Alberto López
Los jóvenes debierais saber quién fue "ALÍ"...No os equivoquéis, no era solo un gran boxeador... sin duda el más grande... el Rey… sino que fue, el que llevó el boxeo a un nivel tan alto, tan alto, que acabó con el... Porque a partir de Alí, todo ha sido cruzarse golpes y aburrimiento. Con el espíritu de un deportista griego clásico, hizo de un deporte, dominado hasta la llegada de él por la fuerza bruta, una verdadera obra de arte.
En el largo hacer de los hombres a través del tiempo, hay personajes creadores, que inauguran nuevas situaciones, convulsionan profundamente la tradición o dan un giro cualitativo a lo que parecía fuertemente sedimentado e incuestionable.
Hay momentos en que después de un artista ya no cabe el arte. Es en la novela, una creación propiamente europea, el caso de Cervantes, con quien se abre la puerta y el de Flauvert con quien se cierra; es el caso de Miguel Angel y de Brunellechi con la pintura y la arquitectura clásicas; de Picasso y de Wright con la pintura y la arquitectura modernas o del fútbol con el Barsa de Guardiola. Tras estos episodios cumbres, solo queda la repetición, el experimentalismo formal, el marqueting y el entretenimiento. Alí fue uno de esos creadores.
Acaba de fallecer con 74 años, yo tengo 68, casi llegue a ser su contemporáneo. Hoy sigue vivo en mi recuerdo.
De chaval, mi hermano Edu, después de misa, me llevaba a las veladas de box que se celebraban los domingos por la mañana en el frontón La Estrella de Portugalete. Allí vi pelear a Luis Folledo, a Benito Canal, a Luis Aisa, a Fred Galiana, a Senín y a tantos otros que todavía conservo vivos en mi memoria.
Eran los años en que este deporte estaba en plena ebullición en la margen izquierda y obrera de la ciudad de la Ria, a la que los aficionados a este deporte, llamábamos el Brox, porque había multitud de gimnasios, donde los hijos de los obreros escapaban de la calle y de la pobreza para hacer guantes.
A mí, aunque ni de niño ni de mayor he sido peleador, los Reyes Magos (sin duda por iniciativa de mis hermanos que, mucho mayores que yo, debieron escribir la carta) en una ocasión me trajeron unos preciosos guantes de color marrón. Debo aclarar que dada la estrecha economía familiar eran de segunda mano, pero me parecieron preciosos.
Hoy en día, a cualquier padre, le parecería de muy mala educación, llevar a un niño al boxeo y menos que los pacíficos Magos del Oriente le trajeran unos guantes, para pegarse con sus compañeros de colegio. Sin embargo, aquellas veladas dominicales, fueron para mí una experiencia muy formativa e interesante, y siempre le estaré agradecido a mi difunto hermano.
Fue en aquel ambiente, que nos llevaba a agolparnos en torno a los primeros televisores en blanco y negro que tenían unos pocos bares, para ver las grandes peleas por los campeonatos de Europa y del mundo, cuando surgió ante mí, como una figura mundial del deporte de las doce cuerdas, el entonces llamado Cassius Clay, nombre que como él decía, llevaba como una carga, porque le habían puesto cuando todavía era un esclavo negro.
Yo fui uno de tantos jóvenes que, se deslumbró ante aquel boxeador, que siendo un peso pesado, podía bailar elegantemente como un peso mosca, desconcertando con sus fintas y su cintura prodigiosa a unos oponentes, que dando golpes al aire, le perseguían desesperados como a un fantasma a lo largo del ring, en busca del golpe definitivo que lo cazara y lo lanzara al suelo, pero que nunca llegaba.
Solo en una ocasión dejó de bailar cambiando sorprendentemente de táctica. Fue en su pelea contra el entonces campeón Foreman, en Kinshasa en 1974, donde se dejo acorralar contar las cuerdas (el público pensaba que Alí, con 32 años ya no podía más e iba a caer de un momento a otro) hasta que el favorito Foreman, un joven e impresionante atleta, agotado y frustrado de tanto golpear sin conseguir tirarlo, se fue a la lona cuando Alí, en el octavo asalto, consideró que había llegado el momento de acabar la pelea.
Pero Alí era mucho más que un boxeador genial... Fue un gran hombre que se dejó la vida luchando por sus hermanos negros, de América y de Africa, que se enfrentó al estado militarista americano, negándose a alistarse para ir a luchar a Vietnam contra unas gentes, que como decía, no le habían hecho ningún mal. Y ello le llevo a la cárcel, convirtiéndose en un apestado y traidor a la patria para el conservador estado americano, con el consiguiente desprestigio social.
Seguramente hoy, tal y como han llegado a estar las cosas entre occidente y el mundo musulmán, no se vería mejor su conversión musulmana y su cambio de nombre, y hubiera sido igualmente defenestrado.
Para muchos jóvenes del mundo (no solo para sus hermanos negros) Alí acabó siendo un ejemplo, por mantener ante todos y ante todo la dignidad de los hombres de su raza. Con él los negros americanos y africanos, pudieron decir por primera vez con orgullo: “yo también soy negro”...
Alí era una persona inteligente, de reacciones rápidas y respuestas brillantes que no solo pensaba, sino que sabía pensar, algo inimaginable en un mundo como el del box, dominado por la brutalidad y los bajos fondos de las mafias. En este sentido fue un verdadero líder negro (no pudo ser un gran político porque decía lo que pensaba) no solo para los negros, sino para todos los humillados del mundo.
Por eso he comenzado diciendo que los jóvenes debierais conocerlo y nada mejor que esta estupenda película documental que tengo el honor de ofreceros..."CUANDO ERAMOS REYES" (trata precisamente de aquella pelea en Kinshasa)... porque en aquellos tiempos, él nos hizo soñar a los jóvenes de los barrios obreros de medio mundo, que podíamos llegar a ser reyes... porque desde su humilde origen, él llegó a ser EL REY DE REYES...
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