
Pues si, el día de la elevación llegó, que fue por cierto un domingo, aprovechando que los campesinos afluían al pueblo convirtiéndolo en un hervidero de gente y asegurando una gran concurrencia al espectáculo.
Muy hacia el costado norte de la plaza hicieron un fogón de adobe pegado con tierra, ese fogón tendría un círculo de dos metros de diámetro y una altura como de un metro. Tenía una abertura en uno de los lados de unos ochenta centímetros por el que metían el combustible, que en este caso eran troncos de leña. A lado y lado del fogón izaron dos guaduas como de ocho metros, cada una con una gran argolla en su punta por las que pasaron dos lazos muy gruesos que sostendrían el globo hasta que tomara fuerza, El globo estaba hecho con una tela bastante gruesa, parecida a la que usan para las carpas.
El globo ya guindado tenía su boca sobre la chimenea del fogón y estaba todo metido en una inmensa red hecha con una piola muy resistente, tal vez de nylon. Atado a la canastilla había un trapecio de unos diez metros de largo al que se pegaría el héroe o navegante cuando los amarres de las guaduas fueran quitados.
Creo que con esta explicación ya entenderán que este globo inflado a golpe del humo de la leña, sería soltado y con el se iría al espacio un hombre cabalgando la barra de un trapecio flotante.

Venía ese hombre como con una especie de tricornio en la cabeza, una camisa blanca de manga larga y cuello redondo, un pantalón bombacho rojo a la rodilla y sin bolsillos, medias largas blancas y zapatillas negras sin tacón, Era curioso el gran escapulario de la Virgen que llevaba entre pecho y espalda a modo de mulera. Llegó sonriendo y saludando con finos ademanes a la concurrencia que ya llenaba la plaza de bote en bote, se situó al lado del trapecio haciendo señas para que soltaran en globo cuando se aferrara a el.
Sueltos los amarres es globo salió disparado y silbando como una nave espacial y con ese hombre guindado en ese trapecio que flameaba en el aire, se sostenía al comienzo el maromero con sus corvas, luego sentado, después parado en el travesaño del trapecio agitando una bandera grande de Colombia que movía conforme se elevaba. Subió tanto que se veía como un puntito en el firmamento. De pronto el hombre soltó la bandera que tenía por asta una barra metálica que terminaba en punta de lanza, para que se clavara en la tierra y orientara a la gente que recuperaría al artista cuando el globo bajara. La bandera cayó en el morro de Don Abel, hoy llamado Gonzalito Pérez, eso entonces era un caturral.

Estaba anunciado que ese noche, ese mismo hombre que había conquistado las alturas, sería enterrado vivo desafiando las tétricas tinieblas de una tumba.
Si quierenj saber como salió el acto del hombre enterrado vivo pueder ir a EL ENTIERRO
Domingo Gil Cardona. In memoriam +
2 comentarios:
Otra magnifica historia, hasta ahora todas cargadas de es ingrediente novedoso que marca momentos imborrables en la historia de este apacible pueblo La bendita nevera al parecer sirvió de sagrario y el aeronauta el héroe nacional, estaremos pendientes de su próximo desafío, esta vez retando la muerte enterrándose vivo, al parecer don Domingo no tiene historia mala. Saludos
De acuerdo, muy entretenidas las historias de Domingo Gil, pronto sale la historia del entierro del héroe.
Hasta pronto y gracias por el comentario
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