miércoles, 29 de enero de 2014

EL TELÉFONO NEGRO

ALÓ, este es el 340 62

Somos testigos de un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa, para los que recién llegan deben saber que las cosas que ahora tenemos no siempre estuvieron con nosotros ni tampoco serán las últimas, muchas otras y más maravillosas están llegando y de seguro muchas más vendrán.


Nos acomodamos rápidamente a los cambios, todo cambia y se transforma. Igualmente el hombre evoluciona y crea herramientas según lo exijan sus necesidades. Pasamos del descubrimiento del fuego y las lámparas de aceite a la energía eléctrica y al bombillo, del primer cuchillo de piedra al cortador láser, de la escritura cuneiforme en tabletas de arcilla al ibook.

Aún recuerdo el día que nos instalaron el primer teléfono en la casa, un flamante Ericsson negro de pared, lo último de la tecnología de entonces.

Una vez instalado colocaron una etiqueta en una pequeña pestaña que tenía en la parte superior, era el número de nuestra línea que desde ese momento nos conectaba con el mundo, era el 340 62.

Ya no había que salir a buscar las cosas, solo se pedían a domicilio a la carnicería, al granero o a la farmacia. Igual podíamos hablar directamente con nuestra familia que estaba en otro barrio, o más maravilloso aún, podíamos comunicarnos a otra ciudad o a otra parte del mundo a través de una operadora.

¿Qué inventarán después?, nos preguntamos.

No sé cuantos años han transcurrido desde que me instalaron la primera conexión a internet, para mí fue como en un abrir y cerrar de ojos, era una conexión telefónica que desde que arrancaba producía una secuencia de extraños zumbidos, a pesar de que comparadas la velocidad del ordenador y la conexión de ese entonces con las actuales son como el día y la noche nos parecía extraordinaria, insuperable, maravillosa.

¡Ah!, olvidaba mencionar algo mucho anterior a la internet. En los años ochentas los primeros computadores trabajaban únicamente con el sistema “DOS”. Mi primer ordenador personal fue unTexas Instruments TI-99/4A.  Ahora Muchos de los que leen esto ni lo habrán oído mencionar. Basta que les diga que los monitores tenían conexiones RCA por lo que también se podían usar los televisores normales con un pequeño convertidor a la entrada de antena. La velocidad creo que era de unos 16 Byts y tenía la posibilidad de ampliar su ROM interna mediante cartuchos especiales con el extra que fueron los primeros en traer algunos periféricos, como por ejemplo una impresora. Ahora que lo pienso creo que fue maravilloso iniciarnos en los albores de las computadoras personales. La pantalla que se obtenía era negra, igual que la de los videojuegos como el telebolito. Aún conservo tanto mi ordenador con sus manuales y el videojuego, y funcionan. Para usarlos, no exagero, había que estudiar mucho los manuales o hacer un curso.

Con la llegada del Windows este lo que hizo fue hacer más fácil el manejo de los ordenadores, pero aún exigiendo el uso de muchos de los comandos del DOS, por lo que seguía siendo un poco complicado. Ahora Tanto Windows como Macintosh y los otros sistemas operativos eximen al usuario del conocimiento del DOS, del que ni se enteran de que está incluido, o eso creo, porque no soy muy conocedor del tema.

Pero creo que ya es suficiente de esto que solo menciono por considerarlo interesante para los que no pasaron por esos procesos.

¿En qué íbamos?, ah… si en lo del 340 62 y el desfile de cosas que nos han acompañado en nuestra vida cotidiana. Ahora no es raro ver a los niños manipulando con una habilidad pasmosa sus tablets y sus teléfonos inteligentes, conectados con Wifi y pasándose datos, música e imágenes usando el bluetooth, una cosa inimaginable en los tiempos de los primeros teléfonos instalados en Medellín.

Todo cambia y evoluciona, el hombre sigue creando sus herramientas, estimulando nuestra capacidad de sorpresa. Un momento que suena el teléfono.

- ¡Aló!, este es el 340 62.

martes, 28 de enero de 2014

EL PASADO SI IMPORTA

Divagaciones no autorizadas sobre el tiempo.

Lo que pienso que escribiré viene del pasado y se plasmará en el futuro, lo que digito en el teclado son chispazos de un presente que una vez tecleados ya serán pasado, caramba esto es complicado.

"Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir por siempre."
Mahatma Gandhi.

Escuchando una conferencia que trataba como idea central al pasado como un lastre y al futuro como algo que no debe preocuparnos porque aún no existe, algo se movió en mi mente.

 ¿Acaso el pasado es un lastre?, ¿Y el futuro algo que solo debemos esperar sentados a que llegue como las aguas de un río?

Sentía que algo no andaba bien en el enunciado central de la conferencia, estaría mejor decir que el pasado no debe convertirse en un lastre, y que el futuro no debería causarnos constante temor y angustia.

El pasado es un presente que ya pasó, el futuro será un presente que encontraremos, y el presente es el constante viaje del consciente en el eterno fluido de la vida. Unos y otros inevitablemente tienen una carga de acontecimientos buenos y malos, deseables e indeseables.

El pasado es valioso y sí debe importarnos, es la fuente de referentes que influyen directamente en el presente y la guía a partir de la cual deberíamos vivir el presente para construir el futuro.

En tres tiempos se divide la vida: Presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; y el pasado, cierto”.
Lucio Anneo Séneca.

El pasado de hecho ya pasó, como fue es y es inmutable, él nos ofrecerá recuerdos agradables o desagradables, no importa como sean, siempre será el pasado algo que si importa, pues nada más y nada menos contiene todos los archivos de nuestra existencia a los cuales acudimos cada instante del presente para dirigir nuestro viaje, sin él sucumbiríamos y nos perderíamos en la nada, en el no ser.

La vida humana representa, la mayor parte de las veces, una ecuación entre el pasado y el futuro”.
José Ingenieros.

El tiempo de la acción es el presente, es la etapa de la construcción del futuro a partir del pasado. El presente es la aventura, el goce, el sufrimiento, la risa y el llanto. El hoy es también el tiempo de la creación del software que guardamos en el disco del pasado y que dirigirá nuestra vida del hoy hacia el mañana.

El mejor profeta del futuro es el pasado”.
Lord Byron.

Tratemos pues de vivir en concordancia con la naturaleza que es la esencia del milagro de la vida, preparémonos y aprendamos como si fuéramos a vivir para siempre, vivamos como si fuéramos a morir mañana.




sábado, 25 de enero de 2014

LA LISTA DE MERCADO DEL DOCTOR PULGARÍN

La historia de los graneros de barrio.

Tienda de barrio - Foto de Jairo Osorio.

Cuando todavía no se habían inventado los supermercados en Medellín la gente conseguía los abarrotes  en los graneros del barrio. En mi calle había a falta de uno, tres. El granero El Chaquiro”, el granero América y el granero Rosales. El granero América por cierto tiempo fue de mi padre, pero luego lo vendió y el nuevo dueño lo convirtió en tienda mixta, o sea prácticamente en una cantina.

El Chaquiro era un granero más bien pobre donde no se conseguía casi nada, sus estantes se mantenían prácticamente vacíos y los pocos clientes que lo visitaban solo encontraban la respuesta de “No hay”.
El granero Rosales en cambio aprovechando esa situación se fortaleció y se convirtió en el sitio preferido del vecindario para comprar el mercado semanal. Había de todo, desde granos hasta delicatesen, dulces y vinos.

Plaza de mercado Medellín 1955

Don José Rosas lo atendía y era muy amable con sus clientes a los cuales siempre les daba “La encima” (Un artículo gratis por la compra).
Como yo era el menor de mi casa siempre fui el mandadero, por lo que me ganaba la encima que podía ser una fruta o una golosina.

Igual por esa razón recuerdo muy bien cuáles eran los artículos de primera necesidad de las familias de esa época. El azúcar y el arroz no se vendían en los empaques plásticos que conocemos ahora y por una simple razón, aún el plástico no se conocía, pues si bien se descubrió en el año 1860, las bolsas de polietileno solo se fabricaron en los años setentas.

 Empacaban entonces el arroz y el azúcar en bolsas de papel Kraft. Los aceites vegetales no habían nacido y solo se conseguía para freír la manteca de cerdo, que horror. Esta manteca la llevaban a los graneros en unos grandes tarros metálicos y los clientes la compraban por libras que eran empacadas en papel de envoltura.

Los granos se vendían al comienzo por “Puchas”, un cajoncito cuadrado de madera de 15.3 centímetros de lado por 5 de profundidad. Una vez lleno con el grano se quitaba el rebose con una tablilla llamada “Raya”, así la pucha rayada era una pucha exacta. Pero pronto me correspondió ver el cambio de este sistema de medida cuando llegaron las primeras balanzas.

El detergente que se vendía era el jabón Fab que venía en cajas de cartón, y el lavaloza favorito de las señoras era el jabón lucero, el jabón de baño era más variado, recuerdo las pastas de jabón Palmolive, Yodora, Sanit, Reuter y Paramí. El desodorante apenas recién había llegado siendo el más popular el Yodora en crema que venía en un tarrito metálico azul y luego en un bonito potecito de vidrio grueso blanco, el roll on era cosa de extraterrestres aún.

No podía faltar el tarro de galletas Noel, el chocolate Luker o Cruz y el paquete de café La Bastilla. La emulsión de Scott, la Kola granulada  y el aceite de hígado de bacalao eran los reconstituyentes que nos daban las mamás.

Como la pecueca era muy común el talco Mexana se vendía bastante. La maizena era muy popular y en tiempos de navidad la vendían por montones para la natilla y los buñuelos tan tradicionales en Antioquia. El arroz amarillo y el blanco se compraban para las arepas y la mazamorra que diariamente se hacían en los hogares paisas. Ya a las cinco de la mañana las matronas estaban armando la máquina de moler “Corona” para moler el maíz que previamente había sido cocido. Y ahí también entraba yo como ayudante de molienda.

La panela era otro producto que no podía faltar en el mercado, es que los paisas somos algo aguapaneleros. La sal creo que al comienzo no era yodada, la vendían pura y traída de las minas de Guaca envuelta en hojas de Viao.

Ah, olvidaba algo muy curioso y que de seguro ahora muchos no conocieron, el jabón de tierra, Venía esto envuelto en unos capachos secos. Parece que aún se consigue.

La leche se conseguía ordeñada, había todavía fincas con vacas en la misma ciudad. Ya había pasteurizadoras como Proleche y San Martín que la vendían en litros de vidrio con tapas de cartón. Traían tanta grasa que su nata servía de mantequilla para las arepas.

Se mercaba muy ecológicamente pues todos los clientes debían llevar su canasta de mercado, generalmente de mimbre, eran muy bonitas.

Las verduras y frutas si prefería la gente conseguirlas en la plaza de mercado que estaba en la plaza de Cisneros.

El mercado del doctor pulgarín.


Una pucha
Resulta que en ese tiempo vivía en el barrio un señor que era abogado, el Doctor Pulgarín. Era de mediana estatura, morenito y muy delgado, mejor dicho flaquísimo. Por cuestión de su profesión siempre estaba de “Cachaco”, esto es, siempre de saco y corbata.

Y lo traigo a esta historia porque una tarde que estaba yo comprando algunas cosas en El Rosales llegó el Doctor Pulgarín a mercar. Como era muy tomatrago (alcohólico), Comenzó a hacer su pedido:
Don José… Un kilo de frisoles por favor…

Y mientras Don José empacaba los granos él agregaba: Y un aguardiente doble…
Y así seguía, producto tras producto… Y un aguardiente doble…

Así las cosas cuando tenía llenas las canastas del mercado había que llevárselas a su casa pues el Doctor Pulgarín apenas podía tenerse en pié.

Aunque todavía hay tiendas de barrio ya no son lo mismo, no como las que conocí y les cuento, que igual que sitios de aprovisionamiento eran puntos donde socializaba el vecindario. Es que llegaron los supermercados y las grandes superficies que comenzaron a absorverlas y aniquilarlas. Seguramente no en mucho tiempo los graneros solo serán cosa de la historia, cosas del tiempo del Doctor Pulgarín.

LA DESTRUCCIÓN DE LA BELLEZA

Un recorte encontrado en el cajón de las cosas olvidadas, aunque fue publicado en 1989 no veo que las cosas que describe hayan cambiado mucho, es más, creo que han empeorado. La foto que ilustraba esa columna la recuerdo muy bien pero no la he podido encontrar, en su lugar pego una imagen que aunque dista mucho de la original más o menos cumple el objetivo.



Por Hernando García Mejía
“El Colombiano”
Septiembre 24 de 1989

En días pasados publicó este periódico una hermosa y simpática fotografía de la “Cámara indiscreta” de Daiguer, en la cual  un muchachito inválido apoyado en sus dos muletas le susurra a un sacerdote venerable: Padre, me acuso de haber matado un pajarito…

Ni la fotografía magistral del conocido fotógrafo, ni la leyenda que la ilustra podrían ser más elocuentes y significativas. Lo primero que sentí fue admiración por la originalidad del conjunto y por la fortuna del artista que logró captarlo. Después sentí cierta preocupación  y un deseo muy hondo de meditar sobre lo que implica y quiere abarcar de oscura y oculta catástrofe.

Porque, viéndolo bien, la muerte de un pajarito incluye, en cierta forma, la muerte de muchas cosas bellas, lo mismo que la muerte de los árboles, que el abovedamiento de los arroyos que antes espejeaban limpiamente bajo el sol, que la hecatombe general de la poesía, del arte, del espíritu, de tantos milagros que el progreso ha venido desplazando inexorablemente con sus rojas aspas de guerra, de tedio  y desesperanza siempre creciente.

El hombre está mecanizado de una manera inconcebible. Ya no le importan sino los números, las cifras, lo productivo, lo comercial, que que da réditos de cualquier índole. Ha perdido la capacidad y la audacia de soñar y de amar. Ha entregado su parte de ángel quedándose solo con la de demonio. La prostitución y la quiebra de sus valores esenciales se hacen cada vez mayores. Ya no tiene tiempo de nada, ni siquiera de mirar las estrellas, ni de pensar, ni de leer.

Lo absorben extrañas codicias, fatales apetitos de oro  y de guerra. Donde antes plantaban un árbol, sembraba una planta para esperar una flor para la primavera, hoy pone una granada, un cañón, o estira la mano para dar un bofetón al primero  que se le ponga por delante.

Es dramático y amargo reconocerlo. Actualmente las minorías que se dedican al ejercicio luminoso del arte, y a los claros apostolados de la belleza, son miradas como seres raros, con extrañeza, ironía, burla y desprecio. Es necesario dedicarse a pelear o a conseguir plata para poder lograr el asentimiento de las multitudes enloquecidas, que han olvidado el rostro de la belleza, que han perdido la pureza de las primeras edades y que no se acusan como el niño de la foto de Daiguer de haber matado un pajarito…

No, Ahora nadie se acusa de no amar, de no soñar, de no cultivar árboles, de no vivrar con lo bello. Nadie. Todos marchan ciegamente hacia un futuro de caos y de apocalipsis, mientras atrás quedan los soñadores, los poetas, los que se empeñan en enfrentarse al espectáculo de la espantosa vulgaridad que los amenaza.
Adelante van los hombres armados, jadeantes, furiosos, precipitando el advenimiento del polvo y la ceniza, desde la tierra a las estrellas.

Menos mal que entre las multitudes ávidas de incendio y de muerte, algunos, todavía, alzan sus voces y endulzan sus gargantas diciendo por los ciegos, por los violentos, por los insensatos, dirigiéndose al Padre de la creación: “Padre, me acuso de haber matado un pajarito”…

jueves, 23 de enero de 2014

LA GRATITUD DEL PALOMO

"Los animales nos dan espontáneamente grandes lecciones de vida, para recibirlas solo es necesario ser observadores y abrir nuestro corazón".

Hace ya muchos años llegó al patio de la casa un palomito blanco con un ala rota, era aún pequeño y daba lástima verlo sufrir. Aunque intentaba volar no lograba más que lastimarse más en su torpe chapaleo por el piso arrastrando el ala rota. Logré agarrarlo con facilidad para hacerle las curaciones y entablillarle su ala lastimada.

Fue así que se recuperó con nuestras atenciones y se quedó viviendo con nosotros en una rústica palomera que le construí. Todos los días después de comer y tomar agua volaba y se iba de correría para regresar antes del atardecer para pasar la noche en la casa.

Meses después entre su rutina de ir y venir llegó un día en que no regresó más. Era lógico pensar que había encontrado un grupo al cual integrarse. A pesar de que nos hacía falta su compañía igual nos alegraba pensar que de seguro estaba feliz entre los suyos y dimos por terminado el asunto.

Lo que no esperábamos era que como seis meses después comenzara a visitarnos de nuevo, esta vez en compañía de una hermosa paloma de plumaje café y blanco. Se posaban en el alto muro del patio y no se atrevían al principio a bajar para comer el alimento que les ofrecíamos. Finalmente de alguna manera nuestro palomo convencería a su tímida novia y pronto fueron nuestros cotidianos comensales.

Era una visita agradable, muy semejante, o por qué no igual, a la de nuestros amigos más queridos. Llegó otra vez el momento en que dejaron de venir y de nuevo cerramos el capítulo y el tiempo siguió su curso.
Pero las sorpresas que nos guardaba el palomo no habían terminado.

Una mañana a ir al patio vimos al palomo y a su compañera bebiendo agua de la fuente, y no estaban solos, los acompañaban dos pequeños palomitos que husmeaban curiosos por el jardín. Eso fue conmovedor.

 Si alguna duda teníamos, esa mañana esas pequeñas criaturas nos demostraron que eran capaces de albergar nobles sentimientos, como el de la amistad y la gratitud.

Luego de ofrecerles un tazón con granos de maíz y agua limpia ellos pasaron una tarde en familia en el patio, los palomitos entraban  y salían de la casa sin ningún temor con su su infantil curiosidad. Ya al final de la tarde cuando el sol comenzaba a meterse tras las montañas, la hermosa familia del palomo emprendió el vuelo hacia su destino no sin antes despedirse desde el alto muro para no volver más.

miércoles, 22 de enero de 2014

EL ZOO...

"El ser humano es el más irracional de los animales"

Alberto López nos comparte un texto magistral que nos revela el irracional comportamiento del ser humano y su soberbia postura de dominación sobre las otras creaturas del mundo, como los animales, las plantas, la tierra e inclusive otros seres de su misma especie en inferioridad de condición. Un escrito serio y apegado a la historia,  a la razón y al sentido común que encierra una realidad en la que navegamos cotidianamente sin  enterarnos.



EL ZOO...

Y Dios creó al hombre a imagen suya, y lo creó macho y hembra; y los bendijo Dios, diciéndoles: procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces y sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve en la tierra... (Génesis. 1:27-28)

Desde luego Dios no era un delfín, ni un águila, ni un león, ni un perro, ni un ratón, ni un gato, Dios era hombre, seguro que blanco, y probablemente anglosajón.

Cuando robó la palabra del Paraíso, el rey de la creación, pagado de su sabiduría por el sueño de la razón, tomó la loca decisión de clasificar la naturaleza, en el convencimiento de que con ello la poseía. Y se puso a la tarea de dar nombre a los animales, a las plantas, a las cosas, a todo. Confundiendo el mundo real con el sonoro mundo de las palabras, el conocimiento con el lenguaje, se creyó en posesión de un designio superior que le elevaba por encima del resto de los otros seres, a los que sometió con violencia convirtiéndolos en sus esclavos.

Desde entonces, el animal que se autodenomina racional, frente al resto de sus hermanos a los que calificó de irracionales, continúa loco. El único animal que conoce el desvarío, el único que es capaz, por una idea o una palabra, de perder su propia identidad, es el animal humano, por eso el resto de los animales, al mirarle, no se reconocen en él.

Solo algunos que viven en su entorno más inmediato, los llamados domésticos, como los perros y los gatos, haciendo verdad el dicho de que, la convivencia acaba por hacer parecidos a los seres entre sí, se han llegado a contagiar de aquella locura, y suelen sufrir profundas depresiones, estados melancólicos agudos y a veces, hasta cuadros esquizofrénicos y patologías psíquicas similares, que los otros animales, los que nunca aceptaron la domesticación, los rebeldes, los irreductibles, los que fueron calificados de salvajes, desconocen totalmente.

El jardín zoológico, la prisión de los animales coincide en el tiempo con la creación del panóptico, la cárcel racional para los hombres.

Resulta sorprendente que ambas instituciones sean una creación del materialismo racionalista e iluminista de una revolución que se hacía en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y es que el taxonomismo cientifista del siglo XVIII, que pretendía estudiar como si fueran cosas a los animales en cautividad, es un hijo de la Ilustración. Aunque el interés por las fieras, en tanto que animales exóticos, le viene a la cultura europea de más lejos, le viene de la época de los descubrimientos.

Para los reyes de las naciones europeas, una muestra de su poder, de su riqueza, de su cultura, se concentraba en la suntuosidad de sus palacios, en el mobiliario, en las joyas, en los objetos domésticos de oro y plata, en las obras de arte, en sus caballos de raza, y en sus halcones, en los relojes y en los inventos extraños, en los autómatas, en las piedras preciosas, en los perfumes, en las plantas y en las flores exóticas.

Esa fue la base del coleccionismo, que ya desde los imperios más antiguos, corría paralelo a la riqueza, el poder, la cultura y la diversión. Pero será con el Renacimiento cuando el coleccionismo como idea reciba un impulso definitivo. Es el momento de los descubrimientos y de las conquistas, de las tierras de más allá del mar, de donde llegarán nuevos objetos bellos y curiosos, además de oro y plata.

Pero sobre todo, en términos culturales, es el momento del conocimiento de los nuevos animales, las nuevas plantas y los nuevos hombres. Cuando Marco Polo, los navegantes portugueses o Cristóbal Colón vuelven de sus viajes, traen como curiosidades de las tierras descubiertas, objetos valiosos, animales y plantas, pero junto con ello traen también al hombre exótico, al indio, al negro, al que desde su visión eurocéntrica consideraron un primitivo, un salvaje a medio camino entre el animal irracional y el hombre, un ser del que una Europa pagada de soberbia cristiana, dudaba si tendría alma. Conquistarlos, someterlos, dominarlos y esclavizarlos, como se hacía con el resto de los animales, será algo natural para aquella cultura que no concebía otros valores, que los propios.

Además de sus ejércitos para la guerra, los reyes europeos disponían de un ejército para la paz, y en concreto, toda una serie de hombres que se ocupaban de hacer agradables sus largas horas de ocio. En él hay que incluir a los artistas, a los magos científicos, músicos, equilibristas, cómicos, danzantes, bufones, gigantes, enanos y deformes. Una mezcla tan heterogénea, que recorrerá los polvorientos caminos de Europa desde el medioevo hasta la actualidad, dejando en distintos momentos, diversas instituciones tales como el teatro burgués, los museos, las pinacotecas, los parques de animales y el circo.

Dentro de las distintas formas de coleccionismo, los animales exóticos y las fieras, incluso los animales deformes, los monstruos, fueron objeto de especial interés para los soberanos europeos. Las jaulas de fieras diseminadas por los parques renacentistas y barrocos, son una expresión de este interés coleccionista, que se basa en la curiosidad por lo distinto, por lo sorpresivo, por lo extraño.

Las fieras en sus jaulas como objeto de curiosidad y de decoración, pasarán con los inicios del interés científico por los animales, a las “casas de fieras”, que conllevaban una cierta separación y clasificación.

La primera “casa de las fieras”, que se corresponde con los inicios del nuevo espíritu racionalista y clasificador, es la que el arquitecto “Le Vaux” construirá en Versalles para el Rey Sol. Ya no se trataba de distribuir animales enjaulados por el parque como objetos curiosos y sorprendentes, con los que el paseante se encontraba ocasionalmente, lo mismo que se encontraba con una fuente, un pabellón o una estatua, sino de crear una arquitectura específica para la exhibición zoológica de animales debidamente clasificados. La observación curiosa y el sentimiento de lo bonito, irán cediendo paso al espíritu científico en estas casas de fieras, que podemos considerar como germen del futuro “jardín zoológico”.

El jardín de fieras o el jardín zoológico, siguen, sin embargo, todavía entendiéndose como un jardín, puesto que provienen del parque renacentista, un parque donde los animales formaban parte de todo un repertorio de escenarios (a veces hasta petrificados, haciendo compañía incluso a los monstruos, como en el parque de Bomarzo de la famosa novela de Mújica Laínez) clasificados según la disposición de un jardín ordenado y bello, como fondo ejemplar de una naturaleza amable, cada vez más geométrica, más clasificada y más dominada. Desde entonces, los jardines de plantas, los jardines botánicos que nacen asimismo con la Ilustración, correrán paralelamente a los ajardines de fieras.

Las plantas serán clasificadas en parterres, por especies y familias separadas, según rígidos sistemas geométricos plasmados en un plano en el que no cabe la confusión. El mismo orden geométrico de la casa de fieras preside los grandes invernaderos, umbráculos y orangeries, donde se cuidan del calor o del frío las plantas que harán llegar de más allá de los mares, tanto descubridores y viajeros curiosos como zoólogos y botánicos que partirán al estudio de nuevos mundos.

Botánica y Zoología correrán así de la mano, animadas por idéntico espíritu taxonomista. El mismo que llevará a la Ilustración a aplicarlo a otras instituciones, a través de las que se canalizará, para el caso de los hombres, los comportamientos irracionales o asociales, tales como los manicomios, los hospitales o las cárceles.

Las casas privadas de fieras de la realeza europea de los siglos XVII y XVIII, serán los antecedentes de los zoos de los siglos XIX y XX, concebidos ya como instituciones de libre acceso a los nuevos ciudadanos consagrados por la revolución burguesa. De forma similar a como las galerías de colecciones reales pasan a ser los nuevos museos y pinacotecas nacionales, así se pretenderá que el zoo, pase a ser una especie de museo natural viviente, una gran colección naturista, para la ilustración pública y para el estudio de la vida natural de los animales, en unas condiciones de cautividad, por el contrario, bien poco naturales.

El zoo, sin embargo, no será solo un campo de análisis científico, sino que se abrirá a las masas populares para que estas puedan ver directamente a unos animales, a los que solamente conoce por dibujos y grabados en revistas ilustradas. En este sentido, esta exhibición es un espectáculo más, lo mismo que las ferias o los circos. A partir de comienzos de nuestro siglo, no habrá ciudad europea importante que no lo tenga y que no se esfuerce por conseguir de las colonias nuevos ejemplares, cada vez más raros y valiosos.

Los zoos de Londres (1828) y Berlín (1844) serán la referencia en la que los zoos de otras ciudades se querrán ver reflejados. Las capitales europeas de los estados con ambiciones coloniales, se ocuparán de prestigiar sus nuevos zoos, en la medida en que estos suponían una representación simbólica de las colonias conquistadas.

La donación de animales exóticos a los zoos de la metrópoli, una práctica entonces habitual, será una muestra de sumisión de la colonia al imperio. Los zoos del XIX se nos presentan así como una creación del occidente europeo, que está íntimamente unido al desarrollo del colonialismo. La conquista de pueblos y naciones “salvajes” conllevará la conquista y el exterminio de sus especies animales, y el envío de muestras de estos animales a la metrópoli, no tanto para su estudio como para ilustrar la representación simbólica del poder de las naciones y estados europeos conquistadores de lejanas y exóticas tierras.

El éxito popular de los zoos a partir de mediados del siglo será impresionante. El descubrimiento de los animales salvajes, hace que se visiten por miles de personas.

El enfrentamiento entre los grandes imperios coloniales, lleva a una emulación, a un enfrentamiento por el prestigio entre los distintos zoos.

Los animales presos pasan así, de la simple cautividad en jaulas de fieras para el estudio zoológico, a la cautividad en la “jaula del teatro”, donde se presentan, dulcificados, los caracteres fieros de algunos animales, que la moda los requiere más amables. Así, el parque zoológico pretende suavizar, no tanto el sufrimiento del animal encarcelado, como la propia imagen de ese sufrimiento, para hacerlo soportable al espectador sin trastocar su posible mala conciencia. Para ello el zoo se disfraza con una arquitectura “kich” de cartón piedra, que pretende mostrar paisajes reproducidos del medio natural, por donde deambulan, como en un escenario, simulacros de animales alienados, con la mirada perdida por el encierro. Así pasamos de un oso polar en una piscina de rocas de hormigón pintadas de blanco, al mismo hormigón pintado del marrón del desierto, donde dormita el rey de las fieras, a una charca inmunda, recuerdo de una laguna africana, donde un rinoceronte sueña sus carreras por la sabana, a una foca bañándose en una piscina con forma de riñón, que evoca los primeros bikinis de Esther Williams. Todo ello expuesto como escenarios seguidos, uno tras otro, sin solución de continuidad, en un recorrido que en pocos minutos va saltando de selvas a desiertos, de territorios helados a praderas, de continente a continente y de país a país, cuyos nombres, desconocidos, resultan sin embargo exóticos para una población europea, para la que en el fondo, más allá de la curiosidad, nada representa por ser territorios conquistados.

La fotografía de las revistas ilustradas primero y el cine y la televisión después, permitirán una mayor aproximación, más fácil y manejable a los animales, hasta unos extremos que no permitía la jaula. Frente a esa competencia que dispara las publicaciones de libros con fotografías a todo color y las series de TV, con todo lujo de tomas inéditas en su propio hábitat, los zoos pierden visitantes, lo que les obligará a una puesta al día para poder ofrecer un espectáculo renovado, recreando en un espacio cada vez más extenso, los escenarios naturalistas que pretenden, sino reproducir, al menos evocar el medio físico y natural de cada especie. Aparecen entonces en los grandes parques zoológicos, los distintos cuadros de animales de distintas procedencias, mezclando en un mismo escenario, especies de climas y territorios diferentes, que para dar mayor imagen de realidad, se amplía físicamente en áreas de libertad tolerada, donde pueden ser vistos y fotografiados como en un safari fotográfico.

La necesidad de captar visitantes y de aumentar los ingresos para cubrir los gastos de una instalación de costoso mantenimiento, hace que el zoo vaya incorporando el espectáculo y otros nuevos incentivos para el visitante. El zoo es ahora un “parque de atracciones” en el que a los animales, no solo se les exige que se exhiban, sino que intervengan como consumados actores, mostrando, bajo la mirada de sus cuidadores, sus habilidades naturales en su versión humanizadas.

Es lo que se presentará en la piscina de los delfines, donde bellas y frágiles señoritas en bañador, con cuerpos de sílfides y sonrisa de plástico, juegan a un tonto corre corre, con uno de los animales más interesantes e inteligentes del mundo.

Espectáculos de masas, que se anuncian por megafonía, que tienen sus pases a horas fijas y se acompañan de la venta en la tienda oficial, de objetos tales como fotos, camisetas, gorras, videos, publicaciones, etc. Bares, restaurantes, puestos de todo tipo, incluso atracciones de feria, todo vale para salvar el zoo. De lo curioso y lo bonito, pasando por lo taxonómico y científico, se ha llegado al espectáculo y a lo recreativo.

Los animales han dejado de ser monstruos o fieras. Ahora son simpáticos y amigos, como los dibujos animados del cine y la televisión, donde los leones, los tigres o el elefante hablan como nosotros y tienen sentimientos, no como animales, sino como humanos. El zoo se ha convertido en un espectáculo. El zoo ahora es de los niños. Paralelamente a la creación del zoo, el carnaval, las fieras y los mercados se mezclan entre sí en el siglo XIX, para dar movimiento a las Exposiciones Universales, que en algunos sentidos, participaban del exhibicionismo del zoo.

La competencia entre los países coloniales, que se pone de relieve en el desarrollo de los zoos, se pone también de relieve en las Exposiciones, donde tienen cabida las muestras etnográficas, tanto de los países participantes como de sus colonias.

Las Exposiciones francesas del siglo XIX se convierten en instrumentos de la gran maquinaria colonial. No solo reproducían las relaciones geopolíticas entre dominador y dominados, sino que además adoctrinaban al país sobre la justificada viabilidad de esta situación. En la Exposición de París de 1878 se clasificaban las diversas culturas del mundo por jerarquías sociales, atendiéndose a las normas de la emergente antropología, disciplina que las Exposiciones ayudaban a cimentar.

La “Ciudad Colonial” de la Exposición de París de 1889 estaba dividida en cuatro áreas: la árabe, la oceánica, la africana y la asiática, todas las cuales estaban atravesadas por calles y pasadizos, cada uno de ellos con el nombre de una colonia o protectorado.
Pero fueron los nativos traídos de las colonias asiáticas y africanas los que mayor revolución causaron. El espectador europeo podía ver doce razas distintas de africanos, además de nativos de Java, chinos, japoneses… Estos maniquíes vivos vestían con la indumentaria propia de sus culturas, fabricaban y vendían artesanía, cocinaban, comían, tocaban su música, danzaban y practicaban rituales delante del pueblo “civilizado”.

Los actores originales actuaban en escenificaciones y decorados pretendidamente hiperrealistas, enfocados a saciar la sed de espectáculo que el público occidental reclamaba. Concebidos desde la visión europea de un oriente imaginario, resultaban más orientales que el propio oriente. Las colonias quedaban así petrificadas como curiosidades frívolas, en imágenes estáticas, que permitían constatar su inferioridad y el atraso de la ciudad colonial con respecto a la metrópoli.

Las potencias europeas competían mostrando, tanto las conquistas de su industria y de sus avances tecnológicos como exhibiendo, a modo de trofeos, a los mismos pueblos salvajes colonizados y dominados.

Las jaulas se sustituían así por los escenarios y los animales por los nativos y “salvajes”. En un espacio continuo y reducido se yuxtaponían a la visión del visitante, lugares, razas, culturas y costumbres totalmente distintas, de lugares geográficos tan diferentes que la noción de espacio quedaba eliminada o referida en todo caso a una visión euro céntrica que todo lo homogeneizaba.

Si en el zoo se pasaba, sin solución de continuidad, de un elefante del Atlas a un canguro de Australia, en la Exposición Universal se hacía otro tanto, de un bereber norteafricano a un siux americano.

Las Exposiciones de principios de siglo celebradas en Norteamérica fueron derivando hacia los parques de atracciones. El público estaba cansado de máquinas colocadas en una vitrina, prefería el caos y el bullicio de las zonas de diversión y las Exposiciones al igual que los zoos de nuestro siglo, les dieron espectáculo y diversión a raudales.

El lenguaje y su representación, la escritura, están desde su origen cargados de violencia. El lenguaje articulado que separó a los hombres del resto de los animales, fue la base para el dominio de éstos por aquéllos. Su invención está vinculada, de forma instrumental, al progresivo dominio de la naturaleza. Podría decirse que este dominio pasaba por el dominio del lenguaje articulado del animal humano sobre el resto de los lenguajes de las otras especies de animales y que la cultura humana que inaugura la aparición del lenguaje, precisamente por la capacidad operativa de éste, conlleva la posibilidad del dominio sobre el resto de las otras culturas animales.

Por eso la cultura humana, decimos, está desde su origen cargada de violencia. Babel es el recuerdo de cuando todos los animales nos entendimos en un solo lenguaje, el de la naturaleza, instituido por Dios en el Paraíso, cuando por primera vez le habló a Adán.

Es el recuerdo de la ruptura de aquella unidad del lenguaje entre todos los animales. Pero como Dios eligió ser hombre, iluminó al animal-hombre con el lenguaje, permitiendo que este consolidara su poder sobre la naturaleza y sobre el resto de los animales. Así fue como pudo realizar los descubrimientos más esenciales y más fundamentales para cimentar su poder, tales como la agricultura, la domesticación de los animales, la cerámica, los tejidos, todo un conjunto de procedimientos que permitirían a las sociedades humanas dejar de vivir al día, a merced de la buena fortuna de la caza y de la recolección, es decir, dejar de vivir de forma similar a como lo hacían el resto de los animales. El lenguaje posibilitó que a lo largo del dilatado periodo paleolítico, se fueran gestando los descubrimientos que harían posible la revolución neolítica, una revolución que consagró de forma definitiva, su dominio sobre el resto de los animales y sobre la naturaleza.

El dominio sobre la naturaleza trajo la “explotación”, pero no solo de la tierra y de las especies vegetales que dejaron de germinar según sus propias leyes o ciclos, para pasar a hacerlo según las leyes impuestas por el hombre de acuerdo a sus intereses, sino también de los animales que pasarán de ser “salvajes” a “domésticos”, que es como decir de “libres” a “esclavos”.

Los animales, fueron pues transformados por el hombre en función de los intereses de este para su servicio y utilización, una transformación que fue lenta y persistente a lo largo del tiempo y que estuvo cargada de coacción y violencia.

Los animales dejaron de ser vistos como otros compañeros en régimen de igualdad, para pasar a ser unos seres inferiores y dominados al servicio del príncipe de la creación.

También la relación entre el hombre y los animales variará sustancialmente cuando el hombre cazador se haga agricultor y ganadero. Antes de la revolución neolítica y de la explotación doméstica de los animales, antes de que para el hombre los animales fueran solo ganado, la relación entre el hombre y los animales no se reducía a una concepción de éstos como simple carne, cuero o asta, y esto a pesar de que para su supervivencia, el hombre los cazará e incluso los domesticará. Cazados o a su vez cazadores de los hombres, los animales habían entrado en la imaginación humana como mensajeros de promesas, con funciones mágicas, que configuraban un mundo simbólico que iba mucho más allá del hecho de la alimentación humana.

El respeto, la valoración del otro, tenía una base mágica y trascendental, como se puede deducir en las pinturas paleolíticas, de las escenas de caza, pero también en las escenas de danza, donde los hombres se mimetizaban vestidos de animales escenificando una relación con unos contenidos simbólicos, que se basaban en un respeto trascendental del otro, hasta el punto de que el hombre se transfigura en animal y el animal en hombre.

La domesticación no empezó como una simple expectativa de carne y leche. El animal tenia funciones mágicas, oraculares unas veces, sacrificatorias otras, y la elección de una determinada especie como mágica, domesticable y comestible, vino originariamente determinada por los hábitos, la proximidad y la propia invitación del animal en cuestión.

Esta relación mágica y simbólica resulta muy bien ilustrada en la cita de Lévi-Strauss en El Pensamiento Salvaje tomada de los indios Hawaianos: “Sabemos lo que hacen los animales, y lo que necesitan el castor y los osos y el salmón y todas las demás criaturas, porque antaño nuestros hombres se casaban con ellos y adquirían este conocimiento de sus mujeres animales”.

El hombre occidental en su mayoría no cree en la reencarnación, esta es una idea intrínsecamente oriental, sin embargo aquellos que creen, reducen el ámbito de la reencarnación al de su propio género humano, siendo además lo habitual, que los anteriores encarnes se correspondan casi siempre con personajes importantes de la historia o cercanos a esa importancia.

En occidente los creyentes en la reencarnación, casi nunca han sido en sus vidas anteriores peones de albañil, putas o pastores de cabras. Sin embargo en oriente, la reencarnación se amplía a las otras especies, entre las que el hombre es una opción más.

En oriente no es importante el cuerpo en el que se reencarna el espíritu. No es más relevante que se lleve a cabo en un hombre que en un animal, en un león, que en un una rata.

En oriente son los espíritus que habitan todos los seres lo que dan sentido al universo, por eso hombres y animales viven en fraternidad y, como pensaban los indios hawaianos, toman esposas, procrean y viven, sin exclusiones, entre ellos.

Es lo mismo que en la antigüedad clásica, hacían los dioses griegos. El hombre ha sido excluyente para con los otros animales, no solo en este mundo, sino que ha creado para su trascendencia, con la misma exclusión, la idea del cielo. No parece muy justo que si hay un cielo para la humanidad, no haya un cielo para los animales, porque al fin y al cabo, la vida es una.

Incluso las plantas y los árboles que también nacen, se secan y mueren, debieran tener también su propio cielo.

Quizás esta ausencia de cielo, religión e iglesia se deba a que, los árboles y los animales no lo necesiten, porque, a diferencia de los hombres, no tengan miedo al más allá.

La revolución neolítica trajo la acumulación y el excedente. Esto eliminaba la aleatoriedad del futuro, pero tal seguridad venía acompañada de la administración del excedente, lo que implicaba una organización social jerarquizada.

A partir de entonces unos hombres fueron amos y otros esclavos, unos administraban y poseían, y otros trabajaban y producían, unos eran los propietarios del ganado y otros lo pastoreaban. Una vez dominados y esclavizados los animales por el hombre, éste se aplicó al dominio y la esclavización del mismo hombre.

Si para el dominio de los animales el instrumento fue el lenguaje, la palabra hablada, para el dominio del hombre lo fue la escritura, la palabra escrita.

Por eso, el nacimiento de la escritura, está también cargado de violencia. Hay que recordar que, lo primero que hizo Jehová cuando escogió a su pueblo, fue darle la ley escrita con la que debía gobernarse a la vez que se separaba de los gentiles.

Y otro tanto hicieron las otras religiones del libro, como los cristianos y los mahometanos, a los que el texto sagrado permitía cometer toda clase de atropellos cuando se trataba de pueblos infieles.

Ni que decir tiene que, si tal cosa estaba permitida (cuando no aleccionada) contra los otros hombres, que podía esperarse de los animales, a los que apenas se llega a citar en los textos sagrados, a no ser como objeto de sacrificio a mayor gloria del Señor.

Los primeros usos de la escritura, que aparecen en la historia de la humanidad entre los III y IV milenios antes de nuestra era en el Mediterráneo oriental, fueron los del poder constituido: inventarios, catálogos, censos, leyes, mandatos…En todos los casos se trata de una manifestación del poder sobre las riquezas y de unos hombres sobre otros.

La escritura nace pues, como medio de control, como medio de poder en sociedades que están fundadas en la explotación del hombre por el hombre.

La escritura es además el mecanismo a través del cual se consolida la acumulación del saber, lo que en las sociedades a partir del neolítico será fundamental para el desarrollo del progreso, una idea que, asimismo, se basa en la violencia y en la explotación del hombre por el hombre.

Es indudable que un pueblo no puede beneficiarse de las adquisiciones anteriores más que en la medida en que han sido fijadas gracias a la escritura. Por eso los pueblos con lengua, pero sin escritura, están condenados a desaparecer, a ser tratados por los pueblos con escritura, como los hombres trataron a los otros animales.

John Berger ha puesto de relieve la ruptura a partir del siglo XIX por parte del capitalismo, con todas aquellas tradiciones que habían mediado hasta entonces entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el primer círculo de animales que se vinculaban a la vida rural. Para Berger, la revolución industrial no solo acabó en Europa (como analizará Engels) con el pequeño campesinado al que se le arrancó de la tierra para pasar a englobar la mano de obra urbana que requería el capitalismo industrial, sino que acabó también con los animales que formaban parte del hábitat y de la economía campesina y con la cultura que regulaba las relaciones del mundo rural entre el hombre, los animales y la tierra. El hombre que en las economías de recolección y agrarias había vivido en una promiscuidad equilibrada con los animales (tanto salvajes como domesticados) al convertirse en hombre urbano con el desarrollo de las ciudades, la urbanización del campo y la implantación generalizada de las formas y valores de vida urbanos, acabó exterminando a los animales.

El animal se hizo prescindible, y pasó a ser entendido como ganado productor de carne con un sentido de cría industrial, fue cazado para la explotación comercial de su piel, retirado del empleo como tiro de sangre con el motor de explosión, o abandonado por el ejército, en el caso de las mulas de montaña, cuando, los nuevos vehículos todoterreno consiguieron llegar a lo más alto.

La urbanización del territorio, los cambios en los usos del suelo, el abandono de la agricultura, las repoblaciones forestales masivas con especies extrañas vinculadas a la explotación industrial de la madera, el cambio de régimen de las aguas superficiales, en resumen, las profundas alteraciones de los ecosistemas, fueron desastrosos para los animales, que se vieron expulsados de su territorio, perseguidos, diezmados, acosados, destruidos sus hábitats y sus organizaciones sociales y productivas, y asesinados hasta casi acabar con ellos.

La desaparición del campesinado con el capitalismo conllevó la desaparición de los animales domésticos, de los que solo quedó, como un residuo grotesco, lo que pasó a llamarse animales de compañía, cuyo incremento, curiosamente, fue tremendamente significativo en las ciudades más acentuadamente urbanas.

Esta aparente contradicción es la misma que hace surgir de forma generalizada los zoos en las grandes ciudades europeas y americanas, cuando precisamente están desapareciendo los animales de la vida cotidiana. Es asimismo el momento del auge de la caza como puro placer deportivo, a veces, incluso, apoyada en explicaciones civilizadas, para concienciar y preservar de su propio crecimiento a una determinada especie.

La relación armónica entre todas las especies, incluida el hombre, que se ilustra en el Arca de Noé, donde ninguna especie deja de ponerse a salvo del gran Diluvio Universal, caracterizó la mayor parte de la existencia del hombre sobre la tierra. Una existencia equilibrada, que se verá de pronto truncada por la relación de dominio que instaurará el hombre a partir de la revolución industrial, basada en una idea de hegemonía que es fundamentalmente occidental, y que, infectada a su vez con el germen de la supremacía de la raza blanca europea, acabará teniendo con los otros hombres (a los que denominará primitivos y salvajes) un comportamiento similar al que tuvo con los animales, expulsándolos de sus territorios, capturándolos, para explotarlos y esclavizarlos, cuando no para asesinarlos, si ello resultaba más económico.

El discurso occidental de los derechos humanos, las sociedades protectoras de animales, la nueva sensibilidad ecológica, en resumen, las malas conciencias de occidente, darán la voz de alarma sobre el desplazamiento y casi exterminio de los otros animales y de los otros hombres, lo que llevará en última instancia, a la creación de “parques y reservas naturales”, donde como en un laboratorio natural, hombres y bestias, son observados por el hombre occidental y donde la población de animales salvajes se controla, sin posibilidades de rebasar un determinado crecimiento y un número máximo de individuos de cada especie.

El hombre que inventó la cárcel, la casa de fieras, el zoo y el campo de concentración, también inventó la reserva como ámbito limitado y cercado donde permitir la vida en una libertad tutelada, donde la caza se mantiene mediante grupos de safaris controlados, donde el número de animales a batir se fija en función de un número adecuado de individuos de cada especie en cada reserva, supliendo el todavía imposible control de la natalidad con el asesinato deportivo.

Las tribus primitivas que a finales de este siglo se han salvado del exterminio sistemático de varios siglos de conquista, colonización, pillaje, piratería, esclavitud y asesinato, por parte de la raza blanca europea, en los otros cuatro continentes, los “pieles rojas” americanos, los indios del Amazonas, los aborígenes australianos, los pigmeos africanos y tantos otros, quedarán así cercados y “protegidos” como los animales salvajes supervivientes, en cárceles naturales con un régimen de autonomía y libre albedrío limitados y tutelados.


¿Por qué los niños sienten esa atracción y ese cariño tan especial por los animales, que se pierde cuando nos hacemos mayores?

Los adultos, siempre hemos visto a los animales en función de nuestros intereses como seres destinados a cubrir servicios prácticos, a suministrar fuerza de trabajo, carne o pieles. Sin embargo el niño, mantiene con ellos una relación fraternal y mágica, una relación de comunión, que le hace hablar de manera natural con cualquier animal, de manera similar a como lo hacían los hombres prehistóricos, aquellos que, anteriores a la existencia de la historia humana (no de la contada sino de la escrita) habitaban la tierra sin la pretensión de dominarla y poseerla.

Con el crecimiento, el niño va empapándose de lo social y va sustituyendo su memoria primitiva, la que traía con su nacimiento, por la nueva memoria de la cultura, que le impone lo social, y así es como, poco a poco, va dejando de hablar con su amigo el perro.

Una sociedad que ha educado a los niños en los zoos, es una sociedad que no verá negativamente las cárceles. Una sociedad que ha sometido y esclavizado a sus hermanos los animales, es lógico que acabe haciéndolo con los mismos hombres. Una sociedad educada en la caza con armas de fuego, donde la distancia de muerte entre el cazador y la víctima se hace cada vez tecnológicamente mayor para la propia seguridad de un cazador, que caza por el simple y perverso placer de matar, no puede ver tan negativamente las guerras, sobre todo si se trata de los otros hombres, de los retrasado primitivos, habitantes de las otras reservas en paraísos sin rostro.

Las “casas de fieras” están en la misma base conceptual que el panóptico de Bentham y que las cárceles y prisiones modernas.

El zoo pseudo naturista de las fieras, no está lejos del zoo de cristal, del zoo transparente de J. Bentham, ni del zoo virtual que gobierna el ojo de la televisión, los aviones invisibles, los satélites espías o la propia red de internet.

De la misma manera que la cultura occidental deberá algún día pagar la deuda moral que tiene adquirida con muchos de los pueblos llamados primitivos, también tendrá que pagar algún día, la contraída con los animales, porque si estos acaban finalmente desapareciendo, con ellos también desaparecerá lo que todavía queda del hombre, al menos, del hombre como se ha concebido a lo largo de su existencia sobre la tierra desde sus albores hasta hoy en día.

Una humanidad que no sabe vivir con sus hermanos los animales sin someterlos, nunca podrá estar formada por individuos educados en la libertad. El día que el hombre deje de mirarse en los ojos de los animales dejará de soñar, y sin sueños, el hombre se volverá loco.

Por eso dice Canetti que  “… los animales que pueblan nuestro pensamiento deben volver a ser poderosos, como antes de su sometimiento”

Alberto López

sábado, 18 de enero de 2014

POR UNA FOTO

“Las fotos son retazos de la vida, de muchas vidas que de repente al abrir un viejo baúl revelan historias olvidadas”.

Una foto publicada en un grupo de Facebook de Medellín llamó mi atención, en ella aparecían dos imágenes que mostraban en el extremo izquierdo a un hombre y en el derecho a una mujer. Hasta ahí no hay nada raro, salvo que ambos están descalzos y que se parecen mucho. Luego al leer la historia de la fotografía si quedé sorprendido pues revela que al principio del siglo XX ya se visibilizaban en esa Medellín, que era un pueblo grande, cosas que aún hoy siguen siendo discriminadas.

ROBERTO DURÁN O ROSA EMILIA RESTREPO.

Rosa Emilia Restrepo o Roberto Durán (Biblioteca Pública Piloto, Medellín)
"La policía descubre a un hombre que viste traje de mujer. Por sus facciones, modales y voz, es casi imposible distinguir el sexo masculino. Tenía aviso la policía de que una mujer que parecía hombre, se colocaba como sirvienta en casas de esta ciudad y después desaparecía, recayendo sobre ella algunas sospechas. Ayer por la mañana se la capturó y fue conducida a la comandancia, donde examinada por los médicos oficiales fue reconocida como varón.

Al interrogarla dijo llamarse Rosa Emilia Restrepo y protestó y se negó a ponerse el vestido que correspondía a su sexo, porque su madre siempre la vistió como mujer desde niña. El detenido tiene facciones finas; es blanco, imberbe, usa cabello como de mujer, pelo recortado y dijo ser de Entrerríos Antioquia.

Cuando hubo entrado a la cárcel, se le condujo a una pieza, donde Benjamín de la Calle ejerció por más de quince años como fotógrafo judicial al servicio del Gobierno, sin haberle cobrado un centavo y como tal, fue testigo del sonado caso de la "mujer-hombre”, personaje de la historia criminal de la ciudad de Medellín y que tras ser capturado pasó al salón del Señor Benjamín de la Calle, fotógrafo oficial, a quien se le remitió para que lo retratara en traje de hombre y de mujer.

Este es el primer informe que se tiene en Antioquia sobre el empleo de la fotografía con fines judiciales en Colombia”.

El caso de la mujer hombre Rosa E. Restrepo o Roberto Durán causó sensación en Medellín el año 1912 como está consignado en la revista “Progreso”.

“Rosa Emilia Restrepo, supuestamente robaba como empleada en el día, para beber como varón en las noches”. Ese “Supuesto” ya denota un prejuicio y una discriminación surgida sin duda por la preferencia de vestirse como mujer que tenía este señor, que a lo mejor nunca cometió ningún delito, salvo al de asustar a más de una vieja beata y a algunos señorones camanduleros. A pesar del progreso, periódicos y noticieros no han cambiado mucho su versión sobre las travestis. Pero no podemos negar eso debió ser un acontecimiento muy sorprendente.

Álvaro Echavarría el excluido 1927
Buscando datos sobre este caso las sorpresas no se hicieron esperar y me encontré otra perlita que demuestra que en todas las épocas existieron personas que han ido en contravía de los convencionalismos, o si no veamos el caso de un caballero llamado Álvaro Echavarría que en 1927 aparece en otra  foto de Benjamín de la Calle vestido como una fémina, muy feíta por cierto. Aparece maquillado, adornado con plumas, enguantado y entaconado a la usanza de los locos años veintes.

Aparecieron en mi búsqueda otros señores de ese tiempo con iguales preferencias y que a lo mejor fueron los primeros travestis visibles de la ciudad.

Lo más destacable  fue descubrir la inmensa obra que nos legó este maravilloso fotógrafo nacido en Yarumal Antioquia en 1869. La Biblioteca Pública Piloto guarda una numerosa colección de sus fotos entre ellas las que aparecen en esta entrada.

Benjamín de La Calle estaba emparentado por parte de padre con Carlos E. Restrepo, los Ospina Vásquez y Doña Josefa Misas de Ehavarría. Su padre tuvo un almacén en el marco de la plaza de Yarumal, que luego heredó su hermano Juan de Dios Calle. La familia de su madre fue ganadera y comerciante de oro.

Fue hombre de gustos refinados, importó los muebles de su estudio desde Europa e igual trajo cinco hermosos telones y la primera cámara panorámica que llegó al país.

Él mismo fue objeto de rechazo debido a sus preferencias sexuales y por ello dedicó gran parte de su trabajo a retratar otros seres en igual condición, como “El excluido” Álvaro Echavarría, Famoso travesti de Cúcuta en 1927.

Don Benjamín falleció en su propio estudio que le servía de vivienda un martes santo, 28 de marzo de 1934.

PS. Escuché una historia muy curiosa en la radio mientras escribía esto. "Decían que por allá en los años treintas se rumoraba que el presidente dizque era del otro equipo". Dizque en un periódico Mariano Ospina Pérez publicó una foto del presidente patas arriba, que entonces los reclamos desde la presidencia no se hicieron esperar: Que cómo así que hayan sacado la foto del primer mandatario cabeza abajo, que corrigieran eso. Felizmente el asunto se corrigió y republicaron la foto del susodicho gobernante esta vez muy derechita como debe ser, pero que el veneno esta vez estuvo en la leyenda bajo la foto que decía: "Esto se publica para corregir la foto del presidente Invertido". Aclaro que no me consta la veracidad de esta historia, pero en estos asuntos como en de el las brujas, de que los hay los hay.

"El travestismo es una identidad transgénero en la que una persona de determinado género biológico acostumbra utilizar la vestimenta socialmente asignada al género opuesto (cross-dressing o crossdressing). Generalmente, el travestismo implica o puede implicar un deseo o condición transexual del individuo en que desea que se le reconozca como una persona del género opuesto en la que su identidad de género es discordante a su género biológico.1 El travestismo puede presentarse en personas de diferentes orientaciones sexuales y por diversos motivos como la infiltración, las representaciones dramáticas, el entretenimiento, el transformismo, la adaptación social y como fetichismo.
La principal diferencia entre el travestismo y la transexualidad es que en el primero la discordancia existe entre el sexo y los roles sociales asignados a cada sexo (discordancia del cisgénero), mientras que en la transexualidad existe una discordancia entre la identidad de sexo propia y el sexo biológico". (WikipediA)
Eavemaría, y todo este cuento por una foto.
Entrada relacionada: Retazos en Ego City

miércoles, 15 de enero de 2014

ASTROPUERTA ENERO 2014

Hola:

Enero es el momento para observar las maravillas del firmamento a simple vista, con binoculares y telescopios, en los dos hemisferios. En el Norte, Orión, las Pléyades, el cúmulo de estrellas del Pesebre en Cáncer, y la Osa Mayor. En el Sur el Can Mayor, la Nebulosa de Orión, la Gran Nube de Magallanes y la Cruz del Sur. Venus continúa brillando en el Occidente y Júpiter visible toda la noche.

El evento celeste de mes es la Lluvia de meteoros de las Quadrántidas, las noches del 2 y del 3 de enero. Son abundantes y muy activas después de las 2 A.M.

El XVII Festival de Astronomía en Villa de Leyva, se realizará el 7, 8 y 9 de febrero.
Más abajo mi selección de los principales eventos celestes del año 2014.
Saludos
Germán Puerta
www.astropuerta.com.co
Bogotá, Colombia


Principales eventos celestes de Enero de 2014


Miércoles 1 – Luna nueva

Viernes 3 – Lluvia de meteoros de las Quadrantidas

Domingo 5 – Oposición de Júpiter

Miércoles 8 – Luna en cuarto creciente

Jueves 16 – Luna llena

Jueves 23 – Conjunción de la estrella Spica con la Luna
                 
Viernes 24 – Luna en cuarto menguante

Sábado 25 – Ocultación de Saturno por la Luna visible en el extremo Sur de Suramérica

Miércoles 29 – Conjunción de la Luna y Venus

Jueves 30 – Luna nueva
                   

Principales efemérides históricas de Enero de 2014


Miércoles 1 – 1801: Giusseppe Piazzi descubre el primer asteroide, Ceres

Jueves 2 – 1959: La sonda Lunik 1, primera nave en abandonar la gravedad terrestre

Domingo 5 – 1865: Nace Julio Garavito Armero, astrónomo colombiano

Martes 7 – 1610: Galileo descubre a Io, Europa y Callisto, lunas de Júpiter

Miércoles  8 – 1942: Nace Stephen Hawking, físico británico

Viernes 10 – 1946: Primer contacto de radar con la Luna

Sábado 11 – 1787: Wiliam Herchel descubre a Titania y Oberón, lunas de Urano

Domingo 12 – 1820: Fundación de la Royal Astronomical Society en Inglaterra

Lunes 13 – 1610: Galileo descubre a Ganimedes, luna de Júpiter

Martes 14 – 2005: La sonda Huygens desciende en Titán, luna de Saturno

Domingo 19 - 1747: Nace Johann Bode, astrónomo alemán

Martes 21 – 1792: Nace John Couch Adams, codescubridor del planeta Neptuno

Viernes 24 – 1986: La nave Voyager 2 cruza la órbita de Urano

Jueves 25 – 1736: Nace Joseph Louis Lagrange, astrónomo y matemático italo-francés

Lunes 27 – 1967: Los astronautas Chaffee, Grissom y White mueren en un accidente en tierra a bordo de la nave Apolo 1

Martes 28 – 1611: Nace Johannes Hevelius, astrónomo alemán 1986: El transbordador espacial Challenger explota y mueren siete astronautas

Jueves 30 – Corea del Sur lanza su primer satélite artificial

Viernes 31 – 1958: Lanzamiento del Explorer 1, primer satélite estadounidense


EVENTOS CELESTES MAS DESTACADOS DEL AÑO 2014

Selección de Germán Puerta


Enero 3 -  Lluvia de meteoros de las Quadrantidas ***

Enero 5 -   Oposición de Júpiter **

Enero 25 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Enero 28 –   Conjunción de la Luna y Venus **

Febrero 22 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Febrero 26 –     Conjunción de la Luna y Venus **

Marzo 21 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Abril 8 –   Oposición de Marte **

Abril 15 -   Eclipse total de Luna visible en América ***

Abril 17 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Abril 23 -   Lluvia de meteoros de las Lyridas **

Abril 29 –   Eclipse anular de Sol visible en Australia y la Antártida ***

Mayo 5 -  Lluvia de meteoros de las Eta Aquaridas **

Mayo 10 -  Oposición de Saturno **

Mayo 14 -  Conjunción de la Luna y Saturno *

Junio 7 –    Conjunción de la Luna y Marte **

Junio 10 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Junio 24 -   Conjunción de la Luna y Venus **

Julio 5 -  Ocultación de Marte por la Luna visible en México, América Central, Colombia, Venezuela , Ecuador, Perú y Bolivia ***

Julio 7 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Julio 28 -   Lluvia de meteoros de las Delta Aquaridas **

Agosto 2 –   Conjunción de la Luna, Marte y Saturno ***

Agosto 4 -   Conjunción de la Luna y Saturno **

Agosto 12 -  Lluvia de meteoros de las Perseidas *

Agosto 17 -   Conjunción de Venus, Júpiter y el Cúmulo de La Colmena en Libra ***

Septiembre 27-  Conjunción de la Luna y Saturno **

Octubre 8 -   Eclipse total de Luna visible en América, Asia y Australia ***

Octubre 21 -   Lluvia de meteoros de las Orionidas **

Octubre 23 –  Eclipse parcial de Sol visible en América del Norte ***

Octubre 25 –  Conjunción de la Luna y Saturno **

Noviembre 17 -  Lluvia de meteoros de las Leónidas **

Diciembre 13 -  Lluvia de meteoros de las Gemínidas ***

Diciembre 22 - Lluvia de meteoros de las Ursidas **


lunes, 6 de enero de 2014

LA NIÑA DEL TREN


A veces ocurren eventos que nos sorprenden. Esta historia no estoy seguro si la escuché o la leí hace mucho tiempo. Algo extraordinario y totalmente verídico, una de esas “casualidades” que se dan de cuando en cuando y que nos dejan perplejos.

Le ocurrió a un famoso actor de Hollywood de la época de Gary Cooper, John Wayne y esos otros de antaño. Por más que me he  esforzado aún no recuerdo su nombre, puede o no  que luego lo recuerde o alguien me lo diga.

Lo importante es que amerita contarlo pues es uno de esos relatos entretenidos  que cualquiera quisiera sacar a flote en las reuniones de amigos.

Siendo aún muy joven y  apenas comenzando su carrera, el actor que menciono iba un día en un tren totalmente desprevenido y seguramente ojeando el periódico. El viaje era largo y tedioso esa fría tarde de invierno, a través de la ventana se entretenía a ratos viendo como la nieve lo cubría todo, los árboles, los techos y las calles.

El acompasado traqueteo del tren sobre los rieles le causaba sueño mientras el murmullo de las conversaciones de los pasajeros llenaba el vagón. Sacó del maletín el libreto de la película en la que entonces trabajaba y aprovechó para repasar sus líneas, es que tenía que esforzarse para lograr hacer realidad el sueño de ser uno de los mejores actores y a lo mejor algún día ganarse una de las estatuillas doradas. 

Sin darse cuenta se quedó dormido y se vio en medio de la sobria ceremonia de entrega de óscares, era el momento exacto en el que el presentador abría el sobre para anunciar el nombre del ganador, todos guardaban silencio expectantes de la decisión, al fin mirando la tarjeta el presentador dice: Ladies and gentlemen the winner is…

En ese momento el tren frenó bruscamente y el chirrido de las ruedas lo sacó de su sueño inesperadamente. Habían llegado a una estación donde se bajaban y subían pasajeros. Estaba algo molesto por no haber escuchado quién era el ganador de la estatuilla dorada y comenzó a ordenar las páginas que habían caído de sus manos.

Otro tren llegó y se estacionó al lado del suyo, miró con curiosidad y exactamente frente a su ventana contempló al ser más celestial que nunca habría podido imaginar, una preciosa niña que igualmente lo miraba con gran interés desde la ventana del otro tren, su rostro estaba salpicado de graciosas pecas que le daban un aire travieso. Recordó entonces que llevaba en su maletín una cámara que recién había comprado y se aprestó a tomarle una foto antes de que los trenes reanudaran su marcha.

Afortunadamente lo logró justo a tiempo, los trenes se fueron moviendo en direcciones opuestas mientras la niña sin dejar de mirarlo se despedía agitando su manita.

Pasaron los años y los éxitos se fueron dando, al punto que el actor se posicionó entre los más célebres y conocidos. 

Estaba pintando sus primeras canas cuando conoció en el estreno de una de sus películas a una joven mujer que lo flechó de inmediato. No tardaron en contraer matrimonio y conformaron un lindo hogar que fue la envidia de todos.

Casi sin darse cuenta llegaron al décimo aniversario de bodas que celebraron en un elegante hotel de la ciudad. 

Una noche en la estrenaban una de sus películas, y mientras su esposa bajaba luego de emperifollarse para ir a la premier, fue al cuarto donde tenían la biblioteca y le llamó la atención un viejo álbum de fotos que no había visto antes, se sirvió un whisky y comenzó  a mirar las viejas fotografías, ya sabía que las mujeres en eso de arreglarse para un acontecimiento especial se tomaban su tiempo.

Al pasar varias páginas encontró una foto que lo dejó paralizado. Era una foto de su esposa cuando era niña. Su rostro travieso y lleno de pecas no dejaba dudas, era la misma niña del tren, esa a la que le había tomado una foto hacía tantos años. En ese momento entró su esposa y no resistió el deseo de enseñársela y relatarle la curiosa historia. Ella palideció y casi balbuceando le dijo: Oh, lo recuerdo ¿Entonces tú eras el hombre del otro tren?

domingo, 5 de enero de 2014

POEMA A CAÑASGORDAS

A veces escribimos cosas que se van quedando olvidadas en algún cajón o en la pila de libros de un armario, entonces las hojas de papel que las contienen se van poniendo amarillas o sepias, como las fotos viejas. Pero esas cosas que escribimos parece que van madurando con el tiempo, como si ganaran un nuevo significado, y cuando de repente las volvemos a leer nos sorprenden tanto como si las viéramos por primera vez. Ahora entiendo el por qué, es que fueron escritas por ese ser que fuimos en el pasado, bajo otras circunstancias y otros estados de ánimo que ya no recordábamos.

La verdad me alegró que alguien me las recordara para rescatarlas del cajón del olvido, releerlas y poderlas compartir en el blog. Gracias Edwin Jiménez por sorprenderme con su mensaje en facebook.


PUEBLO MÍO

Pedacito de cielo en la tierra,
donde aún el aire es limpio como tus hijos.

Pueblo de mis amores,
resístete a ser ciudad.

Te quiero así pequeño 
libre de apuros y de ruidos,
como eras el día en que nací.

Quiero llevar de tu tierra en mis uñas
y de tu aire en mi pulmón.

Aún no han sembrado semáforos en tus esquinas,
pueblo de mi corazón.

Aún eres libre, resístete a crecer
y sigue siendo niño por favor.




miércoles, 1 de enero de 2014

AQUELLOS DICIEMBRES

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Cuando comenzábamos a ver globos de colores flotando en el cielo era diciembre, había globos de varias formas, estrellas, cojines  y cajas. De ocho, dieciséis, treinta y dos pliegos de papel de seda y hasta donde tan grandes quisieran hacerlos,  pero los más comunes eran los de ocho y dieciséis pliegos.

De niños nos parecía mágico que pudieran volar y encumbrase hacia el cielo hasta que solo parecían puntitos pegados del cielo azul.

Cuando descendían todos los muchachos los perseguíamos en medio de la gritería. Algunos queríamos cogerlos y otros que tenían vocación de artilleros lo que querían era derribarlos a punta de piedra.

No sé a quién se le ocurrió la idea de que con un espejo se podían atraer al punto donde uno estuviera, a partir de esa idea a atrapa globos que se respetara no le faltaba su espejito en el bolsillo del pantalón.

Claro que eso nunca funcionaba y había que correr muchas calles para llegar al sitio de su caída. Muchas veces nuestros intentos quedaban frustrados pues a los benditos globos les daba por descender en algún tejado, eso sí, si el globo caía en la calle el trofeo sería para el que más alto saltara y lo pudiera asir de la candileja. Seguidamente el triunfador, globo en mano emprendía el regreso a casa orgulloso de su trofeo mientras los amigos lo seguían con mucho respeto.

La verdad fui muy malito en estas lides y no recuerdo que hubiese podido atrapar alguno, aunque el kilometraje  de persecuciones si fue bastante.

Cuando en el aire se percibía el aroma de la natilla y los buñuelos era diciembre. Es que los diciembres de entonces si eran diciembres y no cabía ninguna duda.

Del álbum familiar
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Antes del día de navidad nos íbamos para las mangas de Belencito a buscar un buen chamizo para el árbol de navidad, es que sin saberlo éramos ecologistas, pues solo cortábamos las ramas secas, preferiblemente de guayabos que abundaban en ese sitio.

Cada cual a su casa con su chamizo donde nuestras madres lo empotraban en un tarro de hojalata donde venían las galletas y previamente lleno de arena para afirmarlo, luego procedían a vestirlo con algodón dizque para simular la nieve, le enredaban colgandejos con tiras de papel brillante, moños navideños y unas instalaciones con “bombillitos” de colores de 110 Voltios que al poco rato de encendidos se calentaban peligrosamente, esos focos pegados al algodón no sé cómo no causaron nunca un incendio.

Así era que el veinticuatro de diciembre en todas las casas tenían su árbol de navidad en la sala, las ventanas se dejaban abiertas para que todos pudieran contemplarlos, porque para cada quién el suyo era el más bonito.

No es mentira lo que voy a contarles, la noche de navidad desde las seis de la tarde salíamos de romería por el barrio para ver los arbolitos navideños y comentar cuál era el más bonito, en realidad todos eran muy semejantes pero no dejábamos de juzgarlos como si se tratara de un concurso. Unos decían que el de doña Pepa era el mejor, otros que el de los Gutiérrez, pero no, el más bonito para mí siempre era el de mi casa.

Arbolito años 60s
Y dije bien: Era, pues hubo un día, uno que nos dejó a todos con la boca abierta, el chamizo no estaba cubierto con algodón, estaba cubierto con algo que si parecía nieve de verdad, todo el vecindario se apretujaba contra las rejas de la ventana para poderlo mirar mejor, que descreste, nadie sabía que era eso. La curiosidad y el bullicio atrajo a la dueña de esa casa a la ventana, entonces alguien se atrevió a preguntarle sobre ese novedoso material. – “Se llama cabello de ángel y me lo trajeron de Estados Unidos”.

No dábamos crédito a tan celestial visión y a tan hermoso nombre, cabello de ángel se llamaba esa cosa, y traída de Estados Unidos, increíble, es que decir que lo habían traído de ese país en ese tiempo casi equivalía a decir que eso lo habían traído de otro planeta.

Ya estaba llegando la tecnología del norte y poco a poco nos llegarían cosas nuevas, como los bombillitos con formas de figuras de navidad, viejitos noel, estrellas, bastones con franjas rojas y verdes. Los chamizos no volvieron a entrar a las casas a no ser que se usaran como leña, llegaron los primeros árboles de plástico,  los muñecos de nieve, las instalaciones intermitentes que minimizaban el riesgo de incendio, las bolas de navidad, las canciones de navidad anglosajonas. Ya el árbol de navidad más bonito no era el del más creativo sino el del más rico.

Pero eso sí, lo que no cambia y espero que no cambie nunca es que cuando llega diciembre sigue percibiéndose el aroma de la natilla y los buñuelos.