Su vida estuvo llena de anécdotas, muy graciosas algunas y otras de gran dramatismo. Quiso él plasmar estas historias para que su descendencia las conociera y como dice en el prólogo: “Las lean con fundamento”
Publicó su libro Mis Recuerdos, de 73 páginas en 1981 totalmente en máquina de escribir y seguramente copiado con mimeógrafo, libro del que poseo un ejemplar que guardo y releo con gran placer.
Dedicó su libro a sus padres, a su santa esposa, hijos, nietos, nueras y amigos
Iré pegando en el blog con la anuencia de su hijo Juan José Gil, algunas de esas historias impregnadas de buen humor, casi todas con jocosas experiencias de su infancia esperando que las disfruten.
EL RADIO.
Otra novedad por allá en 1933 fue la radio. Se había originado un conflicto bélico con el Perú, porque los Peruanos se habían tomado a Leticia, que ha sido y será de Colombia. Estaba de presidente de Colombia un tal Olaya Herrera y del Perú un señor Luis Sánchez Cerro. La pelea como que fue de mentiritas, pero nos hicieron creer que era de verdad, y como Colombia estaba muy mal de dinero inventaron la guerra que tanto toca el corazón y así el gobierno pedir la ayuda económica de la gente en oro. Todos los que tenían aportaron algo, como yo nada tenía, nada di.
Dicen que ese oro fue a parar a las arcas del presidente y sus amigos, “Había que pagar las últimas elecciones”.
En Perú el presidente había hecho la misma jugada, pero esto ocasionó una revolución que terminó con su propia muerte. En cambio aquí si tragamos entero y permitimos que el bribón quedara impune y muriera por su cuenta y riesgo.
Resulta pues que por motivo de la tal guerra, al pueblo Colombiano le leían reportes llegados desde el campo de batalla que nos emocionaban y acrecentaban nuestro fervor patriótico. Todos los informes daban cuenta de grandes triunfos, tras los cuales solo quedaban un reguero de armas y cañones Crup abandonados por el enemigo que huía despavorido. Eso motivaba sobremanera a la gente, que con gran devoción, entregaba todas sus alhajas para la defensa nacional.
A cualquier hora del día sonaba el bando, y desde los balcones de la Alcaldía un empleado tocaba un tambor o a falta de este golpeaba el espaldar de un taburete de cuero. El asunto era reunir a la gente para leerle algún telegrama que informaba de otro triunfo.
Por la plazuela de la madre había una cantina que tenía un radio. Este era un aparato grande y alto, en el que podría caber cómodamente un hombre sentado, era de marca RCA Victor, y su cuerpo era de madera. Ese radio hablaba a todo volumen y también daba avisos sobre la guerra y la situación Colombiana. Repetía muchas veces cualquier encuentro que ocurriera entre las tropas de ambos países, en los que dizque siempre ganábamos, Mamolas.
A pesar del interés que me generaban esas noticias yo tenía otro propósito para estar en ese sitio: Saber quien estaba hablando metido en ese cajón, así pues me fui arrimando disimuladamente al radio para mirarlo por detrás y finalmente al lograrlo solo vi un alambre ahí metido, eso me dejó verraco.
Domingo Gil Cardona
2 comentarios:
Excelentes los cuentos de don Domiango, ojala vengan muchos mas en estos retazos de la vida. Curiosa que esa formula de las guerras para llenarse los bolsillos sea tan vieja, tal vez hasta copiada por don Olaya. Lo vimos en los 80s en las malvinas, recogieron mucha plata para los jovenes que se hicieron matar en semejante tundra. Nunca les llego, es una historia aun mas triste que la nuestra. Bonito ese otro milagro llamado la radio que llegaba a cannasgordas, tan magico como el circo que leimos la semana pasada. saludos
Claro que seguiré sacando los recuerdos de Domingo Gil, son historias muy universales que igual pudieron suceder en Kosovo o en Titiribí. Sobre lo de la guerra con el Perú habrá mucha tela para cortar, es un capítulo de la historia muy desconocida y llena de interrogantes.
Hasta pronto Daniel y saludos.
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