jueves, 26 de febrero de 2009

EL EMPERADORCITO

Hace poco... pero poco tiempo, en un reino muy cercano, había un emperadorcito que se embriagó de poder, desde su trono rodeado de sus ministros, perros falderos, se dedicaba a discutir nuevos decretos para tratar de justificar su cargo.

El ministro de carretas se levantó y dijo:

- Majestad, como las carretas están levantando mucha polvareda debemos buscar la solución a tan grave problema, apelo a vuestra infinita sabiduría para resolver la situación.

El emperadorcito se levantó entonces y con gran solemnidad dijo:

- Ministro Timish, es fácil, ordene que los carruajes tirados por caballos negros no circulen los lunes y los jueves, los blancos los martes y los viernes y los pintados los miércoles y los sábados, esto evitará tan grave polución.

Entonces el ministro Timish repregunta: - ¡Y los caballos cafés cuando majestad?
-Esos no tendrán restricción ministro, ¿acaso olvidais que son los que tiran nuestros reales carruajes?

Aplausos en el gran salón.

El ministro de calles se atrevió a opinar:
- Majestad ¿no sería más prudente empedrar las calles?
- Que decís imprudente, como vamos a despilfarrar los fondos del imperio en tan estúpida solución, quedáis destituido infame traidor.

Entonces Lord Timish remata su intervención: - ¡OH… mata de sabiduría!, vuestras palabras son música a nuestros oídos, nos os parece que podríamos justificar el real decreto apoyados con un estudio ambiental avalado por la Academia Imperial, además a los que incumplan la norma les exigiremos unas buenas monedas, esto inyectaría una enorme cantidad de oro a nuestros fondos personales.

- Así sea, dijo el emperadorcito, volviendo a sentarse en su trono. Más aplausos.

Ahora el turno es para el Jefe de seguridad del imperio: -Su majestad, se acerca la visita de los usureros delegados de los reinos e imperios más ricos del mundo, pues aquí tendrán su asamblea del B.U.U. (Banco de usura universal), el problema es que nuestras calles están llenas de desarrapados indigentes y desplazados, la gentuza más fea del imperio, no es bueno que nuestros ilustres visitantes vean estos desagradables seres, es por eso que acudo a vuestra luz infinita para resolver tal contrariedad.

El emperadorcito frotando sus pequeñas y gruesas manos decretó:
- Fácil mi noble guerrero, desde mañana la guardia deberá recoger a todas estas criaturas de tan innoble estirpe y confinarlas en las caballerizas del palacio hasta que termine la gran reunión.
Se escuchan ovaciones y vítores en el salón.

- Emperador, dice el jefe de guardia, - La inseguridad, el asesinato y el pillaje se ha apoderada de nuestra noble capital, que debo hacer para ocultar tan grave inconveniente a los ojos de nuestros preclaros invitados.

- Fácil general, encierren temporalmente a todos los sospechosos, aposten guardias en todas las zonas pobres donde vive la chusma, controlen todos sus movimientos, desármenlos, nos costará buenas monedas de oro, pero solo será por una semana, luego tírenlos de nuevo a las calles para que se normalice el movimiento acostumbrado de nuestra villa. Aplausos y ovaciones, pero ahora acompañados de confeti multicolor.

Interviene ahora el Contador del imperio: - Sabrá su majestad que esto nos costará una buena cantidad de lingotes de oro y plata, ¿que debo hacer para conseguir este recaudo?

- Veamos mi apreciado contador, Haremos lo acostumbrado, solo ordene que a partir de hoy los impuestos por predios, chozas o similares aumentarán en la proporción que sea requerida para este ajuste presupuestal, más un 10% que sería el derecho legal de mi sello real en el documento, dijo esto el emperadorcito mirando el enorme sello de oro que llevaba en su regordete dedo anular.

-Ah y agregue que desde este momento toda obra pública en la ciudad Imperial, será pagada por los habitantes en un porcentaje proporcional a la cercanía de la misma, en un rango de 100 calles, ¿les parece?

- Claro que nos parece, Vítores, aplausos, serpentinas y voladores…

- ¿Voladores?, pregunta el emperadorcito corriendo hacia la terraza y pidiendo una provisión de estos, pues como desde niño le encantaban los juegos pirotécnicos no resistió la tentación de lanzarlos.

- Esto si me alegra, ¡que viva la fiesta!, gritó el patán, mientras se apuraba otra gran copa de licor.
D.Z.R.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MARAVILLOSO. QUE BIÉN
FELICITACIONES
GALLÓN

danubio dijo...

Como verá la sátira es un buen medio de mostrar la inconformidad hacia una serie de medidas que agreden la libertad de movilización, al igual que el cobro de impuestos excesivos y otras muchas cosas que nos hacen sentir en la época feudal.