo escuchaban el silencio de la noche, hugo miró su reloj y vió que eran las 12.
De repente las ventanas de la casa vibraron con fuerza al tiempo que se escuchaban fuertes portazos en el interior de la casa. Se apearon del carro y corrieron hacia la puerta esperando noticias de lo que estaba sucediendo, vuelta la calma Andrés abrió la puerta y los dejó pasar, ya con la luz encendida vieron que el hermano cristiano estaba despeinado y con su sotana en añicos, el almidonado cuello que distingue a los de su comunidad estaba literalmente hechado para atrás, Andrés nos mostró su cordón de San Francisco en hilachas, Hugo se acercó al grueso crucifijo de base, prestado por un funerario amigo suyo, lo vió entorchado sobre su eje vertical como un tirabuzón, lo iba a tomar pero una fuerte advertencia del padre lo detuvo:
- Yo me haré cargo de él, le dijo. El que se veía tal como entró era el sacerdote que es había colaborado, era el único que conservaba su cabello en orden y su sotana intacta. Andrés ya organizado les comentó que siendo casi las 12, sintieron un gran viento en la habitación, que los cirios se apagaron y en las tinieblas fueron atacados por manos misteriosas que los empujaban y arañaban, ellos no cesaron de repetir las oraciones del exorsismo hasta que todo volvió a la calma.
“En este sitio, en este mismo salón, debajo de las losas del piso yace el cuerpo de un hombre que fue asesinado cuando la casa se construía. Este espíritu pide justicia y quiere que sus restos sean llevados a un campo santo”, dijo el padre Andrés, Hugo y su amigo se miraron sorprendidos.
Luego, me contó Hugo, excavaron el sitio y en efecto hallaron unos restos humanos que fueron llevados a un cementerio. La casa embrujada ahora está en paz y bien alquilada.
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