Debió suceder más o menos en los años cincuentas, época en la que su protagonista ocupó la gerencia de la entonces más grande empresa textil de Colombia, Coltejer.
En efecto, se dice que siendo Don Carlos J, Echavarría miembro de la junta directiva y luego gerente de Coltejer, engancharon un nuevo portero para la empresa, aunque dudo que haya hecho la escuela primaria era muy celoso y responsable en su oficio.
El día que ingresó recibió en compañía de los otros miembros de seguridad una inducción sobre los deberes inherentes a su cargo, Su labor principal, les dijo su instructor, sería controlar el ingreso y salida tanto de empleados como de visitantes que sin excepción deberán portar la escarapela que acredite su derecho de ingreso.
Inició entonces el susodicho portero su faena un fin de semana en la importante compañía cuando llegó un elegante caballero que intentaba entrar sin autorización, eso no lo podía permitir el cancerbero de nuestra historia:. - “Pa onde va vusté”, dijo increpando al intruso.
- “Para mi oficina señor”, le respondió el visitante.
- “Pos no señor, vusté no trae permiso pa entrar”.
Carlos J. Echavarría |
- “Pos será Carlos J. o J. Carlos, pero vusté que dentra pa dentro y yo que le tiro un tiro”, le gritó con enojo el nuevo portero.
El increpado no tuvo más opción que retirarse, mientras el oficioso portero ponía cara de deber cumplido. Transcurrió en resto de ese día en completa normalidad y fue así que nunca antes hubo tanto control en la portería.
El lunes siguiente el supervisor estaba esperando en la puerta a nuestro simpático vigilante y más tardó este en llegar cuando le dijo: - Oye, ¿que fue lo que hiciste ayer?, el gerente te está esperando en su oficina, a lo mejor te van a despedir sopenco.
Mientras caminaba por el pasillo rumbo a la oficina del gran jefe le temblaban las piernas y sus manos estaban frías y sudorosas, era un corto trayecto que percibió como una eternidad, un solo día de trabajo que a lo mejor sería el último.
Llama inseguro la puerta del doctor, tun tun, y desde adentro responden: - ¿Quién es?
- “Yo dotor, el portero de la puerta…”
- “Pase usted por favor”, entró nuestro simpático personaje y se sentó luego de ser invitado a hacerlo, quedó aterrado al descubrir que el jefe era el caballero que había echado en su primer día de trabajo.
El Doctor Echavarría se levantó y mientras se paseaba frente al invitado le pregunto: - ¿Joven, desde cuando trabaja usted aquí?
- “Desde el viernes dotor…”
- Igual yo, le contestó el presidente, quien continuó…:
- ¿Y cuantos porteros comenzaron con usted el viernes?
- Pos dotor, los cuatro puerteros semos cuatro, los dos Grabieles, yo y Jesús y a todos nos mandaron no dejar dentrar a nadie sin escarcela.
Seguramente el doctor Echavarría no pudo entonces evitar una sonrisa de simpatía ante tan original personaje y le pidió que regresara a sus tareas.
Fue días después al reclamar su primer salario que nuestro hombre descubrió que le habían incrementado ostensiblemente su pago.
4 comentarios:
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Teuvo Finland
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El comentario desafortunadamente no será en Finlandés pero si en español muy paisa. Excelente anecdota que demuestra como esos gerentes de otrora tenian otro estilo para manejar sus empresas, saludaban de mano, preguntaban por la familia y se sabian el nombre de todos los empleados, desde hasta el más humilde como el protagonista de la jocosa nota. Me imagino que con los encopetados gerentes de hoy en día llenos de postgrados en el exterior la misma situación no tendría el mismo resultado, saludos
Así es Daniel, los gerentes de esa época incluso fueron padrinos de muchos hijos de sus empleados, dejaban entrar a sus esposas e hijos a los talleres a la hora del almuerzo con los inolvidables portacomidas para que compartieran con su familia ese rato. Obviamente trabajaban con alegría y se sentían parte de la empresa.
Gracias por el comentario.
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