Fotograma del programa de Televisión Española, 'Auschwitz. Los nazis y la solución final. |
Alberto López
Morir por los demás
sin pena ni gloria
sabiendo que no hay otra recompensa
que la satisfacción de haber hecho
lo que debía hacerse.
Como el padre
abrazando a sus pequeños contra su cuerpo
para que no se dieran cuenta
que los fascistas iban a fusilar a toda la familia.
Como el sacerdote católico
que tomo voluntariamente el tren
para acompañar en su final a los judíos.
Como el hombre corriente
que se lanzó al mar
para salvar a su perro.
Como Txiki y Otaegi
que murieron por una idea que creyeron justa
sabiendo que nunca los harían santos.
Como la sirena
que por amor abandono el mar
para morir ahogada en la tierra.
Como el papá gorila
que por proteger a sus crías
cae bajo las balas asesinas del cazador.
Como el esposo fiel
que pudiendo salvarse
se queda en las nieves de la montaña
para acompañar en su final a su agotada esposa.
Morir por los demás
en el silencio de la soledad
como un héroe desconocido.
Morir por los demás
sin tener que ser Dios.
Morir por los demás
como un hombre.
Simplemente por haber nacido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario