Imagen tomada de la página del escritor Eloy Moreno |
El libro impreso sin lugar a dudas ha sido la herramienta más fantástica inventada para poner el conocimiento al alcance de todos. Las pinturas rupestres nos revelan el incipiente deseo del ser humano de perpetuar sus ideas a través de las pinturas en las cavernas del paleolítico, plasmando escenas de sus cacerías y actividades cotidianas. Luego tenemos las tablillas con escritura cuneiforme de la antigua Mesopotamia narrando en forma concreta historias épicas y escenas domésticas.
Los Egipcios fueron prolijos en escribir en sus papiros legando sus conocimientos para la posteridad. Imposible no mencionar la biblioteca de Alejandría (Siglo lll A.C.) donde se albergaron más de 900.000 manuscritos. La edad media nos dejó libros iluminados preciosamente copiados e ilustrados a mano alzada por los monjes, verdaderas joyas que por su limitada producción y altos costos era obvio que solo podían llegar a las manos de los más poderosos
EL PRIMER LIBRO IMPRESO
Lo imprimieron en China alrededor del año 868 A.C. Este libro es el Sutra del diamante que enseña la práctica del no apego o abstención del apego mental. Se puede asegurar que este fue el primer libro impreso porque al contrario de los documentos antes mencionados consignados desde el paleolítico y que fueron elaborados manualmente, este fue verdaderamente estampado usando unos bloques de madera en los que Wang Chieh había tallado textos e ilustraciones en relieve invertido para posteriormente luego de ser entintados ser imprimidos sobre papel, no nos queda pues ninguna duda.
LOS TIPOS MÓVILES.
Para acabar de ajustar en el año 1041, otro chino (Phi Seng) inventó los tipos móviles que agilizaban la impresión, eran piezas de porcelana con símbolos chinos. Desgraciadamente eran tantos los ideogramas del alfabeto chino que no dejó prosperar ese sistema.
La Biblia de Gutenberg |
El libro electrónico llegó en nuestro tiempo y sin duda día a día gana más adeptos, pero para los nostálgicos amantes del libro impreso nada supera la emoción de sentir el olor del papel y el tener un libro en las manos para leerlo, bien en la comodidad del sofá de la sala, sentados en una silla del metro, y por qué no, en el trono del W.C.
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